Televisión hay, aún, por todas partes. Mientras avanza el siglo, e Internet la remplaza, queda como el electrodoméstico más importante. El que expulsa información sin parar. Información que debe ser sopesada. Esta columna tiene como finalidad y motor reflexionar sobre lo que se emite por televisión y considerar críticamente lo que en ella se ve y expone. Y lo hacía cada lunes. Sigue en elreceptor.com.
En realidad trazar la evolución de la información en España está lejos de ser algo complicado. Sobre todo si tenemos en cuenta que desde 1956 hasta el 88 sólo dos cadenas emitían para toda España.
Hasta el 31 de diciembre de 1982 no empezó a emitir el primer canal autonómico, ETB. Al año siguiente TV3 se unió y a partir de ahí TVG (1985), Canal Nou, Canal Sur y Telemadrid (1989), las cinco cadenas que crearían la FORTA ( Federación de Organismos de Radio y Televisión Autonómicos ) y colaborarían durante una década. En 1999 comenzó a emitir la televisión canaria. Desde entonces hasta este mismo año con el lanzamiento de la Televisión Navarra se pondrían en circulación 11 canales autonómicos más.
Pero volvamos a la información. TVE, como hemos dicho en más ocasiones, empezó a emitir en el año 1956. Si alguien se pregunta por qué había 600 televisores en España antes de que comenzaran las emisiones regulares tal vez debería preguntarse cómo se logran siempre los avances. Claro que no hay mucho grabado porque hasta 1963 todo se emitía en directo —sí, ya, bueno—. Hasta el ’66 no llegaría la segunda cadena, en el 69 empezarían las emisiones en color, que serían las habituales desde 1973. Hasta 1988 no empezaría a emitirse programación matinal y, antes de eso, entre semana se iniciaba la transmisión a la una de la tarde y terminaba a las doce y media de la noche. Y eso la primera, la segunda no empezaría a emitir hasta casi las siete de la tarde. Si quieres ver llorar a los niños no tienes más que contarles estas cosas.
Durante todos esos años la información se limitaba al telediario de las 3 (el más largo), luego a las ocho y media y finalmente uno a las doce en ambas cadenas. En un principio, durante la etapa de Paseo de la Habana, los presentadores eran poco menos que bustos parlantes leyendo el parte, algo que cambiaría cuando Manuel Fraga llega al Ministerio de Información y Turismo en 1964 para modernizar la nación, incluida su televisión.
La apertura de los estudios de Prado del Rey, el nombramiento de un nuevo director de la cadena — Jesús Aparicio-Bernal Sánchez — y, por primera vez, de un responsable de informativos —*Ángel Marrero*, que desde el 57 venía siendo co-director del Telediario junto a José de las Casas— eran parte de un intento de renovar y dar más soltura al formato incorporando en la plantilla a Maruja Callaved, Pedro Macía, Santiago Vázquez o Rosa María Mateo, entre otros, o abriendo corresponsalías como la que ocupó en Nueva York desde finales de los sesenta y durante una década Jesus Hermida.
Todo esto continuaría con el apoyo del que sería nuevo Director General del canal tras la salida de Aparicio-Bernal en 1969. Al menos hasta que en 1973 decidiera irse él también en busca de otras responsabilidades. Antes de su partida le dio tiempo de supervisar la puesta en marcha de un nuevo programa: Informe semanal. Sus siguientes apariciones en el Telediario serían ya como protagonista de las informaciones. Se llamaba Adolfo Suárez.
Su llegada al gobierno tras la muerte del dictador trajo también a un nuevo Director General, Rafael Ansón —sí, es el hermano—, que de inmediato trató de dar una apariencia nueva a la programación de informativos renovando a los presentadores, que pasarían a ser Ladislao Azcona, Eduardo Sotillos y Pedro Macía, con apoyos como Nieves Romer o Ricardo Fernández Deu. Al mismo tiempo la segunda cadena vería una mayor libertad aún para su telediario de la mano de Miguel Ángel Gozalo.
En 1977 se produce una completa y compleja remodelación que incluye el cambio de la denominación Organismo Autónomo y, en consecuencia, un nuevo director: Fernando Arias-Salgado — sí, también el hermano—. Un movimiento de maquillaje realizado con la tradicional sutileza española que causó, por ejemplo, la presentación de una dimisión en bloque de los presentadores y responsables de informativos en 1978 por entender que se estaba intentando limitar su labor. Fueron unos años convulsos que tuvieron como parte buena una mayor rotación ante las cámaras, permitiendo que se incorporara gente como Adela Cantalapiedra o Cristina García Ramos a la vez que se le da más presencia a otros como Matias Prats o Rosa María Mateo. Sin embargo, la manipulación por parte del gobierno seguía ahí, como comprobó Pedro Macía, en ese momento director del telediario de mediodía, que se vio despedido tras un rifirrafe con Arias-Salgado sobre la información de una huelga de RENFE.
En 1981 la llegada al gobierno de Leopoldo Calvo-Sotelo vino con un nuevo cambio de denominación, se iban las caretas y el Organismo Autónomo pasaría a ser Ente Público, denominación que mantendría hasta 2007. No sería la única novedad; la llegada de Fernando Castedo supondría una enorme cantidad de cambios, empezando por la contratación de un nuevo Director de Informativos que decidiría, además, ser el presentador del Telediario nocturno: Iñaki Gabilondo. Pedro Macía volvería a dirigir durante un mes el telediario de mediodía, ahora con el nombre de Crónica 3, para ser sustituido a su marcha por Jesús Hermida y Rosa María Mateo. En cuanto al telediario de madrugada, ahora Al cierre, se encargarían de él Joaquín Arozamena y Victoria Prego; además, se buscaría una mayor cohesión entre los tres creando equipos de redacción por temas en los que intervendrían nuevos profesionales como Luis Mariñas o Baltasar Magro. Sin embargo Gabilondo tendría problemas por su manera de informar sobre el paro, lo que terminaría con su destitución.
Poco después sería el propio Castedo el sustituido, esta vez por Carlos Robles Piquer —eso es, directamente él. Aunque podemos seguir con el tema familiar recordando que además de exministro franquista era cuñado de Fraga— y ya en 1982 por Eugenio Nasarre —sin relación de parentesco con Eva—, lo que provocó, sin duda para vuestra sorpresa, todo tipo de enfrentamientos con sus propios periodistas —con cartas públicas firmadas entre otros por Mateos, Mariñas o Magro y la salida de Hermida como presentador— y bronca continua con el PSOE y el PCE por la intoxicación informativa. Y ya os voy avisando de que este tipo de acusaciones no pararían nunca de salir de la oposición, generalmente con razón.
Como demostración más palpable de esto, la llegada del PSOE al poder el año siguiente supuso el nombramiento como director de La Casa de Jose María Calviño, quien colocó a José Luis Balbín como jefe de informativos. El siguiente baile de nombres llevó a dirigir los telediarios a Asunción Valdés, Luis Mariñas —con Secundino González de ayudante y ocasional sustituto— y Pablo Sebastián en el Telediario 3 junto a Rosa María Artal que pasa a ser realizado por Jose María Fraguas, “Pirracas” —cómo os lo diría yo… Sí, el hermano— . Delante de la pantalla se barajan los puestos y aparecen un par de nuevas caras como Baltasar Magro o Manuel Campo Vidal. El mandato de Balbín —que llevaba desde 1973 en TVE al mando de un programa mítico del hablaremos más adelante— fue como de costumbre breve: en cosa de un año, a la primera bronca por el poco cambio respecto a los anteriores informativos, Balbín se va de regreso a su programa y entra Ángel Vázquez a darle un repaso a la plantilla que termina con cambios otra vez en todos los telediarios. Aún a Asunción Valdés le da tiempo de dimitir, pero a Sebastián y Rosa María Artal se los sacuden sin más. Campo Vidal pasa al telediario nocturno mientras por la mañana prueban primero con Pepe Navarro y después con Paco Montesdeoca. Pero no acabarían aquí los cambios porque al año siguiente, en 1984, Mariñas fue despedido. A Mariñas le seguirían Rosa María Mateo y Arozamena, todos defenestrados por la maquinaria de TVE, convertida en una trituradora a manos del poder que debería haber hecho saltar algunas señales de advertencia. Los intentos de independencia que la cadena había estado teniendo desde mediados de los años setenta molestaban ahora a los democráticos nuevos jefes y los nombres de directivos, directores, productores y presentadores iban saltando con rapidez como palomitas en sartén.
En 1985 sale Vázquez y entra en su lugar Enric Sopena, que trae con él a jóvenes profesionales: Ángeles Caso, Concha García Campoy y Carlos Herrera. Les agrupa con otros periodistas de plantilla y logra que Rosa María Mateo regrese, esta vez a la madrugada. A los fines de semana pasa Luis Carandell.
Por suerte lograron estar durante todo un año con casi los mismos presentadores; Caso y Herrera acabaron siendo sustituidos respectivamente por María Escario y Paco Lobatón, aunque las acusaciones y broncas seguían activas. La más curiosa fue la de sobreimpresionar las siglas del PSOE sobre los goles de Butragueño al emitir el resumen del partido España-Dinamarca del Mundial del 86.
La tranquilidad dura poco en RTVE: la llegada de Pilar Miró en 1987 trajo, una vez más, cambios en los equipos. Julio de Benito es nombrado director de informativos; sus cambios más importantes son la llegada al telediario de medio día de Luis de Benito —efectivamente, puso a su hermano— y la reformulación del telediario de los fines de semana en 48 horas, primero con Pedro Erquicia y luego con Andrés Aberasturi, ambos con María Escario.
Con el cambio de año cambia de nuevo el director y presentador de los telediarios de mediodía y noche, ejerciendo a la vez labores de presentador en este último. El repuesto era el joven valor radiofónico Pedro Piqueras.
Esperad un momento, ¿hay alguien que aún me siga? Porque el periodo socialista es un auténtico festival de idas, venidas, llegadas y patadas para fuera a profesionales. Me sorprende que Mayra Gómez-Kemp no acabara presentando un telediario o Chicho Ibáñez Serrador como jefe de informativos. Tranquilos, prometo que terminamos en un par de párrafos y os dejo reposar hasta la próxima semana.
Con Pedro Piqueras cambian las labores de las las copresentadoras. De entre lo que más se destaca es que María Escario y Elena Sánchez pasan a especializarse en deportes. Pero tampoco hace falta que os fijéis mucho, porque en 1989 Pilar Miró es licenciada sin honores y un nuevo director general llega al Ente, en esta ocasión le toca a Luis Solana —sí, el hermano. Pero, eh, ¿quién no ha sido director de un canal televisivo público mientras su hermano era Ministro de Educación y Ciencia de ese mismo país? Ya, bueno. Yo no pierdo la esperanza—. Entra Diego Carcedo como director de informativos.
La llegada de las privadas no afectó tanto a la pública como la bronca postelectoral del año 89. El pifostio lleva al PSOE a no renovar a Solana como pretendía sino a traer a un nuevo —¡OTRO!— jugador al tablero, Jordi García-Candau.
Y lo dejo por no poneros la cabeza como un bombo. Como irregularidad, seguiré la semana que viene hablando ya desde la presencia de las privadas. Y contando también con los otros programas informativos ajenos al Telediario que hemos tenido. Si por un casual todas estas intrigas palaciegas os hubieran dejado ganas de más os recomiendo la búsqueda de Las guerras del Pirulí de Ramón Tijeras (Debate, 2005) que con todas sus carencias es la mejor historia sobre RTVE desde el final del franquismo hasta su publicación que tenemos a mano.