Televisión hay, aún, por todas partes. Mientras avanza el siglo, e Internet la remplaza, queda como el electrodoméstico más importante. El que expulsa información sin parar. Información que debe ser sopesada. Esta columna tiene como finalidad y motor reflexionar sobre lo que se emite por televisión y considerar críticamente lo que en ella se ve y expone. Y lo hacía cada lunes. Sigue en elreceptor.com.
Brooke Johnson.
Ese es el nombre. Quedaros con él porque a partir de esta columna y durante un par de meses es más que probable que lo encontréis por aquí de cuando en cuando. Más aún, puede volver a salir en el futuro porque para explicar quién es esta mujer voy a traer de regreso a uno de mis personajes favoritos de la televisión americana. El habitualmente villanesco Fred Silverman.
Para los que no recordéis la columna sobre los años setenta, así como el resto de sus apariciones, Fred Silverman es una leyenda —viva, de momento— de la televisión estadounidense. Primero trepó con 33 años a la presidencia de la CBS tras el desbarajuste vivido por el tumultuoso 1969 que acabó con la CBS cancelando The Smother Brothers Comedy Hour llevando de manera retorcida a que se dieran cuenta de la importancia del público juvenil —La CBS lleva AÑOS con el mismo problema, obviamente— lo que significó promocionar desde una vicepresidencia a Silverman que en 1971 se puso con la purga rural logrando con tanto éxito mejorar la imagen de la cadena y los ratings que en cinco años sólo fue nombrado presidente… de la ABC. Mismo puesto, diferente cadena. Y allí no dudó en conspirar y hundir su programación cambiando la juvenilización por una apuesta por series de acción, sin complicaciones, que le fue tan bien a la cadena que en tres años fue nombrado presidente… de la NBC. En donde procedió a acuchillar a sus dos cadenas anteriores. Lo que pasa es que no contaba con que la NBC es… bueno… la NBC. En dos años estaba fuera, tras haber luchado —y perdido— contra la propia idiosincrasia de la cadena aunque, eso sí, allanando el camino para que el gran Brandon Tartikoff se pasara el siguiente lustro creando poco a poco la NBC que reinaría durante cerca de una década.
Sí, lo sé, me estoy enrollando. Pero, decidme, ¿qué habéis aprendido de la historia de Fred Silverman?
Ya, bueno, en fin… Vamos a lo básico: Fred Silverman era un cabrón profesional, un genio lleno de éxito que podría haber sido un antecedente del yuppie ochentero. Sus ideas eran como las de cualquiera, con sus partes buenas y otras malas, pero el uso de las mismas para acabar cruelmente con la competencia, generalmente sus antiguas y confiadas empresas, de manera que lo uno por lo otro, los que lo juzgaban por sus éxitos no podían más que estar de acuerdo con sus movimientos; los que se fijaban más en la moralidad de sus acciones —eso, encima reíros— le consideran un ejemplo de ejecutivo despiadado. En realidad, incluso pese a sus malvadas finalidades, los giros que introdujo en el negocio y los avances que logró fueron extremadamente interesantes —aunque no necesariamente beneficiosos— para todo el medio.
Volvamos ahora a Brooke Johnson.
Cuando comencé a preparar esta serie de columnas sobre la cocina en televisión tenía muy claro que uno de los puntos de inflexión era el auge de los concursos en UK a partir de los noventa. Y que más importante aún era la deriva del Food Network asumiendo toda una serie de movimientos y manierismos que les llevaron a la situación actual. Y ahí, como pivote, estaba la exitosa gestión de Johnson. Aunque sospechaba que a nadie más le interesaba.
La llegada del libro Carne cruda de Anthony Bourdain, que se refería en un par de ocasiones a esta gestión demostraba lo equivocado que estaba y, una vez más de rebote, ayudaba a apoyar alguna de las ideas a tratar. No es que esperara que os sonara el nombre porque frente a Silverman Johnson siempre ha mantenido un perfil bajo. Pero al menos ahora no creeréis que he trazado un enemigo imaginario. —Os creo capaces de esperar como giro final una escena frente a un espejo que desvelara que todo este tiempo ella y yo fuimos la misma persona— Así que vamos a ver qué es lo que se encontró.
Brooke Johnson se graduó en Literatura Inglesa en la Universidad de Northwestern tras lo que complementó sus estudios con la carrera de Periodismo. En los ochenta entró en la WABC, el canal de ABC para Nueva York que muchas veces sirve de campo de pruebas a la cadena. Allí estuvo ayudando a desarrollar y evolucionar los contenidos del viejo The Morning Show, la versión neoyorquina del incluso más antiguo AM Los Ángeles para la que rescataron a su presentador, Regis Phillbin, para el ’86 el puesto de co-presentadora pasaba a ocuparlo Kathie Lee Gifford, la pareja estaba preparada para pasar a hacer historia en la televisión matinal primero en Nueva York y luego en todos Estados Unidos desde Live! with Regis and Kathie Lee, programa que duraría con éxito hasta 2000 con la marcha de Kathie Lee y que aún hoy reina sobre las mañanas en Estados Unidos.
Así que su siguiente paso fue, directamente, a la corporación Arts & Entertaiment o A&E, un punto de entrada de los realities en los canales temáticos con cosas como The Biography Channel, Crime & Investigation, Lifetime y —por supuesto— A&E. Lo que le llevó a facilitar la realización de una idea de la propia Brooke Johnson. No, el Food Network ya existía. Es incluso mejor que eso.
Es el History Channel.
En serio. Lo es. Fue idea suya. Incluso se molestó en trazar el plan de acción. Que debía sonar a Ante todo mucho Hitler. El asunto es que fue un exitazo. Uno del que hablaremos más en otra ocasión, que hoy la cocina está tardando la misma vida en aparecer.
Así que llegamos a 2004. En el Food Network han probado y descubierto que hay vida más allá de la encimera. Los programas de Boudain y Ray funcionan y parece que hay cierto interés por hacer algo diferente.
La llegada de Brooke Johnson trajo unos cuantos reajustes. Tenía claro que sólo con programas de encimera no iba a conseguir nada y notaba que los grandes nombres como Batali o Emeril no atraían ya mucho público. Así que lo primero que hizo fue reflexionar mucho. Y peritar el contenido.
A Bourdain casi le dio un ataque cuando el equipo de Johnson le dijo que su programa se podría hacer más barato y con más éxito si se centrara en ir a barbacoas por Estados Unidos. Más aún cuando le negaron la posibilidad de ir a rodar a El Bulli asegurando que a nadie le importaban esos cocineros extranjeros.
Y lo peor —Decía Bourdain. Es que tenía toda la razón del mundo. No es que lo que pensaba fuera justo, agradable o interesante, didáctico o formativo, no es que estuviera en lo cierto, es que tenía, desde ese punto de vista empresarial que busca una rentabilidad, razón.
Con su propio programa para empezar, porque resulta que a la mayoría de los americanos —sorpresa— tienen más bien poco interés en conocer el genio culinario de Adriá y su cocina, a la que consideran poco práctica. Sin embargo una barbacoa como la que hacen en su pueblo…
Peor aún, cuando Bourdain salió corriendo al Travel Channel a Johnson le faltó tiempo para poner al… extravagante… Guy Fieri a recorre américa en Diners, Drive-Ins and Dives. ¿Y de dónde sale Guy? Pues de la primera y más clara idea Johnsonita según llegó al canal: The Next Food Network Star
Estos éxitos, así como la adaptación de concursos que tendieran más a la parte de reality y los programas de cocina cercana, casera, muy básica y centradas en lo que se llamaría Comfort Food. Término e idea muy propios de Johnson, todos los cuales veremos con mayor detenimiento en otra ocasión.
El resultado empresarial fueron unas enormes ganancias, un aumento más que significativo no ya de la audiencia femenina general sino de siempre deseada juvenil masculina, además de establecer como un marca el Food Network permitiéndoles lanzar una línea de productos que incluye varias revistas.
Como decía antes, al igual que Silverman, Johnson demostró una enorme visión del negocio y de su futuro y ganó con su apuesta, lo único que tuvo que hacer fue cambiar del todo el Food Network. Un cambio que se centraba sobre todo en alejarse de la idea de cocina como divulgación y centrarse en la de cocina – espectáculo. En la desaparición del modelo de programa de cocina que trataba de enseñar algo y pasar al programa en que, con algo de suerte, se puede aprender o tomar una idea, sin que sea realmente esa su intención.
Tranquilos, habrá tiempo de profundizar más en ello. Y en algunos de los programas nacidos bajo sus alas como:
Así de importante —pese a lo desconocida— es Brooke Johnson.