Televisión hay, aún, por todas partes. Mientras avanza el siglo, e Internet la remplaza, queda como el electrodoméstico más importante. El que expulsa información sin parar. Información que debe ser sopesada. Esta columna tiene como finalidad y motor reflexionar sobre lo que se emite por televisión y considerar críticamente lo que en ella se ve y expone. Y lo hacía cada lunes. Sigue en elreceptor.com.
De entre los intentos de lograr un rival para Doctor Who los ha habido con más, menos o ningún punto en común. Ha habido los que lo tenían en el tono, en la intencionalidad o en el desarrollo que había terminado dando a luz el programa… Pero prácticamente ninguno logró reunir todos estos puntos en común, añadirle además un nivel de calidad tan alto como el de la serie a imitar y, además, que no fuera más que casualidad.
Quizá sea ese el auténtico motivo de que haya pocas series que puedan parecer nacidas a partir del Doctor y, sin embargo, tengan una entidad propia tan interesante como la que hoy nos ocupa: Sapphire & Steel.
Pensada originalmente por su creador, Peter J. Hammond, como un programa infantil o juvenil, fue ofrecida a una de las cabezas que la ITV tenía en los 70 tras el éxito de la serie juvenil fantástica Ace of Wands, en la que trabajó de guionista y que le facilitó colaborar en la serie antológica de historias sobrenaturales juveniles Shadows. Sería trabajando en esta segunda serie cuando propondría la idea de The Time Menders, una serie en la que el tiempo juega un papel fundamental y que estaba originalmente pensada para emitirse los fines de semana.
Pero el desarrollo de la serie hizo que, originalmente, se mandara entre semana; por un lado para no contraponer sus temas con los de Doctor Who —y, de paso, evitar una competencia para la que originalmente estaba ideada pero a la que haría falta Buck Rogers in the 25th Century para hacer mella—; por otro porque el jefe de la ATV, Lord Lew Grade, había decidido que hacía falta un par de actores no sólo de calidad y experimentados sino, además, conocidos por el público. Gracias a su intermediación, Joanna Lumley y David McCallum interpretaron a los protagonistas. Lumley era conocida por su participación en The New Avengers, McCallum volvía de haber hecho en USA The man of U.N.C.L.E. y cine. Tras su participación en esta serie ,Lumley acabaría siendo más conocida gracias a Absolutely Fabulous, mientras que él acabaría siendo un importante secundario en NCIS.
La inversión en actores y el cambio de día llevó a la cadena a decidirse por un acercamiento más ambicioso y a sugerir a Hammond que le diera un tratamiento más adulto, con mano libre para hacer lo que quisiera mientras se mantuviera dentro del presupuesto. Algo que aprovecharía para ofrecer una visión completamente diferente a partir de esa idea inicial.
Este rumbo final fue lo que le dio un aspecto peculiar, lo que, unido a la particular forma de encarar los efectos especiales por motivos tanto de presupuestos como de realización, logra una sensación de extrañeza incluso superior, convirtiéndola en un clásico de culto de la ciencia ficción británica, con una gravedad similar a la de Doctor Who o Los 7 de Blake; si bien su pesimismo, su tono oscuro, la emparenta más con la segunda.
Se produjeron seis Encargos, repartidos en dos temporadas —de 1979 a 1982—, que podrían haber sido más de no haberse producido una de las frecuentes huelgas de la televisión inglesa —esta vez en la ITV— durante la emisión del segundo serial, que obligaron a suspender su emisión y luego reanudarla desde el principio, retrasando la emisión de capítulos. Aunque, por otro lado, ello sirvió para lanzar la versión en cómic dentro de Look In, la versión infantil/juvenil del TV Times, respuesta de ITV al clásico Radio Times de la BBC. Y también el lanzamiento de un libro que adaptaba la primera misión, escrito por el propio Hammond. El único que tuvieron. Aunque en 1981 sufrieron la edición de un Annual originado por su popularidad y por la venta de derechos por la ITV de sus programas en propiedad, lo que facilitó la creación de productos que eran cualquier cosa menos canónicos.
Pero, volviendo a la serie, cada capítulo comenzaba con una voz explicando:
“Todas las irregularidades serán manejadas por las fuerzas que controlan cada dimensión. Los transuránicos, elementos pesados, no pueden ser utilizados donde hay vida. Los pesos atómicos medios están disponibles: Oro, Plomo, Cobre, Azabache, Diamante, Radio, Zafiro, Plata y Acero. Se han asignado Zafiro y Acero.”
Esa voz, de alguien que no llegaría a ser identificado en la serie, marcaba el punto de entrada en la historia y, a la vez, el estilo de la misma; poco o nada se diría de la naturaleza de los agentes, sus empleadores o casi las amenazas que combatían, pues el presupuesto escaso y la creencia en una ambientación por encima de los efectos especiales hacían que en esta serie fueran especialmente dados a no explicar nada y a manejar la acción a través de poderes invisibles —telepatía, conocimiento instantáneo e incluso la posibilidad de bajar la temperatura de una habitación— que no requerían de grandes despliegues y sí añadían atmósfera a la historia.
La sequedad de los personajes, especialmente de Steel, lograban centrar el modelo de la serie y darle un toque extraño a los protagonistas. Su forma de encarar los casos, de una manera completamente lógica y desapasionada pero en absoluto falta de tensión, así como su relación de superioridad y hasta desprecio por los humanos, hacía que fueran más las dudas que surgieran al verlos actuar. Aquí la corta duración de la serie ayudó también; al fin y al cabo en Doctor Who se tardarían años en conocer exactamente los sucesos de su marcha —si es que podemos decir ahora que los conocemos realmente— e incluso la existencia de Gallifrey o sus características físicas que les alejan de los humanos. Aquí, con apenas tres años y seis misiones, sólo pudimos conocer a nuestros protagonistas y a otros dos apoyos: Lead, un enorme forzudo negro interpretado por Val Pringle y Silver, especialista técnico que puede manipular los metales interpretado por David Collings. Sin duda, de haber durado más la serie podríamos haber conocido a más, como Jet, que era mencionada en uno de los capítulos.
Ese misterio alrededor y en la línea de lo que se contaba servía para reforzar la serie y convertirla en un referente de las series fantásticas con componente paranormal, por mucho que la fantaciencia de alrededor explicara finalmente lo ocurrido. Logró así convertirse en un antecedente de lo que años más tarde veríamos en series como Expediente X. El mismo concepto inicial resulta intrigante: El tiempo no es un conducto, como en Doctor Who, una sopa en la que nadan los hechos. Aquí el Tiempo es una fuerza, y no precisamente una benigna. Como explicaba Sapphire en su primera misión:
“Hay un pasillo, y ese pasillo es el tiempo. Rodea todas las cosas y pasa a través de todas las cosas, usted no puede verlo – solamente a veces y es peligroso. Usted no puede entrar en tiempo, pero el tiempo puede intentar a veces entrar al presente. Irrumpir en él. Crear una brecha y llevarse cosas. Llevarse a la gente. El pasillo es muy fuerte; tiene que ser. Pero a veces, en algunos lugares, se debilita. Como si fuera tela, tela raída, y cuando hay presión aplicada sobre tela… El tiempo entra…””
Así que será el mismo tiempo, sus acciones, o aquellos seres que viven más allá de él o en paralelo a nosotros y usan sus agujeros para entrar hasta nuestro universo, los que ejercerán como malvados, usando en muchas ocasiones puntos de entrada a través de anacronismos, acciones pasadas de los hombres y, sobre todo, la ayuda de las rimas de guardería y las frases hechas.
Durante esas seis misiones iremos viendo situaciones normales convertirse en cuentos espeluzantes, giros en premisas habituales hacia lo desconocido y una redefinición de la idea de antihéroes menos basada en una apariencia de perdedores que en una ética y moral ajena a la norma.
Su final, altamente climático, no fue culpa de la audiencia sino de los cambios al convertir la cabeza de la ITV llamada ATV a una nueva versión conocida como Central —que acabaría dando lugar a ITV Central, como se la conoce oficialmente desde 2004—, con el subsiguiente cambio de jerarquía y problemas con los programas antiguos; hasta el punto de que el Encargo 6 estuvo a punto de no ver la luz porque a los nuevos jefes no les hacía gracia que Central emitiera algo de la ATV, por ridículo que suene. También la agenda cada vez más complicada de los protagonistas, con McCallum viviendo y trabajando en USA y Lumley cada vez más solicitada, ayudó a disolver la serie, dejándola en un cliffhanger que, en cierto modo, era lo más consecuente que podía pasar con la serie. En años posteriores, tras el éxito de su publicación primero en VHS y luego en DVD, se crearían un par de series de radionovelas —con otros actores en los papeles principales— a partir de ese final de la serie, aunque Hammond —que pasó a centrarse en thrillers y mysterys televisivos como el enormemente popular Midsomer Murders — nunca ha querido decir cuál era la solución que guardaba para la situación en la que quedaban las cosas.
Los seis seriales, en total 34 episodios, quedan como un clásico de culto que muestra un estilo capaz de poder ser creado teniendo en mente un público juvenil y llegar a los adultos convirtiéndose en una de las grandes series de culto del género fantástico.