Televisión hay, aún, por todas partes. Mientras avanza el siglo, e Internet la remplaza, queda como el electrodoméstico más importante. El que expulsa información sin parar. Información que debe ser sopesada. Esta columna tiene como finalidad y motor reflexionar sobre lo que se emite por televisión y considerar críticamente lo que en ella se ve y expone. Y lo hacía cada lunes. Sigue en elreceptor.com.
Ya os decía yo que os iba a sonar la musiquita. Pero, ¿de dónde sale Dick Wolf? Cuando nació en 1946 en New York le pusieron Richard Anthony Wolf pero tardó muy poco en ser un Dick, muy pronto entró en la élite gracias a su padre, ejecutivo de publicidad de la NBC —luego pasa lo que pasa— que primero le mandó a la escuela de St. David y luego a la muy prestigiosa Phillips Academy de Andover, (en la que sería compañero de… pero mejor dejemos eso para un poco más adelante) aún tendría tiempo de pasar por The Gunnery antes de acabar en la Universidad de Penssylvania_ en donde se graduó en 1969. En 1970 hizo dos cosas, casarse y empezar a trabajar en publicidad, en la firma neoyorquina Benton & Bowles, mientras terminaba unos guiones que poder vender en Hollywood. Entre sus anuncios destaca este para :
Que ríete tú de Mad Men y Pan Am. Y es que Dick Wolf siempre ha sido ese hombre.
A finales de los setenta tuvo una reunión con Oliver Stone que no le compró ninguno pero le recomendó algunos pasos que dar y facilitó la venta de sus dos primeros guiones, uno era Skateboard, un extraño film de skaters, el otro era Gas, una comedia sobre un periodista que investiga el robo de leche y su relación entre la subida de los precios de la leche y la gasolina.
La parte buena es que le sirvió para entrar en el juego y que le ofrecieran un puesto de escritor en Canción triste de Hill Street que le puso definitivamente en el mapa gracias a la candidatura para el Emmy en un episodio que escribió a solas, lo que facilitó, a su vez, la venta de un par de guiones y su entrada como guionista en una nueva serie creada por un productor que quería renovar el policiaco de manera radical introduciendo más acción y más estilo, de manera que contrató a Dick Wolf como supervisor de guiones. El hombre era Michael Mann, la serie Miami Vice y el resto es historia.
Durante su estancia en la serie aprovechó para vender algunos guiones más a Hollywood, un par de los cuales fueron suficientemente bien recibidos. Por ejemplo el que en 1987 le permitió contar con un joven y prometedor actor para una historia realmente curiosa: Un policía novato se infiltra en un grupo dedicado a robar coches, su líder es un tipo carismático que parece arrastrar al resto, incluido el joven poli que pronto se replanteará sus lealtades inmerso en la vida de velocidad, chicas y adrenalina que su nuevo amigo le propone. No, no salen surferos, ni rapados, de hecho el protagonista se quedó durante años en un discreto segundo plano — D. B. Sweeney — mientras que el peso real recayó en el jefe de los ladrones, un tipo incapaz de apartarse del primer plano y a punto de realizar una interpretación magistral en una película sobre Wall Street. El actor se llamaba… Charlie Sheen. No man’s land o La tierra de nadie (En fin) no fue una gran película ni logró ampliar las ganas de Hollywood de reutilizar la historia pero, por lo menos, fue un escalón mientras llegaba la siguiente película y seguía ascendiendo puestos en la serie.
Tardó poco menos de un año. Otra estrella despuntante, otra historia de género. Un puñado de hombres y mujeres bailan en torno a una joven heredera huérfana que no tiene muy claro en quién puede confiar, ni si el chico que le gusta, un apuesto capitán de yates de carreras, está siendo del todo sincera con ella. De nuevo el papel más importante es el más ambiguo, y en esta ocasión, en la película Masquerade o Mascarada para un crimen, le toca a otro joven prodigio de los ochenta, Rob Lowe ser el motor real de la historia.
Pese a todo Wolf pasará a centrarse en la televisión, no dejando el mundo de las series hasta que… pero me estoy adelantando de nuevo. Wolf había hecho un par de películas y Corrupción en Miami estaba acercándose a su fin. (No os lo creeréis pero duró sólo 5 temporadas) así que, a la vez que se terminaba Wolf hacía lo que todo joven productor, empezar a lanzar sus propias series.
De entrada se sumó al intento de relanzar las ABC Mistery Movies, el espacio semanal en el que se dieron a conocer Colombo o Kojak —recuperadas para la ocasión— con tres series nuevas, dos de las cuales llevaban la marca de Wolf. La primera, Christine Cromwell estaba protagonizada por la ex-_Ángel de Charlie_ Jaclyn Smith, que en esta ocasión vería cómo le cancelaban la serie tras cuatro episodios pese a ser la única protagonizada por una mujer; la otra, Gideon Oliver, sobre un profesor universitario de antropología interpretado por Louis Gossett Jr. que logró alcanzar los cinco episodios. (La otra, B. L. Styker tampoco duró mucho, pese a estar protagonizada por Burt Reynolds y producida por Tom Selleck, con un par de bigotes)
Por suerte para el año siguiente pudo poner en marcha dos pilotos. El primero, aún para la ABC, se llamaba H.E.L.P., trataba de un nuevo servicio que ofrecía a la vez la asistencia de bomberos, policías y paramédicos.
La serie, en la que recuperaba de Canción triste de Hill Street para un papel como policía a David Caruso y presentaba como un joven oficial a Wesley Snipes, no tuvo demasiado éxito y en seis episodios estaba fuera. Aún quedaba casi una década para que funcionara esa historia con Turno de guardia (Third watch) y, mientras, Dick Wol tenía otras cosas de las que ocuparse.
Por ejemplo Nasty boys, una serie para al NBC sobre policías de narcóticos —Ya, bueno— en el departamento de policía de Las Vegas. Un departamento especializado en infiltrarse en el que destacaban Don Franklin y Benjamin Bratt junto a otro rescate de Canción triste de Hill Street , el gran Dennis Franz. Por algún extraño motivo parecía que no era aún el momento y duró sólo el doble que la anterior, hasta 13 capítulos. La verdad es que consiguió unos buenos resultados y una base fiel pero era la NBC de Tartikoff, primera en los ratings y ese año decidieron que les iban tan bien las cosas que sólo tendrían una serie no producida por ellos. La NBC nunca defrauda.
Así que parecía que a Wolf le iban durando cada vez más las series: 4, 5, 6, 13… La próxima parecía que podría ser la definitiva. Tenía una idea, hacer una serie policiaca. Porque hay que reconocerle que es de ideas fijas, y si este no funciona ya funcionará el siguiente. Y si mezclarla con policías y bomberos no servía de gran cosa… ¿Qué tal con abogados?
Efectivamente, el 13 de septiembre de 1990 se emitía el primer capítulo de una serie llamada a hacer historia. Sacando los casos de los titulares, como si de un nuevo Jack Webb se tratara. Centrada en los casos transversales que pasaban de investigarse a juzgarse, creando una forma de verlos que permitía tomar lo mejor de los dramas judiciales y la investigación de Perry Mason sin que el sospechoso y sus giros se quedaran fuera de juego al incluir la investigación, ofreciendo un díptico capaz de ofrecer a la vez intriga y reflexión.
Que lo digo en serio. Los episodios con giro tipo son mucvhos pero también la existencia de una reflexión general sobre el tema que tocaba esa mañana en el juicio y en la investigación. Y como Dick Wolf es un cuco en lugar de dar una respuesta a la Soorkin o Kelley se dedica a meterla doblada ofreciendo dos posibilidades: La suya y la mala. Repasar la integración de un ideario de derechas en una serie que cuenta sin problemas con minorías, personajes positivos en ambos y una aparente ecuanimidad en el trato y reflexión es tan divertido como hacerlo mirando sólo el resultado: Sí, es difícil ser más de derechas pero, a la vez, es difícil disimularlo mejor. Porque todo es perfecto hasta que llega el final y ganan los de siempre, y si no ganan porque ya sería pasarse, entonces surge una complicación para-legal o aparece un personaje para que se cumpla una ley natural por encima de la _legislativa-, que no nos vas a pillar en tonterías a nosotros, hombre. No es algo realmente condenable — al fin y al cabo Kelley lleva toda su carrera haciendo lo mismo para el otro bando— siempre y cuando nos demos cuenta de la manipulación, de la falta de una reflexión final que va más allá de esa defensa ultra, digo, a ultranza, de la ley natural. Y, total, al final los malos son castigados y los bueno… bueno, los malos son castigados.
Por su reparto han pasado multitud de buenos actores, empezando por Chris North — A quien podéis ver ahora en The Good Wife pero que seguro que recordáis como el Mr. Big de Sex and the City —, también Dennis Farina o Benjamin Bratt, rescatados del pasado de Wolf, interpretaron personajes aunque los más duraderos y recordados fueron Sam Waterston, Steven Hill y, sobre todo, S. Epatha Merkerson. Además, Jerry Orbach pasó en la serie desde la temporada 2 a las 14 en la que se cambió al spin-off L&O: Trial by Jury debido a la menor carga de trabajo que era de esperar para él en la nueva serie, el motivo: un cáncer de próstata que le mató cuando sólo había podido grabar dos episodios de la nueva serie. Todos ellos y montones de otros actores, regulares, invitados y variables. Aunque quizá merecería la pena detenerse en dos. Bueno, de momento detengámonos en uno: Richard Belzer que logró dar el santo de Homicide: Life on the Street a L&O conservando… el personaje. John Munch empezó en la serie y logró pasar a L&O:SUV aún teniendo en cuenta que su personaje era creación de David Simon —Sí, el de siempre— y cobraría royalties por su uso. De manera que Belzer ha estado paseando a Munch por la pequeña pantalla con L&O como base de operaciones. Las maravillas de la televisión.
Durante veinte años, hasta 2010, aguantó Ley & Orden los modos y modas, que se dice pronto, está empatado con Gunsmoke como serie de acción real que más ha durado y sólo Los Simpsons ha sobrepasado a ambas. De hecho cuando la NBC — ¡Esa cadena! — decidió cancelar la serie sin posibilidad siquiera de una temporada corta para que ganara a Gunsmoke (No pueden evitarlo, en serio, ellos son así) el propio Dick Wolf — ¡¡¡Ese hombre!!! — se ofreció a pasarlo a cable, a internet o a bodas, bautizos y comuniones si falta hacía para poder superar el record. Pero no hubo forma. 456 capítulos quedaban detrás y, más importante, multitud de versiones.
La primera llegó al final de los turbulentos— para Wolf, ya veréis, ya — años ’90.
Parecía un buen momento, con las subidas de audiencia, para sacar un spin-off, Law & Order: Special Victims Unit cumpliría esa función con un éxito más que notable. Un poco más procedural, un poco más escandaloso porque, como decíamos antes, al estilo Dragnet de Jack Webb de basado en hechos reales le añadiría un componente sexual que centraría la actividad del SUV. Y, además, tenía a Mariska Hargitay que logró ser la primera actriz de un L&O en ser nominada a un Emmy y ganarlo. Y también se hizo como un Globo de oro. De hecho, Hargatay se convirtió en el pilar de la serie, con un personaje que se convertiría en ejemplo para todas esas mujeres investigadoras con puestos de responsabilidad que hemos estado viendo en la última década. Tras múltiples complicaciones de salud y varias negociaciones económicas parece que la actriz seguirá en la serie que entra ya en su 13 temporada y ha perdido por el camino a su compañero de las anteriores, el ex- OZ , Christopher Meloni, que no pudo o supo cerrar el trato.
El siguiente hijo le nació para la temporada de 2001, algo le hacía pensar a la NBC o a Dick Wolf de que sería un buen año para iniciar una tercera serie relacionada, Law & Order: Criminal Intent centrada en delitos de perfil alto (es decir, un 90% de las veces asesinatos) cometidas sobre, alrededor y — habitualmente— por un VIP, y esta vez con un Vincent D’Onofrio que parecía empeñado en convertirse en las versión king size de Colombo. El debut fu espectacular, los siguientes tres años fue la serie líder de su día, hasta que la ABC se sacó de la manga Mujeres desesperadas y la NBC compró el Football Americano para hacerle frente, el peregrinaje —y la habitual intención de los actores por largarse al lograr cierta relevancia— lo que llevó a la cadena a traerse a Chris Noth para alternar con D’Onofrio y, a la marcha de Noth a pastos más verdes, a incorporar a Jeff Goldblum, convirtiéndose en el actor principal de un cast que estuvo moviendo a a la gente como una montaña rusa hasta que la NBC decidió cerrarlo al concluir su décima temporada en 2011.
Entre medias de estas tres estuvo la cuarta serie —Sí, cuando decía que L&O ha sido todo un éxito no exageraba— que se centraba en la parte judicial para compensar el giro policial del resto. Law & Order: Trial by Jury duró sólo 13 episodios entre 2005 y 2006 y fue el primer traspiés de la factoría.
Aún quedaba por jugar la baza de la franquicia que permitió vender versiones de la serie a paises como Francia que lo convirtió en Paris enquêtes criminelles y la mantuvo en el aire tres temporadas entre 2007 y 2009, mientras que la versión inglesa llamda en un alarde de imaginación Law & Order: UK comenzó a emitirse en 2009 y aún continúa. Menos suerte tuvo la última versión americana: Law & Order: Los Angeles, una idea poco inspirada pero no lo suficientemente loca que duró una temporada —completa, eso sí— entre 2010 y 2011, intentando encontrar una personalidad propia. Pero ya parecía tarde.
De todas estas series sólo queda la internacional inglesa y Law & Order: Special Victims Unit que vive una temporada más de caída de sus números. Es difícil saber si la NBC cerrará este último capítulo de una de las series que más dinero les ha hecho ganar. Especialmente porque es la NBC y porque este años sus estrenos se han estrellado, pero la relación con Wolf lleva siendo tensa desde que se empeñaron en cancelar el primer Ley y Orden.
Lo divertido del caso era que los ratings de la serie sufrieron todo el proceso que rara vez se da, comenzando por los últimos 40 para ir subiendo poco a poco a los treinta y luego a los veinte, hasta 1999 no marcarían por primera vez en el Top 20 en el 13 y, como os estáis oliendo seguro desde hace un rato, no llegaría a entrar en el Top 10 por primera, última y única vez hasta su duodécima temporada estrenada 15 días después del 11S. (Tal y como vimos que pasó con JAG, como para no ver el causa-efecto) Tres temporadas más tarde había vuelto a los 30 y en cinco había llegado a su mínimo, quedándose en el 54 y si bien la siguiente logró que remontara hasta el 38 las dos últimas, ya en los puestos más allá del 60 condenaron definitivamente a tan longeva producción.
Lo que nos lleva al otro actor destacado de Ley y Orden, por motivos externos. Se trata de Fred Thompson, que durante 5 temporadas, de la 13 a la 18, interpretó al fiscal de distrito Arthur Branch y que dejó el cargo para… presentar su candidatura a la presidencia por el Partido Republicano, es decir, su candidatura a candidato para enfrentarse al aún no electo candidato demócrata que estaba claro que sería Barack Obama o Hillary Clinton. Thompson tenía muchos respaldos, sobre todo dentro del mundo del espectáculo —empezando, obviamente, por el de Dick Wolf— pero en el río revuelto post-*Bush* acabó ahogándose frente a políticos profesionales como McCain, Romney y Huckabee que dejaron fuera de juego al actor con rapidez, pese a lo cuál decidió no regresar a Ley y Orden .
No era el primer encuentro de Wolf con la política, como dijimos antes su mejora en los _ratings- hacia el año 2000 podía explicarse también por factores externos, y es que el famoso compañero de Wolf cuando estuvo internado en la Phillips Academy de Andover era… George W. Bush. Dick Wolf hizo campaña en las dos ocasiones por él y estaba bastante claro que existía si no una sintonía sí un complicidad entre ambos. Lo que explica claramente algunas de las decisiones internas en Ley y Orden pero, también alguna de las de la carrera externa de Wolf. Lo veremos en su momento.
Volvamos a los años noventa, como el resto del país, y veamos lo que fue la carrera de Dick Wolf más allá de “Ley y Orden empezando por el siguiente guión para una película que vende, en 1992, y que podría marcar a una generación de intérpretes tanto como Rebeldes marcó a la anterior. En este caso Wolf se inspiraba en sus años de internado para presentarnos a un grupo de jovenzuelos que nos presenta a un atleta judío transferido gracias a una beca deportiva a un internado exclusivo en el que tendría que luchar contra la discriminación y todas esas cosas que se lucha en las pelis. En el reparto, como estrella, Brendan Fraser, mientras que el malvado alumno envidioso que le delata como judío —¿He dicho que estaba ambientada en los años ’50? Por lo visto entonces existían atletas judíos— el malo, decía, era un Matt Damon celosón porque sus otros compañeros —entre los que estaba, claro, Ben Affleck—le hacían más caso. Completaba el reparto masculino Chris O’Donnell y los menos conocidos Cole Hauser, Anthony Rapp y Randall Batinkoff.
No sé cómo iría la experiencia pero el director, Robert Mandel, lo siguiente que rodó fue El sustituto. Y hablando de héroes de acción, Dick Wolf tenía preparadas dos novedades más para 1992. La primera fue un extraño intento de hacer drama médico que no duró nada, ni John Mahoney ni Eriq LaSalle acababan de encajar en el tema médicoo, por lo visto. Menos mal que Wolf tenía un plan B. Junto con DeLaurentis — Bob , no Dino — creó una serie llamada Mann & Machine y que trataba de… de… Mejor lo miráis primero y cuando os lo creáis seguimos.
Efectivamente, entre Un robot en casa, Una chica explosiva y Medias de seda tenemos una serie puntera y rompedora que ríete del Automan de Larson, la historia de un polícia — Mann, ¿lo pillas, lo pillas?— al que con un poco de Weird science construyen un Small wonder para que detengan los delitos de Silk stalking y un poco lo que les venga así a mano. La Machine del título se llamaba Eve Edison —Eso es. El Festival del Humor no acababa nunca.— y no dejaba de ser la clásica serie de policías compañeros diferentes, más cercano a Holmes y Yo-yo (Haced una búsqueda, veréis las risas) que a Robocop, y que duró 4 capítulos en antena aunque se llegaron a grabar 9. ¿La cadena? Pues la NBC, ¿qué otra?.
El año siguiente Wolf repitió con DeLaurentis y juntos crearon otro vehículo para * Yancy Butler*, la actriz que interpretaba a Eve, juntos crearon South Beach, una serie inspirada muy levemente en Modesty Blaide con una ladrona de guante blanco forzada a trabajar para la policía acompañada por Eagle-Eye Cherry que, ojo, es el nombre real del actor, bueno, en realidad es un músico sueco de raíces africanas que . La parte buena es que estaba a las órdenes de Robert, un siempre excelente John Glover. Esta vez llegaron a emitir seis episodios y grabar siete así que mucho mejor
En cuanto dejó de lado a DeLaurentis y se asoció con Kevin Arkadie la cosa mejoró algo al centrarse en, claro, policías. La llegada de la FOX le permitió centrarse en ello con las nuevas ideas alternativas, multiculturales y jóvenes de la cadena. Concretamente en policías de incógnito en la ciudad de Nueva York o como ellos lo llamaron: Nueva York Undercover, la serie tuvo un éxito relativo llegando a las cuatro temporadas y siendo más recordada por ser la primera serie en presentar a dos actores de color en los papeles principales, Malik Yoba como el detective J.C. Williams y Michael DeLorenzo como el detective Eddie Torres.
Durante los siguientes años Wolf iría encadenando una notable cantidad de series fallidas año tras año, el drama legal The Wright Verdicts en 1995, la macarrada de acción de Swift Justice en 1996, el acercamiento a los federales en —en fin— Feds en 1997, la serie política D.C. en 2000… Casi parece que lo más útil que hizo fue en 1997 cuando lo intentó con Players, una serie sobre exconvictos que colaboran con la justicia que permitió a Wolf darle el papel principal a IceT, a quién recuperaría en 2000 para que interpretara a un personaje de L&O:SVU.
A eso se unían todo tipo de series que trataban de sacar éxito de Ley y Orden, como Deadline, serie de periodistas que duró dos temporadas (2000- 2001) y estuvo centrada en la vida del ficticio New Yor Ledge que solía aparecer en Ley & Orden; en 2006 saca Conviction, centrado en el personaje la abogada Alexandra Cabot, interpretada por Stephanie March que venía de L&O:SVU y aabaría volviendo a ella tras lograr sólo 13 episodios para esta serie.
Aunque quizá el caso más sorprendente fuera el de las series de no-ficción, primero Arrest & Trial, del año 2000, en el que se recreaba un caso real al más puro estilo Ley & Orden, dándole una apariencia de documental que transmitiera incluso más verismo que la serie. A continuación y por dos temporadas, de 2002 a 2004, _Crime & Punishment _, que seguía a miembros de la fiscalía del distrito mientras preparaban sus casos. Un paso más para adentrarse en los casos reales, como siempre. Hablando de lo cuál, Wolf fue el elegido por la ABC para tratar de recuperar el Dragnet de Jack Webb del que tanto bebía su principal fuente de dinero.
La desconcertante elección del gran Ed O’Neill —incluso por encima de los arreglos al clásico tema musical— parecía remitir más a la parodia cinematográfica —con el mismo nombre que la serie original y la dupla Tom Hanks y Dan Aykroyd, una idea que no es algo reciente— interpretando el personaje de Joe Friday que Webb inmortalizó y Aykroyd parodió, sin que pareciera muy clara la dirección que le pretendían dar. El desastre fue de tal magnitud que en el episodio 12 decidieron dar un enorme giro, cerraron temporada y prepararon una nueva librándose del compañero de O’Neill y presentando a un grupo de jóvenes investigadores racialmente diversos —con señalar que incluía a Eva Longoria os podéis hacer una idea— el resultado esperable fue la cancelación tras cuatro episodios de la nueva temporada. Los restantes —hasta 10— fueron apareciendo en repeticiones y canales ajenos, hasta el punto de que la serie fue completada por primera vez en su pase en Francia.
A esto había que unir su faceta como productor de telefilmes, a veces con la suficiente calidad, como la adaptación para la HBO de _Bury My Heart at Wounded Knee _, una historia de las tribus indias de los Estados Unidos; antes de eso había producido una nueva versión del clásico The Invisible Man, no una serie como la del habitualmente interesante Matt Greenberg, sino una versión con Kyle MacLachlan en 1998, aunque lo más importante sería, por supuesto, Twin Towers, una mezcla de documental y película estrenada en 2003 que presentaba a dos hermanos, uno bombero, el otro policía, muertos durante los ataques del 11S. Es algo que no puede evitar.
De hecho, mientras Ley y Orden se resiste a desaparecer del todo de nuestras pantallas el próximo proyecto de Dick Wolf es crear una serie de bomberos desde una perspectiva seria que muestre los héroes que son. Y la verdad es que si alguien puede sacarla adelante es Wolf, no en vano él es Ese hombre.
2011-12-16 17:12
Es muchísimo mejor la versión que hacen del tema de Dragnet los Art of Noise para la película, dónde va a parar.