Ciencias y letras, trata de acercar las dos culturas , favorecer su mestizaje. En realidad, sólo es una cultura que nos puede acercar más a nosotros mismos, a las complejas relaciones humanas, al mundo y a sus interrogantes. El autor, ingeniero y físico, es editor de La bella teoría. Publica los días 1 de cada mes.
Existen más de dos millones de especies de seres vivos descritas en la actualidad, pero cada año se descubren varios miles más, por lo que el número total de especies existentes es difícil de estimar, podría llegar a 30 ó 50 millones. Esta gran diversidad es posible porque cada uno de los organismos se diferencia de todos los demás en algún aspecto importante, que le permite adaptarse a un nicho ecológico diferente no ocupado por ningún otro ser vivo.
La adaptación de los organismos al entorno es continua porque éste nunca permanece estable. Existen modificaciones climáticas y de todo tipo que obligan a seleccionar de forma natural al organismo que mejor se adapta a ellas. Pero a pesar de la extremada variedad de especies existe un sistema de orden y una estructura que permite un equilibrio dinámico en cualquier entorno natural: el equilibrio ecológico. Es una cadena que facilita que la materia y la energía que constituyen los organismos vivos no se pierdan y pueda volver al sistema para su empleo por futuras generaciones.
La vida extrae, prácticamente, toda su energía del Sol, y la circulación de esa energía y el reciclaje de los nutrientes constituyen dos procesos principales dentro del ciclo de la vida. Hace unos 2000 millones de años, la evolución de los elementos vitales cambió de forma significativa. Hasta entonces la presencia de oxígeno en la atmósfera era prácticamente testimonial pero la acción, durante millones de años, de ciertas bacterias capaces de realizar la fotosíntesis fue determinante para crear la actual atmósfera con una proporción del 21% de oxígeno. Ecuación de la fotosíntesis:Dióxido de carbono + Agua = Molécula orgánica + Oxígeno
En la atmósfera primitiva los procesos de metabolismo celular eran simples, anaerobios y de baja eficiencia energética. A partir de una mayor presencia de oxígeno en la atmósfera aparecieron nuevos organismos más eficientes, capaces de degradar los productos de alta energía que antes quedaban solo a medio consumir y producir dióxido de carbono como producto residual. Este gas tuvo una importancia vital en el desarrollo posterior de los organismos vegetales.
En base a evidencias tales como la que se ha planteado, en la que la propia masa vital de los organismos terrestres fue capaz de cambiar la proporción de oxígeno de la atmósfera original y logró beneficiar los procesos de la vida, el químico James Lovelock publicó en 1979 su libro “Gaia, una nueva visión de la vida sobre la Tierra”, en el que planteaba la hipótesis de Gaia (Diosa griega de la Tierra). Según dicha hipótesis la biosfera se comportaría como un ecosistema global biológico capaz de autoregular sus condiciones esenciales para mantener la vida . Sería como un gigantesco organismo vivo capaz de controlar las condiciones de su entorno para que sean las idóneas.
Esta hipótesis fue apoyada y extendida por la bióloga Lynn Margulis, y ha tenido muchos seguidores, algunos con ciertas ideas místicas, y detractores, pero independientemente de que se acepte en mayor o menor grado, ha sido muy importante para estudiar los mecanismos de regulación de la vida en la Tierra. Entre los detractores se encuentra Peter Ward, paleontólogo de la Universidad de Washington que ha escrito el libro “ La hipótesis de Medea: ¿Es la vida en la Tierra, a fin de cuentas, autodestructiva?. Eligió al personaje de Medea, también de la mitología griega, porque por el despecho de Jasón fue capaz de matar a los hijos que habían tenido en común. Según esta hipótesis, los propios mecanismos darwinianos que permiten el desarrollo egoísta de las especies sin respeto al medio, introducen una realimentación positiva que lejos de conseguir una regulación óptima llevarán a la propia destrucción de la vida.
Curiosamente, con independencia de que la hipótesis que tomemos como correcta sea la de Gaia o la de Medea el futuro de la vida en la Tierra está en manos de la Humanidad. Si Gaia es capaz de autoregularse, tendiendo al equilibrio estable nosotros estamos rompiéndolo y sólo en nuestras manos está restituirlo.Si Medea nos lleva irremediablemente al desastre también está en nuestras manos tratar de introducir mecanismos reguladores que lo impidan, empezando por controlar las nefastas consecuencias de nuestra actividad sobre el medio.