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Cartas desde Brasil por V.V.A.A.

Cartas desde… es un intento por recuperar el espíritu de las corresponsalías epistolares de la prensa decimonónica, más subjetiva, más literaria, y que muestre una visión distinta y alternativa a la oficial de Agencias.

"La coladera" y los bárbaros

por Xoán Carlos Lagares

Para el líder de la oposición, Mariano Rajoy, España (pronúnciese como en un grito, de un sólo golpe de voz y con un taconazo marcial, por favor) se ha convertido en los años de gobierno de Zapatero en una “coladera”, por donde extranjeros sin trabajo y sin escrúpulos entran libremente, amenazando con cambiar la faz de nuestro país, con demoler nuestros usos y costumbres, además de destruir nuestra prosperidad. Tal vez por ello, en pleno período electoral, a las autoridades españolas se les ha dado por cumplir a rajatabla la normativa europea para controlar la inmigración. Con rigor, y parece que incluso con entusiasmo, la policía se dedica a evitar que extranjeros indeseables pisen la tierra de promisión española, mandándolos de vuelta por donde han venido.

El otro día desayuné leyendo en la primera página del Globo una noticia que, según el titular, ponía en crisis las relaciones diplomáticas entre España y Brasil. Luego me extrañó que en los medios españoles que consulté el mismo día y los siguientes no se hiciese ni una sola mención al asunto. Y yo que, entre un sorbo y otro de café brasileño tipo-exportación, ya me sentía como un japonés en Manhattan en plena Segunda Guerra Mundial… [nota aclaratoria: “tipo-exportación” aún es la denominación común en los supermercados para los productos nacionales de calidad [sub-nota nostálgica y levemente ideológica: cuando hace unos años pasé unos meses en Recife, nordeste del país, me sorprendió comprobar que la gente que yo conocía sólo tenía en su casa café soluble de la marca suiza Nestlé]].

El escándalo estalló cuando cayeron en la fina red de los cazadores de inmigrantes ilegales dos estudiantes de tercer ciclo de Ciencia Política, que pretendían participar en un congreso de su especialidad en Lisboa. No era la primera vez que los medios brasileños noticiaban un caso semejante. Para los Canes Cerberos españoles, aquellos visitantes ocasionales no cumplían con los requisitos para entrar en Europa, que son, a saber, tener billete de ida y vuelta, demostrar que se dispone de una cantidad mínima de dinero, unos 70 euros por día, poseer tarjeta de crédito y extracto bancario con el saldo exigido, además de poder exhibir un comprobante de reserva de un hotel o algún documento que demuestre que se tiene alojamiento para el tiempo que dure la estancia.

Como los estudiantes en cuestión no tenían tarjeta de crédito [nota indagatoria y sutilmente biográfica: ¿tanto han engordado las vacas desde que estoy fuera del país que hoy todos los estudiantes españoles tienen tarjeta de crédito y disponen de 70 euros por día?], fueron sumariamente extraditados. En el ínterin, estuvieron retenidos en una sala abarrotada y sin asientos, en la que pasaron diez horas sin comer ni beber, sin poder hacer llamadas, lejos de su equipaje y sin tener idea de lo que estaba ocurriendo.
Sólo la punta del iceberg. La cantidad anual de brasileños repatriados, deportados y expulsados es asustadora. El año pasado fueron mil doscientos diecisiete. La mayoría debían ser realmente miserables, y quizás por eso el asunto ha llegado a los papeles y a las oficinas diplomáticas sólo ahora, cuando los implicados son hijos de la cada vez más exigua pero resistente clase media.

España se ha convertido en referencia para mucha gente que pretende buscarse la vida fuera de Brasil, pero también es un destino preferente para estudiantes de doctorado, muchos de ellos becados incluso por el gobierno español. Lo que demuestra el caso es, en primer lugar, la extensión del prejuicio que considera que todo brasileño es un muerto de hambre y que como a tal se le debe tratar [nota ilustrativa: uno de los estudiantes deportados contó que cuando se quejó por el tratamiento canino que estaban recibiendo, un policía nacional le respondió que estaban siendo tratados como lo que eran, perros]. La declaración del embajador español en Brasil no hace sino corroborar lo que ya sabemos. Según él, la rigurosa aplicación de la normativa es aleatoria, lo que se debe entender de la siguiente manera, la actitud prejuiciosa no es excepción, forma parte del procedimiento. Si eres brasileño lo empiezas a tener difícil. Si eres morenito, la cosa se complica aún más. Si además eres mujer, estás jodida [nota escéptica: siempre me he preguntado cómo es posible que mujeres inmigrantes vivan como esclavas en casas de putas que son, al fin y al cabo, lugares públicos, que no es difícil conocer, susceptibles de fiscalización]. En vez de luchar contra las mafias que contratan trabajadores en régimen de (semi-)esclavitud, la respuesta del Estado es humillar y colocar bajo sospecha a los ciudadanos de los países que nutren las alcantarillas del lucro empresarial.

La reacción del Estado brasileño no se hizo esperar. La llamada reciprocidad diplomática. Ojo por ojo, diente por diente. Exigir a los viajeros españoles exactamente lo mismo que se exige allá a los brasileños. La prensa jaleando la revancha, las cartas al director de los periódicos rebosando de expresiones de odio a ellos, los españoles, por maltratarnos a nosotros, los brasileños. No niego que una de mis primeras reacciones fue más bien sarcástica. Como si el Estado brasileño estuviese pleiteando su exclusivo derecho de maltratar a los ciudadanos de Brasil.

En mi condición de extranjero, me resulta extremadamente difícil considerarme parte de ellos o de nosotros, sea cual sea la perspectiva adoptada. Lo mismo me pasa cuando oigo hablar de los intereses (económicos) españoles, que no me siento ni un poco concernido. Esa especie de filiación emocional que produce la nación no me conmueve. Mis filiaciones se sitúan en otros lugares.

Lo percibo nítidamente cuando leo, por ejemplo, a raíz de aquel desaforo del rey con Chávez, un editorial de El País hablando sobre los intereses del país (el de verdad, no el periódico) en Latinoamérica, sobre la participación de las corporaciones españolas en la mejora de infraestructuras, en la “modernización de los sistemas financieros” de los países en desarrollo [nota histórica: recuérdese que el monarca impaciente le soltó aquel exabrupto al charlatán de Chavez, pero sólo abandonó, indignado, la cumbre cuando el presidente nicaragüense, Daniel Ortega, criticó la actuación de las empresas españolas en el continente]. Sólo hay que ver lo que hicieron las empresas españolas en Argentina, con su política de tierra quemada. Y después hay que tener cara para hablar, desde la responsabilidad y la razón, de la necesidad de frenar el movimiento migratorio desde ese país, por ejemplo, hacia España.

Supongo que es por filantropía, para modernizar este obsoleto sistema financiero, por lo que el Banco Santander cobra a sus clientes brasileños en algunos casos intereses de entorno al 139%. ¿Será por eso que el mismo banco puede ofrecer en España créditos de hasta tres mil euros por seis meses al 0% de interés? [nota biográfico-económica: por imperativo legal soy cliente de ese banco español. Cuando aprobé una oposición en la Universidad de São Paulo fui obligado a cobrar mi sueldo a través del Banespa, antiguo banco público que en aquel momento ya había sido privatizado y comprado por el Santander. Como ahora mi agencia está en Ipanema (a escasos cincuenta metros de la playa, ¡oh, consuelo!), se me aplican esas estrategias modernizadoras. Siendo así, en términos financieros soy rotundamente brasileño, sumergido en esa maraña de intereses estratosféricos, amenaza de inflación y deuda pública del que tanto se aprovechan los bancos].

Por esas y por otras, dado el tamaño de esta selva económica, Brasil es un chollo para las empresas españolas, una inmejorable oportunidad de negocio. A esta altura no es necesario aclarar que quienes pagan el pato son los brasileños. Sobre todo esos que se buscan la vida donde pueden. Para que luego me digan que es necesario poner racionalidad en la política migratoria. ¿De qué racionalidad me hablas, cara pálida?

Xoán Carlos Lagares | 13 de marzo de 2008

Comentarios

  1. Marcia Paraquett
    2008-03-15 15:16

    Excelente texto. Excelentes reflexiones. Como una brasileña que ha dedicado su vida profesional a difundir y comprender la cultura de los países de Lengua Española, episodios como este nos hacen cuestionar si la elección no ha sido acertada o equivocada. Por suerte hay voces como la de Xoan Carlos Lagares.

  2. Xoán
    2008-03-15 15:48

    Muchas gracias por el comentario, Marcia. Aunque no siempre lleguen a los grande medios de comunicación, puedes estar segura de que hay en España muchas voces críticas con las leyes de inmigración y con la actuación de las empresas españolas en América Latina. Como conozco tu trabajo sobre las culturas que se expresan en lengua española, sé que tu elección ha sido acertadísima…

  3. Alberto
    2008-03-15 15:51

    Hoy mismo he leído hasta tres árticulos en el diario Público y otro más en Soitu denunciando esta situación. Afortunadamente algunos medios no están haciendo corporativismo ridículo en plan “mira como nos tratan los brasileños” e intentan explicar la base del problema.

    Si no fuera porque ya escribes aquí te enlazaba :-)

  4. Adrián Fanjul
    2008-03-15 19:53

    Me gustó mucho tu texto, Xoán.
    Desde el caso de Patricia Magalhães, alumna de la USP que pasó por el mismo maltrato en Barajas, he tratado de difundir infrmación para que los que trabajamos con español en Brasil nos pronunciemos. La Congregação de nuestra facultad (FFLCH-USP) sacó una declaración de repudio.

  5. Neide Maia González
    2008-03-15 20:06

    Querido Xoán
    No podía esperar otra cosa de ti. No dudo del cariño y el respeto que nos tienes a los brasileños, sobre todo tú, gallego, que tienes una una mujer y hijaqueridas con esa marca de nacionalidad. No dudo en ningún momento tampoco de la elección que hice por el español porque siempre ha sido mediada por un espíritu crítico que no me ha transformado nunca en ciudadana de naciones, pero sí me ha hecho disfrutar ese hermoso lugar de la extranjeridad al que nunca voy a renunciar. Extranjera en mi lengua y en la lengua extranjera. Por cierto, ya no sé cuál (es) es/son mi(s) lengua(s) hoy. Pero es cierto que no es la lengua de España o de cualquier otro “país” hispanohablante, sino la(s) lengua(s) de mis amigos, de mis parientes de sangre políticos, de algunos de mis narradores y poetas preferidos, incluso la de Néstor Perlongher, que tan bien hacía poemas en/sobre/para el portuñol. De todos modos, es imprescindible que nos indignen lo que hacen nuestros “países” con intelectuales (fueron tres, antes que los dos cariocas, a una paulista de la USP le pasó lo mismo) o no intelectuales, sobre todo porque no se trata así a los perros, en general, ni en Brasil y mucho menos en Europa. Ojalá los hubieran tratado como perros.
    Felicitaciones por la lucidez, Xoán.
    Neide

  6. Neide Maia González
    2008-03-15 20:11

    Perdona por el “y hija”!!!!!

  7. Marcos Maurício
    2008-03-16 04:08

    El texto es una luz en un camino que se está haciendo cada vez más sin iluminación. Las relaciones entre Brasil y España se están oscureciendo, una pena. De un lado u otro del atlántico las animosidades se están fortaleciendo. Espero que otras voces puedan aparecer. Sería por lo menos una esperanza de nuevas y fructíferas relaciones entre Brasil y España (ésta parece que no se dio cuenta que tiene más a perder en Brasil – financieramente por lo menos – que Brasil allá. A ver que pasará.

  8. Xoán
    2008-03-16 04:27

    Gracias, amigos, por la visita y los comentarios. Yo también creo que los que vivimos una condición, como mínimo, bilingüe y bicultural debemos ser los primeros en asumir el compromiso de
    denunciar y dar a conocer este tipo de hechos.
    Tampoco sé muy bien, a esta altura (bueno, en realidad nunca lo he tenido muy claro), cuál es mi lengua, pero sí sé con qué idea de país no me identifico de ninguna manera.

  9. Nair Andrade
    2008-03-16 20:27

    Os felicito a todos por el texto y por los comentarios. Sólo deseo y espero que “la crisis” entre nuestros países (la estoy viviendo en vivo como residente en la condición de estudiante) no sea alimentada por la xenofobia que se respira ahora mismo. A veces es difícil entender las consecuencias de la globalización y menos aún entender que SOMOS CIUDADANOS DEL UNIVERSO. Necesitamos conocer nuestros miedos y nuestras necesidades. No tengo duda de que España y los inmigrantes se necesitan mutuamente. Me parece que falta la conciencia de los límites de esa necesidad y la comprensión de que en una relación de interdependencia no hay superiores o inferiores, sino colaboradores, cooperadores, como decimos en portugués: parceiros. Desde España, os dejo un sincero abrazo sin fronteras.

  10. Gerardo
    2008-03-19 21:58

    cuando fui a España en los años en que el dolar era un real tenía miedo que unos pelados me dieran una paliza en la calle por ser “sudaca”, pero lo único que encontré fue buena onda hacia mi persona, pues me confundían con andaluz o porque tal vez ser chileno no estaba tan mal. Hoy me daría miedo que me “torturaran” en el aeropuerto y me mandaran de vuelta a mi segundo país sin derecho a tomar un vino ni a comer un jamón. Una pena todo eso, pues España siempre ha estado en el corazón como diría Neruda, que llenó un barco de refugiados de los cuales recuerdo con cariño a un viejo amigo de mi padre, pero los tiempos cambian y uno para andar por las autopistas de Santiago tiene que pagarle peaje a los nuevos conquistadores económicos, que al final de cuentas son los únicos que, como el dinero, tienen pasaporte libre para cualquier parte.
    Gracias Xoán por tu texto.

  11. Marcus Martins
    2008-03-29 00:51

    Sinto não escrever em galego. Parabéns pelo texto. Um grande amigo meu de origem galega mandou-mo. Vejo estes eventos de Lisboa e sinceramente, fico muito surpreso pela atitude das autoridades espanholas. Acho que os residentes no estrangeiro, como eu, tem mesmo que ajudar a levantar a discussão contra o xenofobismo que tenta ganhar espaço nas sociedades européis. Não é diferente a questão em Portugal. Não poderia ser mais feliz a afirmação que a Espanha e Portugal precisam dos imigrantes e vice-versa. Os espíritos destes povos têm que ser abrir nem que seja pela razão histórica.


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