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El receptor por Jónatan Sark

Televisión hay, aún, por todas partes. Mientras avanza el siglo, e Internet la remplaza, queda como el electrodoméstico más importante. El que expulsa información sin parar. Información que debe ser sopesada. Esta columna tiene como finalidad y motor reflexionar sobre lo que se emite por televisión y considerar críticamente lo que en ella se ve y expone. Y lo hacía cada lunes. Sigue en elreceptor.com.

Prejuicio Orgulloso

Los gordos son más afables. El Rey es muy campechano. La natación es el deporte más completo. Los dobladores españoles son los mejores del mundo.

Así le va al mundo.

¿Han tratado de escuchar últimamente una serie extranjera doblada? Yo no. Más aún, hace ya tiempo que evito conscientemente los doblajes. Quizá les parezca una manía snob o quizá es que con los años me vuelvo —si cabe— más cascarrabias. El caso es que mi militancia anti-doblaje junto con esa tonta manía de ver las cosas en el momento que salen, en su idioma de origen, hace que tenga abandonada nuestra querida televisión.

La aparición del TDT parecía un buen momento para cambiar algunas cosas. Pero esto es como cuando poníamos Que grande es el cine y descubríamos que las películas se emitían sin posibilidad de versión original y masacradas a anuncios: Pura palabrería. No sólo el negociaco del siglo parece haber sido creado en una tira de Dilbert —aunque ese es un tema del que debería hablar en otra columna… algún día— sino que, además, la interactividad no es que brille por su ausencia, es que es incluso peor que lo que teníamos en tiempos en las autonómicas. En aquel entonces por lo menos emitían en dual casi toda la programación, aunque tuvieran los cojonazos —u ovariazos, que todo puede ser— de no subtitular casi nunca, como para verse Doraemon a pelo, vaya. —Aunque no entender a Nobita elimina mucha vergüenza ajena de esa serie— De manera que lo que podría haber sido un gran momento para que las cadenas nos dejaran tranquilos con estos doblajes últimos que estamos soportando —como todo el mundo sabe hasta Calviño la tele española era muy buena; malvado, malvado Calviño— significa que tenemos más oportunidades de desesperarnos.

Lo peor del caso es que tenemos un juego en dos partes, la primera es doble a su vez, por un lado la popularización de dobladores hizo que en un momento dado todo sonara a Friends o a Los Simpsons. La tristemente difunta Concha García Valero, la Monica de Friends tuvo tantísimo trabajo durante la primera mitad de la década que sólo Alba Solá, la Phoebe de esa misma serie, parecía que podría competir con ella. En cuanto a los chicos, Abraham Aguilar lo mismo es Sayid en Lost que Bender en Futurama o el Dr. Doofensmirtz en Phineas & Ferb hasta Ari Gold en Entourage pero siempre siendo Krusty en Los Simpsons. Incluso si estuvieran doblando siempre al mismo actor acabaríamos cansados de ellos, imaginad mi hastío al verles lo mismo para un roto que para un descosido.

El segundo problema de la primera parte —¿aún me siguen?— fue el de la creatividad, esas traducciones especialmente habituales en Antena 3 en las que te cambiaban a Dick Cheney por Jose María Aznar y se quedaban tan tranquilos. Sólo puedo imaginar que si algún día se emite Aquí no hay quien viva en USA —el original, no esa adaptación que está preparando, dicen, Sofía Vergara— las referencias a Chiquito de la Calzada las cambien por otras sobre Christopher Walken.

Como todo es susceptible de empeorar llegó la segunda parte. No sólo traducciones creativas y las mismas voces, además, se podía pasar por los matices y particularides como quien corta el cesped.

Ver My name is Earl en La Sexta con todo el acento white trash masacrado era casi tan doloroso como Veronica Mars con Weevil convertido en Piojo tal y como es emitida en Clan, sin posibilidad de cambiar, como no se podía cuando Buffy y su traducción gazapesca.

De las últimas grandes series americanas sorprende ver cómo en Modern Family han logrado que incluso actores de doblaje que suelen estar bien como el antes mencionado Abraham Aguilar —ya les dije que está en todas partes— compone un Cameron que parece salido de un chiste de maricas de Arévalo. Aunque la joya de la corona es Big Bang Theory que sufre una auténtica demolición en su todo logrando que nadie tenga una voz que se parezca remotamente a la de su actor original, a la intencionalidad del personaje o a lo que está tratando de construirse con ella.

No quiero saber qué estará haciendo esa misma Antena 3 con Glee porque lo mismo han puesto a Kurt a cantar a Rocío Jurado y hacer chistes sobre Falete y me entra pánico de sólo imaginar lo que harán con Community.

Entiendo, sí, que son personas. Que tiene un trabajo más o menos estable y que querrán comer todos los días, llevar a los niños al cole y llenarle el depósito al coche. Pero, ¿no hay otra manera?

Miren, yo les ofrezco una solución. Si hay un colectivo que realmente necesita de un buen trabajo de doblador y que facilitaría mucho el acercamiento del público es el de los actores españoles. Como es imposible que nadie vocalice peor que ellos tendrían asegurado trabajo durante años. Y si la cosa no mejora tampoco se va a notar. ¿No les parece a ustedes que salimos ganando todos?

Jónatan Sark | 18 de octubre de 2010

Comentarios

  1. Goldie
    2010-10-20 19:17

    Sark, nos tienes abandonados en tu formspring :(

  2. E. Martín
    2010-10-24 00:53

    Y ahora intente imaginarse usted vivir desterrado en un páramo cultural donde existe un Multicine Renoir que lo proyecta todo doblado. Y ahora al menos gracias al DVD

    Pero en TDT se está emitiendo casi todo en dual. Otra cosa es que los subtítulos de cada cadena sean de formatos diferentes y den problemas en decodificadores diferentes.


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