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Metaversos por Ángel Arroyo y Óscar Calvo

Ángel Arroyo y Oscar Calvo son integrantes del grupo de investigación AICU del departamento de Sistemas Inteligentes Aplicados en la UPM. Su investigación se centra en el estudio de modelos coevolutivos en los que el comportamiento inteligente global emerge a partir de interacciones entre las unidades autónomas constitutivas del entorno. Metaversos es una columna de opinión que se publica todos los 18 de cada mes con el objetivo de analizar las posibilidades tecnológicas y las implicaciones sociales de este tipo de entornos virtuales (un ejemplo actual es Second Life).

Cosas que hacer en Second Life cuando estás muerto... de hambre. Capítulo III

Tras el verano y sus excesos llegó el otoño vestido de Septiembre con las colecciones en los kioscos y las promesas de gimnasios y dietas. Pero los días todavía generosos en las proximidades del equinoccio animan más la pereza que la fuerza de voluntad y sin darse cuenta llega Octubre contundente.

Puede que sea usted, como lo soy yo, uno de esos seres humanos que se ve aquejado por una no-tan-rara enfermedad llamada “lorcitis” que se caracteriza por la aparición de una adiposa franja de lorza, flotador, michelín, barriga o fanega alrededor de la zona abdominal. Dicha aparición viene dada comúnmente por la conjunción de dos factores: comer mucho y moverse poco.

Algún lector con igual certeza que mala leche habrá pensado: claro, seguro que se pasa todo el día en Second Life con el ratón en una mano y una bolsa de patatas fritas en la otra. Nada más lejos de la realidad, prefiero los pistachos. Turcos, a ser posible.

Pero como la naturaleza humana es autodestructiva, me he decidido a iniciar dieta. Nada de pistachos ni patatas ni pancetas. Puede que usted se pregunte ¿qué me ha llevado a tan radical decisión tan poco propia de mi mismo? ¿cuál es la razón por la que estoy ahora mismo sufriendo este hambre atroz?

Mi avatar.

Un día me di cuenta que mi avatar me miraba con desprecio. Mi avatar está delgadito y cachas. Le quedan genial las camisetas ajustadas. No tiene ni un solo gramo de grasa. Por no hablar de la tersura de su piel.

Así que es triste pero cierto, quiero ser como mi avatar. Pero tengo otro problema: está claro que el cuerpo de mi avatar no se parece a mi, pero ¡la cara tampoco!. Qué problema. No pienso recurrir a un cirujano plástico para hacer que mi cara cambie. Mejor voy a hacer que mi avatar tenga la cara que yo tengo. Desde luego más barato y menos doloroso va a ser.

Así que me dirijo al mapa y busco “Avatar Island”. En esta región tienen una máquina mágica y misteriosa que, no me pregunte usted como, es capaz de ponerle la cara de nuestro cuerpo físico a nuestro cuerpo virtual.

No se porqué pero esta región me hace pensar en el Mago de Oz. Es una isla de forma circular sobre la que están construidos algunos edificios de aspecto hospitalario. Pero rodeado de dichas construcciones, en el mismo centro de la isla, existe una suerte de altar tecnológico sobre el que flota… ¡una cabeza gigante!

Ese cabezón, ese globo aerostático sin niño, esa monstruosidad facetada es la cabeza de una persona. Y no estoy hablando de una de esas cabezas típicas de Second Life que parecen Madel-Man’s con peluca de goma de borrar. No no. Se nota que es una cabeza… humana.

Mi primer sentimiento es el miedo. Maldita sea (pienso) los jíbaros han descubierto Second Life y ahora se dedican a aumentar en lugar de disminuir testas. Pero no, ya recuerdo, yo quería que mi avatar tuviera mi cara de verdad. Así que me leo las indicaciones y pregunto quién da la vez. Resulta que basta con darles una foto tuya, al cabo de unos minutos tu cabeza agigantada aparecerá flotando en mitad de la isla, hinchada como un balón. Algo se remueve dentro de mi, pero no lo identifico y sigo adelante.

Ya estoy temiéndome que no me den mi cabeza por no haber llegado por un camino de baldosas amarillas. Hay bastante gente esperando y me dedico a curiosear por las casetas ambulatorias. ¡Vaya!

Pues voy de sorpresa en sorpresa. Resulta que no sólo te dan cabezas humanas, sino que también te venden cuerpos con aspecto muy muy humano. Tan humanas son las pieles que venden que algún resorte dentro de mi cerebro salta provocándome una sensación científicamente denominada como “repelús”.

Me lo estoy pensando mejor. Al fin y al cabo, no es tan importante que un avatar parezca humano. Estamos en un Metaverso ¿qué quieres? Creo que paso de ver mi cabeza como un gigantesco (repelús) globo aerostático. Y también paso de que mi avatar parezca tan humano. ¡Aceptémonos a nosotros mismos!

Puede que mi avatar esté cachas, pero todavía sigue pareciendo un muñeco. Yo no estoy cachas pero al menos se nota que soy una persona. Vamos a dejarlo así.

Lo mejor de todo esto es que en este rato he estado entretenido y no me he acordado del hambre. Creo que voy a por una bolsa de pistachos.

Oscar Calvo | 18 de octubre de 2009

Comentarios

  1. Franco
    2009-10-19 20:21

    no entendi nada, :((


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