Cartas desde… es un intento por recuperar el espíritu de las corresponsalías epistolares de la prensa decimonónica, más subjetiva, más literaria, y que muestre una visión distinta y alternativa a la oficial de Agencias.
por Juli Highfill
Verano de 2000 (último año de la Administración Clinton): voy conduciendo por los llanos infinitos de Kansas, entre Wichita y Dodge City. A lo lejos diviso una serie de artilugios de colores brillantes, algunos montados en un pastizal y muchos otros alineados junto a la carretera. Ah, pienso, este es el trabajo de uno de esos artistas excéntricos que construyen monumentos con chatarra (Kansas siempre ha sobrepasado su cuota de locos). Conforme me acerco, me doy cuenta de que muchas de las figuras tienen movimiento, giran sobre rotores, ondean con el viento, adornados con molinetes y veletas —una multitud de gárgolas recortadas en metal rescatado de maquinaria agrícola. Me parece ingenioso. Un bonito añadido a este paisaje vasto y monocromático. Me acerco aún más y reconozco algunas caricaturas de políticos famosos de los 90, muchas con cruces gamadas e insultos: (En EEUU, tanto la izquierda como la derecha se insultan unos a otros llamándose fascistas).
HILLARY CLINTON
SIEG HEIL
NUESTRA EVA BRAUN DE BOTAS ALTAS
JAMES CARVILLE (el jefe de estrategia electoral de Clinton)
ERES UN CHULO DE PUTAS, ESTUPIDO
RENO (Fiscal General con la Administración Clinton)
REINA DE WACO
PUTA DE BUCHENWALD
AL GORE (Vicepresidente con Clinton y adversario de Bush en 2000)
UTÓPICO INVERTEBRADO
RUSH (Rush Limbaugh, locutor de radio de derechas)
PRESIDENTE EN 1996
SOLO LOS HOMBRES “LIBRES” HABLAN
Entre las varias figuras hay un tornillo gigante que gira con el viento y se burla del plan de Clinton para un sistema sanitario nacional con las palabras: “4012 páginas = vomitona liberal.” Monika Lewinsky aparece en tres esculturas: la silueta de su vestido azul con una mancha de semen enorme; una caricatura de James Carville levantando la cabeza de Lewinsky pinchada en una espada; y otra con la leyenda “Oral es moral.” Otras figuras dirigen sus insultos a políticos locales. Algunas más ofrecen homenajes o insultos a las ex del escultor. Paro el coche, hago fotos y sigo mi camino, dejando atrás este monumento a la locura derechista. Quien sea que lo haya construido, por más ingenioso que sea el trabajo, pienso, no es más que otro loco de derechas que sólo escucha la radio de derechas y ve las noticias de la Fox.
Verano de 2004 (¿último año de la Administración Bush?): estoy leyendo un libro que acaba de salir, ??What’s the Matter with Kansas? How Conservatives Won the Heartland of America?? (¿Qué pasa con Kansas? De cómo los conservadores ganaron el interior de EEUU), de Thomas Frank, y me encuentro con un capítulo que describe este jardín de esculturas derechistas. El libro cuenta que se trata del trabajo de M.T. Liggett, un veterano de la Fuerza Aérea que se divierte montando estas caricaturas llenas de ira en sus tierras, a las afueras del pueblo de Mullinville, con una población de 289. Hay rumores de que algunos de sus vecinos más mojigatos se quejan de las obscenidades que escribe en sus esculturas, pero es probable que la mayoría estén de acuerdo con sus opiniones políticas. El Condado de Kiowa es ultraconservador, tanto que en 1992 votaron para separarse del estado de Kansas (junto con otros condados del suroeste), que aunque tiende ser terreno Republicano, a ellos les resulta demasiado liberal.
Pero como en muchas zonas rurales de los Estados Unidos, el Condado de Kiowa está en crisis. Thomas Frank escribe que es uno de los condados más pobres del estado, con ingresos medios por familia un 22% por debajo de la media estatal. Sin poder crear empleo para los jóvenes, ha perdido una cuarta parte de su población en los últimos veinte años. Y el 29% del total de sus ingresos personales procede de ayudas del gobierno.
Los ciudadanos del Condado de Kiowa, entonces, viven en buena medida de subsidios —dependen del gobierno para mantener un tipo de producción agrícola que ya no resulta viable en un mercado global. Y sin embargo, estos ciudadanos muerden la mano que les da de comer. Detestan al Gobierno Federal, a pesar de, o a causa de su generosidad. Odian a la izquierda que creó los programas que los mantienen —los subsidios para la agricultura, la seguridad social, la sanidad para los jubilados, la educación pública. Votan a los Republicanos de derechas que quieren desmantelar esos programas y volver a los Buenos Tiempos del capitalismo desenfrenado. El libro de Thomas Frank, trata esta paradoja: ¿Por qué tanta gente, marginada, con problemas para salir adelante, gente que trabaja en las zonas rurales de los Estados Unidos vota diametralmente en contra de sus propios intereses económicos?
Bien, yo crecí en estas llanuras del oeste de Kansas, en pueblos pequeños muy parecidos a Mullinville. Tengo cientos de tías, tíos y primos desperdigados por Kansas y Oklahoma, así que esta gente no me es ajena. Son igualitarios, sin pretensiones, lacónicos —se comunican menos con palabras y más a través de incontables actos de generosidad: te arreglarán el coche, te prestarán dinero, te darán de comer, te visitarán cuando estás enferma y te montarán un gran funeral cuando te mueras. En sus vidas cotidianas ponen en práctica una fe en el bien común que, sin embargo, no se extiende al campo más amplio de la política. Sentirán la fragilidad de su estilo de vida; porque su agricultura, mantenida artificialmente, ya es insostenible y no puede sobrevivir en la economía global. Pero incapaces de encarar un futuro sin futuro y provocados por la máquina mediática de la derecha, dirigen su miedo y su resentimiento a las “elites de izquierdas”, los homosexuales, los inmigrantes,... y votan por los mismísimos políticos que están precipitando su caída. La gente de Kansas, claro, pertenece a esa zona del interior de EEUU —esos “estados rojos” (en EEUU, la derecha va de rojo y la izquierda de azul), rurales y despoblados que votan mayoritariamente por Bush y ejercen un poder político desproporcionado en esta democracia nuestra, corrupta y atrofiada.
Ahora, cuando pienso en el jardín de esculturas grotescas de M.T. Liggett, las veo como fetiches desafiantes construidos para ahuyentar la verdad, para detener el curso de la historia. Con formas chillonas y exageradas, montan un acto de negación en masa. En vista de constantes pruebas que desafían la rigidez de sus creencias, los habitantes de estos Estados Unidos primordiales tienen que derrotar a toda costa esas verdades amenazantes; tienen que desterrar cualquier fantasma de un indicio de que las cosas pueden ser de otra manera. Pero en el ritual fetichista, como indica Freud, el fantasma, para ser desterrado, antes ha de ser convocado; así que esa terrible verdad se ve reconocida y negada una y otra vez. Los fetiches en movimiento de Liggett, así como giran con el viento, mimetizan la oscilación entre saber y negarse a saber qué estructura el sistema de creencias de la derecha. Y en su exceso auto-paródico, anuncian su ineficacia, recordándole siempre de la amenaza que acecha justo más allá de sus tierras.
El columnista Paul Krugman escribió hace poco que es precisamente la magnitud del fracaso en Irak lo que protege a la Administración Bush. La mitad, por lo menos, de la población norteamericana se niega a admitir la enormidad del error, el alcance de la incompetencia, la inutilidad de la perdida de vidas. Admitir que sus líderes se pudiesen equivocar de tal manera sería demasiado, y el mundo, tal y como lo entienden, se vendría abajo. El filósofo pragmatista norteamericano, George Herbert Mead, dijo, “La realidad de lo que vemos es aquella que podemos aprehender (handle).” Mead utiliza aprehender en el sentido de lo tangible, de manera que las cosas que vemos son aquellas que (de forma inmediata o potencial) podemos asir. Pero “aprehender” no sólo significa lo que podemos manipular, sino lo que podemos administrar, comprender —la cantidad de realidad de la que podemos echar mano y aguantar, soportar. M.T. Liggett ha construido con sus propias manos una compañia de gárgolas como monumento a lo que puede y no puede aprehender. Están ahí, en masa, girando con el viento incesante de Kansas, mirando hacia lo que su creador no puede ver. Son los guardias fronterizos de su realidad aprehensible. Son los testigos que dan fe de una realidad que él no puede soportar.
Traducción de Roger Colom
2004-11-13 11:17 Buenísimo artículo. Felicidades.
2004-11-15 09:25 excelente, sinteticoy contundente. Sigan adelante
2004-11-15 11:04 Ayuda a entender la realidad. ¿Se puede pedir más?
2004-11-15 14:36 ¿Autocompasiòn a estas alturas?
Lindo relato,pero las palabras no remediaran los genocidios que uds los gringos cometieron,cometen y cometeran por (!!hay pobrecitos!!) sus estupida y criminal forma de ver al mundo, los hechos estan y no pueden ser cambiados y mirarse el ombligo tratando de justificar a los pobrecitos campesinos y cristianos renacidos(que por lo demas no se diferencian en su extremismo de los mulsumanes fundamentalistas o los ultrarecontra ortodoxos judios) con cuentitos bonitos no cambiara la realidad.
2004-11-16 01:08 Después del imperio romano, los yankie son los mas temibles saqueadores de pueblos y naciones. Son los únicos que no hacen la guerra en su propio territorio, sino que a miles de kilómetros de distancia.
Alguna vez llegará la justicia para la humanidad.
Atentamente
Anibal
2004-11-16 02:16 Desgraciadamente muy poca gente estadounidense se detiene a reflexionar acerca del profundo significado de este “arte”. De cualquier manera esto no libera de su responsabilidad moral a los EUA por los crimenes atomicos y petroleros. La historia nos demuestra que en esta vida no hay deuda que no se pague ni plazo que no se cumpla. Lastima que las personas como la autora del articulo se cuenten con los dedos de las manos, hace falta valentia para no acabar en Guantanamo.
2004-11-16 05:00 Hay que comprender que la esencia del
pueblo de EE UU tiene un elevado componente criminal, esto producto
del racismo , y que provoca el que sea indiferente ante el dolor y el
dano de personas de otras naciones.
Es triste ver como se alegran de la
muerte que provocan en otros lugares,
disfrutan este espectaculo de forma
tal , que en cualquier crisis , la
prensa lo que ofrece al pueblo es el
espectaculo de los muchos que pueden
matar en otros lugares y lo disfrutan.
En los anos que llevo en este pais
es lo que mas me ha horrorizado.
Viven del crimen como espectaculo
y no tienen esperanza.
Lo de nacion religiosa y cristiana
solo existe en mentes enfermas que
intentan justificarse con la ambiguedad del cristianismo, pero
no resisten ningun analisis serio.
Es horripilante, pero real.
2004-11-23 18:21 Me parece muy aleccionador el artículo de la autora. Describe con propiedad y tino, el sentimiento que prevalece en el estadunidense medio, que por lo general no posee conciencia política y sabe ni puede asumir las consecuencias de los errores políticos y crímenes de lesa humanidad que durante las últimas dos centurias han cometido sus gobiernos.