Ciencias y letras, trata de acercar las dos culturas , favorecer su mestizaje. En realidad, sólo es una cultura que nos puede acercar más a nosotros mismos, a las complejas relaciones humanas, al mundo y a sus interrogantes. El autor, ingeniero y físico, es editor de La bella teoría. Publica los días 1 de cada mes.
La visión del filósofo aporta unos matices esenciales para la comprensión global de la teoría sobre los que yo, desde luego, nunca habría reflexionado. Espero que sus palabras también os sean útiles a todos y os hagan pensar, porque una teoría tan importante como la de la relatividad es una obra de mucha gente a lo largo del tiempo, y no sólo de unos cuantos físicos o de un físico genial.
Para Ortega, aparte de su verdad o su error, una teoría es un cuerpo de pensamiento que nace en un alma, en un espíritu, en una conciencia, lo mismo que el fruto en el árbol. Estudiando la teoría de la relatividad con la misma intención que el botánico cuando describe una planta trata de descubrir su sentido histórico, lo que ésta es como fenómeno histórico. Desde este punto de vista para Ortega es evidente y trivial la gran influencia que ejercerá sobre el espíritu humano, pero para él lo más interesante es lo inverso: porque el espíritu humano ha tomado espontáneamente determinada ruta, ha podido nacer y triunfar la teoría de la relatividad, resultado no de un solo hombre sino de la colaboración indeliberada de muchos, precisamente de los mejores. Las ideas cuanto más sutiles y técnicas, cuanto más remotas parezcan a los efectos humanos, son síntomas más auténticos de las variaciones profundas que se producen en el alma histórica…La discusión acerca del sentido histórico de la teoría de Einstein la desarrolla con relación a los siguientes conceptos:
Absolutismo.La mecánica clásica de Newton y Galileo reconoce igualmente la relatividad de todas nuestras determinaciones sobre el movimiento de toda posición en el espacio y en el tiempo que sea observable por nosotros, pero se partía de la existencia de un espacio y tiempo absolutos por lo que todas esas determinaciones quedaban descalificadas como meras apariencias, como valores relativos al punto de comparación que el observador ocupa. Relativismo aquí significa, en consecuencia, un defecto. Para Einstein la realidad que el observador percibe desde el lugar que ocupa es la única que hay, resulta, a la vez realidad relativa, realidad verdadera, o, lo que es igual, la realidad absoluta.Para el viejo relativismo, nuestro conocimiento es relativo, porque lo que aspiramos a conocer (la realidad espacio-temporal) es absoluto y no lo conseguimos. Para la física de Einstein, nuestro conocimiento es absoluto; la realidad es la relativa.
Perspectivismo. La teoría de Einstein ha venido a revelar que la “nuova scienza” de Galileo, la gloriosa física de Occidente padecía un agudo provincianismo, un error de óptica. La geometría euclidiana, que sólo es aplicable a lo cercano, era proyectada sobre el universo.Einstein se ha convencido de que hablar del espacio es una megalomanía que lleva inexorablemente al error. No conocemos más extensiones que las que medimos, y no podemos medir más que con nuestros instrumentos. Estos son nuestro órgano de visión científica científica; ellos determinan la estructura espacial del mundo que conocemos. Pero, como lo mismo acontece a todo otro ser que desde otro lugar quiera construir una física, resulta que esa limitación no lo es en verdad.
La teoría de la relatividad se convierte en una maravillosa justificación de la multiplicidad armónica de todos los puntos de vista. Amplíese esta idea a lo moral y a lo estético, y se tendrá una nueva manera de sentir la historia y la vida. Lo propio ocurre con los pueblos. En lugar de tener por bárbaras las culturas no europeas, empezaremos a respetarlas como estilos de enfrentamientos con el cosmos equivalentes al nuestro.
Antiutopismo o antirracionalismo. La misma tendencia que en su forma positiva conduce al perspectivismo, en su forma negativa significa hostilidad al utopismo. La concepción utópica es la que se crea desde “ningún sitio” y que, sin embargo, pretende valer para todos. En el espectáculo cósmico no hay espectador sin localidad determinada, por tanto, querer ver algo y no querer verlo desde un preciso lugar es un absurdo. “Esta pueril insumisión a las condiciones que la realidad nos impone; esa incapacidad de aceptar alegremente el destino; esa pretensión ingenua de creer que es fácil suplantarlo por nuestros estériles deseos, son rasgos de un espíritu que ahora fenece, dejando su puesto a otro completamente antagónico”.
La desviación utopista de la inteligencia humana comienza en Grecia y se produce dondequiera llegue a exacerbación el racionalismo. La razón pura construye un mundo ejemplar con la creencia de que él es la verdadera realidad y, por tanto, debe suplantar a la efectiva. Pero la realidad posee dureza sobrada para resistir los embates de las ideas. Entonces el racionalismo busca una salida: reconoce que,“por el momento”, la idea no se puede realizar, pero que lo logrará en “un proceso infinito” : la utopía (Leibniz y Kant). Pero no es la razón pura quien resuelve como es lo real, sino que es la realidad la que selecciona entre entre los órdenes posibles el que le es más afín.
Finitismo. Mientras el pasado utopista lo arreglaba todo recurriendo al infinito en el espacio y en el tiempo, la física de Einstein (y la matemática reciente de Brouwer y Weyl, por ejemplo) acota el universo. El mundo de Einstein tiene curvatura, y, por tanto, es cerrado y finito. El hombre griego, el “clásico”, vivía también en un universo limitado. Toda la cultura griega palpita del horror al infinito y busca el “metron”, la mesura.
Sin embargo, sería superficial creer que el alma humana se dirige hacia un nuevo clasicismo. El clásico busca el límite, pero es porque no ha vivido nunca la ilimitación. Nuestro caso es inverso:” el límite significa para nosotros una amputación, y el mundo cerrado y finito en que ahora vamos a respirar será irremediablemente un muñón de universo”.
Este sorprendente texto es de los años cuarenta y se centra en la revolución que significa la teoría de la relatividad de Einstein. La física actual, como consecuencia de esa revolución y la que supuso la mecánica cuántica junto con la tendencia iniciada por el mismo Einstein con su pretensión de unificar las fuerzas fundamentales de la naturaleza (*), ha vuelto a ensanchar el horizonte de este mundo imaginando universos paralelos y nuevos hiperuniversos, con dimensiones adicionales, capaces de contener el nuestro. Parece que no nos resignamos a que nuestra existencia trascurra en una especie de “muñón de universo” y tendemos otra vez a ampliar el horizonte. La nueva teoría que surgirá, más pronto o más tarde, con la unificación de la relatividad general y la mecánica cuántica (gravedad cuántica) volverá a situarnos en una nueva atalaya desde la que volveremos a ver un mundo, si cabe, todavía más extraño.
(*) Siguiendo la “Grundkraft”, o fuerza fundamental, por la cual según Kant en la ciencia todo podía explicarse.
Del libro, muy recomendable: “La teoría de la relatividad”. Albert Einstein, Adolf Grünbaum, A.S. Eddington y otros. Selección de L. Pearce Williams. Alianza Universidad.
En la web, únicamente con fines educativos: Artículo completo original de Ortega