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El receptor por Jónatan Sark

Televisión hay, aún, por todas partes. Mientras avanza el siglo, e Internet la remplaza, queda como el electrodoméstico más importante. El que expulsa información sin parar. Información que debe ser sopesada. Esta columna tiene como finalidad y motor reflexionar sobre lo que se emite por televisión y considerar críticamente lo que en ella se ve y expone. Y lo hacía cada lunes. Sigue en elreceptor.com.

Espejismos finianuales actuales

El repaso al año parece haberse salvado en los últimos minutos. Si yo siguiera la idea de “temporada” que empieza en Septiembre y termina en Agosto, la de 2010-2011 habría sido un vacío con unas pocas y notables excepciones. Por suerte soy de los que prefiere elegir su arbitrariedad junto a la del calendario, de manera que estos últimos meses he podido ver series que han animado el año tan soso que llevábamos.

A lo mencionado en los últimos Pilotos Deathmatch hay que unir un par más de series que se han colado de rondón en este año. Y si bien varias de ellas son perfectamente prescindibles y muy poco interesantes como I hate my teen daughter o The Exes, junto a productos tan dignos como suelen ser los ingleses, como la biografía Young James Herriot o el inicio, también inglés, de The Bleak Old Shop Of Stuff, una serie que pretende hacer sátira dickensiana desde el dickensianismo, o series que prometían más de lo que dan como la previa que se ha podido ver de Luck o The house of lies, aunque quizá ambas mejoren con el rodaje.

Así que ya sabéis de qué voy a hablar. Black Mirror, que por tres semanas ha presentado lo que no deja de ser por un lado un excelente ejercicio de sociedad ficción usando todo tipo de recursos, desde los más cercanos al fantástico de Twilight Zone al SciFi de Outer Limits, y que siendo una serie notable y mereciendo, sin duda, un puesto en el Arriba Diez de lo mejor del año, tiene en su contra tres cosas:

Su carácter antológico, que hace que no exista ni una ligazón ni, desde luego, una continuidad argumental. Ideológica, incluso temática, pero no argumental. Al fin y al cabo es algo propio de las citadas series. Aunque al final el nexo de unión siempre acaba siendo tanto la idea rectora como la forma de abordar las historias. Pero no es necesario que realice desde aquí un canto a las grandes series antológicas y su desaparición. ¿O sí? Mejor otro día esa historia.

Su segundo problema es, precisamente, la existencia de esos ilustres antecedentes. Competir, no ya contra los que hicieron historia sino contra el recuerdo que dejaron, es una imposibilidad. De la misma manera en que aquellos luchaban contra los seriales de radio y los cuentos en revistas pulp o en los cómics. Además, claro, de todos sus refinamientos a lo largo de los años. Así que cuando digáis me suena a visto ya sabéis a qué os estáis refiriendo en realidad.

Finalmente, su peor problema: Vosotros, queridos míos. Que hacéis un hype hasta del pan de molde. Si os dicen: Esta serie es buena. Parece que os váis imaginando algo con un nivel mínimo de Community —Espera, habrá, gente a la que… No, esa gente no puede existir— pero parad a considerarlo. ¿Es que ahora sólo tenemos dos puntos? O es Insuperable o es Puaj, ¿qué fue de las antiguas gradaciones? ¿Cuándo volverán los grises?

En cualquier caso: Black Mirror, con sus escasos tres capítulos, sus ilustres precedentes y todo lo que cada cuál quiera sacarle, es una de las series del año, mucho más afilada que la anterior creación de Charlie Brooker, la magnífica Dead set. Otro de esos genios salidos de The 11 O’Clock Show que marcó el cambio de siglo inglés y que se preocupa de la relación de la gente con los medios, con la televisión, con la novedad electrónica. Al fin y al cabo empezó su carrera escribiendo en PC Zone y fue copresentador, entre otras cosas, de un programa de gadgets y aparatejos electrónicos..

En la serie hay poco que se pueda decir o analizar sin desmenuzar parte de lo interesantes e, incluso, rupturistas, que son parte de su brillo, y resultaría poco interesante dar algo más que breves apuntes sobre lo que realmente parece estar diciéndonos Brooker, que la realidad se nos está desmadrando. Que el futuro distópico podría empezar en quince minutos y que las señales están ahí. Por eso su discurso es tan coherente.

Recordemos que es el autor de algo tan increíble como How to watch television? para The Art Show

Brooker es una de las personas que más tiempo puede haberle dedicado a reflexionar sobre la televisión, tanto mediante artefactos meta como sus Brass Eye — ¿ Recordáis la bronca por su programa centrado en la pedofilia? ¿No? Satirizar no la pedofilia (Que también) sino la locura amarillista de la prensa y su tratamiento apocalíptico de estas informaciones, lo exacerbado de su tratamiento; sirvió para que esos mismos medios, con el loco ultraderechismo del Daily Mail a la cabeza, atacaron duramente al programa, a su creador, Chris Morris — A quien quizá conozcáis por su papel de Denholm Reynholm en The IT Crowd o como director de la película Four Lions— o en sus críticas del medio en columnas de The Guardian primero y en un video-blog para la BBC, Screenwipe además, por supuesto de How TV ruined your life, un programa en seis partes en el que examinaba el medio, sus límites y su influencia en el comportamiento humano actual.

Como aquello era un documental tuvo menos repercusión así que, de una manera inequívocamente irónica, la aparición de este Black Mirror sirve para demostrar que a la gente le interesa más la ficción que la reflexión. Qué le vamos a hacer.

Del resto del año hablaremos un poco más, pero sólo un poco, la semana próxima. Mientras tanto id recordando dos cosas: Que lo bueno de hacer una lista a final de año es que suele dar tiempo a las series a mostrar sus cartas y que hasta que no termina el año no se debe sacar una lista de “Lo mejor del año”.

Jónatan Sark | 26 de diciembre de 2011

Comentarios

  1. E. Martín
    2011-12-31 17:06

    ¿Existe gente a quienes no les gusta Community? A Guantánamo habría que mandarlos. ¡Y castrados, no sea que se reproduzcan!


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