Jaime Rubio Hancock es uno de los periodistas más reputados del país (ignoramos cuál). Cofundador de la revista Playboy, fue director de The New York Times entre 1987 y 1992, cuando se convirtió en el primer menor de edad en dirigir una publicación diaria. Desde las páginas de ese diario se opuso a la guerra de Iraq, destapó la trama del Gal y predijo la Revolución Francesa. Actualmente publica en Libro de Notas cada jueves esta serie de entrevistas que, según nueve de cada diez dentistas, jamás tuvieron lugar.
Las hordas comunistas no saben dónde atacar al nuevo Napoleón del liberalismo, Nicolas Sarkozy. Como los hinchas de Zapatero y de Obama no tienen argumentos ra-cio-na-les para criticar las políticas económicas de Sarkozy, tienen que insultar rastreramente a su familia, a su indefenso hijo. Y eso es bueno, eso significa que los rojos no tienen, no tenéis (porque soy consciente de que Libro de Notas es un nido de rojos) argumentos convincentes. Y es que la economía francesa va tan bien que incluso pueden pagar a los estudiantes. Sobra el dinero en Francia. Sobra. No como en España. El dinero está tan escaso que incluso los pijos valencianos tienen que robarlo.
Dicho lo cual, se critica que se haya nombrado a Jean Sarkozy, hijo del gran Sarkozy, presidente del Epad, el organismo de gestión del barrio de negocios parisino La Defénse. Se le critica porque sólo tiene 23 años —vaya tontería, yo tengo 19 y ya escribo en Libro de Notas— y sólo ha estudiado primero de Derecho —pero lo habrá estudiado muy bien, porque lleva cinco años con el asunto.
Es obvio que hay que dar voz a la principal víctima del comunisterío europeo: el joven Jean Sarkozy, que me recibe en su despacho de La Defénse con… Un momento… Lleva unos tejanos, unas bambas y una camiseta. ¡Jean, que estás saliendo en Libro de notas! “Perdona —se excusa—, es que me he quedado dormido leyendo unos informes”. El mando y la tele le delatan: estaba leyendo unos informes sobre la influencia de los vídeojuegos en los negocios parisinos.
Nos sentamos a beber unos Sunny Delight, que al parecer es lo que bebe la juventud, y le pregunto qué opina sobre quienes opinan que no reúne méritos suficientes para el cargo. “Jobar —contesta—, soy presidente de la cosa esta de las oficinas con 23 años, si eso no tiene mérito, no sé yo qué lo tiene”. De todas formas, no duda en afirmar que la presión del cargo puede resultar peligrosa: “La verdad es que me imaginaba otra cosa cuando mi padre me dijo que si no aprobaba, me pondría a trabajar”. Al parecer, le quedaron cuatro asignaturas para septiembre, pero sólo “porque los profes que me han tocado son unos rojos”.
El joven dirigente no considera que le hayan enchufado: “Eso es injusto. Ni que me hubiera nombrado alcalde o ministro. Me ha dado un trabajo. Es un marronaco que te cagas. ¡No puedo ir a jugar a fútbol con mis amigos! Es que estamos en una liguilla y vamos todos lo jueves”. Jean Sarkozy añade que “las quejas son propias de la izquierda, que no entiende que todos tenemos que trabajar, incluso yo. Sí, puede que le esté quitando el puesto a algún pobre, pero es lo que tiene el liberalismo, que implica que todos somos libres para colocar a quien queramos donde queramos y donde digo ‘todos’ debe leerse ‘papá’”
Jean explica que de todas formas ser un Sarkozy no es fácil: “Es muy difícil estar a la altura de mi padre, aunque sea bajito. Jobar, ¿tú has visto a la Bruni? Mi novia no está tan buena. No pongas esto, por favor, que mi novia lee Libro de Notas. Aunque bah, ponlo: bien que ella tiene fantasías con los hermanos Haj-Saleh. A la vez”. Le pido que por favor no siga por ahí, que tengo el estómago débil y pasamos a comentar su rutina diaria: “Pues me levanto a eso de las diez, como mi padre, luego voy a desayunar con un amiguete que está preparando unas oposiciones (pringao) y luego me paso por aquí, charlo con la secretaria, firmo lo que haya que firmar y me vuelvo a casa a comer y a ver Je sais ce qu’est-ce que vous avez fait en la Sixiéme”. Una jornada intensa y llena de responsabilidades acordes con los objetivos de excelencia que se ha fijado: “Quiero que La Defénse sea uno de los barrios con más oficinas y negocios de París”. El hecho de que ya lo sea, resulta increíble: a pesar de la campaña comunista, el pequeño Sarkozy ya ha logrado llevar a La Defénse justo donde pretendía.
Sus próximas metas: comprarse el Fifa 10 con los ahorros, sacarse una novia más parecida a la Bruni, comprarse uno de los libros de Larsson, que todo el mundo dice que molan tanto, y acabar segundo de Derecho en los próximos cinco años. “Lo malo —explica— es que ahora con esto del trabajo voy a tener menos tiempo”. Pobre Jean. Pero Francia bien vale un sacrificio. “Psa, supongo”.
2009-10-15 11:07
Propongo que la Bruni y los Haj-Saleh sean la próxima portada de Ldn.
2009-10-15 12:28
La entrevista es inexacta, la novia de Jean fantasea con Carla Bruni y conmigo mientras que Sarkozy padre fantasea con Jaime y mi hermano mientras Marcos canta muñeiras. ¿Y tú eres riguroso? JA!
2009-10-16 01:55
Ya se sabe eso de que la realidad supera a la ficción.
2009-10-16 17:53
Vaya tela con la noticia de El Mundo, Sarkozy: “Hay que renovar a las élites”