Se pretende ir construyendo, los días 10 y 20 de cada mes, una antología personal de poemas (que no de poetas) de autores más o menos contemporáneos, más o menos conocidos. Los poemas tienen en común el ser lo suficientemente cerrados para producir una sensación/idea compacta y lo bastante abiertos como para que además emerjan nuevas significaciones con cada nueva lectura. La autora es profesora del Departamento de Metodología de las Ciencias del Comportamiento de la Facultad de Psicología de la UCM.
Estoy viendo a mi hermano muerto, sentado sobre la cama que era la suya cuando vivía. Reposa, tal vez, de un largo viaje, y no me habla. La habitación era blanca y azul, antes, llena de libros que él leía frente a la ventana, en concentrada quietud. Ahora las sombras han borrado todo color, ya no hay ventana, la única luz brota de un libro que mi hermano muerto tiene sobre las piernas. Esa luz ilumina su rostro, y así libro y rostro están unidos por un puente invisible. Hay ojos en ese libro que miran hacia los ojos de mi hermano muerto. Estoy lejos para poder distinguir los signos que reposan sobre las páginas. La quietud de sus manos es otra, como si bebiera un agua muy pura en el vaso del aire. Quisiera saber cuándo, cómo murió, el sentido de su presencia ahora aquí junto a su hermano recluido desde entonces en este cuarto que siempre compartieron. Nada de esto sé. Veo sólo, ahora, cómo unas palabras oscuras salen de la boca de mi hermano muerto: la muerte es un gesto transparente que se hace en la sombra.
Rafael-José Díaz
de Detrás de tu nombre. (Caja General de Ahorros de Canarias, 2009)
2010-11-24 20:31
Estimada María José:
muchas gracias por publicar este texto mío en “Una aguja en un pajar”. Un cordial saludo. Rafael-José Díaz