Televisión hay, aún, por todas partes. Mientras avanza el siglo, e Internet la remplaza, queda como el electrodoméstico más importante. El que expulsa información sin parar. Información que debe ser sopesada. Esta columna tiene como finalidad y motor reflexionar sobre lo que se emite por televisión y considerar críticamente lo que en ella se ve y expone. Y lo hacía cada lunes. Sigue en elreceptor.com.
Cuando se lleva suficiente tiempo siguiendo las novedades televisivas se descubre —con cierto asombro— que hay Realities de casi cualquier cosa. Han ido copando la parrilla de manera silente y si bien ha habido poco reemplazo en sus mascarones no dejan de realizar simbiosis con cualquier tema que se les acerque.
Esto, que no es necesariamente malo, ha acabado creando una competencia entre ellos que les ha llevado a buscar armas. La no-ficción ha echado mano de los recursos más conocidos y apreciados, es decir: se ha ficcionalizado.
Comprobemos la evolución: ¿Qué es un Reality? Solemos etiquetar con ese nombre los programas que prometen ofrecer una visión real de las cosas que llega en ocasiones a la pretensión de Hiperrealidad . Las intenciones habituales están relacionadas con captar los momentos naturales de los personajes centrales, que serían antes que actores actantes . (Sí, sí, lo sé, pero con mis respetos a Tesnière y todo el rollo) Este presunto amateurismo busca, como siempre, lo denominado como realismo o frescura.
¿No se le había ocurrido a nadie antes? De hecho, sí. Durante años hemos tenido en televisión documentales de todo tipo y pelaje que solían incluir escenas rodadas en los entornos analizados, así como programas periodísticos de investigación y reportaje. Todos ellos se desestimaron por ser demasiado serios , demasiado profundos o demasiado elitistas. El reality se apropia de las herramientas de la ficción para acercar los formatos periodísticos o divulgativos al Gran Público .
La necesidad de llegar a un público tan extenso como sea posible ha logrado que, por ejemplo, los documentales de viajes se parezcan cada vez más a esos segmentos de Azafatas del Un, Dos, Tres enseñando lejanos países . La necesidad de establecer un ancla de simpatía busca excusas en el viajero o en la gente que allí vive que muestra como teleanfitrión a cambio de perder intimidad —o, siendo más realistas, de ganar notoriedad en los medios por mínima que sea— del mismo modo que los documentales científicos han ido perdiendo voces engoladas y esa sensación de seriedad a favor de un charlotismo práctico que permita ejemplos espectaculares con los que el espectador pueda no sólo quedarse, también recrearse. En el mundo de los documentales divulgativos el nuevo paradigma es El Mundo de Beakman .
Si el interés documental es un grupo de personas por sus características sociales o por su trabajo entonces se realiza una producción propia de una serie de ficción. Por eso la continuación de una prensa rosa ha dado lugar a programas de gran audiencia como Laguna Beach y, a continuación, The Hills además de lograr producir sus celebridades de la nada, caso de Paris Hilton antes o de las Kardashian ahora. La aplicación de estos esquemas a un grupo demográfico al azar de la población ha dado lugar a la exitosa Jersey Shore. La forma de lograr un éxito implica el uso de mecanismos como las tramas y subtramas —principalmente amorosas pero también económicas o sociales— y de la selección del metraje que permitan construir una imagen arquetípica que les separe en La Guapa, El Malote, La Llorica, etc… La variedad real que existe en cualquier ser humano complejo es desechada por el maniqueismo televisivo del reality. La creciente caracterización ambigua de los personajes de ficción hace que el espectador huya hacia el reflejo simplificado de la vida real.
Del mismo modo las profesiones fueron abordadas siguiendo el exitoso ejemplo de Cops —que, a su vez, parecía una recreación de la cámara oculta— la influencia de esta fue casi superior en los Programas de Impacto que en los de Oficio, siguiendo estos últimos una estructura más cercana al de una falsa teleserie familiar de tal manera que un reality sobre médicos se parecerá más a Urgencias que a la propia realidad apoyando y aprovechando la tendencia en los telespectadores de creer más real lo visto en la televisión que lo cotidiano. El segundo efecto es la búsqueda de profesiones que sean a la vez extrañas como para interesar al público y tan extremas que aseguren momentos de intensidad sin que se note mucho la mano de los guionistas. Incluso cuando esa extrañeza y ese componente límite signifique que a nadie le han interesado y que los accidentes pueden, como siempre, suceder. Ese es el motivo de que a los realities sobre fuerzas de seguridad y equipos médicos se hayan unido pescadores, leñadores y otras profesiones en los que el riesgo físico real exista aún como remota posibilidad. La realidad sirve ahí como truco de los espejos que enmascare la ficción usándolo como el aire caliente que rellena y eleva el globo de Lo Real.
Incluso cuando existe una fuerza motora tan ajena a la realidad como es un concurso se busca una pátina de realismo que permita empatizar más con los personajes. ¿Cómo? Convirtiéndoles en el equivalente de personajes de una serie. Resulta difícil empatizar con un concursante mientras es desconocido, sólo las arbitrariedades extremas nos permiten tomar partido con un fundamento que no se prueba hasta que pasa el suficiente tiempo en un programa resolviendo preguntas, del mismo modo que es complicado ir con una genérica Villatripas si no eres de una localidad cercana; por contra si se te presenta durante semanas a las mismas personas compitiendo dentro de una mecánica sencilla puedes llegar a desarrollar una idea de ambigüedad entre Lo Real y Lo Fabricado que te lleve a cosificar a los concursantes como si fueran muñequitos que salen en la tele. Ese es el motivo de que triunfen tanto los realities que incluyen famosos al haber recorrido estos ya el camino de la muñequización .
Luego ya pueden dedicarse a cualquier cosa, estar atrapado a pequeña o gran escala, con más o menos recursos o competir bien sea a cambio de una teórica nada material —atención a esto, por un lado están los que prometen nada menos que el amor como el muy clásico The Bachelor y por otro los realities de redención ofrecen no sólo sacarte del bache sino hacerlo público para que la gente sepa qué y cómo lo has superado; algo que en esta Sociedad de la Imagen es un premio en sí— o de un premio físico, de tal manera que podemos tener a gente tratando de convertirse en casi cualquier profesión, desde simples directivos esforzados a, incluso, Artistas.
Una de las últimas ideas del canal Bravo Work of Art —que se está grabando ahora para su emisión en verano— reúne a 14 participantes a los que cada semana se les dará un soporte y un tema con la promesa de que el que vaya pasando eliminatorias acabará teniendo no sólo un pequeño premio en metálico y una exposición en el Museo de Brooklyn, sino que se verá convertido en un Artista Reconocido de Arte Moderno.
De modo que han usado los prejuicios hacia el arte moderno para echar a rodar un concurso que tendrá sobre si la duda dadaista definitiva: ¿Podría ser todo esto una performance?
2010-04-20 00:20
Sark, creo que el único que te falta es el reality que te “educa”, modelo de reality políticamente correcto para progres. Ejemplo “La niñera” o “Generación Ni ni”. En cualquier caso es un artículazo.
2010-04-20 05:14
Lo creas o no, entraba en mi intención meterlos dentro del Reality de Redención.
El “Sujeto” sería un mal padre o un mal ser social que es aleccionado por “la gente del programa” para mejorar con el esfuerzo.
Del mismo modo que Cellebrity Rehab o Ajuste de Cuentas la Lección Moral que se imparte al Sujete sirve para que el Espectador tome notas y se haga una composición de lugar mientras que la ganancia para el Sujeto
más allá de su aparición televisivaes lograr una ansiada Redención que, de hecho, le permite mostrarse ante el mundo como un Sujeto “Nuevo y Mejorado”.2010-04-25 18:41
Un antecedente setentero era el programa Vivir Cada Día, que pasó del formato documental a un primigenio docureality.