Televisión hay, aún, por todas partes. Mientras avanza el siglo, e Internet la remplaza, queda como el electrodoméstico más importante. El que expulsa información sin parar. Información que debe ser sopesada. Esta columna tiene como finalidad y motor reflexionar sobre lo que se emite por televisión y considerar críticamente lo que en ella se ve y expone. Y lo hacía cada lunes. Sigue en elreceptor.com.
Si Barnabás Collins fue el prime vampiro personaje central de una serie de televisión —al fin y al cabo como excusa para series antológicas fantásticas llevaban años y como secundario… el año anterior a Dark Shadows se estrenaba La Familia Munster con ese abuelo que repetía los esquemas de un envejecido Lugosi—no fue, desde luego, el último.
Desde 1971, año del final de Dark Shadows, hasta la actual ola vampírica sólo hubo un lugar en el que el vampirismo fue preparándose para el renacer de los años ‘90. En el género infantil/juvenil permaneció vivo por distintas series a partir de 1980, año en el que surgió la sorprendente idea de la división australiana de Hanna Barbera de crear Drak Pack. Devolviendo el protagonismo a quienes venían teniendo importantes papeles secundarios en programas como La Familia Munster (1966) o Barrio Sésamo (1969), manteniendo vivo el mito a través de océanos de tiempo.
La idea del Drak Pack era… curiosa. El adolescente —es un decir, claro— Drac Jr. junto con Frankie, descendiente del Monstruo de Frankestein, y Howler, un hombre lobo, deciden impartir el bien y la justicia contra las maquinaciones del Dr. Dred y su organización criminal OGRE. Una temporada duró el invento que, todo sea dicho, parecía el resultado de intentar llevar a una premisa de acción heróica al reparto de la cantarina Groovie Goolies centrando el protagonismo en un Drácula juvenil y tomando —ejem— prestadas ideas de Monster Squad.
En el 85 llega la primera adaptación de los libros de El Pequeño Vampiro. Será la primera vez que se cree a un vampiro como figura central de una serie juvenil no-animada. Pero no la última.
Lo siguiente, eso sí, será en 1988 la serie de dibujos Conde Duckula. Que, por cierto, tiene el honor de ser, además, uno de los pocos Spin-off televisivos al surgir el personaje como villano de varios episodios de Danger Mouse. Esta nueva creación del brillante estudio de animación británico Cosgrove Hall tenía la particularidad de ser, además, vegetariano. Durante cuatro temporadas, del 88 al 93, pudimos seguir sus desventuras, en las cuales el auténtico cerebro maligno era el mayordomo Igor que trataba de llevar a su señor a la dieta sanguínea y apartarlo de sus intereses: Ser una famosa estrella televisiva y comer verduritas.
Antes de su cierre en el 93 tuvimos a otro chupasangre infantil, del 91 al 92 existió una serie francoalemana o británicousaca (vovleremos a ello) llamada —atentos al título original— Draculito, Mon Saigneur. Con abierta intención subversiva —o humorística para niños, que viene a ser lo mismo— se nos contaba el día a día de Draculito, Little Drac, o Draculín que por esos nombres trató de ser aceptado el pobre chaval cabezón verde. Su enemigo, el Hombre Ajo siempre trataba de acabar con él pero el punto y final lo puso la audiencia.
Por suerte para nosotros —suponemos— el cierre en el 93 de Duckula vino acompañada de la segunda serie basada en los libros de El Pequeño Vampiro. En realidad la serie —del mismo modo que la primera, que contaba con el exotismo del capital canadiense apoyando al alemán— adaptaban en 13 episodios dos libros de la autora, los dos primeros en los ochenta, los dos segundos en los noventa y ninguno en la película de los años 2000, que para eso había dinero USAca en la bolsa. Como la buena de Angela Sommer- Bodenburg lleva diecinueve novelas y sólo 61 años es de suponer que para los próximas décadas seguiremos teniendo series “minis”.
Dejemos constancia de que entre ambas series, en 1990, existió otra producción con actores reales, una serie inglesa rodada en Luxemburgo llamada —redoble— Dracula: La Serie. Lamentablemente aquí Drácula sólo era el malo. Un malvado millonario llamado Alexander Lucard … A. Lucard … Guiño, guiño. Codazo, codazo. La cosa iba, en realidad, de un descendiente de Van Helsing y dos jovencitos que combaten los malvados planes del Conde mientras buscan la cura para el vampirizado hijo del primero —claro—.
En el 99 la FOX decide revivir Little Dracula, una serie de animación cuya primera temporada habían emitido a principios de los noventa. La serie se canceló antes de emitir todos los episodios de esta segunda hornada. Mientras, eso sí, crearon un problema. Little Dracula … ¿No se parece demasiado a la francesa Draculito? Pues en principio no deberían, pero pese a que los franceses den como creadores a Bruno René Huchez y Bahram Rohani y los americanos aseguren que están basados en unos libros ingleses de Martin Waddell adaptados a serie por Joe Pearson y producción de Walker Hahn lo cierto es que… es la misma serie en ambos casos. —Ya os dije que volveríamos a ella—. Aparentemente rodada en régimen de co-producción, emitidos los veintiseis episodios originales en Europa en USA se emitieron sólo 13 y en 1999 el principio de una segunda temporada con los 13 que quedaban. Pero en ningún lado se acredita esto pese a lo obvio de la maquinación… Un lío bastante gordo, vaya.
En cuanto a los ánimes. Pues haberlos haylos. Si alguien quiere aportar información que lo haga en los comments que suficiente mierd… series me he tragado ya creadas por el hombre blanco.
Y hasta aquí el fondo de ataúd de las juveniles, en dos semanas el otro grupo imprescindible: Las Adultas, que vienen a ser de Detectives. ¡¡¡Kindred!!! ¡¡¡Angel!!!¡¡¡Y Rick Springfield como Nick Knight!!! ¡¡¡No podrás esperar a hincarle el diente!!!