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El receptor por Jónatan Sark

Televisión hay, aún, por todas partes. Mientras avanza el siglo, e Internet la remplaza, queda como el electrodoméstico más importante. El que expulsa información sin parar. Información que debe ser sopesada. Esta columna tiene como finalidad y motor reflexionar sobre lo que se emite por televisión y considerar críticamente lo que en ella se ve y expone. Y lo hacía cada lunes. Sigue en elreceptor.com.

Cancelaciones Nosóloaudiencias

Es de suponer que algo habrán leído mis silentes lectores sobre todo el asunto Sheen que tan entretenido ha tenido a internet y la información sobre televisión y sobre famosos estas últimas semanas. La historia en sí tiene un interés limitado salvo por demostrar que no existe un lado bueno: No hay duda de que Sheen está como un cencerro —aunque sea un cencerro encantador— y las sucesivas denuncias por violencia doméstica o los numeritos de arrasar lo que se le ponga por delante están muy lejos de ser una exageración de los nostálgicos del Hollywood Dorado, pero es que el tipo que está en frente, Chuck Lorre, está muy lejos de ser un angelito.

Un post de el dijo, ella dijo, sangre de tigre por al alfombra poco iba a añadir y un repaso a las situaciones no es mucho más interesante Queda, sin embargo, la posibilidad de hablar sobre la cancelación de la serie.

En realidad la serie no está cancelada aún, claro. No en vano en la segunda comedia más vista de Estados Unidos y la primera durante mucho tiempo, siendo Charlie Sheen el actor mejor pagado de la pequeña pantalla desde que William Petersen dejara CSI. Las pérdidas calculadas para la cadena por dejar de emitir la serie en publicidad ya contratada ascienden a 250 millones de dólares. Incluso tratan de considerar el impacto que carecer de este programa como lanzamiento de la noche supondrá para la CBS y —especialmente— para las series que la siguen. Así que la próxima vez que leáis a un columnista televisivo diciendo que Dos hombres y medio se puede dar por cancelada pensáoslo de nuevo.

Casualmente esto ha coincidido con la preparación de la columna de la semana próxima sobre los creadores y la ficción en USA en los años ’70, que también tiene una buena ración de cancelaciones de por medio.

Entendámonos: Lo normal es que las series se cancelen. Lo más normal aún que lo hagan en sus tres primeros años y que el motivo principal sea su baja audiencia.
También ha ido convirtiéndose en costumbre que la audiencia sea en números globales buena pero que falle en conectar con el segmento de la población que se denomina de interés, es decir, los que manejan y gastan pasta: 18 a 49 años, de manera que un programa con más audiencia de mayores de 49 puede significar que se le saque cinco millones de espectadores de diferencia a otra cadena y, pese a eso, se estén vendiendo los anuncios a un tercio de esa otra cadena. Es otro motivo suele ser un simple ajuste de balance: Si lo que tenemos que gastar para hacer una serie no compensa con lo que vamos a ganar por hacerla, ¿qué importa la audiencia? Eso suele suceder cuando hay mucho caché o mucho gasto en efectos y producción —exteriores, vestuarios, etc…— siendo este último el motivo de que se cancelara años ha A través del tiempo.

En cuanto a las otras cancelaciones de series, es algo tan poco habitual que los ’70 se podría considerar una década especialmente problemática para tener una serie. Unos cuantos ejemplos los veremos la semana próxima, como los correspondientes a un proceso de cambio de imagen de la cadena que llevó a sacudir por la ventana los programas con buena audiencia pero apariencia menos deseable, otras series tuvieron problemas ajenos a las circunstancias propias de la serie y la cadena pero, en este caso, podemos señalar una situación vivida a finales de los años sesenta.

Dentro de las muchas historias que podemos contar —y por lograr una columna con una duración razonable— vamos a ir con los hermanos Smothers.

Partiré de la suposición —arriesgada— de que no te suenen. Tom y Dick Smothers eran músicos folk durante los sesenta que incluían el humor en sus actuaciones. Pronto estaban apareciendo por la tele como invitados habituales en el programa de Steve Allen y realizando otras apariciones que les convirtieron en una pareja bien conocida, haciéndoles merecedores de su propio programa The Smothers Brothers Show una sitcom poco afortunada que, pese a todo, les permitió hacerse con un hueco en la pantalla. Tras la cancelación de la serie les ofrecieron un programa propio de actuaciones y sketches, The Smothers Brothers Comedy Show. Un programa que empezó como una versión avanzada del clásico programas de variedades y terminó en pleno escándalo.

La mezcla de guionistas e invitados cómicos fue, más que la selección musical, lo que marcó el programa: Steve Martin, Rob Reiner, Don Novello —el futuro Padre Guido Sarducci del SNL— o Albert Brooks estaban entre las caras más habituales, y su estilo de comedia era bastante ácido y crítico para la época.

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Eso no quiere decir que no hubiera problemas con la música también, llevar a The Who casi les cuesta un disgusto y llevar al represaliado Peter Seeger se convirtió en un triunfo, pero allí estaban los hermanos, logrando introducir a los más importantes músicos pacifistas —Joan Baez, Buffalo Springfield…— en los hogares estadounidenses.

En estos tiempos quizá la dedicación del famoso segmento 18-49 les hubiera cubierto algo más, pero entonces la CBS estaba demasiado ocupada tratando de convertirles en algo manejable como para preocuparse por ello. Para evitar problemas en su segunda temporada la cadena les impuso la entrega de los programas con diez días de anticipo para poder cortar los que consideraran incorrecto. Por ejemplo, a Harry Belafonte delante de una imagen de la convención del Partido Demócrata cantando Lord, don’t stop the carnival, una pieza de Daivid Steinberg sobre Moisés y la zarza ardiente o a Joan Baez dedicándole a su entonces marido, David Harris, una canción explicando que estaba en prisión por haberse negado al reclutamiento —esta última batalla quedó en algo como tablas cuando los hermanos lograron que se mantuviera la dedicatoria y la referencia al encarcelamiento aunque no a los motivos que lo produjeron— lo que estuvo a punto de costarles la cancelación.

Finalmente tuvieron una tercera temporada que se suprimió de un día para otro por las constantes discusiones entre los hermanos y la cadena permitiéndoles ganar un pleito millonario y —obviamente- sacándoles durante años del reconocimiento público televisivo.

Esta historia parece mucho mejor, o cuanto menos más interesante, que historias como la de Sheen y sus directos antecedentes como Mia Farrow dejando Peyton Place tras liarse con Frank Sinatra, decidiendo que la tele no era para ella, lo que causó interminables problemas a los guionistas de la serie para explicar la desaparición de un personaje central, o el calvario que supuso Grace under fire, una de las comedias más importantes de los ’90.

Quizá usted, mi silente lector, no recuerde ya a Brett Buttler. Puede que ni recuerde la serie que aquí se trajo poco, tarde y mal. En cualquier caso debe saber que esta señorita era una cómica de Stand up que logró un trato con Carsey-Werner para realizar una serie sobre una madre divorciada y ex-alcohólica que trata de sobreponerse al día a día —Si no les suena lo de Carsey-Werner no se preocupen, fueron una pieza fundamental de la televisión noventera (Roseanne, That’s ’70 show…) así que acabaremos llegando a ellos.— El problema con Buttler fue que su serie se convirtió en un éxito —para la ABC en esta ocasión— a la vez que las discusiones con su productor y creador de la serie iban subiendo de nivel. Al final fue animado a largarse otorgándole el puesto de consultor cómico que no le mantuvo tan apartado de la serie como Brett Buttler hubiera deseado. Claro que por mucho que ella le culpe de la tensión y de haberla conducido a las pastillas tranquilizantes y, a continuación, la marihuana y el alcohol, ella también tuvo su parte de culpa en el enrarecido ambiente de trabajo y la entrada y salida de actores. Todo lo cuál acabó llevándola a desintoxicación primero y a cambiar la pequeña pantalla por la tranquila vida en el campo después, trabajando ahora en su propia granja, ajena a todas las broncas exteriores.

Al menos hasta hace un par de semanas, en que fueron varios medios a tratar d entrevistarla porque, bueno, al fin y al cabo el creador y productor de Grace under fire era Chuck Lorre.

Habrá que desearle suerte a los chicos de Big Bang Theory, me parece a mí.

Jónatan Sark | 07 de marzo de 2011

Comentarios

  1. Alberto
    2011-03-07 12:45

    Bueno, los chicos del Big Bang son bastante tranquilos, por lo que parece… no imagino yo a Jim Parsons destrozando su camerino o una planta de un hotel-casino en Las Vegas, pero nunca se sabe. De todas formas —y a tenor de lo que cuentas— hay una ligera diferencia entre los Smothers pasándolas putas para mantenerse en antena porque tocaban las narices y se negaban a plegarse a ciertas cosas y el capullo de Sheen creyéndose dios en la tierra en la radio y TV.

    Pregunta 1: ¿por qué dices que Lorre no es ningún angelito? La historia que cuentas con Brett Butler no lo aclara, sólo dicess que “se llevaban mal”.

    Pregunta 2: ¿Sobreviviría Dos Hombres y Medio con un cambio de estrella principal, si la nueva estrella fuese una apuesta lo suficientemente fuerte?

  2. lablanco
    2011-03-07 18:19

    Me ha pillado todo el lío de Sheen en Estados Unidos y no os podéis imaginar la presencia mediática que tiene el tío. Menos, obviamente, en la CBS, ha sido entrevistado en todas partes: ABC, NBC, CNN…Brutal esa entrevista/publirreportaje donde salían sus dos novias (la actriz porno y la modelo), Sheen bebiendo y fumando, totalmente demacrado, y donde salieron sus dos hijos plenamente identificables. A las pocas horas de su emisión le quitaron la custodia de los críos. Está, como bien dice Sark, como un cencerro.

  3. Jónatan S.
    2011-03-08 11:42

    Si parte del asunto es que se ha convertido en algo omnipresente. Lo satirizaban perfectamente en el Weekend Update de esta semana diciendo algo así como que teniendo en cuenta lo de Libia y demás la gente podía esperar un poco para que hablaran de Sheen.

    Pero es que los medios se han vuelto locos, si alguien razonablemente famoso —pongamos David Spade— hacía un comentario en, por ejemplo, Twitter, los medios se hacían eco y anotaban si estaba a favor o en contra. Más aún, ¡se armaban debates! Organizaban todo tipo de coloridas especulaciones y difundían cualquiera que fuera la payasada del día de Sheen, incluyendo el Plan de Rescate de sus hijos que parece un segmento inédito de Hot Shots.

    En cuanto a las preguntas, no estaban en el texto por no alargar el tema Sheen —ni la columna— pero tienen respuesta ambas.

    1) Chuck Lorre pudo tener más o menos implicación en que Brett Butler terminara en una granja o en que Sheen sea el nuevo meme de internet, pero es que, además, lleva un largo historial de broncas con sus actrices allá por donde ha ido pasando, siendo especialmente notables las de Roseanne o Dharma & Greg y espectacular las de Sybill. Su enfrentamiento contra la Shepherd le acabó reportando a esta un globo de oro y otro para la serie, pero entre medias los tiroteos habían sido ampliamente difundidos —especialmente los que tenían en medio del fuego cruzado a la excelente Christine Baranski— de manera que Dos hombres y medio cargó con el sambenito de misógina desde el primer día.

    Lorre también ha cargado cada vez que ha tenido oportunidad contra los críticos, incluso cuando han dicho cosas buenas de alguna de sus series —por no hablar igual de bien de las otras, no por coherencia—, y ha hecho un arte de quejarse de los pocos premios recibidos llegando a enfrentarse abiertamente a los organizadores de los Globos de Oro y los Emmy insinuando poco menos que una mano negra conspiraba para que no tuviera el reconocimiento que se merece.

    Lo más divertido es que suele acabar fatal con los protagonistas pero tiende a llevarse muy bien con los secundarios, que suelen repetir en sus series…

    2) Se ha dicho desde hace una semana y pico que la CBS estaba en contacto con John Stamos, de hecho eso provocó parte del problema.

    Para nosotros Stamos es —y será— el tío Jesse de Full House pero en USA no ha dejado de salir en papelitos y, especialmente, en el tramo final de Urgencias haciendo de guapo oficial , ahora mismo está con un secundario recurrente en Glee! pero si desaparece tampoco pasaría gran cosa.

    Obviamente Stamos ha negado varias veces que vaya a aceptar la propuesta pero a la CBS le conviene —o lo siguiente— que la serie siga en el aire y, total, si Lorre ha demostrado su capacidad para cambiar actores antes no se va a cortar ahora.

    En cuanto a lo de las cancelaciones, sí, obviamente el asunto de los Smothers fue mucho más sangrante, ¡si hasta le ganaron el pleito a la CBS! pero es —inexplicablemente— menos conocido, y por eso escribí esta columna, para contextualizar también por ese lado el Affaire Sheen

    ¿Alguna pregunta más?


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