Marcos Taracido es editor de Libro de notas. Escribió también las columnas El entomólogo y Jácaras y mogigangas, así como otros artículos de opinión. Leve historia del mundo se dejó de actualizar en agosto de 2006. Una selección y reordenación de estos textos se ha convertido en un libro, en papel y en pdf: Leve historia del mundo y el cómic Tratado del miedo.
Observaba los restos del naufragio desde lo alto del acantilado. Los otros niños rebuscaban entre las cajas abiertas y astilladas, agrupaban ropas y utensilios y, los más audaces, se allegaban a las rocas con el agua por la cintura para arrancar algún trofeo allí adherido. El prefería imaginar el ataque del monstruo húmedo y algado elevándose sobre el madero y arrancando uno a uno a los hombres de cubierta con sus brazos floreados de espuma, para engullir finalmente la nave entera y escupir, hacia la orilla, los huesos y aparejos de mala digestión.
2005-10-27 17:30 Marcos, soy una admiradora de tus letras, ltu forma de expresar y de sentir hacen ver al mundo tan real que estremece.
Zapatos rojos
Aqui te envio un pequeño texto y ojala tuvieras tiempo de comentarlo, seria muy grato para mí.
Decidió beberse las lagrimas mientras la madre sepultaba otra vez al padre. Los golpes habían sido demasiados, pero sabía que él se levantaría otra vez, como después de cada borrachera. Alisa comió apenas, pensó en suicidar su boca, pero lo único que hizo fue salir. La respiración no tardó en volverse agitada, los trapos que usaba por ropa no le bastaban para sentirse puta, necesitaba el arranque inicial y como si se tratase de un motor calzó los zapatos rojos que la madre guardaba en el último cajón, el de las cosas olvidadas. Recordó la graduación de secundaria y el abrazo del profesor de matemáticas y supo que no le vería más, no tendría más miradas amorosas… Ahora se enfrentaba a la vida misma y le parecía como mil portazos en la cara.
Luis no le negó un poco de hierba ni le advirtió las consecuencias, tampoco hizo la negativa al asqueroso beso que el muchacho pidió por pago. Todo sentido de vida se iba como tragado por un huracán, arrancado de raíz, incluso pudo ver que no existía siquiera un lazo que la detuvieran en casa. Durante largo rato soportó los zapatitos que le hacían ver las piernas de mujer adulta. No tardó en sentir tras de sí, la palabra dura que ofrecía buen pago. La hierba hacía lo suyo, fue fácil decir que sí a todo. La noche la tragó despacio como una tortura presagiada. Ni siquiera se desvistió ella misma como lo imaginó otras veces donde fantaseó ser puta. Tampoco cerró las piernas, simplemente abrió la mano para recibir el pago. Se halló desnuda con el alma sangrando en finas gotas y pudo ver que aún llevaba los hermosos zapatitos de color rojo.
No habría regreso, se desplomó en el pozo
Erzsébet