La despedida tiene, por fuerza, algo de recordatorio, de mirada que se vuelve y calibra, de ponderación: un memento mori repetido en cada separación. El adiós concluye, finaliza, da por cerrado un ciclo. Pero, en español y en otros idiomas, el adiós se hace eco de distintos significados: desde la posibilidad de retorno a la encomienda divina pasando por el ejercicio resolutivo.
Si la fotografía se basa en generar preguntas (¿Qué ha pasado ahí? ¿Quién ese ése? ¿A quién mira? ¿Qué relación tienen esas dos personas?) no podemos esperar que al investigarla y tratar de descifrarla nos salga una sola respuesta. En ese sentido, acudir a talleres (o apuntarse a escuelas) rara vez nos dará la clave: un fotógrafo no puede dejar de hacerse preguntas.
Pone nervioso que Belén Esteban venda libros de una forma mucho mas apasionada de lo que pone nervioso que salga por la televisión y nadie parece relacionar una cosa con la otra. Sales por la televisión y vendes libros. Sales por la televisión y tu número de followers crece como la espuma. Vale para Ada Colau, pero no para Belén Esteban, al parecer. Son paradojas de pensar que somos seres individuales y libres, que luego nos llevamos chascos porque creemos que comprarmos libros (o seguimos a la gente en twitter) por elecciones racionales, de mercado. Hombre, no.
El signo del hashtag, esa grilla, ese espacio vacío para el tatetí de la casualidad, hoy día es el signo del nuevo tiempo de las redes: un tiempo en el que no hay más tiempo que el limitado para la frase rápida, la invectiva, el aplauso, el insulto, la confirmación de un gusto o un disgusto. A veces, la astucia, el acierto en la frase, el chiste bien hecho, la idea ocurrente. En ese espacio delimitado por la grilla del «tres en línea» puede darse la coincidencia de dos personas o de miles, un alineamiento circunstancial que puede fascinar a los concurrentes del auditorio virtual, tal como fascinaban los eclipses a las culturas primitivas.
Han sido siete años con un mensaje perenne: que la excelencia gastronómica es únicamente una cuestión de calidad en las materias primas y cariño en la confección. No creo que nos merezcamos menos.
No creo en las casualidades. Así que no puede ser casualidad que este sea el artículo centésimo de esta etapa de Román Paladino.
Materialista y humanista. Ateo y, según las malas lenguas, también creyentre. Comprometido como el que más en dar una visión práctica y cecana de la filosofía. El filósofo con el que hoy despedimos nuestra sección reúne dentro de sí ideas dispares, que han chocado entre sí en muchos momentos de la historia de la filosofía. Estamos pues, en cierto modo, ante un mago de la filosofía: hacer posible lo que en principio parecía imposible. Con ustedes, André Comte-Sponville.
Esta columna me ha proporcionado muchas horas de disfrute, no por el resultado, sino por el tiempo que he tenido que dedicar a bucear por youtube a la caza de vídeos para completar una idea conductora para cada ocasión, lo que me ha hecho descubrir cosas interesantísimas, como que una obra coral de Jean Michell Jarre era en realidad una versión de una canción de un cantautor polaco, que era en realidad una versión de L’Estaca, de Luis Llach, o que Youcali, en la versión de El Cigala, incluía unos compases del Libertango de Piazzola, que Take this waltz es un poema de Lorca traducido al inglés, o que…
La mejor película que he visto este año es La gran belleza. Pero mi película favorita es Las ventajas de ser un marginado, de Stephen Chbosky.
Ahora la Red como un territorio inmenso (en tamaño y posibilidades) también requiere ser acotada en pequeños espacios, seguimos siendo humanos, y… ¿cómo sacralizan “territorios”? ¿Cómo se demonizan otros? Usenet versus Twitter o Facebook… ¿Qué demonios está ocurriendo? ¿No avanzamos? ¿No retrocedemos? Pero aquí, ir hacia delante o hacia atrás, es solo un juicio moral inútil. Caos.