El itinerario profesional de Comte-Sponville puede parecer a primera vista el esperado: tras formarse junto a Althusser en la Escuela Normal Superior, impartió filosofía en varios institutos hasta dar el salto a la Sorbona, universidad que terminaría abandonando para entregarse plenamente a sus libros y conferencias, que ha impartido por toda Francia, siendo reclamado incluso por empresas privadas. Una trayectoria demasiado normal para alguien marcado por el suicidio de su madre y la convicción, a los 18 años de que Dios no existe. Ateísmo militante y sin embargo “fiel”, como él mismo ha afirmado alguna vez: el cristianismo que niega ha dejado en él un sello moral, que ha llevado a autores como Onfray a calificarle como un “cristiano ateo”. Los referentes filosóficos de Sponville: Epicuro, Montagine y Spinoza.
Con esta pequeña presentación es más que suficiente para hacernos una idea de por dónde van las propuestas de Sponville, que se pueden resumir en una frase: la sabiduría de la vida. Filosofía para vivir bien, para lograr eso que todo el mundo anhela pero que aún parece escurrírsenos de las manos: la felicidad. Sus libros convierten en cuestión filosófica lo más cotidiano, y nos descubren las conexiones, algunas veces insospechadas, entre esas pequeñas acciones y la realización personal. Tarea, por tanto, de divulgación y de pensar con otros, contigo, conmigo y con el de más allá, que más de una vez ha sido blanco de las iras furibundas de filósofos “profesionales”, por considerar los textos de Sponville faltos del rigor académico que algunos consideran imprescindible para elaborar filosofía.
Las obras de Comte-Sponville son, en cierta manera, una tabla de salvación para naúfragos, una brújula sobre el cómo vivir, accesibles a todos y destinadas precisamente a compartir esa vieja sabiduía de los epicúreos y de Montaigne, de autores que le han precedido en el noble ejercicio de pensar para vivir mejor. Sin evasiones, sin autoengaños, buscando en la vida lo que tiene de valioso y de genuinamente humano, al margen de las necesidades creadas por instancias ajenas. La crítica a la religión es entonces sólo el primer paso para una reconsideración de lo que somos, pensando así sobre realidades tan humanas como el sexto o la muerte. Y esta es precisamente la magia de Sponville: logra enlazar teorías y planteamientos aparentemente opuestos, no de una forma especulativa, sino en reflexiones cercanas, no exentas en ocasiones de referencias a la filosofía oriental o incluso al hinduismo.
Los rasgos señalados hacen de Comte-Sponville una figura más que adecuada para este último texto. Libro de notas se apaga, quizás porque ha sido capaz de comprender que ha llegado el momento de hacerlo. más de diez años en la red siendo un referente incuestionable dentro de la red: en ocasiones por su valor informativo y en otras por haber sido capaz de reunir, mucho tiempo antes de la popularización de los blogs, a autores comprometidos con una idea sencilla: compartir contenidos de calidad con otros usuarios. Encajaría perfectamente con el perfil de Comte-Sponville una filosofía de esto que hacemos hoy. Una filosofía de la despedida, una filosofía del adiós. Una experiencia humana tan universal como intensa, pero que cobra todo su significado cuando el tiempo se ha sabido vivir, cuando se ha puesto en práctica esa sabiduría de la que nos habla Sponville. Y sin duda, este ha sido el caso de Libro de notas. Larga vida al enorme fondo documental que nos deja.
Para saber más
Entrevista a Comte-Sponville, subtitulada:
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