Televisión hay, aún, por todas partes. Mientras avanza el siglo, e Internet la remplaza, queda como el electrodoméstico más importante. El que expulsa información sin parar. Información que debe ser sopesada. Esta columna tiene como finalidad y motor reflexionar sobre lo que se emite por televisión y considerar críticamente lo que en ella se ve y expone. Y lo hacía cada lunes. Sigue en elreceptor.com.
Llegó agosto y con él las paradas técnicas y los programas de refritoso de contenido ligero. Un año más esta columna no se tomará vacaciones pero sí modificará su procedimiento. Muchas eran las posibilidades en la que podría haberme centrado durante este mes como la historia de los grandes canales estadounidenses. O de la carta de ajuste española. O podría… En fin, muchas posibilidades.
Pero, al final, ha prevalecido esa idea de necesidad de descerebrarse. Idea que, francamente, ni entiendo ni comparto. Sea el que sea el material a enfrentarse creo posible una reflexión al respecto y una necesidad de crítica. Lo que pasa es que luego pongo fotos de culos y los editores de esto se me quejan. Así que he pensado que podría echar un vistazo en la parte más denostada de la televisión.
Bueno, vale, una de ellas… que la televisión es un no parar. Me refiero a los Realities. Aunque ya hemos hablado de que muchas veces el uso de Reality como etiqueta es demasiado generalista. Teóricamente significa no-ficción pero en realidad suele equivaler a un cierto amarillismo que busca el morbo fácil apelando a las circunstancias reales de lo que se va a mostrar. Que, obviamente, tienden a estar tan guionizadas como las propias series de ficción. Suele asociarse a una narración pseudodocumental que, en el fondo, está más cerca de un reportaje. De esta manera se cuentan biografías, fingen suspense en concursos o se bordea el límite en tre la información y la pura tontería.
Dentro de estos realities hay también grados y no resulta tan sencillo como uno podría pensar en un primer momento llegar hasta la categoría de Infame. La simple acumulación de amas de casa, actores de saldo, tareas ingratas o competiciones idiotas . Hace falta una vuelta de tuerca que es, precisamente, la que vamos a ir buscando y resumiendo durante estos cinco lunes de agosto.
Hoy, por ser el primer día y respetar la brevedad requerida por la época, vamos con un breve listado de algunas cosas que no se han estrenado aún pero que están en charlas o producción. Tres ejemplos de Realities Infames que podrían haber aparecido aquí de haberse escrito esta sección otro año.
Prezilla ¿Qué podría desear nadie más que reunir en un sólo programa dos de los grandes éxitos de la MTv? Unir el formato de historia por semana y parte de la temática de Embarazada a los 16 con Bridezillas y las historias de mujeres desinhibidas y ¿fiesteras? de Jersey Shore mostrando a embarazadas arrasando ciudades a su paso. Claro que ahora que Snookie está embarazada quizá nunca llegue a ver la luz.
King of the nerds Apoyándose en la… fama… de los protagonistas de La venganza de los novatos, Robert Carradine y Curtis Armstrong, a pelear entre ellos en una especie de concurso que sólo ellos saben en qué consistirá porque pruebas de inteligencia y cultura general suenan al tipo de desastre que está esperando a que suceda.
My Daughter: The Teenage Nudist La única que se ha emitido, pero como un especial que no ha dado lugar a series. Si a algo recuerda la ejecución es a esas películas nudistas que antecedieron al porno, salvo que aquí la coartada intelectual del auge del nudismo —la misma que entonces— apuesta más fuerte al contraponerla con la actitud de los padres que es… bueno… tradicional.
A cosas como estas, y bastantes peores, tendremos que hacer frente durante las próximas cuatro semanas. Por lo menos mientras intentemos acotar lo que es realmente infame.