Libro de notas

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Guía para perplejos por Antonio Martínez Ron

El programa de software avanzado A.B.E.R.R.O.N, desarrollado por la NASA a finales de 2003 y oculto bajo el pseudónimo de Antonio Martínez Ron (Fogonazos), rastrea sistemáticamente la red en busca de pequeños resquicios de irrealidad y vulnerabilidades del sistema. Con la Guía para Perplejos, los científicos pretenden ir más allá: estudiar el lado más oscuro del programa y enfrentarle a las paradojas de la creación literaria. Cada día 23, en LdN.

Líneas cruzadas

En agosto de 1999 el escritor italiano Alessandro Baricco visitó la biblioteca de Lilly, en la Universidad de Indiana, y consultó los cuentos originales de Raymond Carver. Siguiendo la pista abierta pocos meses antes por The New York Times, Baricco quería comprobar si era cierto, como se había afirmado, que Carver no era el autor último de sus propios cuentos y que el editor, Gordon Lish, los había recortado sistemáticamente hasta dejarlos irreconocibles.

Una vez delante de los manuscritos, Baricco abrió cuidadosamente las páginas del breve relato titulado “Todavía una cosa” y quedó petrificado ante su descubrimiento. En el cuento publicado en las librerías, la escena de la discusión de pareja terminaba con uno de esos famosos momentos de contención carveriana: el marido cogía la maleta, regresaba por un instante a la habitación y le decía a la mujer: “Sólo quiero decir una cosa”. Pero antes de marcharse no lograba recordar de qué se trataba.

Sin embargo, en el original escrito por Carver, el que ahora tenía Baricco entre las manos, el personaje seguía hablando hasta destruir por completo la magia de la escena: “Escucha, Maxine —decía— Recuerda esto. Te amo. Te amo pase lo que pase. Y también te amo a ti, Bea. Os amo a las dos”.

Asombrado por el nuevo Carver que tenía ante los ojos, Baricco siguió repasando otros cuentos y llegó a conclusiones parecidas. En “Diles a las mujeres que salimos”, tal vez el cuento más conocido del escritor americano, el final fulminante (“todo empezó y terminó con una piedra. Jerry usó la misma piedra con las dos muchachas, primero sobre la que se llamaba Sharon y luego sobre la que debería ser de Hill”) resultaba ser fruto de la tijera maestra de Gordon Lish. El relato original que Baricco ojeaba ahora continuaba durante seis folios más en los que Carver narraba con todo detalle la violación y asesinato de las víctimas.

¿Era Raymond Carver una ficción literaria hábilmente manipulada por las tijeras de su editor? Aquella prueba de fuego llevó a Alessandro Baricco a la conclusión de que Carver era “un modelo artificial” y de que el escritor “no estaba capacitado para mantener aquella mirada impasible sobre el mundo que sus cuentos ostentan”.

Una de sus ex mujeres, Tess Gallagher, se halla inmersa ahora en una batalla legal para que los cuentos de Carver se publiquen tal y como él los escribió. Sin embargo, la editorial Knopf, que posee los derechos del este libro de Carver y para la que trabajaba Gordon Lish, ya ha anunciado que hará todo lo posible por evitarlo. No conviene que los lectores sepan lo que sucede entre bambalinas.

Antonio Martínez Ron | 23 de octubre de 2007

Comentarios

  1. c.
    2007-10-23 10:42

    Me encanta el artículo de Baricco. Gracias por esta anotación.
    En mi opinión, Carver debería ser también editado en su forma original; así, tendríamos al segundo Carver del que Baricco dice que también es muy hermoso. Me llama mucho la atención esa intuición de Gordon Lish; ese sospechar que el público preferirá los desiertos helados a secas.

  2. Alberto
    2007-10-23 10:59

    Casi casi como Cyrano pero en editor. De cualquier modo Baricco es demasiado notorio como para que se silencie esta historia.

  3. Juan
    2007-10-23 13:07

    Sinceramente no me lo puedo creer, siempre me ha encantado Carver precisamente por lo que no dice. Si esto es así tendré que asumir que lo que realmente me gusta son las obras de Carver-Lish.

  4. Alber
    2007-10-23 14:42

    Esta historia es bastante vieja y yo siempre he mantenido una posición de cierta distancia respecto a la misma. Por varias razones:

    —Se habla de que tal o cual cosa ha sucedido, pero nadie aporta pruebas. A ver, los manuscritos, que se expongan.

    —Tess Gallagher, como buena viuda, quiere exprimir un poco más al difunto. Yo no se lo reprocho, pero habría que contextualizar siempre las intenciones de una viuda para “republicar” al finado.

    —Un editor puede corregir un original. ¿Pero una obra completa? Estamos de acuerdo en que la obra de Carver no es muy extensa, pero me chirría mucho que haya sido corregido desde el principio hasta el final.

    —Los ejemplos de correcciones que se nos proponen son tan exagerados que me parecen ridículos. Suena a engaño, a chorrada que alguien se inventa en plan tonto pero que luego termina yéndosele de las manos.

    —Si el editor de Carver era tan bueno escribiendo relatos minimalistas, ¿por qué no los escribía y firmaba él mismo? Hay que tener en cuenta que Carver siempre cuenta cosas cotidianas, asuntos de los que cualquiera puede tirar si le apetece. O sea, que su valor no reside en lo que cuenta sino en cómo lo cuenta. ¿Accedería alguien a ser el autor principal de ese modo de contar sin recibir la gloria por ello? Cuesta creerlo.

    —De nuevo, las pruebas. Faltan pruebas. Nadie las aporta. Mientras aparecen, ¿queréis hacer el favor de callaros, por favor?

  5. Harry
    2007-10-23 16:05

    Perdona Alber, las pruebas TÚ no las has visto, pero tanto Baricco en La Repubblica(http://www.oceanomare.com/ipsescripsit/articoli_letteratura/carver.htm) como D.T. Max en el New York Times dicen haberlas visto y tocado y, sinceramente, no creo que ninguno de los dos autores tenga razones para mentir a dúo.
    De todos modos, si quieres comprobar tú mismo las pruebas , sólo tienes que hacer lo que hizo Baricco, que tampoco se lo creía: ir a la Lilly Library de Bloomington, Indiana, y pedir acceso a los documentos de Carver. Como habrás visto en el artículo de Baricco, nada parece ser más fácil.
    Espero que en otros campos no seas tan exigente: demostrar que la Tierra gira alrededor del Sol no es tan sencillo como ir a una biblioteca.

  6. Estíbaliz
    2007-10-23 16:41

    Leo esto y no sé si pensar:
    A. Que al final se demuestra que todo en la vida es trabajo de equipo y que hay que colocar al editor en el sitio justo que se merece, al lado de Carver en todas las portadas.
    B. Que la historia es demasiado buena, y la vida en general no lo es tanto, ¿no será todo un relato, totalmente ficticio, de Baricco?
    Por lo que, conclusión:
    C. Busquemos una low cost que nos lleve a Indiana a averiguar la verdad.

  7. Alber
    2007-10-23 17:15

    A pesar de todo, mantengo mi escepticismo. ¿Que Baricco vio correcciones en un original o en una galerada? Pues mira qué novedad… Sinceramente, si todo eso fuera de la magnitud que se aventura, el revuelo sería mucho mayor. Carver no era, ni mucho menos, un cualquiera. Yo, al menos, así lo pienso. Pero han pasado casi diez años desde aquello y el tema, aunque cíclicamente sale a la superficie, no parece interesar demasiado.

  8. andrés
    2007-10-23 21:23

    Para que veáis cómo nos consideran:

    Admirado profesor Bofarull i Bofarull

    Aun sin haber tenido respuesta a mi carta, y después de los rebuznos del tal Eguaraz, me permito relatarle una nueva y dolorosa experiencia para que compruebe el atraso de muchos de estos bárbaros que se llaman antiespañoles y son más españoles que los españoleitors, con eso se lo digo todo. Este verano fui también a Galicia con dos amigos, también patriotas catalanes, a los que yo hacía de traductor, porque yo hablo y entiendo un poco, bueno, bastante, el castellano, qué remedio, me obligaron a estudiarlo, menos mal que eso ya va cambiando. Fuimos a una excursión por el río Sil que llaman Ribeira Sacra (¡sacra! ¿ve usted? En plan religioso y tal, a estas alturas). La carreterucha hasta allí era africana, qué africana, española, y nos preguntábamos los tres qué hace esta gente con la pasta que nos sacan a los catalanes y que dicen que es para mejorar a esas naciones atrasadas como Galicia. Ya te jode que encima de que nos roban los cuartos a través del Estado español, solo sepan hacer chapuzas… menuda panda de vagos e ineptos, estos gallegos. ¡Gallegos! Ya la palabra dice mucho. Ya nos íbamos calentando al comentar estas verdades, cuando dimos con un bache enorme, el coche medio se hundió y pegó un brinco, Oriol y Jordi se pegaron un hostión de cuidado con el techo y quedaron con tortícolis para todo el día, las ruedas de delante perdieron el paralelo, y así el coche iba por donde le daba la gana. Fue un milagro que no nos cayéramos por uno de aquellos barrancos. Conseguimos llegar al embarcadero, y algunos palurdos de estos se nos quedan mirando mientras maniobramos penosamente, y al ver los CAT de medio metro que llevábamos junto a la matrícula y en los dos lados del coche, va uno y comenta: “Ah, claro, es que son catalanes”, como diciendo qué otra cosa podían ser tales gilipollas, cuando llegábamos así por culpa de ellos de sus putas carreteras. Encima de lo que nos mangan, ¿eh?… Si mis compañeros no fueran medio lisiados por lo del bache, con la cabeza doblada sobre el hombro, creo que les habríamos enseñado lo que es la sangre almogávar y carolingia.

    Pero lo peor fue cuando subimos al barquichuelo con el que dan paseos por un tramo del Sil. El sitio no estaba mal, me recordaba un poco a los fiordos noruegos en los que tanto disfrutamos hablando catalán con los naturales, tan amables y civilizados, seguramente de estirpe carolingia también. Bueno, el paisaje no estaba mal, ya digo, pero la chusma de por allí… Total, que la tipa que iba explicando las cosas hablaba con voz muy dulce pero resultó una arpía de no te menees. Voy y le digo que nos hable en catalán, y la tía borde nos contesta en gallego. Yo la entendía bastante, porque el gallego, aunque le dicen idioma, yo creo que es un castellano mal hablado y nada más. Me mosqueó que la tía se pusiera en plan chulo, y le dije que en Grecia y en Noruega, y en muchos sitios más, los guías y tal nos hablaban normalmente en catalán, y no comprendía cómo dentro del Estado español, mucho más cerca, no se nos atendía igual en nuestro idioma, y que luego encima nos llaman separatistas, cuando son ellos los separadores, los que por la puta envidia no reconocen la pujanza internacional de nuestro idioma. Y la tía, que no nos hace puto caso, se da la vuelta y se mete en la parte cubierta del catamarán, así le llaman, creo, que si estuviéramos en Cataluña llevaría ya veinte años desguazado.

    Entonces nos subimos a la cubierta de arriba, que tenía unos bancos al aire libre, para olvidar los sinsabores y disfrutar un poco del paisaje, ya digo, lo único algo bueno, por no decir lo único soportable de todo aquello, aunque el pasaje era demasiado caro. En mala hora se nos ocurrió ir a esta maldita nación. Oriol y Jordi, por lo del cuello, tenían que hacer números para mirar arriba hacia aquellos picachos, se retorcían, gemían y sufrían lo indecible. Y en estas, que la tía burra, por la megafonía, interrumpe las explicaciones turísticas y suelta: “Atención, hay aquí tres golfos que no han pagado el pasaje, y para que no siente precedente y sirva de advertencia, voy a decir sus nombres”. Y suelta mi nombre y el de mis compañeros. Porque olvidé decirle que los billetes hay que reservarlos en el hotel, y en la reserva venían nuestros nombres. Hervíamos de indignación, ¿así tratan a los turistas por estos pagos? ¿A los que les damos de comer? Pero Jordi dijo: “Hagamos como que no hemos oído, no hay mayor desprecio que no hacer aprecio”. Y entonces va la arpía y grita por el altavoz: “Son esos tres que van sentados en el banco segundo de la izquierda, dos de ellos con el pescuezo torcido”. Y la gente mirándonos y cuchicheando. Uno me pareció que hablaba de tirarnos al agua. Aquello ya era demasiado, señor Bofarull, aquello ya no podía ser. Descendimos bajo cubierta, donde hablaba la maldita individua, y le dije:

    – Ha de saber usted, señora, que sí hemos pagado ya, que no debiéramos haberlo hecho, porque no se respeta nuestro derecho a recibir las explicaciones en catalán. Es la primera vez en mi vida que nos tratan de esta manera, voy a protestar a…

    – ¡Qué carallo van a haber pagado ustedes! ¡A ver si creen que soy tonta!

    – ¡Le digo que hemos pagado, y que vamos a presentar una protesta…!

    – ¡Pues si han pagado, vuelven a pagar, qué carallo! Primero me obligan a decir por megafonía lo que he dicho, que es algo muy violento, créanme, muy desagradable para mí, y encima vienen aquí a llamarme mentirosa y a amenazarme. ¡Carqueixo! ¡Carqueixo!

    Y que sale de no sé donde una especie de bestia parda con un cuchillo de monte al cinto, un cuchillo como un alfanje, vamos, y nos dice posando la mano en la empuñadura:

    – Qué pasa aquí, ¿quién está amenazando a mi perlita del Caribe? ¿Quién se atreve a llamarla mentirosa?

    Y la tía, que se echa a llorar diciendo:

    – Me han obligado a tener que decir que había tres golfos que no pagaban, con lo desagradable que es tener que decir esas cosas… Y no quieren pagar…

    ¿Usted cree que se puede razonar con semejantes bestias, señor Bofarull? ¡Esos ni se habían olido el talante carolingio, se lo puedo asegurar, estoy seguro que se lo dices y ni saben de qué les estás hablando! Estuve por darle una patada en los huevos al tío, pero Oriol, con la cabeza penosamente doblada, me advirtió al oído: “Tranquilo, Jaume, tranquilo, que nos pierdes. Que luego viene la Guardia Civil, y ¿a quién crees que va a darle la razón? ¿Nos va a dar la razón en cuanto sepa que somos catalanes? Ni de coña, nos empapelan a los tres y nos meten en chirona. Si hay que pagar otra vez, pagamos y ya está”. Me di cuenta de que era un aviso lleno de seny, señor Bofarull, aunque muy amargo, cada vez que pensaba en la borrachera que iban a coger aquella pareja de piratas con el sobresueldo que tuvimos que aflojarles, porque lo único que deben saber hacer bien por esta desdichada tierra es empinar el codo, bueno, es que me daban ganas de volver y hacerles un agujero en el barco, con ellos dentro atados y amordazados.

    En fin, señor Bofarull, así están las cosas por esas naciones que dicen que se solidarizan con nosotros. Creo que hay que montar una campaña de boicot turístico para que, al menos, no se beneficien de nuestros euros en estos países de salvajes. Y por supuesto, escribiré a la Generalitat para que tome cartas en el asunto, porque no puede permitirse que traten así a unos ciudadanos catalanes, y menos en un país de mierda como Galicia, de donde han venido tantos muertos de hambre a que les demos de comer en nuestra nación, y los cabrones así nos lo agradecen. Después de volver a casa, gastándonos una pasta en paralelar las ruedas y en linimentos y tal, todavía me hierve la sangre, cada vez que me acuerdo. Después de esto ya no me extraña nada de los Eguaraces y Carballeiras, los creo capaces de cualquier cosa, hasta de declararse españolísimos el día menos pensado.

  9. Alberto
    2007-10-23 21:58

    Para mí que esto no iba aquí...

  10. Otis B. Driftwood
    2007-10-23 23:11

    En realidad es un relato inédito de Carver.

  11. Alfredo Herrera Patiño
    2007-10-24 00:39

    Los relatos de Gordon Lish son minimalistas, y excelentes, por cierto. Pound editó (corrigió) la obra de Elliot y la mejoró mucho, pero nadie afirma que Pound la haya escrito. Ahora, pasado el tiempo, existen ediciones de esas correcciones de Pound y podemos ver a dos grandes trabajando. Lo mismo sucederá con Carver-Lish. Pero es muy simple, el autor escribe, el editor tacha. Simplifico, desde luego, pero el terco minimalismo de Lish le hizo mucho bien a Carver, y no sólo a él, Lish es un mito dentro de la literatura nortemericana, sobre todo como editor. Que casi nadie lo ha leído, es otro asunto, aunque su obra está bien editada en Estados Unidos y sea un autor por demás reconocido. No tengo noticia, es cierto, de traducción de obra suya al español. Richard Ford y Cynthia Ozick recibieron también, como Carver, mucho de su apoyo como editor, sin que existan esos comentarios sobre su obra. Pues editar no significa escribir, así también de sencillo.

  12. M.
    2007-10-24 03:34

    Cuando he leído esto ‘‘En “Diles a las mujeres que salimos”’‘ me han crujido un par de huesos.

    ¿De verdad es ese el título o estamos otra vez a patadas con el diccionario?

    Y cuando he leído eso de que ‘‘No conviene que los lectores sepan lo que sucede entre bambalinas’‘ entonces ya me he echado a llorar.

    ¿Que una editorial renuncia a publicar una nueva edición de una novela de un renombrado escritor a sabiendas de que será un nuevo exito de ventas? Eso no se lo cree nadie. Hay centenares de miles de ediciones que están siendo ‘revisadas’ continuamente y que siguen dando dinero.

    ¿Porqué la gente sólo busca el titular impactante?

    Con eso sólo consiguen que baje el mérito y el prestigio de algunos blogs.

    Como por ejemplo que se cuelen las simplezas del tal andrés y nadie las elimine por inoportunas.

  13. Elías
    2007-10-24 04:43

    Ejem, Alber. ¿Que un editor no puede tocar los textos hasta esos extremos? No sólo se puede sino que se hace, y es una costumbre tan antigua como la literatura. Si no se arma revuelo con estas cosas es precisamente porque forman parte de la vida misma. Alguien dijo, allá por los setenta, que detrás de toda buena banda (de música) había un productor genial. Pues con los editores y los escritores pasó lo mismo durante mucho tiempo. Quién sabe… Igual existe alguna relación entre la «blandura» evidente de muchos novelistas actuales y el hecho de que los editores ya no se preocupan tanto por esas cosas. (Pero también es verdad, como dice Alfredo, que editar no es escribir.)

    Elías

  14. Ana Lorenzo
    2007-10-24 12:52

    Creo que lo de Andrés ha sido un trasvase Tajo-Segura que iba a Mi nombre es Josep-Lluís, pero como se han cruzado las líneas, M., pues…

    Gordon Lish debió de ser de esos editores, quiero imaginar, que trabajan mano a mano con sus autores y puede que le aconsejara a Carver cortar y este viera que sí, que le gustaba más. Y aquel viera el genio de Carver y le ayudara a pulirlo.

    Fisher, Unseld… unos cuantos sí que hubo de esos. Pero ahora no sé si quedan.

    Un beso.

  15. Alvy Singer
    2007-10-26 03:53

    La relación de Carver con Lish me recuerda a la de Borges con Bioy, cuánto hay de uno en otro y del Otro en uno. A pesar de las acusaciones de plagio lo digo, sí.


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