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El receptor por Jónatan Sark

Televisión hay, aún, por todas partes. Mientras avanza el siglo, e Internet la remplaza, queda como el electrodoméstico más importante. El que expulsa información sin parar. Información que debe ser sopesada. Esta columna tiene como finalidad y motor reflexionar sobre lo que se emite por televisión y considerar críticamente lo que en ella se ve y expone. Y lo hacía cada lunes. Sigue en elreceptor.com.

Repasando televisiva información europea

A un día de las elecciones americanas, de las más ajustadas que se recuerdan —aunque yo supongo un triunfo de Obama por la mínima— lo más sencillo sería hacer un recuento de cómo han estado presentado las cosas en las cadenas, o seguir con la historia de la información televisiva estadounidense en la actualidad.

Pero, francamente, pese a los esfuerzos de la FOX por hacerlo relevante —con su inexplicable bronca contra Chris Christie, el gobernador republicano de Nueva Jersey que tuvo la ocurrencia de felicitar a Obama por su rapidez al actuar ante el Sandy y por lo bien que había organizado todo, o acusando a la NBC de que el concierto-maratón a favor de los afectados por el huracán era en realidad un acto electoral pro- Obama; por poner dos ejemplos— me parece que un repaso será más interesante incluyendo la noche electoral. Es decir, la semana que viene si no hay ninguna cosa más importante.

En lugar de eso conviene volver los ojos a Europa. Mi idea era, como de costumbre, hablar de los dos países que mejor conozco, Reino Unido y España. Generalmente intentaría meterlos en la misma columna, aunque hoy por hoy es difícil que un repaso a la información española televisiva no tenga un tono apocalíptico y desesperanzado. Así que tendrá que esperar un poco más para tener su propio turno.

Hablemos, por tanto —y me temo que también por encima— de cómo funciona la información televisiva en UK y cómo ha venido funcionando desde sus inicios.

La BBC era originalmente una empresa privada, formada por varias de las empresas punteras en telecomunicaciones de los años veinte, con la Marconi o General Electric entre ellas, y Correos. Las pérdidas y la insistencia de su primer director, John Reith, al gobierno sobre la necesidad de una gran empresa estatal y, a la vez, independiente del control del estado y las empresas mediante un impuesto directo que le permitiera financiarse — Si bien el gobierno estaría encargado de decir la cuantía de ese impuesto— logrando que se aprobara en 1927.

De manera que, como dijimos en su día , la televisión británica empezó con las pruebas desde los años veinte y ya en los treinta empezaba a funcionar con cierta soltura que paró de raíz la segunda guerra mundial, de modo que hasta los años cincuenta no se puede hablar en realidad de unas emisiones cercanas al modelo actual de funcionamiento televisivo.

Eso sí, en el momento en que se pusieron se dedicaron con esfuerzo a la información, casi más que al entretenimiento y casi tanto como a la educación. Mientras la televisión fue menos algo cotidiano y más excepcional el control sobre lo emitido facilitaba que la vocación de servicio público estuviera al máximo.

Ya en febrero de 1950 se emitieron los resultados de las elecciones —En las que Winston Churchill vencía a Neville Chamberlain y recuperaba el puesto de Primer Ministro— y para mayo se pudo retransmitir el primer boletín de noticias.
Incluso llegaron a emitir la primera competición deportiva en exteriores cuando filmaron en primavera la clásica regata Oxford-Cambridge, el remo tiene ese tirón entre los británicos, ya saben.

El siguiente gran evento en exteriores fue la emisión de los funerales del Rey Jorge VI —Un día tengo que preguntar por qué le traducimos los nombres a los pobres monarcas extranjeros— que preparó para lo que estaba por venir el año siguiente. Porque aunque el reinado de Isabel II comenzó de inmediato su coronación no tendría lugar hasta el 2 de junio del año siguiente, 1953. Ese mismo año la televisión vería la creación de Panorama, un programa de reportajes documentales semanal que ha sido una de las cabeceras habituales de la BBC a lo largo de los años hasta el punto de que aún hoy sigue presentándose sin periodicidad fija. Su importancia, sin embargo, sigue siendo alta, ya sea para lograr una entrevista con una recién separada Diana de Gales o por sus investigaciones sobre la cienciología, la iglesia católica o el fútbol organizado.

Tanto da que el tema fuera aparentemente poco transitado o que siempre haya acusaciones de manipulación por uno de los bandos, cuando no por ambos. Bandos que incluyen, por supuesto, el propio Gobierno del Reino Unido que ha visto con horror diversos reportajes, por ejemplo cuando se exponían afirmaciones de robo de los fondos para la guerra en Iraq o la represión policial a los manifestantes. En resumen, un programa que a punto de cumplir 60 años y que aún demuestra su utilidad.

Pero volvamos a la mitad de 1953 porque para entonces la BBC ya había hecho sus pinitos retransmitiendo no ya desde la calle sino, incluso, desde Francia. Y ese mismo año aún tendrían tiempo… no ya de emitir la primera historia del ciclo Quatermass, también de emitir desde un barco. Así como competiciones de Fútbol, Rugby o Tenis.

Parecía estar ya todo suficientemente maduro, o al menos así lo entendían los conservadores, para abrir la puerta a la televisión privada. Un tema debatido en 1954, en parte tras la reunión de Ginebra de finales de Julio que sirvió para que las distintas cadenas televisivas europeas para… Bueno, ya sabéis:

Eurovisión. Creada con la intención de facilitar la cooperación entre las televisiones de Europa —por aquel entonces en su mayoría de control estatal— permitiéndoles intercambiarse programas y poner en común para emitir otros. No sólo el famoso festival, también otros como el concierto de año nuevo.

El lanzamiento de la ITV en 1955 significó también un cambio en la forma de relacionarse la BBC con el nuevo gobierno de Anthony Eden, también conservador pero llegado al cargo tras la renuncia de Churchill a volver a presentarse a las elecciones. Se buscaba una forma nueva e independiente de contar la actualidad, algo más que el anterior Television Newsreel con sus voces en off y algún ocasional busto parlante.

Un ejemplo de esta tensión entre periodistas y gobernantes se puede ver en la Crisis de Suez, tan dramatizada —lástima de trama de espionaje— en la serie The Hour que presentaba de manera bastante ficcionalizada lo que pudieron ser los primeros tiempos del programa Tonight, aunque su inicio es algo menos romántico. El principal motivo para crearlo fue que de seis a siete no se emitía nada en la televisión. No algo bueno sino, literalmente, nada. La seis marcaban el final de la programación apta para niños y la desconexión hasta las siete —rellenada con música, la radio era aún un monopolio estatal que duraría hasta los setenta— se suponía que servía para mandarlos a la cama hasta que empezara la programación adulta nocturna. De ahí que se conociera popularmente como Toddlers’ Truce.

Obviamente la llegada de la ITV cambió esto, una televisión privada no podía permitirse perder una hora entera de programación —no digamos ya de anuncios— sólo por las particulares ideas de la BBC. De manera que en febrero de 1957 eso se acabó. El resultado fue que la BBC tuvo que rellenar con algo ese espacio y la solución diaria fue Tonight, un espacio que durante una hora — COF — reunía información de varios tipos y modos, desde reportajes en profundidad y entrevistas incisivas hasta temas de lo que ahora se conoce como interés humano y piezas de divulgación científica o cultural.

Una de las recompensas del programa fue que para 1958 se decidió separar la redacción de televisión de radio de la televisión permitiéndoles así una mayor autonomía.

Para 1960 no sólo había ya una periodista femenina en pantalla, Nan Winton, además se abría un programa noticiario diario conocido como The Ten O’clock News y ya en 1962 se presentó una de las joyas informativas del siglo pasado, el programa satírico con base de noticiario That Was The Week That Was de David Frost a la que, sin embargo, no le dedicaremos hoy el tiempo que se merece.

Cuando un informe señaló la falta de calidad de la ITV se decidió permitir que la BBC tuviera un segundo canal y, por las mismas, en la nueva BBC 2 se abrió su propio programa de noticias: Newsroom.

Sin embargo la innovación llegó en 1965 cuando se decidió emitir a la hora de comer un noticiario: The World at One. Esto, junto con la creación de programas semanales de repaso de la actualidad —es decir, la respuesta seria a TW3— marcaron un punto de producción de noticias.

Y por fin en 1970 las noticias pasaron a ser las famosísimas Nine O’Clock News , en un movimiento que las adelantaba una hora debido a que la ITV había lanzado, tras años evitando meterse en el periodismo, hacía tres años ITV News at Ten que les estaba comiendo la audiencia.

Por si quedaba alguien sin atender en 1972 se lanzó Newsround, un programa pensado para acercar la actualidad a los niños entre 6 y 16 años explicando con más claridad los temas pero no por ello tomándolos por tonto ni evitando asuntos problemáticos. Ellos fueron los primeros medios ingleses en contar, por ejemplo, el intento de asesinato al Papa Juan Pablo II.

No sería hasta 1980 que tuvieran un programa de noticias matinal, de un estilo más relajado, más cercano a un magazine, creado con rapidez para adelantarse a la idea de la ITV de lanzar un canal que cubriera ese hueco. Pero la auténtica revolución llegó para la BBC en los años ’90. Y la culpa fue, una vez más, de Rupert Murdoch.

El magnate australiano había decidido emular los canales de noticias 24/7 americanas fijándose sobre todo en la CNN. El lanzamiento, englobado dentro de sus canales por satélite bajo la cabecera Sky, se llamaría Sky News y empezaría a emitir en 1989 —7 años antes que FOX News, por tanto— adelantándose así no sólo a la BBC, que no tendría su propio canal en marcha hasta 1997, sino también a EuroNews, el canal multilenguaje de noticias que la suma de varias cadenas europeas —de nuevo, fundamentalmente las públicas— lanzaron con relativo éxito en 1993. (Los discretos resultados son parte de la explicación de que en 2008 RTVE decidiera abandonar el grupo, pero, de nuevo, ya hablaremos de eso). Lamentablemente para poder manejar todo esto tuvieron que volver a unir los departamentos para que se realizaran piezas para radio, televisión —o televisiones— y, claro, internet. El aprovechamiento de los periodistas como si fueran mondas de patata lleva ya años, como veis.

En cualquier caso, esto serviría a la BBC para replantearse su forma de ofrecer noticias y separarse en dos, BBC News para las noticias de verdad, que iría preparando la salida de su propio canal de noticias 24 horas, que lo separaría de BBC Prime —luego Entertaiment— que se centraría en el entretenimiento.

Por cierto, cuando la ITV, ahora ITN pasó a las once sus noticias las de las nueve pasaron a las diez en la BBC y como quiera que las de la privada se estrellaran tanto en esa hora tardía como en su intento de volver a su horario original en ese espacio original, siguen aún ahí las de la BBC.

Dejo para el final uno de los puntos más sabrosos. La independiencia de la BBC y sus luchas recurrentes. Una vez clara su posición en los años ’50 parecía claro que la postura sería defendida con uñas y dientes. Efectivamente así ha sido, y como con Panorama todo el mundo se siente poco representado o injustamente tratado por sus noticias. Gobierno y Oposición, por ejemplo, y en caso de haber guerra los periódicos más nacionalistas así como aquellos que consideraban que se daba mucha cancha a los enemigos, ya fuera en la Guerra de las Malvinas o en la de Iraq. Por supuesto eso sirve también internacionalmente para acusarla de pro y anti americana o para asegurar que está a favor de cualquiera de las fuerzas en conflicto en casi cualquier cosa que cubran, especialmente cuando se refieren a algo como el conflicto palestino-israelí. De hecho, sus reporteros y emisiones han sido prohibidas en países tan distintos como la Sudáfrica del Apartheid, Birmania, Uzbekistan, China o Pakistan.

Aunque posiblemente las mayores luchas se produjeron durante la estancia en el poder de Margaret Thatcher. De entre las muchas broncas quizá la más fuerte fue la que se ocasionó durante la muy criticada guerra de las Malvinas que incluyó la permisividad absoluta con la que se permitió al año siguiente a una maestra, Diana Gould, preguntar una y otra vez, cada vez con más datos, sobre la orden de hundir a un barco argentino en el transcurso de una entrevista abierta en el programa Nationwide. Thatcher no podía creer que la presentadora, Sue Lawley, no hiciera nada. Más aún, una vez terminado el programa fue acusada de alentar a la maestra a seguir con sus preguntas y de haber conducido a Thatcher a una encerrona que no se esperaba. El programa, que llevaba en emisión desde el año ’70, acabó siendo retirado por las presiones del gobierno.

La realidad es que la BBC tiende a mirar desde arriba a sus primeros ministros, siendo hasta la aparición de La dama de hierro el progresista Harold Wilson el ocupante del cargo que más veces y con más fuerza había chocado contra la información pública. Hasta el punto de que se suele sugerir que es este continuo encontronazo lo que hizo que su sucesor, el conservador Ted Heath, según llegó al cargo en 1971 decidiera abrir las ondas radiofónicas a emisoras privadas para contrarrestar las posibles críticas de la BBC.

Cierto es que Thatcher había demostrado poca previsión al declarar en 1969 que estaba en contra de la financiación de la BBC y que consideraba que el pago anual de la licencia era una locura incluso aunque el canal no fuera políticamente sospechoso. Un ejemplo claro de cómo hacer amigos. Pese a lo cuál pensó que serían unos aliados fáciles cuando llegó al poder en 1979. Idea que le duró sólo unas semanas, hasta que Panorama emitió un reportaje sobre el IRA y sus bloqueos de carreteras que le pareció dejaban mal a su gobierno. Así que decidió ponerles en su lugar, algo que parecía fácil porque Michael Swann, el presidente de la corporación, había anunciado su deseo de retirarse.

Sus tejemanejes hicieron que el sucesor propuesto por Swann, Mark Bonham-Carter, fuera rechazado por ser excesivamente liberal. En su lugar se colocó a Lord Howard y como vicepresidente a William Rees Mogg, un bien conocido conservador y ex-editor de The Times.

Con éxito nulo. Antes de un año las noticias cubrían con normalidad las revueltas causadas por las políticas de recortes y privatizaciones mientras Thatcher clamaba que estaban alentando que otras ciudades repitieran los disturbios.

La forma impersonal en que cubrieron la Guerra de las Malvinas, como si fueran dos países desconocidos los que se enfrentaban, hizo que sus peores sospechas se confirmaran. Episodios como el de Nationwide no hicieron más que desbordar su odio. Los siguientes años la guerra se recrudecería y afectaría a toda la cadena, desde el Doctor Who a las miniseries. Todo parecía parte de una política de estrangulamiento y lucha greco-romana entre ambas partes.

Bajo el gobierno de los recortes la BBC no tenía casi dinero para comprar series o desarrollarlas, mucho menos ideas que se le permitieran usar, de manera que su audiencia languidecía. Obviamente esto fue utilizado por los tabloides de derechas, que adoraban a la Lideresa, para sugerir que si nadie veía esta televisión tan costosa la única solución lógica era eliminarla de los impuestos. Y quizá que buscara otras formas de financiación… Lo típico, vaya.

Tras mucha batalla en 1985 consiguieron un aumento en el impuesto —no sin el correspondiente cabreo de Thatcher que no entendía cómo el órgano de discusión con el gobierno no había propuesto con más fuerza convertir la BBC en una cadena comercial— y empezaron a emplear ese dinero extra en hacer programas que, aunque baratos, fueran también populares, o lo que es lo mismo, culebrones como Eastenders que elevaron la audiencia y el apoyo popular. Imagino que soy el único que la visualiza en su despacho comiendo sombreros.

Que sin duda se le atragantaban cuando veía documentales de Panorama como el que exponía la progresiva infiltración de fascistas del ala dura del Frente Nacional entre la base conservadora que, de rebote, estaba poco documentado y realizaba acusaciones sin mucho respaldo causando un escándalo que casi se lleva por delante el programa.

La siguiente fue una prohibición directa de uno de sus programas, un documental sobre el problema en Irlanda que incluía dos visiones contrapuestas, una de ellas del ex-terrorista convertido en político Martin McGuiness. La bronca se saldó con editoriales en apoyo de la BBC en los periódicos y una huelga de un día de la cadena.

Pese a lo cuál no dejó de conceder entrevistas —comprobando antes que no pudieran tener truco, desde luego no en directo— e, incluso, en manifestar su preferencia por la comedia Sí, Ministro.

Hacia el final de su mandato Thatcher aún tuvo una refriega más. Primero tratando de meter en vereda al comité de control de la cadena, aprovechando para ello una serie de reportajes sobre el MI5 que llevó al gobierno a mostrarse paranoico hasta el extremo de mandar a la policía a registrar la cadena y a dimitir al director de la cadena, uno de los periodistas más odiados por ella, Alistair Milne. Una práctica que logró el efecto contrario al demostrar lo abierta que la lucha entre el gobierno y la cadena estatal era.

Sin embargo la salida de Milne sirvió para domar un poco esos últimos años. Menos reportaje problemáticos, menos crítica social y más tranquilidad para el gobierno. Sin embargo los intentos de convertirla en una emisora comercial fallaron de nuevo en 1989. Una vez más se renovó el pago de impuesto para mantenerla aunque se llevaran por delante el Acta de Emisión que garantizaba la presencia de la BBC y la ITV abriendo las ondas televisivas a más competencia. Algo que acabaría siendo peor para la segunda al tener que repartir la tarta, aunque a los conservadores no les vino nada mal para permitir entrar a su aliado de los tabloides, Rupert Murdoch, en el negocio televisivo terrestre.

—Algo que, por otro lado, puede que se debiera a uno de los escasos escarceos entre el gobierno y la ITV por un documental sobre la caza de terroristas del IRA en Gibraltar que les hizo temer que tras lograr meter en cintura a una cadena tendrían que lidiar ahora con la otra—

En cualquier caso, Margaret Thatcher decidió renunciar a todo en 1990 haciendo que la BBC tuviera un respiro y volviera poco a poco a ser lo que fue. Al menos hasta que el asesor de comunicación de Tony Blair, Alastair Campbell, le convenciera de presionar a la cadena a cuenta de las informaciones contrariar a la guerra de Iraq. Una nueva lucha con un gobierno de signo contrario que sirvió para que muchos vieran que, efectivamente, la cadena pública no se casaba con nadie.

Y es que si algo tiene convencidos a los británicos es la necesidad de que la BBC mantenga su independencia. Les cueste lo que les cueste. En estos momentos, £145.50 anuales para las televisiones en color.

Jónatan Sark | 05 de noviembre de 2012

Comentarios

  1. E. Martín
    2012-11-15 20:00

    Una lideresa metiendo en vereda a una Tv pública y luego intentando venderla. Menos mal que esas cosas sólo pasaban en los locos 80.


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