Televisión hay, aún, por todas partes. Mientras avanza el siglo, e Internet la remplaza, queda como el electrodoméstico más importante. El que expulsa información sin parar. Información que debe ser sopesada. Esta columna tiene como finalidad y motor reflexionar sobre lo que se emite por televisión y considerar críticamente lo que en ella se ve y expone. Y lo hacía cada lunes. Sigue en elreceptor.com.
Siempre es complicado tratar de entender cómo funciona la relevancia. Por qué unas personas o unas series logran una relevancia popular por encima de otras sin importar lo que la crítica pueda decir o las cadenas planear.
Da igual que la NBC se volcara en promocionar The Michael J. Fox Show para su noche de los jueves, y que lo programara en una franja sin grandes rivales, el resultado ha sido un desastre y la NBC hace frente a sus peores datos en años. Y estamos hablando de la NBC. Los dos programas que están reventando la noche llevan ya tiempo, uno The Big Bang Theory ha ido sufriendo todas las etapas posibles de un programa popular. El otro, Anatomía de Grey, casi nos sorprende que siga aún en antena, no digamos ya siendo el segundo programa más visto de la noche.
Precisamente el tercer programa de la noche, Scandal, supuso un cambio interesante a la hora de medir la importancia de la ficción. En los primeros intentos de la empresa Nielsen de combinar una respresentación de sus datos de audiencia con los de popularidad mediante las menciones en Twitter y Facebook, Quedaba claro entonces que era de las tres la serie que más interés generaba pero, ¿significaba eso que la gente estaba prestando atención? ¿Le interesaría a los anunciantes —que al final es quién determina el futuro de los programas en las televisiones en abierto— o rechazarían creer en esta publicidad de los usuarios?
Al final no solo es cierto lo que decía William Goldman de que nadie sabe nada, también que resulta complicado entender cuál es el problema. Probablemetne porque no es solo uno. Esa noche de jueves Parks & Recreation marcó su mínimo histórico pese a tratarse de una serie respetada por los críticos y con una pequeña pero muy vocal comunidad de seguidores. Sean saves the world, que no goza de ninguna de las anteriores, corrió una suerte similar.
¿Qué es lo que importa entonces? Hay series golpeadas por la crítica que el público ve, en el caso de The Millers parece tener que ver con la serie que había antes. En otros como Revolution se ha visto que en cuanto ha faltado un gancho anterior potente ha desaparecido buena parte de la audiencia.
Sin embargo ni los más potentes antecedentes, lease The Voice, lograron salvar el destino de Go On la temporada pasada. No digamos ya de la serie que seguía a esta, The New Normal.
Volviendo a Scandal, la burbuja de internet también funciona así, no solo por los estudios de reconocimiento que se han realizado y que demuestran que quizá una persona al azar en la calle no tendría ni la más remota idea de quién es Benedict Cumberbatch o Tom Hiddleston, e incluso una actriz galardonada con el OscarTM y protagonista de películas increíblemente exitosas como Jennifer Lawrence es menos conocida de lo que uno pensaría. Del mismo modo uno hubiera pensado que el mundo iba a explotar con el especial por el 50 Aniversario de Doctor Who pero haciendo unos buenos números la verdad es que no logró superar el especial navideño Voyage of the Damned cuyo punto de diferenciación era la presencia como ayudante del Doctor de la cantante y actriz australiana Kylie Minoge.
—Como nota al margen: Sabiendo que no todo el mundo disfruta de las mismas cosas no entiendo la necesidad de llamar pesados a aquellos que comparten sus gustos e intereses. Si “solo habla de X que no me interesa nada” hay dos posibilidades, o sacar un tema que te interese o moverte, porque es poco probable que la gente decida sus temas de conversación sólo por complacerte. —
Podría seguir montando y desmontando con ejemplos de personas importantes en sus campos que no logran que sus programas de telerrealidad o de ficción lleguen a funcionar mientras que otros menos habituales como Honey Boo Boo o directamente desconocidos como la Familia Robertson de Duck Dynasty, logran hacerse con la audiencia.
Más aún, con la multiplicidad de ofertas —es decir, además del abierto el cable básico y el de pago, sin contar con webseries o, simplemente, no ver nada relacionado con la televisión — parece difícil lograr un impacto tan directo o claro como antes. Y, sin embargo, sigue sucediendo. Ahí está el éxito sorpresa de lo que llevamos en la temporada 2013-14, Sleepy Hollow —por cierto, careciendo de los actores famosos que sí tenían muchas otras novedades— cuyo éxito no creo que sepan explicar ni en FOX.
De modo que al final quedan un puñado de buenas series que están no digamos en el anonimato pero sí con un interés menor por parte del público —o el más difícil todavía lográndolo combinar, por extraño que parezca: Sons of Anarchy es la segunda serie de ficción del cable por audiencia pero parece tener un índice de relevancia menor a otras como Pretty Little Liars, como decía antes, nadie sabe nada — , a veces incluso de la crítica, y que cuenta de los espectadores para moverla, recomendarla y convencer a la gente de que la vea.
Así que mientras seguimos buscando la fórmula mágica para lograr la relevancia aprovecho para instarles de nuevo a que vean The Good Wife o It’s always sunny in Philadelphia que llevan una temporada maravillosa ambas. Y les recuerdo la existencia de series como Justified o The Americans, que merecen mucho la pena.
Al final eso es compartir lo que nos gusta y divulgar lo que está oculto lo que hace tan agradecido divulgar.