Libro de Notas

ámbito

Cayetano Lupeña - Navegando por el caos

Hubo un tiempo, probablemente hace más de 5.000 años, en el que un grupo humano decidió acotar el inmenso espacio de prados y montañas mediante un círculo de piedras, eso que hoy conocemos como crómlechs, se dijeron «este espacio es distinto porque así lo hemos decidido, por eso lo marcamos con estas piedras en forma circular». Espacio donde sucedían importantes acontecimientos o no sucedía absolutamente nada (silencio), pero lo sentían diferente, un ámbito acotado, sacralizado, asequible (el inabarcable universo no lo es).

Esto es una suposición y como tal, posiblemente, un hecho falso que nunca ocurrió (o sucedió de otra forma) pero ¿cómo explicar entonces todo lo que aconteció después?… lugares míticos y mágicos, el templo, el parlamento, la plaza, el ágora, el Museo, el lugar donde la comunidad se reúne y representa el ritual que marca, siglo a siglo, su carácter único.

Barrio pobre, barrio rico; museo de objetos absurdos e inútiles, museo de alto nivel lleno de objetos que explican (mal) la Historia. Ermitas pobres y catedrales deslumbrantes; fuentes de montaña de caño oxidado donde nadan fingidas ninfas, fuentes construidas con figuras imposibles en piedra labrada; fuentes de saber y fuentes de poder. Ámbitos.

La piedra que rueda libremente por el río tallada por la erosión y la misma, ahora canto rodado, en la alta peana del Museo catalogada (protegida en un vitrina) como gran contribución a la Historia de Humanidad. La misma piedra, en diferentes ámbitos.

Ahora la Red como un territorio inmenso (en tamaño y posibilidades) también requiere ser acotada en pequeños espacios, seguimos siendo humanos, y… ¿cómo sacralizan “territorios”? ¿Cómo se demonizan otros? Usenet versus Twitter o Facebook… ¿Qué demonios está ocurriendo? ¿No avanzamos? ¿No retrocedemos? Pero aquí, ir hacia delante o hacia atrás, es solo un juicio moral inútil. Caos. No sabemos, no hemos aprendido a convivir con el caos, el puro azar, sin nada bajo los pies que sujete nuestra ficción, algo que nos resulta insoportable. La vida no tiene sentido y para eso necesitamos del arte (hacer) para no pensar y sentir la Nada: acotemos pues, pongamos un lindo cuadro en el salón o en el Museo, tanto da. Hagamos de ese pequeño espacio una mala representación de un Universo fingidamente ordenado. Ámbitos.

Finjamos, se nos da bien, muy bien.

¿Cómo se construye el ámbito de Libro de Notas? ¿Cómo se establecen los muros que acotan este espacio? ¿Cómo caen y desaparecen? ¿Cómo se olvidan las casas que van desmoronándose hasta que la lluvia termina por limpiar los últimos rastros de estos cimientos? Fácil, construyamos una nueva ficción, un nuevo ámbito levantando con horas de esfuerzo y sufrimiento (horas de vida preciosas y únicas), piedra a piedra, el nuevo entorno «donde suceden las cosas importantes» hasta que un día también desaparezca. Este rodar de los cantos y repetición del ciclo de los ámbitos que construimos es un método lo suficientemente absurdo y caótico para adoptarlo como una religión de jocosas normas.

¿De qué me río ahora? No lo sé, todo esto es muy serio, sin embargo estoy contento de que los cantos sigan rodando en un río imaginario.

20/12/2013

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