Ciencias y letras, trata de acercar las dos culturas , favorecer su mestizaje. En realidad, sólo es una cultura que nos puede acercar más a nosotros mismos, a las complejas relaciones humanas, al mundo y a sus interrogantes. El autor, ingeniero y físico, es editor de La bella teoría. Publica los días 1 de cada mes.
En un momento determinado, el Universo estaba al rojo vivo y no era más grande que la cabeza de un alfiler. Las tremendas condiciones, la elevadísima temperatura, generaban cantidades inmensas de partículas y antipartículas de todo tipo. Había mucha materia y ,exactamente , la misma antimateria. Por cada quark había un antiquark, pero en cierto momento se puso en acción el mecanismo conjeturado por el físico ruso Andrei Sájarov (1967). Por cada mil millones de partículas hubo un par más de quarks y según se iba enfriando el universo, los antiquarks chocaban con los quarks y se aniquilaban entre si. Al final quedaron unos cuantos quarks que se combinaron en tríos para formar los nucleones, protones y neutrones, que es el material más abundante en la materia ordinaria de nuestro universo.
Según Sájarov, la evolución de la asimetría material del universo dependía de tres propiedades de la naturaleza: la creación del Universo en una gran explosión, la violación de la invariancia carga-paridad y la existencia de una fuerza nueva capaz de crear-aniquilar nucleones. Las dos primeras acababan de comprobarse en 1964, el descubrimiento de la radiación de fondo, vestigio fósil del Big Bang, fue una prueba irrefutable de la hipótesis de la gran explosión, y la detección, por un grupo de físicos de partículas de Princeton, de ciertas modalidades “prohibidas” de desintegración de mesones K que sólo podían ocurrir si se daba una ligera violación de la simetría carga-paridad.Independientemente del mecanismo de Sájarov, se ha descubierto que unas partículas subatómicas llamadas mesones Bs, que debieron existir en el principio del Universo y que se crean ahora en los aceleradores de partículas, se convierten espontáneamente en lo contrario de sí mismas, en antimateria, en antimesones Bs. A su vez los antimesones Bs, la antimateria, se convierten otra vez en mesones Bs. Un equipo de 700 físicos del acelerador de partículas Tevatron (de Fermilab, en Chicago) ha medido ahora con alta precisión que esa transición de una partícula en su antipartícula se produce 2,8 billones de veces por segundo, con un error del 2%. “Si lo ves como una de danza de materia y antimateria, nosotros hemos medido el increíblemente rápido tempo de esa danza”, comentaba Jacobo Konigsberg, uno de los jefes del equipo.
Todo lo clasificamos por categorías y hablamos de matería y antemateria, pero esta extraña partícula se convierte en ella y en su contraria a una velocidad asombrosa. Es y no es, y en esa sutil danza de contrarios puede residir la clave de la propia creación de nuestro Universo y , por tanto, de nuestra existencia.