Televisión hay, aún, por todas partes. Mientras avanza el siglo, e Internet la remplaza, queda como el electrodoméstico más importante. El que expulsa información sin parar. Información que debe ser sopesada. Esta columna tiene como finalidad y motor reflexionar sobre lo que se emite por televisión y considerar críticamente lo que en ella se ve y expone. Y lo hacía cada lunes. Sigue en elreceptor.com.
Hasta este momento Doctor Who había ido hacia arriba. La época Hartnell tuvo la Dalekmanía, la Troughton vio la aparición de grandes enemigos, en ambos casos tuvieron unos finales de etapa llenos de vicisitudes con importantes bajadas de audiencia. La de Pertwee no tuvo esos problemas y los cinco años fueron subiendo hasta que un desacuerdo económico ayudara a poner fin al formidable equipo que estaba formado con Letts y Dicks. De manera que, sin un inicio hundido que rescatar, la etapa de Tom Baker con Robert Holmes y Philip Hinchcliffe pudo brillar al máximo. Y, quizá en parte por ello, logró convertirse en el blanco de las quejas de asociaciones como la de Mary Whitehouse. La marcha de Hinchcliffe y Holmes tras la polémica con The deadly assassin fue el inicio de los problemas.
Tom Baker estaba envalentonado, Graham Williams fue un productor débil y el puesto de Jefe de guionistas era una patata caliente. Todo eso contribuyó a empeorar la serie y causar una bajada progresiva de la audiencia. Así que para su primera temporada post- Baker John Nathan-Turner decidió intentar activamente regresar a la grandeza, tal y como habían hecho antes con el Segundo y el Tercer Doctor. Y para eso lo primero que necesitaba era un Quinto Doctor.
Como era su costumbre, se volvió a la producción que más influencia había tenido en él, All Creatures Great and Small, en cuya producción había colaborado y que tenía a una joven estrella que encontró perfecta para el papel. La serie, que cuenta las andanzas de un veterinario y sus colegas, había visto cómo su actor principal sufría un accidente de coche que obligaba a darle más papel a otro de sus colegas. El papel le convirtió rápidamente en una estrella de la televisión británica, y también en el elegido por JNT.
Peter Davison llevaba años actuando, pese a lo cuál lo primero que hizo fue negarse a aceptar el papel. Al fin y al cabo él sólo tenía 29 años. Pero JNT siguió insistiendo y le puso un plazo para que se lo pensara mejor. Davison se dio cuenta de la importancia del personaje y aceptó encarnarlo.
La nueva temporada seguiría con la idea de la anterior de eliminar el humor y centrarse en la parte científica. Y como con Tegan, Nyssa y Adric aquello parecía un autobús, decidió también que hacía falta un ejemplo para que la gente se diera cuenta de que estaban ante una serie distinta.
Castrovalva, el primer serial de la temporada, comenzaba con el Doctor aún recuperándose. Su recuperación le llevaría a mencionar a varios acompañantes del pasado, forjando así lazos con la historia de la serie. Y también una nueva aparición de The Master en lo que sería el final del arco empezado en los dos seriales anteriores, motivo por el que tenía por guionista al saliente Christopher H. Bidmead. En realidad estaba pensado realizar una historia por los guionistas de Meglos, pero no acababa de estar preparada y la presencia de Davison como protagonista de la sitcom Sink or Swim hizo retrasar el estreno de la siguiente temporada hasta enero de 1982, dando tiempo al equipo para buscar una solución. Más aún, le daba tiempo también para que grabara un par de seriales antes que el primero, para que fuera pillando rodaje y diera una mejor impresión en éste. Y también en que Bidmead podía dar una sensación de unidad y cohesión, cerrando un ciclo con The Master.
Bidmead pensó en usar el fenómeno de la recursividad como base del serial e inspirarse en las obras de M. C. Escher para los aspectos generales de la obra. Un episodio bien basado, por tanto, en esa ciencia a la que Nathan-Turner quería acercarse. Durante el desarrollo, el jefe de guionistas de transición, Antony Root, había anunciado que se largaba y el propio JNT estaba ocupándose del tema mientras buscaba a su reemplazo.
Lo que no podían esperar es que el controller de la BBC de la época, Alan Hart, preocupado por los malos resultados de audiencia contra la serie USA que la ITV les había puesto enfrente — Buck Rogers In The 25th Century, para los curiosos—, decidiera que hacía falta un cambio de horarios. Y como la BBC estaba pensando en crear una soap opera que emitir sólo dos días a la semana pensaron en hacer experimentos con series consolidadas. Así, la elegida para probar si EastEnders podría funcionar no sería el Batman de Lorenzo Semple Jr. sino Doctor Who. Dejaría su tradicional sitio los sábados por la tarde para ocupar la noche de los lunes y martes. Programadores, ¿quién les entiende? No parece que hubieran tenido en cuenta los datos para la decisión, sobre todo viendo que las reemisiones, agrupadas como Las cinco caras del Doctor para preparar el terreno a Davison, tenían más audiencia que la última temporada.
El segundo serial, Four To Doomsday, nos presentaba al Doctor habiendo olvidado ya el aleatorizador y tratando de llevar de vuelta a la tierra a Tegan. Sin conseguirlo, claro. De por medio se encuentra con una parábola de la monarquía y la explotación de los súbditos: El Morach —tal es su nombre, sutileza cero— trata de viajar más rápido que la luz para encontrar a su Dios que, está convencido, será él mismo. Para lograrlo tiene a sus súbditos esclavizados y ha saqueado los recursos de su planeta, Urbanka, obligándole a ir a otros para seguir saqueando recursos, y si hay que quitarse de en medio a la población humana para que entren los urbankitas, pues se deshace uno de ella y en paz.
La extrema sencillez de la trama y de la crítica, emitida en la BBC sin mayores problemas, lograba sintetizar ese cambio a lo serio sin por ello dejar de ser un programa para toda la familia. Una sátira de la burocracia y la megalomanía, con referencias a La guerra de las galaxias también, que no vendría de la mano de los guionistas sino del director de Meglos, Terence Dudley, quien, al comprobar la imposibilidad de realizarlo, ocupó el lugar que el nuevo serial de los guionistas estaba previsto que tuviera.
Mientras tanto Davison se encontró con que, quitando el uniforme que JNT quería para facilitar las ventas de material relacionado, y que había terminado siendo un traje de jugador de cricket eduardiano y un broche vegetal, le habían dado poco más con lo que trabajar. De modo que acabó basándose en su viejo personaje, creando a un doctor dulce y compasivo y dispuesto a dar segundas oportunidades. Lo que explicaba también que tuviera la TARDIS como un autobús lleno de gente. Algo que le permitiría a JNT quitar a un acompañante antes de que terminara la temporada, siendo la elegida Nyssa. La actriz Sarah Sutton protestó, respaldada por Davison, y logró un cambio en su contrato, al menos de momento, así como un cambio de indumentaria, pasando a usar pantalones en lugar de los vestidos que le había tocado usar hasta ese momento.
Uno de los principales problemas de esta temporada es que los personajes exponen cómo son ellos o los otros, pero las acciones muchas veces no acompañan esas descripciones. Eso no significa que Nyssan no fuera un gran personaje, inteligente y resuelto, o que incluso Tegan, Adric o el Doctor no tengan puntos fuertes… pero sí que la oposición de virtudes de los personajes femeninos hace que queden alejados de los valores comúnmente asociados dentro de los clichés a ellas, para asociarlos al Doctor. Un Doctor que aparecerá principalmente lleno de dudas, incapaz de proteger a nadie y fundamentalmente débil.
El cambio de fechas implicaba un menor número de episodios, lo que significaba que debía tener dinero de sobra por los episodios no desarrollados. La BBC pensaba que si no se iban a emitir, para qué pagarlos, oponiéndose a la idea de Nathan-Turner de aprovechar el dinero para mejorar el presupuesto de la temporada. Al final se llegaría a un trato por el cuál ese dinero previsto y no utilizado iría al piloto del primer spin-off del Doctor, K-9 And Company, del que ya hablaremos en el futuro.
La permanencia de Nyssa suponía realizar algunos cambios en guiones, pero la verdad es que muchas veces eran los propios guiones los que iban variando sobre la marcha. Por ejemplo, en Kinda estaba prevista la historia con Tom Baker en mente, como chaman sabio, un cargo que difícilmente podría tomar Davison, y los acompañantes eran originalmente Romana y K9, mucho antes de que entraran Adric, Nyssa y Tegan. Durante el tiempo en que se suponía que Nyssa desaparece se había logrado un guión que ahora podría haberse tambaleado de no haber optado por la vía expeditiva: al final del anterior serial, Nyssa sufriría un contratiempo que le obligaría a permanecer en la TARDIS durante todo el siguiente. La historia en sí mezclaba ideas budistas con una estructura cercana a la de El nombre del mundo es Bosque, de Ursula K Le Guin, aunque el guionista Christopher Bailey siempre haya dicho que no había leído la novela. La historia permitía oponer a este Doctor amable con un ser superpoderoso, centrarse y conocer mejor a Tegan —que a estas alturas empezaba a ser caracterizado como una quejica que hacía poco más que discutir todo el rato con el Doctor— y ofrecer una historia sobre el conocimiento y su búsqueda. Además de una serpiente gigante de papel maché conocida como The Mara, claro.
Otro de esos guiones que daban vueltas casi sin fin era el que Eric Saward escribiría en The Visitation, una historia sobre la peste y los teatros con alienígenas que han entrenado a ratas portadoras de la plaga, que no tiene más que un par de puntos de interés. El primero era el intento de lograr mejorar la expresividad de los villanos gracias a animatrónicos, con el claro objetivo de que dejaran de meterse con los efectos especiales de la serie. El segundo es más importante: Saward pensó que sería realmente sorprendente ver cómo destrozaban el destornillador sónico del Doctor, sin imaginarse que JNT estaba buscando una excusa para quitárselo de enmedio al creer que hacía demasiado invencible al Doctor y que era usado como un recurso salvador demasiado habitualmente. De manera que este serial acabaría siendo la última aparición del destornillador sónico en todas las series clásicas. De paso, le valdría a Eric Saward para ganar el puesto de Jefe de Guionistas, del que Antony Root había huido, poniendo fin a la inestabilidad de Protagonista-Productor-Jefe de Guionistas que llevaba minando la serie los últimos años.
La siguiente historia también marcaría por algo externo: Black Orchid, una especie de recompensa concedida a Terence Dudley por su rapidez con Four to Doomsday, así como para aprovechar un hueco sobrante de dos capítulos —estaban previstos todos los seriales de cuatro capítulos, pero al decidirse a hacer el piloto de K9 ocupando el espacio de dos de esos capítulos sobraban los otros dos—. Esta historia doble, centrada en unos asesinatos misteriosos en los años veinte por el poderoso motivo de poner al Doctor a jugar al cricket, acabó siendo, sin embargo, la última vez que se realizara un serial sin aparición extraterrestre o de ciencia ficción —motivo por el que había sido rechazado por Bidmead en su momento—. No es tanto un serial histórico como uno de misterio, pero sí se tratará del último de este tipo hasta… bueno… de momento no hemos tenido otro.
Todo lo cuál nos acabará llevando a Earthshock, una historia en la que Nathan-Turner recuperaría a los Cybermen, aprovecharía para hacer algo de hueco en la Tardis, como tenía pensado desde hacía un tiempo, y, de paso, daría la sensación de ser una serie más adulta una vez más.
Originalmente pensado como un serial escrito por Christopher Priest, los problemas con el guión acabarían haciendo necesario que Eric Saward escribiera una historia para reemplazarlo. Ian Levine, el asesor de fandom, había sugerido ya antes que se trajeran de vuelta a los grandes enemigos de la serie, especialmente a todos aquellos monstruos que reinaron durante la etapa de Troughton. Y los Cybermen, con un nuevo diseño, parecían los más adecuados para comenzar con la recuperación. Aprovechando lo cuál se incluía un repaso a las anteriores apariciones (en la historia final del Primer Doctor, con el Segundo y con su única aparición posterior con el Cuarto). El final del serial, que incluiría la muerte de Adric para disgusto de Matthew Waterhouse, estaría reforzado por el famoso premio académico al chico maravilla —otro acompañante insoportable, antecedente de todos esos niños maravilla insoportables que irían apareciendo en la ciencia ficción— sin ningún tipo de acompañamiento sonoro.
La muerte de Adric sería, además, la primera de un acompañante de largo recorrido. Un ejemplo más de la falibilidad de este Doctor y una excusa para jugar con la marcha de Tegan en el serial de final de temporada, Time-Flight, que sigue el camino de recuperar el pasado ofreciendo una mención a UNIT para justificar saltarse las medidas de seguridad en un aeropuerto. Si anteriores historias llevaban un tiempo dando vueltas por las salas de producción, ésta llevaba tanto tiempo que el primero en echarle un vistazo había sido Douglas Adams.
La historia, que incluía además una visión de Adric para justificar sacar a actor y personaje como miembros aún del reparto en las debidas informaciones en avance y así no reventar la sorpresa del final de Earthshock, servía para recuperar de nuevo a The Master.
Que el nuevo horario hubiera funcionado pese a a las quejas generales —con The Guardian señalando que un par de días entre semana por la noche no es la mejor idea para un programa tan eminentemente familiar—, logrando recuperar tres millones de espectadores, parece que fue lo que decidió a la BBC a pasar en su siguiente temporada, la 20, el programa a miércoles y jueves. Un nuevo revés que iba marcado por la celebración del 20 aniversario.
La idea de preparar algún tipo de celebración aparentemente no se extendía a la serie, aunque una vez contemplada en su globalidad, el asesor en fandom Ian Levine señaló el regreso en cada capítulo de una pieza del antiguo Doctor, y como tal fue publicitado. En realidad esta nueva temporada es incluso más pesimista que la anterior, llenándose de acompañantes en peligro o connivencia.
Empezó con Arc of infinity, la primera historia de la vigésima temporada que comenzaba con Tegan regresando a la TARDIS gracias a Nyssa, mientras la manipulación de la Matrix de Gallifrey trae de vuelta a un gran enemigo del Doctor, nada menos que Omega, dando una idea de que los villanos dejarán de ser razas para ser individuos de vasto poder que ofrecen una perspectiva tan oscura como el resto de asuntos que asaltaban al Doctor.
Es curiosa la vuelta de Tegan, prevista ya al final de la temporada anterior, porque queda bastante claro durante toda la anterior temporada que no está disfrutando del viaje y que a duras penas soporta la compañía; se pasa discutiendo con él casi todo el tiempo hasta llegar a parecer casi Matrimoniadas. La relación del Doctor con sus acompañantes será parte de la temática de la temporada.
Así, en Snakedance será Tegan el centro al ser controlada su mente, de nuevo, por la Mara. Una vez más Christopher Bailey llenaba de nombres budistas la acción, que reincidía en temas de expansión mental a la vez que hablaba de sus orígenes, prefigurándola como un enemigo recurrente. Lamentablemente Bailey no lograría volver a convencerles con un guión, quizá por alejarse de Mara en los dos siguientes intentos, y no volvería a la serie. Como tampoco lo haría su creación.
En Mawdryn Undead sí que hubo un regreso inesperado. Originalmente pensada como una historia de celebración con múltiples ideas dentro, quizá lo más interesante para la serie era que serviría para recuperar al personaje de Ian Chesterton, uno de los acompañantes originales, que aquí aparecería como profesor de matemáticas de una escuela exclusiva en un apartado pueblecito. Pero Ian Levine estaba ocupado así que el equipo de producción pensó en pedírselo a Ian Marter, que interpretó a Harry Sullivan, sin éxito alguno. Así que pensaron en recurrir a uno de los más queridos acompañantes del Doctor sin preocuparse en que su aparición tendría poco sentido dentro de la historia del personaje. Sin embargo Nicholas Courtney sí estaba libre, y así pudo interpretar una vez más al Brigadier Lethbridge-Stewart. Su presencia como jubilado de UNIT y profesor de matemáticas en los setenta contradecía la propia presencia del Brigaier en varios seriales de ambientación ochentera. Ian Levine insistió a Nathan-Turner de que esto crearía una inconsistencia en línea argumental del Brigadier, pero el cariño que los fans sentían por el personaje y la falta de alternativas a la vista hizo que se decidiera proceder con su regreso.
Mientras tanto, la historia sirvió para introducir a un nuevo acompañante en la TARDISBUS: se trataba de Vislor Turlough, interpretado por Mark Strickson, que sería pieza central de esta temporada por varios motivos. De entrada, se trata de un peón de otro villano que estaba de regreso, el Black Guardian, quién había planificado el escenario para introducir a Turlough en la TARDIS. Además, con él pensaba jugar JNT la carta de la duplicidad que no le había permitido jugar Adric, y, de paso, organizar uno de esos arcos de episodios, una trilogía, de esas que tanto le gustaban. La idea era que Turlough, por indicación del Black Guardian, se ganaría la confianza del Doctor para traicionarle llevándole a una trampa creada por él. De nuevo los temas de la confianza y del control mental. Y de nuevo el Doctor permitiendo que alguien poco fiable le acompañara.
JNT lo estaba viendo todo tan encarrilado que empezó a pensar que quizá llegaba el momento de marcharse. Al fin y al cabo Peter Davison sólo había firmado por tres años, así que estaban a mitad de su contrato. Y Doctor Who no había regresado en las fechas habituales para permitirle rodar su otra serie… Quizá pudiera esperarse hasta la llegada de un Sexto Doctor y entonces irse. Aunque a la que tocaba despedir ahora era a otra persona.
Terminus, la historia central en esta minitrilogía, tomaba una decisión que podría aprecer extraña: despedirse de Nyssa. El primer sabotaje de la TARDIS por Turlough hace que termine en una estación espacial, llamada Terminus, en la que sus habitantes sufren el Síndrome de Lazars. No sólo eso, su primer motor ya ha explotado —se nos sugiere que originó el Big Bang— y el segundo está cerca de acabar igual. A lo largo de la historia Nyssa contraería la extraña enfermedad.
Nyssa sería, pues, el centro de la acción. También el motivo de que tanto Sarah Sutton como Peter Davison protestaran por su marcha. Nyssa era inteligente y resolutiva y, en opinión de Davison, la acompañante más lógica para el Doctor. Nyssa era, de hecho, una acompañante en el sentido tradicional, frente a la quejicosa Tegan y el poco de fiar Turlough. Pero como parte de la trama de la temporada iba precisamente de los acompañantes de este Doctor, JNT creyó imprescindible despojarle de la única que funcionaba de la manera tradicional.
La grabación del serial estuvo llena de problemas, como si no quisiera dejarla ir. Problemas que iban desde cortes eléctricos a diseños de producción que no acababan de funcionar; la grabación fue una auténtica odisea, incluyendo una serie de pequeños problemas que acabarían con un cambio de opinión en el último minuto sobre añadir una hora de rodaje extra, para poder repetir unas tomas y completar otras, que desembocaría en una confrontación entre el productor y la veterana directora Mary Ridge, responsable de múltiples seriales de Doctor Who a lo largo de los años.
La historia era obra de Stephen Gallagher, responsable de Warrior’s gate hacía dos años. La idea era, de hecho, que su historia estuviera en la anterior temporada, pero todos los cambios, especialmente entre los jefes de guionistas, habían retrasado la contestación. Los problemas derivados y el hecho de que su siguiente guión fuera considerado demasiado costoso hizo que se apartara del Doctor y se acercara a la ITV y los americanos.
Finalmente completado el serial, Nyssa está repuesta pero decide quedarse en Terminus para curar y ayudar a otros enfermos de Lazar. Así, haciendo lo correcto, el Doctor pierde otro acompañante. Y quizá por eso, o quizá por cómo es este Doctor, se despide de ella con un beso en la mejilla.
Ello permitiría cerrar la saga del Black Guardian con algo nada cómodo, Enlightenment. Un título con múltiples lecturas, sobre todo porque significa también el regreso del White Guardian, que guía la TARDIS hacia una carrera espacial en la que un grupo de seres poderosos llamados Eternals compiten por vencer y conseguir el premio, esa iluminación que es ofrecida por los dos guardianes. La guionista Barbara Clegg crea así una historia con varios niveles, desde un comentario sobre las clases sociales y sus relaciones, donde los pobres poco importan y las clases altas están ahí para divertirse viendo correr a la media, hasta resonancias bíblicas en ese conocimiento que parece envenenado en su consecución —que también nos haría recordar a la Mara, la gran serpiente en la vida reciente del Doctor —, y, por supuesto, su parte de ciencia exponiendo la teoría de los vientos solares como elemento fundamental para la carrera.
Mientras tanto, quizá como burla del destino, los técnicos en iluminación se encontraban al borde de una huelga indefinida, realizando acciones que ya estaban suponiendo retrasos en el rodaje de este serial, igual que habían impactado discretamente en el anterior. Así, durante todo el rodaje pendía la amenaza de nuevos cortes de luz. Las disputas y problemas, junto con el convencimiento de que los guiones tampoco eran gran cosa, además de la marcha de Sutton, sugirieron a Davison a confirmar a JNT, quien cumpliría su contrato y se largaría tras la siguiente temporada. Lo que el productor no podía esperarse es que también le dijeran que querían irse Tegan, Janet Fielding y Mark Strickson, Turlough.
Turlough lograba sobreponerse a la influencia del Black Guardian y decidía quedarse con el Doctor tras haberle derrotado. Algo que, sin embargo, no llevaría a un cambio en la extraña forma de comportarse del personaje. Más aún cuando en el siguiente serial apareciera el sustituto de Nyssa… o quizá debería decir lo.
Cuando la TARDIS llega a la Inglaterra del Siglo XIII nuestros viajeros descubren que el Rey Juan está comportándose de manera más… insoportable que de costumbre. Pese a que debiera estar en Londres acercándose a lo que sería el nacimiento de la Carta Magna, una investigación posterior descubre que detrás del monarca, perdón, en lugar del monarca… bueno… que en realidad el Rey Juan no es el Rey Juan. Es un androide llamado Kamelion con la habilidad de tomar cualquier forma humana para sustituirla y replicarla al detalle. Un robot programado para desestabilizar Inglaterra modificando los eventos que llevarían a la firma de la Carta Magna, mostrando a un rey bastante idiota y haciendo que se comportara peor aún… estaba claro que tras este plan sólo podía encontrarse The Master.
La idea de John Nathan-Turner era, además de recuperar a otro viejo enemigo dentro de lo que había sido la constante de la temporada, buscar un sustituto útil y creíble a K9. El éxito entre los más pequeños era evidente, eliminarlo había sido una decisión lógica por sus limitaciones, pero también les había hecho perder audiencia, así que quizá otra marioneta más adulta y con un poder concreto sirviera para recuperarlos.
Todas estas variantes hicieron que el guionista, Terence Dudley, escribiera casi al dictado del equipo de producción. Y eso incluso antes de descubrir que la marioneta de Kamelion era tan limitada como K9. Cuando JNT y Eric Saward vieron la demostración por parte de sus creadores les pareció absolutamente impresionante. JNT inmediatamente pensó en ponerlo en una aventura con The Master. Saward, que consideraba al villano como un enemigo menor, no estaba muy convencido; menos aún de traer de vuelta a Dudley, al que consideraba un escritor mediocre. Pero, como de costumbre, John Nathan-Turner se salió con la suya, aunque Dudley no volvería a trabajar después para Doctor Who.
La resolución de la huelga de iluminación les permitió trabajar, además, con cierta tranquilidad, tras los dos problemáticos rodajes anteriores. De este modo, Kamelion se unió al viaje incorporando así otro acompañante poco de fiar dentro de la TARDIS y reforzando, tras la saga del Black Guardian, la idea de Redención con este Doctor que parece inclinado a dar segundas oportunidades y no rehuye personajes que pueden traicionarle. Algo que serviría tanto a los que defienden que es una variación más blanda como a los que consideran que tras una apariencia de flojera existía una persona que no dudaba enfrentarse a poderes cósmicos que le sobrepasaban claramente o en confiar en aquellos que menos deberían.Lo que, a la vez serviría como resumen de temporada visto los acontecimientos.
Su posición como penúltima emisión de la temporada desapareció al decidirse una serie de cambios de fechas de emisión que impedirían llegar a la fecha del 23 de Noviembre de 1983 de manera natural. En su lugar se decidió desgajar dos episodios del presupuesto (y luego dotarlos de presupuesto extra), de manera que en la fecha se pudiera estrenar un especial independiente del resto de las temporadas. Se permite así a la 20 terminar antes y a la 21 comenzar ya en 1984, dando además tiempo a Peter Davison para atender a sus otros compromisos.
Ese especial sería The Five Doctors. En él, como si de una historia tolkeniana se tratara, se reúne una pequeña multitud de personajes, Doctores pero también acompañantes, para lograr completar un viaje dentro de Gallifrey con un objetivo muy claro: Rassilon.
Mientras tanto, el dinero extra que le había prometido el jefe financiero de la BBC1, Alan Hart, merced a un acuerdo con BBC Enterprises, no acababa de llegar. Las negociaciones entre ambas empresas se demoraban, por lo que JNT decidió intentarlo de nuevo con la ABC australiana, logrando con éxito alcanzar un acuerdo puntual para la grabación de este evento especial.
Una vez logrado el dinero se dirigió a los actores: primero a Baker, que fue muy claro en su completa falta de interés en participar. Pertwee aceptó sin problemas. Troughton sólo puso como condición que no le coincidieran las fechas con compromisos anteriores y, dado que Hartnell llevaba muerto desde 1975 decidió reemplazarle por Richard Hurndall, un habitual secundario de carácter. Una vez logrado el reunirles, Baker comunicó que se lo pensaría según el guión. No estaba tan mal.
Saward quería a Robert Holmes para el guión, pero a éste le costaba hilvanar todas estas uniones de continuidades y de personajes de distintos creadores, pese a que él hubiera escrito ya aventuras para la mayoría de ellos, por lo que el trabajo acabó siendo encomendado a otro de los grandes nombres del programa, Terrance Dicks. La historia que Holmes preparaba, con los Cybermen, quedó apartada, y Dicks se limitó a pedir no tener que lidiar ni con K9 ni con los Daleks, dado que la mayor parte iba a ser rodada en exteriores. La idea era ir a por acompañantes icónicos: al Primer Doctor le acompañaría Susan, al Segundo Jamie, al Tercero el Brigadier y para el cuarto pensaban en Romana II, pero el reciente divorcio de Baker y Ward hizo pensar en sustituirla por Sarah Jane.
Dicks pensó en una historia en Gallifrey que nos mostrara la podredumbre de la sociedad Time Lord y la búsqueda del poder de Rassilon, con apariciones también de los Cybermen además del Master, así como de otros gallifreyianos a los que habíamos visto antes, como Borusa. Dicks quería jugar la carta de que uno de los Doctores pudiera parecer el traidor, y también pensó que Baker, el más popular, podría ser el centro de la acción. Sobre todo tras ver el primer guión y decidir que estaba interesado en participar.
Sin embargo, los problemas de agenda empezaron a aparecer. Frazer Hines vio cómo no podría participar, privando así a Jamie de regresar; eso hizo que el Brigadier pasara a actuar con el Segundo dejando libre al Tercero, por lo que pensaron en traer de vuelta a Jo Grant. Pero en ese momento Tom Baker se echó para atrás. Decidió que no estaba preparado, aunque accedió a que se usara el material grabado y nunca emitido para Shada, para que también él estuviera presente, justificando su situación como una trampa que les mantenía encerrados en un lapso temporal por ser considerado el más peligroso, tras las demostraciones de poder que Cuarto había hecho en Gallifrey. De esta manera, Romana acompañaría al Cuarto y Sarah Jane podía ir con el Tercero. Otros acompañantes aparecerían como cameos, igual que algunos monstruos como los Yetis o, por supuesto, un Dalek grabado en estudio. Mientras, Ian Levine trataba de arreglar los huecos de continuidad, como si Jamie y Zoe podían recordar a alguien.
Los personajes clave de Gallifrey tendrían nuevos actores, algo que ya había sucedido antes con Borusa, y solo el Castellano repetiría actor una vez más: Paul Jerricho. El transfondo estaría bien unido, con el Quinto Doctor tomando el papel central y justificando de paso la mayor oscuridad, acorde a la de las nuevas temporadas, que tendría la acción.
Los fastos fueron tales que lograron incluso la portada del Radio Times, algo que no ocurría desde hacía nueve años. La retransmisión fue un éxito y todo parecía encarrilado para hacer de nuevo de Doctor Who un éxito…
Sin embargo, desde el inicio de la temporada 21 se olían los problemas. Al fin y al cabo se iba el Doctor, los acompañantes y todo lo que quedaba era una marioneta de efectividad dudosa, que no podían esperar para quitársela de en medio.
Eso y una creciente sensación de oscuridad en la serie, empezando por el inicio de temporada, un recordatorio de la Guerra Fría y la política de bloques que traía de nuevo a los Silurians y sus primos mojados, los Sea Devils, luchando contra la Humanidad. Todo ello mientras entre bambalinas Jonathan Nathan -Turner estaba más interesado en buscar a un nuevo Doctor… bueno, en realidad en fichar al que ya tenía decidido, Colin Baker, mientras trataba de que Peter Davison no se molestara, o no se enterara más bien, de que había decidido sustituirle a la mitad de la temporada. Al que no se lo pudo esconder fue a Saward, que cada vez notaba más problemas en su trabajo con JNT.
Y aunque algunos seriales como The Awakening hacían sospechar que estaban sin ideas y tenían que fusilar historias del pasado, como The Daemons en esta ocasión, o los obvios parecidos de su anteriores historias con las primeras apariciones de los Sea Devils y Silurian, el resto de la temporada iba a resultar muy distinto.
Empezando por Frontios, un cambio en el que se nos presenta una sociedad bajo un régimen autoritario, sospechosamente estalinista si queremos ver la interpretación más sencilla. Una historia sobre el conflicto en Beirut, si hemos de creer a los guionistas, con un Doctor en permanente estado de laciedad que se muestra impotente para algo más que sujetar la mano a los muertos.
Algo incluso más obvio en la siguiente historia, Resurrection Of The Daleks, que no sólo recuperaba a los malvados saleros tras casi cuatro años de ausencia, sino que también establecía un nuevo record de muertes, reales o aparentes, incluyendo a casi 80 personas en la historia del programa, y entre ellas estaba la teórica muerte de Davros. Eric Saward quería algo tan impresionante como había sido su Earthshock hacía dos temporadas, y es que aquí también pretendían que fuera para la temporada anterior. De hecho, los múltiples problemas de producción serían uno de los grandes puntos de fricción entre Saward y JNT, con el director y guionista Peter Grimwade como víctima colateral al quedar en medio de ambos, lo que causó su baja del serial. Pero tanta muerte estaba prevista para dar un buen motivo de marcha a Tegan; algo diferente de todos esos otros motivos de los que no dejaba de quejarse, claro.
Y si eso parecía mucho, la siguiente historia, Planet Of Fire, sería toda una escabechina, y la presentación de uno de los puntos bajos de los acompañantes del Doctor: Peri Brown. Peri es, se supone, una estudiante de botánica a la que Turlough encuentra desmayada y, claro, lleva a la TARDIS para que se recupere, sin notar que Kamelion vuelve a estar bajo el control del Master y, por ello, les hace viajar a una trampa. Es decir, Peri es raptada. Pese a lo cuál, es tan corta que no se lo toma mal en ningún momento.
(¿He mencionado ya que tiene un busto más que notable y una querencia por las camisetas ceñidas? Cuando uno lee que JNT consideraba que era un algo para los padres, como antes había sido el vestuario de Leela, poco puede hacer más que esperar que el personaje o la actriz consigan mejorar. Algo así como lo que pasó con Jo Grant).
De momento, en esta historia muere el Master —un decir—, muere un montón de gente más, Turlough decide volver a su hogar —y dejar de mostrarse esquivo y raptar gente—, mientras que Kamelion…
Si ya era suficientemente malo trabajar con la marioneta habitualmente… Uno de los dos creadores del ingenio murió en un accidente fortuito, el otro demostró que no sabía manejar del todo a la cosa, de modo que el rango de movimientos, ya de por sí reducidos, se convirtió incluso en menor, casi limitado a sentarse y levantarse. De modo que se filmaron casi todas sus partes como un personaje caracterizado, antes de concluir con una escena emotiva en la que, de nuevo, el Doctor cogía la mano de un acompañante para ayudarle en su muerte. En este caso algo muy discutible y, además, causado por el propio Doctor a petición de Kamelion para que dejara de ser una amenaza para la gente. Eutanasia robótica, y luego dirán que no incluye nuevos conceptos.
Fue una suerte para la temporada que Robert Holmes no fuera capaz de realizar el especial de los cinco Doctores. Ello significó que se ofreciera a realizar un guión para otro serial y, aunque JNT no quería guionistas anteriores a él, Saward estaba entusiasmado con la idea, sobre todo porque ahí se daría cambio a un nuevo Doctor.
De hecho, Davison había notado una mejora en los guiones y habló con JNT de añadir otro año a su contrato, pero la contratación de Baker era efectiva. Davison se lo tomó con deportividad; lo que, por otro lado, le permitió irse por todo lo alto. The Caves Of Androzani es uno de los grandes seriales de Doctor Who, una historia de drogas, capitalismo, el destino, ecos de los problemas con la industria militar, incluso referencias al escándalo de Al Yamamah en el que el gobierno inglés de Thatcher había llegado a un acuerdo a cambio de petróleo, que los medios descubrieron como muy desfavorecedor y extremadamente costoso para el contribuyente inglés. Un brillante ataque a tantas cosas cotidianas usando como diana principal las políticas de la Primera Ministra, algo que podría haberse visto como parte de la lucha que la BBC estaba manteniendo contra ella, y que causaría olas a partir de la siguiente temporada.
De momento lo que tuvieron fue un punto final perfecto y coherente con esta época. Con el Doctor fallando de nuevo, con un repaso a varios acompañantes, con la miseria y la oscuridad alrededor, con los personajes principales envenenados y el Doctor logrando por una vez que el otro, Peri en este caso, no muriera, gastando en ella lo que quedaba del antídoto aunque fuera a costa de dar su propia vida.
2013-06-10 17:24
“En dura competencia con Buck Rogers in the 27th Century” Estas cosas sólo pasaban en los 80…
2013-06-10 17:57
Fue un fenómenos curioso, los propios ingleses no acababan de entender el exitazo de la adaptación de Larson cuando la propia serie en USA había logrado una segunda temporada en parte por la huelga de actores y luego desaparecido. Aunque fuera para convertirse en una serie de culto, así que aún tuvo suerte Doctor Who.
Aunque… pero no, ya lo veréis cuando llegue agosto.