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Cartas desde Italia por V.V.A.A.

Cartas desde… es un intento por recuperar el espíritu de las corresponsalías epistolares de la prensa decimonónica, más subjetiva, más literaria, y que muestre una visión distinta y alternativa a la oficial de Agencias.

La gran oportunidad de Romano Prodi

Alberto Haj-Saleh

La política en Italia, como en otros tantos sitios, es sobre todo un estado de ánimo. Tanto es así que unas “simples” elecciones primarias internas a un partido (mejor dicho, a un grupo de partidos) ha coloreado las grises perspectivas de los votantes de izquierda y ha cubierto de nubarrones las de los sectores más conservadores. Después de las elecciones primarias de la coalición de izquierdas “L’Unione” celebradas el pasado 16 de Octubre, el panorama político de Italia a corto plazo ha dado un vuelco espectacular. ¿Cómo ha sido posible esto?

Hay una ley no escrita que se cumple casi siempre que dice que los votantes conservadores siempre acuden a la llamada electoral mientras que los votantes de izquierdas muchas veces se quedan en casa, por desconfianza, por desilusión, por decepción… Italia cumple esta regla a rajatabla. La izquierda italiana está fraccionada desde el año 98, cuando el entonces presidente en minoría Romano Prodi no consiguió llevar adelante los presupuestos del estado al retirarle su apoyo en el parlamento el Partido Comunista, encabezado por Fausto Bertinotti. En ese mar revuelto pescó la coalición “Casa de la Libertad” con Silvio Berlusconi al frente, y hasta hoy. Durante estos siete años la izquierda no ha levantado cabeza, los intentos de coalición se han disuelto en las disputas internas y los líderes de cada fracción han tomado protagonismo. El pesimismo entre el votante progresista era palpable. El climax de esta fractura llegó a principios de verano, cuando Rutelli, lider de la Margherita, confirmó que después de las elecciones municipales en las que se habían presentado con L’Ulivo en coalición ya no volverían a pactar. Cuesta abajo y sin frenos.

En estas circunstancias regresa Romano Prodi al ruedo político italiano después de acumular nombre y prestigio durante años como presidente de la Comisión Europea. La posición de Prodi siempre ha sido de andar por la cuerda floja, manteniendo el difícil equilibrio entre el partido que le respalda, el mayoritario de izquierda, L’Ulivo, y su firme defensa de su postura como “Candidato Independiente”. Prodi quiere ser presidente sin pertenecer al partido. Y esto, que da confianza a muchos, la resta a otros tantos.

Es el propio Prodi el que lanza el órdago más atrevido de su carrera. Propone a toda la izquierda celebrar unas elecciones primarias en toda Italia con el fin de presentar contra la coalición de Berlusconi otra coalición, “La Unión”, que pueda dar un golpe de timón al gobierno trasalpino. Se acepta el reto y se ponen en marcha las primeras primarias nacionales de la historia. Teóricamente el vencedor será el candidato oficial de la izquierda a la presidencia del gobierno italiano.
El ramillete de candidatos es amplio, aunque el único vencedor posible, como representante del partido mayoritario, sea Romano Prodi. Un Bertinotti más cansado y moderado vuelve a presentarse por Refundación Comunista; Rutelli por la Margherita; Antonio di Pietro por Italia de los Valores; Alfonso Pecoraro por Los Verdes; el centrista Mastella por L’Udeur y dos independientes, Scalfarotto y la “desobediente” Simona Panzino.

En este contexto Berlusconi da un nuevo golpe de efecto y propone (y aprueba) en el parlamento un cambio en el sistema electoral, que pasaría de ser mayoritario a proporcional. Tal vez asustado por una posible derrota en un cara a cara de dos grandes coaliciones, el presidente italiano ha vuelto a abusar de su mayoría para plantear una reforma que claramente favorece a la coalición conservadora, a pesar de que hace pocos tiempo esta reforma ha sido rechazada por los ciudadanos en un referendum nacional. No ostante, la preocupación por parte de la Casa de la Libertad era relativa, ya que consideraban estas primarias un espectáculo inútil y abocado al fracaso por parte de la izquierda. Y en realidad gran parte de la izquierda no estaba muy en desacuerdo con esa visión. Prodi, sacando fuerzas de flaqueza, intentó poner al mal tiempo buena cara, a pesar de lo absurdo que parecían unas primarias ahora que el sistema de partidos ha cambiado (falta la aprobación por parte del Senado, pero este también está compuesto de una mayoría conservadora.). La estimación del Professore daba en sus cuentas más optimistas una participación en torno a los 700.000 votantes.

Más de cuatro millones de personas. En una jornada inolvidable para la democracia más de cuatro millones de italianos se acercaron a las urnas para elegir al representante de la Unión en las elecciones generales. A pesar de que el teléfono de información gratuito estuviera permanentemente colapsado. A pesar de que no se votara en colegios sino en clubs, bares y plazas. A pesar de que todo ha estado llevado por voluntarios. A pesar de que, con objeto de sufragar el coste de estas primarias, fuera necesario dar una contrubución de al menos un euro por votante (la recaudación final ha estado en torno a los 45 millones de euros, más de 11 euros de media por persona.). A pesar de las colas de más de una hora que se han vivido en ciudades como Bolonia, Milán o Roma. Más de cuatro millones de personas salieron a la calle a dar una opinión clara. Prodi debe ser el candidato. Sin dudas, sin medias tintas. El 73% de los votos fueron para el candidato de L’Ulivo, por un 13 por ciento para el comunista Bertinotti.

La reacción de los políticos ha sido inmediata: salvo alguna excepción (como el centrista Mastella, que ha denunciado irregularidades en el voto) toda la izquierda ha hecho una piña por primera vez en diez años en torno a su candidato. Y por primera vez parece cumplir las condiciones para ganar. El electorado de izquierdas italiano ha hablado con mucha claridad, no tanto para decir que Prodi es su hombre como para expresar el deseo de no permitir una nueva reelección de Berlusconi. Y los partidos más pequeños ya han mostrado su disposición a pactar sin reservas con L’Ulivo, como es el caso de la Margherita, que dos meses después de su negativa a pactar ha manifestado por boca de su líder Rutelli que es el momento de escuchar a los votantes y apoyar al Professore.

Berlusconi ha empezado a ver los dientes al lobo, después de años de gobierno sin apenas oposición. Aparte del cambio de sistema electoral ha hecho un segundo movimiento inmediato para tratar de frenar el avance de la izquierda: ha convocado las elecciones generales en abril y las regionales en mayo en lugar de celebrar ambas citas contemporáneamente, tal vez previendo una posible debacle de los conservadores. El líder de la derecha radical Gianfranco Fini ha expresado su respeto por estas primarias, a las que considera un serio aviso del electorado. Berlusconi ha sido en cambio mucho más jocoso en su comentario: “es la única forma que tiene Prodi de ganar, cuando vota solo la izquierda”. El tranquilo y reposado Professore, tal vez por la propia euforia, esta vez no ha estado comedido en su respuesta: “Que se calle. ¿No le ha bastado el palo que ha recibido hoy?”. Romano Prodi sabe que se enfrenta a su gran momento. Veremos como sale de él.

Alberto Haj-Saleh | 27 de octubre de 2005

Comentarios

  1. jose rizzo
    2005-11-16 15:41 mi piacerebbe conoscere l’indirizo del professore Romano Prodi per scriverle della Argentina

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