Libro de notas

Edición LdN
[s] u r [g] e n t e por Germán Machado

Germán Machado es poeta y promotor cultural. Se desempeña como investigador y coordinador de programas en el Centro Cultural Dodecá. [s] u r [g] e n t e es una aproximación sesgada a la poesía que emerge, surge y urge en el sur de América, desde la Patagonia hasta Tijuana.

Fragmentación e integración (o de cómo zafar del Silogismo de las Islas)

Voy a reflexionar a partir de un silogismo que, si no me equivoco, se desprende de una idea manejada por el poeta Daniel Bellón en su bitácora Islas en la Red.

Premisa 1: El poder (el dominador) habla de un modo integrado.
Premisa 2: El anti-poder (la alteridad u oposición al poder) habla de un modo fragmentario.
Conclusión: Para hablar de un modo alternativo (en actitud de resistencia frente) al modo en que habla el poder hay que hacerlo con fragmentos (Juarroz propone hablar con pedazos de palabras y Riechmann asume la posibilidad de que se nos desgarre la boca en el intento).

En el marco de este silogismo, la conclusión parece ser correcta. Pero el problema, así lo pienso, está en la primer premisa. ¿Se puede afirmar que el poder habla de un modo integrado?

Antes de seguir considero necesario aclarar algunos términos. Cuando hablo del poder, aplicándole ese pronombre singular, me refiero al menos a tres aparatos de poder con sus respectivos dispositivos concentradores y unificadores: el financiero (económico mercantil), el político (con su apéndice militar) y el ideológico (que incluye los medios de comunicación masivos). Y cuando me refiero a un modo de habla integrado considero la aplicación de una sintaxis lineal (causa-efecto, pasado-presente-futuro, sujeto-predicado, etc.) que soporta y difunde unívocamente un tipo de racionalidad instrumental, básicamente, a través de la correspondencia entre palabras y cosas, sujetos y objetos, personas y propiedades. A este modo de hablar le correspondería un tipo particular de significado: tiene sentido aquello que reproduce y multiplica de forma exitosa los beneficios monetarios, las relaciones de dominio y la aparente normalidad de la vida cotidiana en nuestra sociedad.

Pues bien, voy a cuestionar que en la actualidad el poder hable de este modo. Mejor dicho, voy a cuestionar que sólo hable de este modo.

Para asumir la complejidad creciente que a partir de los años setenta implicó la reproducción ampliada del sistema capitalista, los dispositivos de poder debieron asumir múltiples y diversos modos de habla. Debieron relativizar y distender las sintaxis de los lenguajes al uso del poder, incluso incorporando en sus modalidades de habla los tipos de lenguaje fragmentarios, hipertextuales, deconstructivos, icónicos, etcétera. El sistema, de un modo flexible, dinámico, y de manera cada vez más acelerada, debió asimilar y cooptar para su funcionamiento aquellos modos de habla que, en un primer momento, se llegó a pensar que podían afectar su reproducción. Para lograr esto, el sistema resignifica, distorsiona, desplaza de su ámbito de aplicación y quita potencia a estos lenguajes. Al día de hoy, resulta fácil darse cuenta del modo en que los lenguajes subculturales y contraculturales rápidamente se asimilan como “nuevos estilos”, de los cuales el sistema extrae sus beneficios económicos, políticos e ideológicos en una suerte de continuidad discontinua (valga la paradoja).

¿Cómo afecta este proceso global a la poesía latinoamericana? Supongo que de un modo similar a como afecta a la poesía que se hace en el resto del mundo. Pero en lo que aquí corresponde considerar, que sería el caso latinoamericano, las particularidades vienen dadas por el repliegue y la dispersión, hasta el dislocamiento, de la poesía (y los poetas) tras los últimos intentos vanguardistas de la década de los sesenta y setenta: los del exteriorismo, el coloquialismo, el nadaísmo y el concretismo, que en sus peculiares modalidades de realización poética quisieron cuestionar frontalmente el modelo del habla percibido como hegemónico, haciéndolo aún con plena confianza en la capacidad de la poesía de configurarse como la otra voz (lo dijo Octavio Paz) de la razón instrumental.

Ese repliegue, esa pérdida de confianza en la alternatividad de la poesía, asume en la actualidad una heterogeneidad muy fuerte, apenas polarizada entre dos modalidades predominantes: en un extremo, la poesía neobarroca (signada por una suerte de hermetismo, conceptismo, exclusivismo), en el otro, una poesía para la cual no encuentro mejor calificativo que el de irreverente: poesía signada por una actitud extática, descriptiva, con pretensiones de divulgación y espectacularización, absorbente de los registros dialectales localistas y de las normas léxicas de los márgenes sociales.

Así y todo, más allá de la heterogeneidad reinante y del predominio de estas dos modalidades, podría intentarse afinar un ordenamiento (en los términos de la cuadrícula-ordalía que anteriormente propusimos para el análisis) a partir de cuatro resultados posibles, derivados de la tensión entre fragmentación e integración:

1) En la tendencia de la poesía al conocimiento, cuando el proceso de fragmentación prima sobre el de integración y se procesa un movimiento de fuga respecto del canon poético, la forma de la poesía resultante tiende al anti-poema. Un ejemplo podría ser el Arte Poética Una: La Palabra , de Darío Jaramillo Agudelo (Colombia, 1947) que termina diciendo:

Pero ya estamos llegando
al límite. Las palabras, son palabras, poeta,
y yo no puedo hacer nada por ustedes.

2) En la tendencia de la poesía a la comunicación, cuando el proceso de integración prima sobre el de la fragmentación y se procesa un movimiento de asedio sobre el canon poético, la forma de la poesía resultante tiende al anti-poema. Un ejemplo: el ensayo breve sobre la honestidad poética de Jorge Boccanera:

no es que los poetas mientan
es que los mentirosos
quieren hacer poesía

3) En la tendencia de la poesía a la comunicación, cuando el proceso de fragmentación prima sobre el de integración y se procesa un movimiento de fuga respecto del canon poético, la forma de la poesía resultante tiende al poema. Aquí podríamos ejemplificar con los poemas de Purgatorio, del chileno Raúl Zurita.

4) En la tendencia de la poesía al conocimiento, cuando el proceso de integración prima sobre el de fragmentación y se procesa un movimiento de asedio sobre el canon poético, la forma de la poesía resultante tiende al poema. A manera de ejemplo, transcribo un poema de Álvaro Ojeda (Uruguay, 1958), justamente, el que da título a su penúltimo libro:

LUZ DE CUALQUIERA DE LOS DOCE MESES

Se deja de vivir por motivos imperceptibles,
una figura,
un sueño,
una luz,
no es vértigo es herrumbre,
es la hoja delgada finísima
afilada peregrina del mundo,
es la hoja y el mundo
y es la sombra en un muro vencido,
una carta,
un mensaje,
una desilusión,
la fábrica de las coartadas
en el descrédito de las culpas,
la declaración ajada que cuelga
del último despacho,
una mosca que araña un párpado
en la refriega del verano,
la copa que ella dejó,
el relente de su paso y del paso de otros
en el tapiado vaivén del deseo,
una conjugación,
la última excrecencia de un verbo
que asalta la retina,
el ver verbo ver,
el verbo he visto en repetida sucesión,
he visto el mundo,
la expresión he visto todo el mundo
y sus consecuencias inexactas
en la retina privada de las cosas,
un acto que convoca a otros actos
como un grillo a otro grillo,
un despejado, ilimitado vacío,
un alcor hueco de cenizas,
la quieta, impasible, poderosa
luz de un mes,
agosto, abril, octubre,
una forma de mirar el crepúsculo
derivando dentro de una canoa,
el último río y el sonido impronunciable
de la palabra piedad.

Cabe agregar que, al considerar la penetración de los procesos sociales de fragmentación e integración en la poesía, no debemos dejar de lado la perspectiva sobre el canon poético vigente. Pues no podríamos reconocer como poesía aquello que de un modo u otro no pretenda su incorporación en el campo literario, o sea, no se proclame a sí mismo, o sea proclamado por otros, como poesía.
Y aquí es donde se define el asunto. El canon poético no se teje al margen de los dispositivos de poder que antes señalamos. Criterios mercantiles, relaciones de dominio, concepciones ideológicas sobre lo que es normalmente válido (o anómalo) van aplicándose a la dilucidación de patrones estéticos y definen finalmente qué poesía es la aceptada y difundida como tal, y de qué modo.

Hoy día, en América del Sur, los derivados neobarrocos e irreverentes parecen dominar el escenario poético (lo veremos en otra entrega). Pero eso no liquida las tensiones expresivas y apelativas del habla poética subyacente, pues es un hecho que asediando al canon, o intentando fugar de sus designios, la poesía no se queda quieta. Y otro hecho es que, en su conjunto, como género, la poesía (portadora de un habla fragmentada o integrada, poco importa) ha sido desvalorizada, desdeñada o inutilizada por el poder. Ya no es lo que era en la época que fue desde el Azul de Darío hasta la muerte de Neruda, en 1973, cuando el cóndor de las dictaduras militares levantó su vuelo terrorífico llenando de sombras tierra, vidas y palabras.

¿Hemos zafado a la encrucijada que plantea el silogismo inicial? Me temo que no. El asunto del principio sigue sin conclusión: ¿cómo hablar, desde la poesía, tensada entre su fragmentación e integración, de un modo alternativo al modo en que se pronuncia el poder?




Germán Machado | 28 de mayo de 2005

Comentarios

  1. daniel
    2005-05-29 01:05 Antes que nada, Germán, gracias sinceras por tu referencia a mi modesta bitácora. Muy de acuerdo con las dudas que planteas al arranque de tu texto: el poder (o los poderes, si se prefiere) han sido capaces de absorber toda ruptura que, desde el lenguaje poético se ha planteado. En “Una morada en el aire”, Jorge Riechmann, paradigma en España de poeta que busca las contradicciones del sistema para, desde la modestia del poema, arañar, favorecer que el óxido haga su trabajo, cuenta cómo recibió una llamada de un publicista para pedirle permiso para utilizar un fragmento de uno de sus poemas…Los publicistas son la vanguardia creativa del sistema, son muy buenos y están siempre muy atentos.

    Y el efecto de esa asimilación en los poetas es el desconcierto. Las salidas que cada cual busca son parciales, fragmentarias, y siempre sujetas a dudas esenciales (siempre que te plantees que el poema debe ser un espacio de búsqueda, de indagación personal y colectiva ,y, por tanto, política, si piensas que la poesía es juntar versos con más o menos maña, que hagan “bonito” no tienes problemas de este tipo, claro…).

    Tengo que pensar algo más detenidamente sobre los cuatro resultados de la tensión “fragmentación-integración”. Seguiremos, pues, hablando.Creo que la conversación va a ser larga…
  2. Pablo Mora
    2005-05-31 08:48 Adelante, Germán Amigo:

    Enhorabuena, Don Marcos:

    Magnífica iniciativa.
    Habrá de haber lugar para la Poesía, si no quieren pueblos y hombres sucumbir.

    Pablo Mora
    www.poiesologia.com
  3. daniel
    2005-06-04 20:47 Acabo de publicar una entrada tirando de este texto. Echale un ojo, Germán (y quien quiera, claro está):
    http://islasenlared.blogspot.com/2005/06/navegando-islas-y-silogismos-germn.html
  4. Marcos
    2005-06-05 18:04 Intereante también, Daniel, tu respuesta. Interesantísima en concreto la alusión al silbo canario y la interpretación del mismo como «La imagen del poeta como “deslenguado”, como persona con la lengua cortada, herido de lengua, que trata de construir un lenguaje alternativo al de los poderosos, un lenguaje liberado® me parece muy potente» . Sobre todo por la palabra poeta en genérico: quizás, y perdón Germán, deba de considerarse que el poeta esté siempre contra el poder, de uno y otro modo. Quizás la poesía sea precisamente eso: un situarse al margen de la realidad entendida esta como poder, político o social. Situarse al margen entendido como situarse frente o paralelamente al poder, buscando en esas diferentes posturas los distintas artes poéticas.

    En mi opinión, los que históricamente se han situado en frente han fracasado, al menos parcialmente: su poética fracasó porque en muchos casos dejaron de hacer poesía. Pienso en Neruda, por ejemplo, o en Roque Dalton, poeta finísimo y con poemas inmensos que no pasa de la gracia o la anécdota histórica cuando se situa frente al poder, como en su Historia de una poética.

    En el silvo canario, que nadie entiende salvo sus usuarios, puede estar el camino: quizás situarse al margen del poder, poetizar contra el poder, necesite de un lenguaje que no pueda entender el poder: por eso particularmente rehúyo de las tendencias que tienden a igualar el discurso poético y el político y el coloquial. Pero esto puede sólo ser una manía.

    Saludos.
  5. daniel
    2005-06-06 23:28 Me parece de justicia que estos comentarios, que se han publicado en mi bitácora, estén también disponibles aquí. En pro de esta fantástica conversación. ¡Viva el copia y pega!

    #

    Te doy mi opinión de no-poeta, por aquello de que la distancia también da perspectiva. De entrada lo que ha hecho tu amigo de meterte en un silogismo me parece un poco tramposo, pero vale. A lo mejor no me estoy enterando de nada de lo que habláis, pero me he leído lo que él te cuenta por si acaso. y me he fijado también en lo que veo y veo que el poder y los poderes tienen el mismo afán integrador cada uno en su escala. Porque integrar conforta y calma, mientras que fragmentar, en general, duele. Para conservar el poder no valen los discursos lineales, resultan simplistas, pero subyacen como piedras que no hay quien mueva. Todo gracias a que aparentan integrar la diversidad de un modo políticamente correcto. E integran cualquier manifestación, incluyendo el arte y ,hala, a descansar tranquilos porque, en realidad, la “fuga” es para cualquier poder inteligente un potencial “asedio”. Y es verdad que de ello resulta una “cacofonía” que aplasta cualquier “otro” integrándolo casi antes de que exista. Y nos encontramos con una publicidad más rompedora que el mismo arte, que da a entender que todo vale, luego nada vale. Lo difícil es no creérselo…es una trampa tan fácil…Porque un discurso integrador acaba casi siempre en discurso cerrado, en teoría pagada de sí misma, mientras el discurso fragmentario y abierto no satisface, queda inacabado…y acaba en disonancia discreta, no aplastante, por lo que dificilmente convence. Y teoriza con timidez porque todavía cree que no ha visto todo o que lo que aún no ha visto no es comprensible ni asumible a priori.

    By Anonymous, at 12:27 AM
    #

    Hola Daniel, veo que has estado trabajando, enhorabuena. Escribo para aclarar algunos puntos y de paso dejarte un poema de una poeta uruguaya, Selva Márquez (1899-1901) (información en: http://www.revistamalabia.com.ar/web_6/malabia6.pdf), que a mí, particularmente, mucho me agrada. Lo trascribo:

    ALGUIEN ESTÁ LLAMANDO

    Escuchemos! Por favor, escuchemos!

    Que cese el manubrio del piano rodante
    que mastica las vértebras de la hora!

    Que callen las bocas de los cromos
    y de las botellas con olor a sueño!

    Que calle el ruido inmenso de la bola
    que empujan los escarabajos

    y el de la risa oscura de la taba,
    y el cascado rodar
    de los amores con taxímetro

    Alguien está llamando en algún lado!

    Su voz rompe los vientos,
    se asoma a las corolas y a los niños,
    está en la lengua de los muertos!

    Alguien está llamando en algún lado!

    Ayudadme a escuchar, que yo no puedo!

    Hasta ahí, Selva Márquez. ¿A qué viene esta cita ahora? A justificar lo que estoy intentando, no desde una teoría engreída, sino apenas desde la posición de un ávido lector (oyente) de poesía que quiere poner un poco de orden, o, mejor dicho, que quiere entender el (des)orden que (des)articula la poesía con que nos encontramos por el camino. Me gustaría escuchar mejor, pero no puedo. Hay ruidos, muchos ruidos, tú hablas de cacofonías, y sin embargo, sé que por debajo hay una voz más clara, más auténtica, y me gustaría oírla. Y digo por debajo, porque de lo que sucede afuera, si realmente está afuera, no tengo cómo tener idea.
    Bien, para escuchar y leer mejor, estoy convencido que el pensamiento (más o menos teórico, sistemático, comparativo) puede ayudar, y también puede hacerlo el intercambio reflexivo. En eso andamos, pues.

    Por otra parte, algunas aclaraciones puntuales: no me gusta difuminar el concepto de poder. Mi prevención es porque si entendemos, en términos muy posmodernos, que “todo es poder”, entonces ya nada lo es, ya no podremos diferenciar qué hay de poder en el poder. He tratado de delimitar qué entiendo por poder antes de meterme con él. Luego, que haya luchas entre círculos literarios, amiguismos, prebendas: sí, ya lo creo. Cuando me refiero a la constitución de un canon no dejo de considerar esa situación. Tal vez el problema es que todavía no he desarrollado ese punto, así como no lo hice con el concepto de “asedio” y “fuga”. A lo que me dedicaré en este mes.

    Otra aclaración: los ejes que ordenan mi esquema no son los de fragmentación e integración. Estos apenas son movimientos que atraviesan las tendencias poéticas principales que van entre comunicación y conocimiento, y poema y antipoema (así lo había formulado en la entrega anterior de LdN).

    Por otra parte, espero que no hayas tomado a mal mi encuadramiento de tu artículo en un silogismo: no lo hice con mala intención ni pretendiendo trampear tu idea, por el contrario, fue mi forma de leerlo atentamente y tenerlo presente a la hora de pensar en todo esto.

    Finalmente, decir que no pienso, como hace Marcos, que la poesía siempre esté contra el poder (o al margen de él). No fue así históricamente y no lo es siquiera en el presente. Podríamos decir: a nosotros nos gusta (o no nos gusta) la poesía que está contra el poder (político, mercantil, etc.). Pero no podemos dejar de ver, y en lo que respecta a América Latina (tú consideras la situación de los Balcanes en tus últimas notas) ha sido relevante el papel de los poetas en la conformación de “sensibilidades nacionales”. Las comunidades nacionales alimentaron su sensibilidad e identidad en la verba épica de muchos poetas: un solo ejemplo, la “Marcha Triunfal” de Rubén Darío (de 1895) http://palabravirtual.com/index.php?ir=ver_poema1.php&pid=1339, podrían darse muchos ejemplos más, pero cito a Darío por ser el referente de los inicios de la poesía moderna hispanoamericana. Hay quienes piensan que la política seca a la poesía. Yo no lo creo así: he leído muy buena poesía política, y poesía donde las tensiones de un momento político son captadas como no lo pueden ser en otros géneros. Hubo, en este sentido, una poesía poderosa.
    En cambio, sí estoy de acuerdo con Marcos en que tu anotación sobre los deslenguados es fuerte: me quedo pensando en ese punto.
    Un abrazo desde el otro lado del océano, y la seguimos. G.

    By mugidor, at 1:33 AM
    #

    Uh, qué bueno se pone esto…

    Primero que nada, anónim@, creo que tienes razón en buena parte de lo que expones, con una claridad que ya quisiera yo…Integrar conforta y calma, fragmentar (o estar fragmentado) duele. Podemos vivir una vida pluriidentitaria y compleja, pero es mucho más tranquila una vida con “cositas claras”, aunque no respondan a la realidad, y muchas personas anhelan esa claridad, esa simpleza, y el poder se lo ofrece con el tipo de discurso que haga falta. Y es cierto: cualquier fuga es un asedio. Deberías dejar de ser anómin@, me gustaría conocerte.

    Don Germán, a ver; no me molesta nada nada nada, lo del silogismo, me parece una interpretación aguda de dos citas que tienen muchas lecturas, que en mi idea inicial al ponerlas ahí hubiesen otras ideas en juego, no significan que no puedan leerse como tú lo haces. Gracias a eso estamos conversando.
    Cuando hablo de poderes, no lo hago tratando de diluir el concepto de poder, lo digo como una percepción. Igual fuese más sencillo tener que enfrentar un sólo poder, pero me temo que la situación es más compleja, y que la herramienta sigue siendo no rendir las armas del pensamiento crítico ante nada ni nadie… aunque sean los cercanos. En este sentido “los poderes” literarios ni los tengo en consideración, son una mierdita de poderes, yo le tengo miedo a poderes muy concretos, que te matan, te expulsan de tu trabajo y tu casa, vuelven a tu familia contra ti… esas cosas.

    Lo de los ejes (porque no engraso los ejes…) Igual me expliqué mal. A los ejes conque ya trabajabas en tu texto anterior, los sometes, me parece a mí, a una nueva “prueba”, al aproximarles los conceptos integración-fragmentación.Es eso ¿no? Me parece una idea magnífica.

    Yo no creo que el poeta esté siempre frente al poder, la historia nos muestra que en la mayoría de los casos, la posición del poeta es la del escriba sentado, a las órdenes del príncipe (Vazquez Montalbán dixit). La poesía contra el poder me parece casi siempre la excepción de la regla anterior.

    Estoy de acuerdo contigo en lo que dices de la poesía política. Para mí, “El estrecho dudoso” de Cardenal, es poesía política de extraordinaria altura, y me salen más ejemplos…Es más, creo que la poesía política tiene más eficacia poética que política.Si es verdadera poesía.

    Me alegro que les guste la imagen del deslenguado; es una imagen recurrente desde hace años, desde que me la descubrió un poeta tinerfeño llamado Lorenzo Croissier. Creo que ayuda a explicarnos.

    Seguimos ¿eh? Por cierto, magnífico poema de Sela Marquez, me la apunto…
  6. Marcos
    2005-06-07 13:37 Germán, pido perdón por lo poco claro de mi comentario (al menos espero que sea eso). Cuando digo que todo poeta se situa frente al poder, no estoy hablando en términos políticos, no quiero decir que se utilice la poesía para hacer contra-política: lo que quiero decir es que es posible que el lenguaje poético sea antitético del lenguaje político (entendiendo este en un sentido amplio, de poder de estado, poder social, poder de clase, poder económico…): en ese sentido, escribir poesía es situarse al margen.

    Francisco de Rioja fue mano derecha del mano derecha de Felipe IV, el Conde-Duque de Olivares. Como tal, ejerció una labor política intensa, y lejos de criticar a su amo, utilizó la poesía para defenderle de muchos ataques; pero el hecho de escoger la poesía como arma política también es una manera de situarse al margen, porque el discurso, sea cual sea, será alternativo y opuesto al discurso político (y hablamos siempre de la buena poesía, claro). En ese sentido estoy contigo en el hecho de que por sí misma la poesía política no es de baja calidad, pero corre el evidente riesgo de que su discurso se confunda con el discurso político: en ese momento de coincidencia deja de oponerse al poder y deja de ser poesía (buena, al menos).

    Espero haberme explicado mejor.

    Saludos.

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