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El receptor por Jónatan Sark

Televisión hay, aún, por todas partes. Mientras avanza el siglo, e Internet la remplaza, queda como el electrodoméstico más importante. El que expulsa información sin parar. Información que debe ser sopesada. Esta columna tiene como finalidad y motor reflexionar sobre lo que se emite por televisión y considerar críticamente lo que en ella se ve y expone. Y lo hacía cada lunes. Sigue en elreceptor.com.

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Tengo marcado desde el mismo momento en que me ofrecieron esta columna semanal la idea de escribir una sobre el concepto de sexplotation de las series españolas. Si algo me sorprende a mí, que casi ni veo ficción nacional, es la notable facilidad con la que sacan cacho, especialmente de los más jóvenes —sí, claro, no van a sacar a Terele Pávez, lo entiendo— de manera que determinadas series parecen más enfocadas al negocio del indasec adolescente que al desarrollo argumental.

Viene esta reflexión a cuenta —en fin— del reciente estreno de El Barco, o como me la han definido El Internado Serrano de los Mares del Sur en el Triángulo de las Bermudas, que por lo visto volvía a tratar los temas clásicos de la ficción adolescente española: Culos, tetas —¡pezones!— y alguna polla en esbozo. —Sí, hoy saltará el filtro y se quedarán ustedes sin leer esto desde el curro: mala suerte— Debo decir que no me opongo a este tipo de trucos sucios y rastreros si con ello consiguen atraer a la audiencia que parece el mantra del amarillismo actual. Pero, eh, si eso está al servicio de la historia, ¿qué más nos dará? Precisamente en la discusión sobre el Naturalismo francés y su aplicación europea se discutía mucho este tipo de cosas porque siempre hay algún listo como Felipe Trigo que usando el naturalismo como excusa te acaba vendiendo otra cosa.

Lo que nos lleva al Reino Unido. Como siempre. En circunstancias normales hablaría de Misfits, aunque sea sólo porque lo hago habitualmente, no sólo porque hayan logrado escenas extraordinariamente gráficas sin haber cruzado el límite sino, de hecho, porque han mostrado cómo usarlas en favor de la narración. Pero eso es algo que venía de antes, concretamente de Skins.

Aparecida en 2007, considerada como una revolución por la facilidad y cercanía con la que habla de temas propios de la juventud, denostada por unos como seguidora de las películas de Larry Clark y alabada por otros como actualización de las series adolescentes del segmento Degrassi, el que sus actores sean jovenzuelos de 16 a 18 años y se cambie de reparto cada dos años la ha convertido en bandera de lo que podríamos mal-llamar Generación Tuenti. Lo que propició una adaptación americana, en este caso de la MTv, que sigue intentando entrar en la ficción.

Si en su momento Colegio Degrassi fue adaptada llegándose a no emitir algunos capítulos en los USA —recordemos, era canadiense— por lo poco pertinente de algunos temas —al fin y al cabo a los adolescentes no les interesan tanto los embarazos no deseados como saber sobrellevar una doble vida como cantante de éxito— pueden ustedes imaginarse lo que era especular sobre el resultado de una adaptación así. Y el resultado estaba lejos de sorprendernos: Se elimina cualquier rastro visual que pudiera resultar provocativo: ¡nada de tetas! habrá que ver si se atreven con algún culo —pero tampoco parece que vayan a admitirlos bien— casi todas las ideas están allí, sólo que maquilladas o disimuladas así que parece una puesta al día siempre que ese día fuera hace diez años.

Esto, que podría dar pié a una discusión sobre la utilidad o necesidad de todo ese material sensible en una serie se ha ido convirtiendo a lo largo de la semana en una bola de nieve. Primero, porque el miércoles el New York Times publicaba un artículo sobre los miedos de los directivos de la MTv tras la tremebunda reacción de la PTC —o Parents Tv Council o Asociación de Padres Timoratos — que había provocado diversas reuniones el martes y cómo es les hacía temerse lo peor no tanto a haberse pasado como a que un futuro capítulo, en el que uno de los chavales es arrojado fuera de casa sin nada encima, pudiera romper la legislación sobre pornografía infantil de alguno de los estados.

Sí, aquí en España es difícil de entender esto. Al fin y al cabo nuestra forma de recibir las series —eufemismo— nos ha llevado a encontrar como normal ese tipo de escenas. De hecho, me costaría señalar algún actor que no haya tenido que soportarlas. Más aún, viniendo de una serie emitida por una cadena extranjera parece difícil creer que en su país de origen no hubiera problemas —discusión sí, demandas no— y, finalmente, ¿no sacaban desnudo a Clark Kent en uno de cada dos episodios en la época negra de Smallville, entre la tercera y la sexta temporadas? ¿Por qué él sí y el otro no? Pues entre otras consideraciones existe el hecho de que Tom Welling interpretaba a un adolescente sacándole más de diez años mientras que los actores de Skins tienen la edad que representan.

Todo lo cuál no hizo sino preparar el camino para que el jueves se filtrara que la terrible PTC, organización muy de derechas que hostiga a las televisiones al grito de ¿Es que nadie piensa en los niños? atacó a la MTv por media docena de tonterías, ncluyendo posible pornografía infantil, a la vez que enviaba a media docena de responsables usacas comunicados solicitando que se investigara ala cadena por pornografía pedófila e iniciando campañas de boicot que, de momento, han servido para que Taco Bell retire sus anuncios durante la emisión de la serie. Francamente, no sé qué versión habrán logrado ver ellos. Todo esto mientras la crítica hablaba de lo extrema que es la serie comparada incluso con Gossip Girl (?)

De manera que para el viernes ya se habían retirado como anunciantes también GM, Wrigley y H&R Block, todo ello ante el asombro de los ingleses, que no acababan de entender qué pasaba con los americanos. Kaya Scodelario, secundaria los dos primeros años, personaje central los dos siguientes, no daba crédito a lo que veía y como ella muchos otros medios trataban de explicarse que estaba pasando, bien aconsejando a los padres o bien recomendando a la MTv seguir sin miedo.

Durante la pasada semana Skins, una serie rebajada y descafeinada, se convirtió en el enemigo número uno de esa asociación de padres y su defensa pasó a ser un tema de vital importancia.

Viendo las series que se emiten aquí cabe preguntarse si no deberíamos dar gracias de que estén tan poco organizadas las asociaciones prohibionistas por nuestras tierras. Porque uno no sabe qué es más descorazonador, si su ataque planificado y exitoso o el que todo el mundo se vea movido a dar publicidad gratuita y ayudar a conseguir audiencia a una serie tan floja como esa.

Incluso si tenemos en cuenta que todo este debate sobre el exceso de sexualización en la tele no nos lleva a otra pregunta más seria: ¿Es que la gente ya no tiene internet?

Quizá sería una buena excusa para reflexionar sobre los límites televisivos, lo que se puede y se debe mostrar o ese famoso efecto llamada que parecen ejercer las ficciones en las mentes escolarizadas. Pero casi preferiría discutir justo lo contrario, ¿por qué esos padres se creen con derecho a imponer su punto de vista? ¿Qué les hace pensar que pueden imponer sus opiniones no ya a sus hijos —a quienes no cabe más que mostrarles solidaridad— sino a los hijos de los demás?

Pues porque de lo que no se fían, en realidad, es de ellos. No se fían de lo que puedan contarles o pasarles las amistades a sus hijos, no se fían de que sus hijos no la vean a escondidas, no se fían de que no acaben buscándola online —suponiendo que tengan internet, claro—. Y la única forma de que no llegue a ellos es que no exista.

Porque no entienden que es algo razonable y natural, sobre todo si no se demonizan los comportamientos contrarios o que no se desean en la propia familia. Algo que debería entrar en el campo del debate, en el de la experiencia compartida y que todo el mundo va pasando al llegar a esa edad. Un asunto, más, que se arreglaría con algo de educación, de charla y con menos prohibición y que podría iniciarse, perfectamente, si vieran juntos algo que animara al debate. ¿Quizá una serie? ¿Quizá Skins? Pero, por favor… Que sea la inglesa.

Jónatan Sark | 24 de enero de 2011

Comentarios

  1. herb-b
    2011-01-25 20:52

    La gracia puede estar, en que con tanta polemica, los adolescentes yankis, que normalmente no se interesarian por nada no nacido en USA, acaben por enterarse de que la serie de la mtv es una version rebajada de la inglesa, y se bajen esa, por curiosidad… con lo que acabarian viendo algo aun mas del desagrado de sus progenitores, y sobre lo que no tienen ese poder para imponer censura (y de paso ganando en calidad)


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