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El receptor por Jónatan Sark

Televisión hay, aún, por todas partes. Mientras avanza el siglo, e Internet la remplaza, queda como el electrodoméstico más importante. El que expulsa información sin parar. Información que debe ser sopesada. Esta columna tiene como finalidad y motor reflexionar sobre lo que se emite por televisión y considerar críticamente lo que en ella se ve y expone. Y lo hacía cada lunes. Sigue en elreceptor.com.

SarkTv 2010

Lo hice el año pasado y lo hago de nuevo este año. Así soy yo, encuentro un filón para no trabajar y lo llamo tradición. Es decir, este año también toca.

Ha sido un año menos interesante que el anterior este que acaba de terminar. Qué le vamos a hacer. Hemos seguido con los recortes y con la falta de riesgo, no ha habido una explosión tan interesante en ningún campo como la que tuvo la comedia el año anterior y lo más reseñable son los intentos alternativos que han llevado a estrenar The Walking Dead como gran acontecimiento del año. Puede haber gustado más o menos pero es la única serie que ha logrado trascender su propia importancia logrando, incluso, que se inicie un debate sobre la moda de lo zombie.

Casi merece más la pena hablar de la maduración que están teniendo algunas series, cómo Community o Misfits que están evolucionando a buen ritmo, con sus pertinentes licencias y, en el caso de Community, con un vigor, una variedad y una capacidad para la reinvención sin perder las propias señas de identidad que pareciera que temen la caída del hacha en cualquier momento.

Justo lo contrario de Glee que ha sido tomada al asalto por la cadena explotándola y convirtiéndola en lo que sus detractores sospechaba que sería antes de empezar. También The Big Bang Theory se ha visto lastrada por su éxito. Y si bien no podemos desear la desgracia ni más que alegrarnos por el reconocimiento de aquellos que se lo merecen sería deseable que hubiera alguna forma de luchar con las cadenas para no perder la identidad.

Algo que, sorprendentemente, parece haber logrado Supernatural que ha perdido a su creador y, pese a todo, ha sabido encontrar una forma de avanzar tras nada menos que el Apocalipsis logrando ser a la vez fiel a los principios de la serie y al carácter de los personajes presentados durante años. La vuelta a la casilla de salida de la serie se ha realizado con completo éxito, y soy el primero en mostrarme tan alegre como anonadado por ello.

Pero no me entretengo más, a continuación los galardones a las dos mejores nuevas series del año, galardón que el año pasado recibió Better Off Ted con Misfits en segundo puesto:

SarkTv de Plata

Justified, serie absolutamente excesiva en la que unos personajes absolutamente increíbles logran, a la vez, ser perfectamente factibles y dar lecciones de comportamientos, por excesivos que puedan parecernos a priori. El enfrentamiento de los Givens y los Crowders, que es sobre todo un enfrentamiento interno, con un grandísimo Walton Goggins haciendo una composición tan magistral como su Shane de The Sield. Y si tuviera que recomendarles sólo un capítulo les sugeriría a mis silentes lectores que se vieran el noveno de los trece que tuvo esta primera temporada, el titulado Hatless en el que independientemente de los cruces y repercusiones de tramas anteriores tenemos una historia antiheróica con una trama que podría colar como un descarte para secuela de El último boy scout.

SarkTv de Oro

Louie, la mejor nueva serie de este año tiene una de las evoluciones más sorprendentes que se pueden dar en televisión, empezando con un modelo aparentemente clásicos —una trama que se ve intercalada por las actuaciones del personaje, algo que recuerda poderosamente a Seinfeld— los esfuerzos de Louis C.K. —que pasó desde la efímera primera sitcom de la HBO Lucky Louie a esta serie, Louie, para la cadena FX— por hacer original la serie, organizando dos tramas paralelas sin relación aparente y, posteriormente, integrando las actuaciones dentro de los montajes, logrando incluso, que la trama principal elimine así cualquier rasgo de monólogo o que el monólogo se coma a la trama principal al convertirlo en la trama en sí. La difusa barrera entre realidad y ficción en la vida del protagonista o en la ruindad con la que puede llegar a retratar acciones más que posibles le ayudan a ir haciéndose una imagen que luego aprovecha para explotar. Buena muestra de todo este asunto es un capítulo como Bully, de nuevo el noveno de un total de trece episodios. No es una serie fácil de ver ni completamente asumible para esa quimera conocida como El Espectador Actual pero si la considero algo a lo que debemos hacer caso y, sin duda alguna, mi serie nueva favorita de entre todas las que se estrenaron en el ya pasado 2010.
Jónatan Sark | 03 de enero de 2011

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