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El receptor por Jónatan Sark

Televisión hay, aún, por todas partes. Mientras avanza el siglo, e Internet la remplaza, queda como el electrodoméstico más importante. El que expulsa información sin parar. Información que debe ser sopesada. Esta columna tiene como finalidad y motor reflexionar sobre lo que se emite por televisión y considerar críticamente lo que en ella se ve y expone. Y lo hacía cada lunes. Sigue en elreceptor.com.

Finalizantes encarnaciones teleinformativas ficcionales

Una vez terminado el repaso a la información en televisión con las desalentadoras conclusiones de las últimas semanas vamos a cerrar el tema y el año con una revisión de cómo ha visto la ficción la labor periodística y, más especialmente, la de sus propios informativo. Al fin y al cabo fue el anuncio de la creación de The Newsroom lo que me decidió a comenzar este repaso.

El tema del periodismo ha servido fundamentalmente a dos propósitos, primero para presentar series de acción y aventuras protagonizadas por periodistas entendidos como modernos héroes que luchan por la Verdad y quizá también la Libertad e incluso puede que la Justicia; en segundo lugar para una revisión desmitificadora a través de sitcoms laborales que demuestran cómo funcionan en realidad sus entresijos, a partir de ahí empezaron a llegar series dramáticas —generalmente con toques de comedia— que se centraban en un oficio tan interesante procurando ofrecer una perspectiva global del negocio, incluyendo la lucha entre ese teórico instinto periodístico y la realidad del control de los medios por sus empresas. Pero vamos a ir viéndolo de manera más organizada… Porque incluso así podemos ir constatando cómo cambió la visión del periodista.

En un principio era un defensor, como decía, que muchas veces servía en realidad como excusa para meterle en multitud de líos y mostrar paisajes o ambientaciones exóticas como ya habían hecho en Tintín. De hecho, la primera serie protagonizada por un periodista curioso que destapa líos e intrigas es, ademas, la serie con el título oficial más largo de la historia de la televisión, y eso es mucho decir para algo estrenado en 1951: Your Kaiser Dealer Presents Kaiser-Frazer “Adventures in Mystery” Starring Betty Furness in “Byline” o como fue comúnmente conocida Byline. En ella Betty Furness interpretaba a una reportera inquieta, y si hubiera quedado algún registro más podría seguir pero entre su primer paso por la ABC y un segundo por la DuMont como News Gal no impidieron que en poco tiempo no quedara demasiado registro de la misma.

En cualquier caso las series de periodistas inquietos pronto empezaron a salir, ya fuera en formatos más cercanos al periodismo de acción como The Roaring 20s (1960-62) o el segmento de periodistas de The Name of the Game (1968-71) o en su versión de aventuras por el mundo como en Man of the World (1962-63) y más increíblemente aún en Shirley’s World (1972), una producción a medias entre la americana ABC la británica ITV en el que Shirley MacLaine —sí, claro, esa actriz. ¿De verdad os habíais creído lo de que tener a actores de Hollywood haciendo televisión era una novedad ahora que el medio está refrendado culturalmente? Ingenuos— ejercía de teórica reportera gráfica pero en realidad de reportera polvorillas que lo mismo entrevistaba que hacía fotos y, sobre todo, se inmiscuía en la vida de la gente sobre la que debería de informar, todo ello con un tono a mitad entre la comedia y el drama con ocasionales momentos de acción, un poco de todo que, sin embargo, no llegó a durar más de una temporada.

No sólo eso, en los años ’70 también se vivió el acercamiento como productor de intriga realista por parte del siempre admirable Jack Webb que impulsó Mobile One (1975), también por sólo una temporada, igual destino sufrió el planteamiento de misterio propuesto por Kingston: Confidential (1977) en el que Raymond Burr interpretaba a un magnate de la prensa que trataba de ayudar a los desfavorecidos y resolver crímenes gracias a sus contactos y periodistas. Algo que, sin embargo, costó creer al público (Una lástima, por que Jesús de Polanco o Pedro J hubieran dado para una magnífica versión española) y tampoco tuvo mucha más suerte uno de los ahora clásicos de culto, la serie que unía el periodismo con los sucesos misteriosos antecediendo a Cazadores de sombras (Shadow chasers, 1985) en la idea del reportero de lo paranormal y mostrando el camino para múltiples series más, y muy en especial para Expediente X (1993-2002), que aprenderían mucho de lo que significó Kolchak: The Night Stalker (1974-75).

Bien es cierto que si alguien suele llevarse la gloria por esto es Richard Matheson que adaptó la muy pulp novela de Jeffery Grant Rice hasta convertir la historia de un periodista que investiga en unos asesinatos en serie para acabar descubriendo que el culpable es un vampiro en un magnífico telefilm, tanto que decidieron darle otro telefilme, Kolchak: The Night Strangler (1975), esta vez basado en una historia original de Matheson y con un mad doctor de por medio. Estaba en preparación un tercer telefilm coescrito por Matheson y William F. Nolan con una trama extraterrestre de por medio. Lamentablemente fue elegida para serie quitándose de en medio al equipo, sólo los actores permanecieron, de manera que la calidad fue menor y la serie solo duró una temporada. Pero la semilla del periodista de lo paranormal estaba puesta.

El final de los años setenta marca también el final del periodista como figura de acción, en adelante podrá ser la profesión del protagonista pero rara vez se le verá ejerciendo su trabajo —aunque, bien pensado, eso ya pasaba también en Tintin — como pasaba en Journeyman (2007), o bien su trabajo será acompañar a los chicos duros como en Night Heat (1985-89) o se tratará simplemente del catalizador de la acción como en Edición anterior (Early edition, 1996-2000) aunque aún tendríamos una historia más, especial y magnífica, otra serie de culto, que redefinió muchos conceptos televisivos sobre periodismo y podría casi considerarse la primera serie cyberpunk, hablo —muy obviamente— de Max Headroom (1987-88)

En 1984 Max Headroom apareció por primera vez en la televisión, el primer televisor por computadora, en parte sátira del clásico presentador prepotente, en parte inteligente, rebelde y autoconsciente de lo que la misma televisión significaba. Con un estilo único gracias en parte a su creador, Peter Wagg, y la técnica, fue un éxito inmediato exportado a varias publicidades y, por supuesto, una versión para televisión. Todo ello desde Reino Unido aunque con un ojo puesto en los USA, lo que se justificó incluso con el telefilm para Channel 4:

Max Headroom: 20 Minutes into the Future que urdía todo un transfondo con un futuro en que las grandes empresas de comunicación están por encima de los gobiernos, marcando su propia agenda al resto del mundo y coartando a sus periodistas, reducidos a marionetas que hablen de temas que no molesten o que les ayuden. Uno de los pocos periodistas de raza que quedan, Edison Carter —Interpretado por Matt Frewer— descubre que su jefe está creando con el genio tecnológico de la cadena una suerte de noticias comprimidas que pueden ser mortales para los espectadoras, antes de que pueda denunciarlo sufre un accidente con un golpe en la cabeza. El experto informático duplica su mente online poco antes de ser robado por Blank Reg el dueño de la emisora pirata de actitud abiertamente punk, mientras que su parte física resulta estar menos muerto y vacía de lo que parecía y regresa para dejar al descubierto a su jefe.

No tuvo mucho éxito con los ingleses pero sí con los americanos que decidieron remontarlo como piloto añadiendo actores americanos con algunos nuevos personajes —Por ejemplo, su productor que sería interpretado por Jeffrey Tambor — y preparando así un mundo futuro plausible en el que incluir las tramas que, además, contaba con tres cadenas, Canal 23 que tiene empleado a Carter, la pirata Big Time y una nueva, el Canal 66, decididamente diabólica y con el exjefe de Carter al frente.

Acabó teniendo dos temporadas, la última accidentada como siempre ocurre en estos casos, y se convirtió no sólo en un referente de la ciencia ficción televisiva, aunque fundamentalmente fue su parte cyberpunk e inconformista junto con la abrasiva y cautivadora personalidad de Max la que lo convirtió en un clásico de culto.

Irónicamente uno de las principales referencias en la construcción de Max era la de un periodista de los nuevos tiempos, esos que traían los años setenta, en los que se podía hacer comedia y también se podía hacer realismo, o drama realista si ustedes lo prefieren o, si van a forzarme a usar la palabreja… dramedia. El personaje era Ted Baxter, el encantador y agradable aunque notablemente bobo presentador de una de las series más influyentes de la historia televisiva que, además, inauguró la comedia sobre periodistas.

The Mary Tyler Moore Show, conocida en España como La chica de la tele, fue una comedia que duró desde 1970 hasta 1977 con un éxito enorme. Vehículo estelar del que ya hemos hablado y que tiene el valor añadido de hacer interesante el entorno de una redacción de noticias, de una cadena, una localización que pasaría a convertirse en recurrente en las décadas siguientes, incluso de manera tangencial en éxitos como Frasier (1993-2004) o más recientemente en Go On (2012-). No es que fuera la primera serie que situaba la acción dentro de la televisión, sin alejarnos mucho de la propia Mary Tyler Moore su anterior éxito en el Dick Van Dyke Show ya trataba el tema, más aún, el siguiente programa de Van Dyke, The New Dick Van Dyke Show (1971-74), le presentaría como un presentador de talk shows.

La estación como centro vital sería una combinación con el noticiario, a partir de ahí se podrían dar paso a clips animados como los Archie’s TV funnies (1971-73), jugar con lo que se ve con lo que hay detrás como hacían en Goodnight, Beantown (1983-84), Good Morning, Miami (2003-04) o Back to You (2007-08) —de nuevo con Kelsey Grammer — y, por supuesto, los acercamientos ingleses cuyo ejemplo más recordado posiblemente sea Rutland Weekend Television (1975-76), la creación de Eric Idle tras el Flying Circus de la que saldrían, por ejemplo, The Rutles; más cercano aún al concepto de parodia de canal estaría la también inglesa KYTV (1989-93) aunque su punto principal fuera no tanto la estación del nombre como hacer una imagen satírica de los canales por satélite ingleses de principios de los noventa.

También servían para desarrollar tramas paralelas que ocurrieran allí, como la comedia con genio Just our luck (1983), la doubtfiresca Ask Harriet (1998) —Que sólo duraría cinco episodios—, o la aún más increíble The Chimp Channel (1999) que parodiaría las estaciones de televisión convirtiendo a todos los humanos en… monos.

Los años noventa nos traería, sin embargo, dos de las mejores series de televisión sobre noticias que jamás haya tenido la televisión: Murphy Brown (1988-98) y Drop the dead donkey (1990-1998)

Murphy Brown es una de esas cosas que todo el mundo debería conocer, y que yo asumo que conocen. Comenzando por el regreso de la periodista Murphy Brown (Candice Bergen en el que probablemente sea el papel de su vida) a su puesto en el programa informativo FYI de la CBS —cadena de la sitcom, claro— tras su paso por rehabilitación, los dimes y diretes diarios de los periodistas en historias sacadas de los titulares, con especial ojo para la sátira política, le dieron rápidamente popularidad, más aún cuando durante su cuarta temporada decidiera tener a un hijo como madre soltera en un acto que el entonces vicepresidente Dan Quayle mencionaría durante un discurso en la campaña electoral de 1992. Tras toda una década en antena la serie terminaría con un largo arco argumental sobre cancer de mama y la necesidad de prevenirlo que incluiría a Murphy siendo operada y soñando que entrevistaba a Edward Murrow, uno de los personajes constantemente referenciados en la serie.

En cuanto a Drop the dead donkey, se trata de una serie magnífica, cuyas cinco primeras temporadas jugaban directamente con la actualidad de la semana permitiéndose comentarios sobres hechos del momento y en el momento. Los hechos se trataban durante la semana y eso permitía hacer comentarios que podían acabar siendo más o menos afortunados pero que eran, ante todo, actuales. También los entresijos de la información eran tratados, especialmente porque el hecho que pone en marcha la acción del primer episodio es la compra de la empresa GlobeLink News por parte del millonario Sir Roysten Merchant que decide que es la forma más sencilla de tenerlos manejados, colocando a un productor, Gus Hedges, para que se ocupe de que los múltiples intereses de su conglomerado —generalmente en el borde exterior de lo ilegal—, que pese a ser notablemente derechista no duda en acercarse a Blair cuando llegue al poder. El resultado es una serie dura y mordaz, con mucho humor negro y mala leche, plenamente consciente de que el periodismo es un negocio y debe servir a unos jefes, se llamen Roysten Merchant, Robert Maxwell o Rupert Murdoch

La popularidad de DtDD causó un reflejo australiano, Frontline (1994-97) o la sueca Döda danskar räknas inte (1994), todos oscuros y actuales. Lo mejor es que incluso considerando que las referencias directas pueden parecer fuera de lugar funciona perfectamente como creación histórica y como comedia.

Por supuesto hubo muchas más comedias, desde la centrada en los deportes Good Sports (1991), protagonizada por Farrah Fawcett y Ryan O’Neal, o las de corta vida Arsenio (1997) —5 episodios—, LateLine (1998-99), Wednesday 9:30 (8:30 Central) (2002) , junto con Home Free (1993), protagonizada por un jovencísimo Mathew Perry, An American in Canada (2003-4), la bastante espantosa Pepper Dennis (2006), la canadiense Moose TV (2007-08) o la comedia inglesa de reporteros por el mundo Taking the Flak (2009)

También habría otros formatos periodísticos visitados como en The Naked Truth (1995-1998), que abordaban el sensacionalismo de las revistas como en Dame un respiro (Just shoot me!, 1997-2003), Suddenly Susan (1996-2000) o incluso la extraña mezcla llamada Dirt (2007-2008)…

Aunque en realidad estaba pensando en la versión radiofónica, NewsRadio (1995-99), una magnífica comedia con grandes actores como Dave Foley, Stephen Root, Maura Tierney, Andy Dick antes de todos sus problemas y, sobre todo, Phil Hartman que sería asesinado en la vida real entre la cuarta y quinta temporada. Sorprendentemente Dick encontraría trabajo de nuevo en otra serie centrada en el periodismo como centro de trabajo, Less than Perfect (2002-06).

Pero volvamos a Mary Tyler Moore de nuevo para hablar de las series dramáticas porque también en esto sería unos innovadores al coger el personaje del jefe para lanzar su propia serie de elementos dramáticos, Lou Grant (1977- 1982) de cuya vida, importancia e indefendible cancelación también hemos hablado ya aunque, de nuevo, espero que no haga falta hablar de la importancia de la serie, de la ética de su personaje principal y de cómo inyectaba idealismo sin perder de vista la transformación que estaba teniendo el negocio, aunque no por ello dejara de lado el enfrentamiento con sus empleadores.

La única serie que podría competir con ella por el título inaugural es la australiana The Box (1974-77), un acercamiento al culebrón de lo más curioso que tendía a usar ideas completamente alocados. Más en el estilo de esta segunda saldrían W.E.B. (1978) — 5 capítulos — y The American Girls (1978) — 7 capítulos — aunque, como decíamos antes, los ochenta no fueron los mejores años para el periodismo en sus representaciones más serias.

Por fortuna para todos a finales de la década se realizaron tímidos intentos como TV 101 (1988-89) , sobre un profesor que decide hacer un noticiario en lugar de un periódico escolar, con un tono serio similar al de los Degrassi, el exceso de controversia y la seriedad hizo que durara sólo una temporada, aunque nos dejó ver los inicios de Matt LeBlanc Pero no todo es USA y llegarían dos series internacionales: la canadiense Reporteros (E.N.G., 1989-1994) y la británica La pandilla plumilla (Press Gang, 1989-93).

La primera, emitida en España en casi su totalidad, narraba con la clásica seriedad canadiense la vida de los reporteros de un canal de televisión dándoles un aspecto de serie de profesión sin mayor vocación que esa, mientras que la segunda estaba armada sobre un cuerpo de serie adolescente para introducir en ellas reflexiones sobre el papel de la prensa — nada que ver con la más cómica Student bodies (1997-99) — permitiendo así unir y debatir las noticias generales aplicando una visión y unos sucesos más cercanos para los jóvenes. Y sí, los creadores eran Bill y Steven Moffat.

En esta categoría llegaríamos a poder ver adaptaciones de biografías como Urban Angel (1991-93) o adaptaciones dramáticas de las series de estación como WIOU (1990-91) aunque será la búsqueda de una serie dramática y sera sobre periodismo lo que nunca terminará, ya sea usando tabloides como New York News (1995), periódicos serios como Deadline (2000) que sólo vio emitidos 5 episodios pese a contar con un magnífico Oliver Platt y un piloto prometedor, o la muy seria Beggars and Choosers (1999-2000), incluso Sorkin probó suerte con la más tendente a lo deportivo Sports Night (1998-00) aunque quizá fuera la canadiense The Newsroom (1996-2005) la que más se aproximara al híbrido de las dos series con Lou Grant, algo que se demostró por su enorme repercusión que ha permitido a su creador seguir reflexionando sobre el mundillo, por ejemplo en su serie más reciente Good God (2012).

Y aun quedarían algunas como las cortas The Beast (2001), Breaking News (2002) o la canadiense The Eleventh Hour (2002 – 2005), incluso la relacionada con temas de producción Moving Wallpaper (2008-2009) aunque la que realmente es la última gran serie sobre periodismo es, sin duda, la británica The Hour (2011-)

Estas eran las más importantes, aunque ha habido más, sobretodo por el mundo, la filipina May Tamang Balita (2011-), la francesa Francia Météo+ (2008-11) o, incluso, la española Periodistas (1998- 2002) demostrarían el interés en la empresa periodística.

Quizá sería por esto por lo que experimentos como Anchorwoman (2007), una idea de la FOX que nunca dejó claro si se trataba de una comedia o de un reality que seguía el ascenso de una exparticipante de concursos de belleza , provocó un gran debate, pobre audiencia y su retirada tras sólo 2 capítulos. Y eso que no era tan diferente de la Corky Sherwood de Murphy Brown.

Es curioso que con tanta atracción como ofrece el oficio, y tanto interés que parece despertar, no pareca la gente igual de concienciada en lograr una mejora o en buscar una información de mayor calidad. Espero que al menos este breve repaso a la historia, sus vaivenes y sus recobecos haya servido para que alguno se replantee la posibilidad de no ser crítico con lo que se nos ofrece, el cómo y el por qué, además de haber tomado nota de alguno de los programas y series a los que echar un ojo.

Mientras tanto les dejo, no tanto para ver capítulos antiguos de Newswipe como para comprobar qué tienen que decir en Listening Post. En cualquier caso, y si han logrado llegar hasta aquí, piensen un poco en cómo se informan, consideren globalmente The Newsroom y tengan unas felices fiestas.

Jónatan Sark | 24 de diciembre de 2012

Comentarios

  1. E. Martín
    2012-12-24 12:30

    Deberías haber incluido Lois y Clark, pero bueno.

  2. Tvc15
    2012-12-24 16:19

    Hace unos años hubo un proyecto dando vueltas sobre El Caso y sus investigaciones paranormales. Lástima que no saliera.

  3. Jónatan S.
    2012-12-26 11:52

    Emilio

    Hummm… la verdad es que esa variación del primer grupo, del periodista de acción, en la que podrían haber entrado Spider-Man también, me pareció menos centrado en la reflexión periodísitca y, precisamente por ello, la única versión animada es la de la redacción de Archie pero he dejado fuera a, por ejemplo, Reporter Blues (1991 / 2006)

    De todas formas prometo que está previsto en algún año de estos —posiblemente para 2015 ó 2017, según se comporten las parrillas— una serie de artículos sobre los superhéroes en la televisión. Y ahí sí que hablaré de Lois & Clark… Posiblemente.

    Tvc15
    ¿Tuvo que ver ese proyecto con lo que luego acabó siendo la película NO-DO?, porque también apuntaba maneras para una serie. En ambos casos con Kolchak como referente, diría yo. En fin, qué pena que en España hacer fantástico sea tan difícil.

  4. Tvc15
    2012-12-27 20:31

    No, creo que no tuvo nada que ver con la película de Quiroga, y sí, Kolchak estaba revoloteando por ahí.
    Y completamente de acuerdo en la mala vida del género fantástico, lo que no deja de sorprender cuando sí que funciona en cine.


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