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Una aguja en un pajar por María José Hernández Lloreda

Se pretende ir construyendo, los días 10 y 20 de cada mes, una antología personal de poemas (que no de poetas) de autores más o menos contemporáneos, más o menos conocidos. Los poemas tienen en común el ser lo suficientemente cerrados para producir una sensación/idea compacta y lo bastante abiertos como para que además emerjan nuevas significaciones con cada nueva lectura. La autora es profesora del Departamento de Metodología de las Ciencias del Comportamiento de la Facultad de Psicología de la UCM.

Órbita del desasosiego. Marcos Taracido

Caminaba por el centro de la plaza y vio primero despegar a las palomas. Siguió al romper del aleteo una estampida general de los peatones, torpemente, cayendo y golpeándose por la potencia desproporcionada de la huida sin rumbo. Quiso correr, pero no pudo. Miró al cielo, pero estaba limpio y apenas moteado por las aves. En el asfalto no encontró motivo alguno para el pánico, y en la lenta y delirante búsqueda del origen de los gritos y rostros aterrados pensó que él era el centro de la circunferencia que trazaban todas las miradas blancas por el miedo, y pensó que quizás huyesen del monstruo.

Marcos Taracido
de Leve historia del mundo (Libro de notas, 2008)

María José Hernández Lloreda | 20 de noviembre de 2008

Comentarios

  1. Cristina
    2008-11-20 10:07

    Como siempre, me encanta Marcos.

  2. Ana Lorenzo
    2008-11-20 18:54

    Lo leo y me golpea como cuando lo leí la primera vez. Es que es un don de Marcos: en Leve historia del mundo, cada una es tremenda y perfecta. Vuelves a leerlo a los pocos meses y todo se revela con la misma fuerza nueva.
    Gracias, María José.
    Un beso.

  3. Miguel A. Román
    2008-11-20 19:48

    Vale, pues para que no sólo haya chicas, a mí también me gusta.

    Y me alegra que MJ haya seleccionado esta vez una lírica no sujeta al corsé del verso que quiebra la frase, dejando caer la idea rodando escalones abajo, como si los renglones fuesen gratuitos y los ojos del lector no tuviesen otra cosa que hacer que bailar por ellos. Viejo truco de hipnotizadores.

    Solo por divertimento: ved cómo cambia y pierde ese misterio íntimo si la troceamos. Como sustituir un espagueti por un puñado de fideos.

    Caminaba por el centro de la plaza
    y vio primero despegar a las palomas.
    Siguió al romper del aleteo
    una estampida general de los peatones,
    torpemente,
    cayendo y golpeándose
    por la potencia desproporcionada de la huida sin rumbo.

    Quiso correr,
    pero no pudo.
    Miró al cielo,
    pero estaba limpio
    [ y] apenas moteado por las aves.

    etc…

  4. Marcos
    2008-11-20 20:36

    Curioso, Miguel, muy curioso. Y sí, lo de las chicas es una constante, qué le vamos a hacer. Parece que, efectivamente, son más inteligentes :)

    Gracias y saludos

  5. Alber
    2008-11-20 23:26

    No entiendo cómo carajo alguien tan soberanamente aburrido puede escribir tan de putísima madre. Porque este texto de hoy es perfecto, simplemente. De diez.

  6. María José
    2008-11-22 01:19

    Miguel, no es la primera vez que pongo un poema de este tipo, a mí siendo buena la poesía me gusta en cualquier formato. Pero no comparto contigo eso del corsé del verso, la cuestión es que no se trata de trocear, que es lo que hacen muchos malos poetas, sino que la estructura tiene que formar parte esencial del poema El de Marcos no está escrito así y por no se presta a ello. Pero haz lo contrario con algún poema bueno del otro tipo y te lo cargas igual.

    Y sí, yo también creo que este poema de Marcos es perfecto.


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