Televisión hay, aún, por todas partes. Mientras avanza el siglo, e Internet la remplaza, queda como el electrodoméstico más importante. El que expulsa información sin parar. Información que debe ser sopesada. Esta columna tiene como finalidad y motor reflexionar sobre lo que se emite por televisión y considerar críticamente lo que en ella se ve y expone. Y lo hacía cada lunes. Sigue en elreceptor.com.
“Cuando el humor era peligroso.” ¿Buen título, verdad? Para un documental o un libro, algo similar. Y, sin embargo, no existe. Aún. Pero lo peor no es eso. Lo peor es que difícilmente podrá centrarse en la actualidad. ¿Qué humor es peligroso hoy en día?
A principios de año, mientras pensaba en algunos temas que quería tratar cuanto antes en esta columna, me encontraba recordando el anuncio de Campofrío mientras leía sobre un proyecto cercano de David Steinberg para el canal Showtime. El proyecto se llama Inside Comedy y consiste en veinte minutos a rellenar con entrevistas a diferentes cómicos, desde Don Rickles a Sue Lynch pasando por Garry Shandling o Jerry Seinfeld. Desde episodios repartidos entre tres cómicos, como el de Billy Crystal / Martin Short / Brad Garrett hasta los monotemáticos con Chris Rock o Larry David.
Pero Steinberg estaba presente de más maneras, no sólo en esta faceta o como secundario, guionista o director de sitcoms, además aparecía entre los irresponsables que había logrado que la CBS decidiera que lo mejor para todos era retirar de la parrilla The Smothers Brothers Comedy Hour tal y como se relataba en el libro que estaba leyendo en esos momentos Dangerously Funny. Porque resulta que sí hubo un momento en que el humor fue peligroso.
Espera un momento, precisamente Sarah Silverman, otra de las entrevistadas por Steinberg, contaba en su entrevista cómo su charla TED nunca fue subida a internet. Las TED, o TED talks, son una serie de charlas auspiciadas por una organización llamada Technology, Entertainment, Design (Sí, TED) que quiere difundir ideas. Pretenden cambiar el mundo y reúnen a personalidades de todo tipo para que den su visión, hablen de algún tema o divulguen los asuntos que creen que pueden ser interesantes. Y si bien algunas pueden ser más superficiales o más recreativas que formativas el nivel general es sorprendentemente alto. Además, como parte de una idea para difundir esas ideas, se encuentran a libre disposición de todos en internet todas ella. Bueno… Casi todos. Resulta que la charla que dio Sarah Silverman se consideró demasiada extrema, demasiada fuerte… ¿para internet? Parece poco probable. Digamos, más bien, para que se pudiera asociar su nombre al de TED. Así que ya veis, desde 1969 a 2010. Parece que aún puede haber humor peligroso.
O quizá salten de inmediato las diferencias. Primero las más leves. Como que los Smothers tuvieron el apoyo de los periódicos y las revistas contraculturales de la época. Ahora los periódicos suficiente tienen con lograr que alguien los lea, y con seguir ejerciendo como la voz de su amo de sus consejos de administración y anunciantes. En cuanto a la escena contracultural… bueno, quizá quede algún vestigio en papel de las revistas de entonces pero si admitimos que pudiera quedar algo parece más fácil que fuera en Internet.
Lo que nos lleva a la segunda levedad. La existencia de otros medios como Internet o como los canales alternativos, del cable en adelante, que permiten decir a Bill Maher que los tiempos han cambiado para bien. Y que él había logrado seguir en la televisión cuando perdió su programa en ABC. Pero, claro, no es lo mismo la importancia de un canal de televisión mayoritario —no digo entonces, cuando sólo existían esos, digo incluso ahora— o los problemas de publicidad y caducidad en Internet.
Pero sí, al menos existen alternativas con mayor difusión que un par de hojas xerografiadas y televisión monolítica, el problema es que no parece que haya salido tan reforzado con ello la libertad de expresión como podríamos creer. Se ha reforzado la impresión de libertad de expresión, más bien. Al fin y al cabo los americanos tienen una televisión en la que aún hay palabras y temas más que vetados lejos, y mucho, de esa teórica libertad de los canales de cable que, en realidad, tiende más a favorecer el sexo y la violencia como reclamo por ser algo que no se puede encontrar en los generalistas. —A ver si os creéis que internet le ha hecho daño a la televisión sólo con vídeos de gatitos—
Podríamos incluso hacer un poco de memoria. Volvamos a los Smothers y aprovechemos para traernos a un antiguo odiado de esta columna ya puestos. Cuando los Smothers hicieron botar la televisión conectando con un público que acabó siendo más reducido aunque más joven, lanzando a los programadores una idea: ¿Y si hay que renovarse? ¿Y si la audiencia a la que hay que prestar atención es esa? Motivo por el cuál nuestro villano entró en la CBS en tromba, decidido a acabar con esos programas rurales que tanto éxito tenían, con esos vaqueros que tan de moda estaban, y convertir la cadena en algo más urbano, más joven, trayéndonos a The Mary Tayler Moore Show y All in the Family lo que acabaría contribuyendo a hacer avanzar la televisión. Pero de todo esto, igual que del malvado Fred Silverman, ya hemos hablado por aquí antes.
¿Está tomando notas de los canales de cable o de internet? ¿Ha avanzado algo la CBS desde la última vez que le dieron un meneo, cuando la FOX abrió el tablero pero cambió las reglas? ¿O parece más centrado en desevolucionar las series que les van funcionado y enviar lejos las otras para mantener su propia ilusión de superioridad?
Fijémonos en otro detalle interesante, la diferencia en la peligrosidad de la ofensa de los primeros, cuestionando el sistema, los poderes establecidos y a su propia cadena, que no está nada mal. Mientras que Sarah Silverman se atrevió a hacer su papel cómico acostumbrado de humor incómodo, parodiando las propias charlas, sí, pero causando la conmoción y la desazón no por ello sino por el motivo elegido, la parodia inmisericorde de ese mismo buenismo que impregna parte de esas charlas, esa idea de los deseos para un mundo mejor, en una mezcla de deformación turbia del narcisismo inminente en la exposición de una propia grandeza y su capacidad para hacer humor con temas que parecen delicados. Capacidad demostrada de sobra en… televisión. De hecho, resulta difícil pensar que su charla para la TED no pudiera ser emitida dentro de un capítulo del Sarah Silverman Program en Comedy Central. ¿Cómo es posible que internet se quede por detrás de la televisión? ¿Quizá proque el problema en sí no es realmente el medio que distribuye sino la persona detrás impulsándolo y respaldándolo? No se trata de que una cadena no quiera que la unan a ello, a Comedy Central no le importa que se asocie su nombre con el de Silverman, como no le importa que lo hagan con South Park o los roast —pese a lo cuál entre los programas emitidos y los de dvd, como también hemos dicho ya, parece en ocasiones que los de la tele no son más que trailers — una asociación con la que, sin embargo, no se sentiría contenta en absoluto una organización progresista como la que organiza las TED.
Así, de una megacorporación a un grupo filantrópico. Y aún con eso podemos dudar si existe el humor peligroso aún. Porque, ¿dónde lo veríamos? ¿en qué momento lo podríamos separar del que es simplemente duro con los contrarios pero complaciente con los suyos? El dibujante de cómics Gary Trudeau, autor de una de las obras que mejor explicarían las últimas décadas estadounideneses, Doonesbury, acaba de tener problemas por algo tan sencillo como exponer una situación real. El gobernador de Texas y ex-candidato a la elección por los Republicanos para enfrentarse por la presidencia contra Obama^, Rick Perry, ha aprobado una serie de reformas legales para las mujeres que tengan que abortar que se enfrentarán ahora a una auténtica ginkana de humillación, vergüenza y remordimientos antes de poder hacerlo, incluso aunque se trate de víctimas de violaciones. Entre las pruebas están exámenes intrusivos o confrontación con imágenes 3D de lo que quiera que se encuentre dentro de sus cuerpos. Convertirlo en el tema de la semana, denunciarlo gráficamente —aunque no tanto— y cuestionar estos métodos ha supuesto la retirada, total o temporal, de Doonesbury en multitud de periódicos. Aunque lo que más me interesa es la idea que ha tenido el Standar Examiner de sustituirlo por repeticiones en su versión en papel y subir las tiras controvertidas en la edición por internet. La forma más directa de reconocer que uno de sus públicos se ha quedado antiguo que se me pueda ocurrir.
Así que volvamos al principio. Y tratemos de no preguntarnos ahora más que una cosa; ¿queda aún hueco para un humor peligroso? ¿Contra quién? ¿Dónde? Y, ya puestos, ¿encontraría lugar en la televisión?
[Efectivamente, no he hablado de España. En primer lugar porque el humor está bastante estancado, en segundo porque decidir que algo es peligroso aquí me parece incluso más complicado, y, sobre todo, porque todos sabemos que lo que aquí se lleva es dedicarnos a usar fiambres para ganar dinero, como Campofrío. En España lo peligroso sería quedarse sin sentido del humor para aguantar.]
2012-03-13 11:41
Interesante artículo, aunque la aclaración final no era, a mi juicio, necesaria.
¿Sentido del humor en España? No me hagas reír.
http://www.comunsinsentido.com/