Los compromisos que tomo con mis lectores son sagrados. En realidad, no. Pero la semana pasada me comprometí a escribir la entrevista más aburrida de la historia del Periodismo y aquí la tenéis, en las páginas de Libro de notas, esta revista que llega puntualmente todos los meses a vuestros quioscos y que regala la fantástica colección Recambios de Tanques de la Guerra Civil.
Además, decidí que, para hacerlo todo aún más difícil, entrevistaría a uno de los tipos más divertidos con los que uno se puede encontrar: Mariano Rajoy. A juzgar por quienes le conocen, Rajoy posee un ingenio, una gracia, una alegría y un salero que ya quisieran para sí los Hermanos Marx y Engels.
El presidente del Partido Popular y yo nos citamos en un ascensor, donde me comenta que “ya se empieza a notar el frío” y explica, con la sabiduría propia de uno de los líderes políticos más perspicaces del momento, que “en verano nos quejamos del calor y en invierno, del frío; cómo somos, ¿eh? Nunca estamos contentos. ¿Hace calor? Queremos frío. ¿Nos dan el frío? Pues entonces queremos calor”.
Subimos y bajamos de la planta baja al entresuelo y viceversa, una y otra vez, intentando respirar lo menos posible para no olernos, porque estamos tan cerca el uno del otro que es inevitable hacerlo; y además ya es por la tarde y yo me ducho cada día y uso desodorante y tal, pero a saber cómo será la higiene de este señor al que al fin y al cabo se le ve limpio, pero la tele engaña, porque lo que sale por la tele no huele, o al menos no siempre.
Le pregunto por la cuenta que se ha abierto en Facebook: “Sí, es que Facebook mola. Pones ahí la música que te gusta y una foto en la que salgas guapo y… No sé... Es divertido. Y útil. Facebook es divertido y útil. Puedes poner la música que escuchas. Y fotos. Sí. Y hay tests del tipo qué personaje de Harry Potter eres. Yo soy Dumbledore. Supongo que por la barba. Está bien Facebook. Es una de las mejores cosas que le ha pasado a internet desde las conexiones a la línea telefónica. Pones ahí tus fotos y tu fecha de nacimiento. En Facebook, digo. Y hay grupos donde se apunta la gente, no vaya a perderse por el camino. En plan ‘Me gusta Bob Dylan y quiero que todo el mundo lo sepa’. No me gusta Bob Dylan, por eso, ya que no es español y creo que hay que defender los productos españoles. Como Pimpinela, Gibraltar, Melilla y eso. Y Ceuta. Me he dejado Ceuta por un despiste, no es que crea que Ceuta es más marroquí que Melilla. Sólo ha sido un despiste. El clásico despiste coche, y aquí uso coche como adjetivo, igual que en coche coche”.
También comenta que es una pena que se haya perdido el contacto con los vecinos: “Ya no es como antes. En esta finca nos conocíamos todos. Ahora se ha llenado de gente, mucha de fuera, y no hay respeto ni nada. La gente antes se hacía favores. Aunque no los pidieras. A mí me llamaban los vecinos para ver si necesitaba sal. Todos me decían “¿sal?” y yo salía. Así me robaron el televisor. Pero hoy en día no hay calor humano, sólo gamberros: la música alta, los chavales rayando la puerta del ascensor con las llaves, la gente rompiendo los buzones. Se ha perdido mucho. Yo el otro día perdí un paraguas. Me los dejo por todas partes. Ya se nota el frío, ¿eh? Sobre todo por la mañana, cuando he salido. Buf, claro, como madrugo… Imagínate el frío que hace a primerísima hora, que aún ni ha amanecido. A las once y media salía por la puerta, no te digo más”.
Dado que resulta muy incómodo estar con alguien en un espacio tan cerrado sin decir nada, le pregunto por sus esperanzas de cara a las próximas elecciones, en plan, para hacer conversación. “¿Lo de mis esperanzas para las próximas elecciones es una indirecta? No entiendo lo de esa señora. Me gustaba más Esperanza Aguirre cuando salía en Caiga quien caiga y todo el mundo sabía que era tonta. Acabarán diciendo que es guapa”.
Rajoy no se rinde y mientras juego a adivinar el piso por el que vamos (siempre me quedo uno o dos por debajo —o por encima, si bajamos), me explica el programa del Partido Popular: “Es mejor que el del Psoe, mucho mejor, dónde va a parar. Son las mismas cosas, pero decimos muchas veces España, por si alguien ha olvidado dónde vivimos. Y además tengo una cuenta en Facebook, que mola mucho. Lo malo de Facebook es que si un día un etarra se abre una cuenta, habrá que cerrar el programa entero, ¿no? ¿Te has enterado de que la infanta y el Marichalar se han separado? Por esas cosas te das cuenta de que son personas como los demás, aunque salgan por la tele. El dinero no lo es todo. Los ricos también lloran. Claro que con su dinero pues irán menos agobiados, digo yo. Que el dinero no da la felicidad, pero ayuda. Ya lo dijo Woody Allen, ¿tú sabes quién es Woody Allen? Claro que lo sabes, tú eres joven. Dijo que… Mierda, se me ha olvidado. No, no dijo eso, no me acuerdo de lo que dijo. Bueno, yo me bajo. Ahora, a casita. A descansar, que por hoy ya está bien. Y mañana, más. Que eso no se acaba. Bueno, cuando te jubilas. Yo estoy jubilado, ahora que caigo. Bueno, pues a pasear y a esperar la muerte, como decía mi padre. No, no se ha muerto, pero tuvo unos problemas de garganta y ya no lo dice porque no puede hablar. Venga, adiós, adiós…”
Respiro hondo por primera vez desde que subí al ascensor y aprieto varias veces el botón de mi piso, preguntándome por qué tardan tanto las puertas en cerrarse.