Psicólogo y músico. Doctorando en comportamiento animal (Etología). Su trabajo se enfoca principalmente en el comportamiento social de los Cetáceos (ballenas y delfines) y otros mamíferos marinos. Tratará aquí, cada día 2, de cuáles son las “pautas que conectan” el comportamiento del ser humano con los demás animales, sustentando la idea de la “interrelación” entre todo lo vivo, a partir de una integración de diversas disciplinas tales como la Etología, la Psicología y la Ecología.
La personalidad es una de esas características que atribuimos al ámbito de lo genuina y estrictamente humano. No es extraño, ya que su propio nombre parece delimitar su territorio: “personalidad”, proveniente de “persona”, es ese “algo” que caracteriza y distingue a una “persona” de otra. Sin embargo, ni siquiera la etimología de persona, de la que deriva personalidad, parece estar clara. Algunos dicen que puede provenir del griego prosopon, –máscara–, del etrusco persum –cabeza o cara–, del griego, peri soma –alrededor del cuerpo– o del latín per se una –que designa la “unidad substantiva, una o completa por sí misma”–. En cualquier caso, la definición de ese “algo distintivo” no es tan sencilla. Simplificando, las diversas y numerosas definiciones y teorías que intentan dar con ello contienen una mezcla de todo lo que creemos que somos o nos constituye. Básicamente, la personalidad sería el resultado los aspectos psicológicos (intelectuales, afectivos, cognitivos y pulsionales) y biológicos (fisiológicos, hereditarios y morfológicos) característicos de cada persona y que le distinguen de las demás. En general, en la mayoría de las definiciones no se nombran los aspectos culturales, los cuales claro está, a pesar de ser colectivos, también influyen en la personalidad de cada cual. Un aspecto importante tiene que ver con su plasticidad. Tradicionalmente ha sido considerada como “permanente o inmodificable”, concepción no alejada de la mantenida en la actualidad por muchos, quienes consideran a la personalidad como ese “algo invariable” que caracteriza a una persona desde el momento de su nacimiento hasta su muerte. No obstante, algunas teorías psicológicas actuales la consideran como algo “dinámico” y, por tanto, modificable y variable con las experiencias y el paso del tiempo.
La pregunta es si solamente el ser humano tiene ese “algo” particular que nos diferencia y nos hace individuos “únicos” en relación a los demás. ¿Se puede encontrar en otras especies? Si se asume que la personalidad tiene bases biológicas, además de psicológicas, entonces ni siquiera una exclusividad en lo ”psicológico” es tan necesaria a la hora de definirla o encontrarla. ¿Cuántas veces al referirnos a alguien no decimos “tiene el carácter del padre o de la madre, abuelo etc., o incluso de su país, pueblo o raza, asumiendo que en la personalidad también hay componentes hereditarios de peso? Y dejando a un lado el componente biológico y centrándonos en el psicológico, el hecho de que ciertas especies animales puedan aprender, es decir, ser influidas por sus experiencias individuales o “personales”, ¿podría ser elemento importante para poder poseer y/o desarrollar una “personalidad”?
En lo que respecta al estudio científico de la personalidad en animales (aunque algunos hablarían de “temperamento”, el término personalidad es común en la literatura sobre el comportamiento animal) algunos científicos creen que son las especies las que portan determinadas personalidades, “ese modo particular y distintivo de comportarse”, pero no los individuos en sí, y que esta característica de personalidad de la especie es “inmodificable”. Algo así como que todas las cebras tienen la misma personalidad “rayada y temerosa” desde que nacen hasta que mueren y nunca se van a comportar temerariamente y con el “coraje” que caracteriza a un león. Así lo dejó claro un estudio en el 2007 publicado en la revista Nature en el que se estudiaron 60 especies animales, desde hormigas hasta primates, concluyendo que todos mostraban rasgos de personalidad, ya que eran capaces de mostrar un comportamiento distinto según la situación, ya sea en las interacciones agresivas o en el cuidado parental. Debido a este estudio, la evolución de la personalidad hoy también se entiende como un juego de compensaciones vitales. Aquellas especies animales que tienen “mucho que perder” y que “invierten bastante en su futuro” han desarrollado un comportamiento que trata de evitar riesgos, como los enfrentamientos con los grandes depredadores. Por el contrario, las despreocupadas por su futuro son más propensas a ser osadas y agresivas. Las diferencias entre el comportamiento temerario o prudente de los animales perduran en el tiempo y son extensibles a contextos diferentes. Son estas compensaciones entre el presente y la reproducción futura las que condicionan la respuesta de los individuos a situaciones de riesgo, y también es esto lo que puede mantener la personalidad de los animales en las poblaciones. Así, de esta manera, y en función de las presiones selectivas, se ha ido configurando la personalidad propia de una especie. Pero ¿queda, a su vez, hueco, gracias a la variabilidad, motor de la evolución, para el surgimiento de las personalidades de cada individuo dentro de la misma?
Esto es lo que justamente afirman muchas personas, que los animales también poseen personalidades individuales. Cualquier dueño de mascotas no tendría problema en asumir y describir lo temeroso, cariñoso, tímido, arisco o amistoso que es su perro o su gato (yo incluso he escuchado describir la personalidad de animales exóticos como aves, reptiles, como los camaleones o las serpientes, o hasta en anfibios, y cefalópodos como los calamares y pulpos, e incluso en peces), Pero, ¿será simplemente una atribución ignorante de los dueños de animales? ¿O quizá podemos encontrar especies dotadas de personalidad? En general, la mayoría de las personas que no están familiarizadas con estas especies dirán que es una atribución injustificada. Sin embargo, hay cada vez más excepciones en el interior de la ciencia que parecen apuntar lo contrario, que los animales presentan personalidades “individuales” mas allá de la especie a la que pertenecen. Como hay intereses para todo, aunque parezca extraño para algunos, justamente esto es lo que se propusieron averiguar en 1993 los científicos Durr y Smith, estudiando a 44 pulpos rojos. Los científicos analizaron las reacciones de los pulpos cuando les lanzaban un cangrejo a su acuario. Siguiendo terminología utilizada en el estudio de la personalidad en humanos, utilizaron tres categorías para clasificar sus comportamientos: tímido, agresivo y pasivo. La medición se repitió sucesivas veces, siendo las reacciones de los pulpos muy consistentes a lo largo del tiempo durante todo el experimento. Así, los pulpos catalogados como agresivos se lanzaban sobre la presa una y otra vez, mientras que los pasivos esperaban a que el cangrejo se acercara para atraparlo, y los tímidos permanecían inmóviles hasta la noche, cuando nadie los observaba, momento que aprovechaban para atacar.
Este estudio en pulpos ha dado lugar a toda una línea de investigación sobre la personalidad de otras especies y sobre el papel evolutivo que su surgimiento ha podido tener. Hasta se ha creado un “Instituto de Personalidad Animal”, en la Universidad de Texas, que desarrolla modelos de personalidad en perros, hienas, ratas, pájaros carboneros, burros y cerdos. Sí, hasta en cerdos. Hasta ahora, sus investigadores han encontrado en estas especies características análogas a las nuestras, como, por ejemplo, la sociabilidad y la reactividad emocional. Resultado de esta línea de investigación, en esta misma universidad, el doctor Sam Gosling ha diseñado recientemente un “test de personalidad para perros” basado en el modelo de personalidad humana conocido como el Big-Five, o Modelo de los Cinco Factores, que genera, a partir de la observación del comportamiento de los perros ante determinadas pruebas expresamente diseñadas para ello, una clasificación los mismos en lo que consideran cuatro categorías de personalidad: nivel de energía, afección-agresión, ansiedad-serenidad, e inteligencia-lentitud. El test podría tener una utilidad práctica importante a la hora de seleccionar un perro para fines concretos (asistencia, compañía…) afinando más allá de la elección de una determinada raza. Vamos, que el estudio de la perronalidad puede convertirse en todo un negocio. Pero ésta no es la única institución dedicada a este tipo de estudios; en la Universidad de California hay una línea de investigación sobre los rasgos comportamentales de la remigis acuática, una araña que tiene la capacidad de caminar sobre el agua, y otra sobre cómo las primeras experiencias afectan a la personalidad y los comportamientos sexuales de la mosca de la fruta. Recientemente el equipo del científico László Garamszegi, investigador de la estación biologica Doñana, ha presentado evidencias de diferencias de personalidad en pájaros salvajes. Estudiaron el comportamiento de cortejo de los papamoscas cerrojillos, comprobando que algunas de estas aves son más tímidas que otras y que las más agresivas tienen mayores posibilidades de ser capturadas,
Ahora bien, además de la variabilidad individual dentro de una especie, ¿existe, también, la posibilidad de variación de personalidad intraindividual en animales no humanos? ¿Hasta que punto la personalidad de cada animal individual es inmodificable? Los investigadores de la publicación de Nature ponen como ejemplo el juego de la gallina, en el que cada uno de los dos jugadores corre en dirección al contrario y el primero que se desvía de la trayectoria del posible choque pierde y es humillado por comportarse de un modo cobarde. Según su planteamiento, el comportamiento típico es inmodificable, un animal que sea agresivo en un primer juego de la gallina no mostraría timidez o algún tipo de cobardía en los siguientes, es decir, cada individuo e incluso cada especie estaría determinada por su personalidad con poca o nula posibilidad de cambio. Según Allport, uno de los primeros psicólogos expertos en el estudio de la personalidad, esta sería “la organización dinámica de los sistemas psicofísicos que determina una forma de pensar y de actuar, única en cada sujeto en su proceso de adaptación al medio”. El término “organización dinámica” es fundamental ya que como se mencionó previamente, antes se pensaba que la personalidad era inmodificable. Para mí, el hecho de que algunas especies animales puedan aprender, y el grado en que sean sistemas abiertos, es decir, el grado en que pueden ser influidas por sus experiencias individuales o “personales”, es un elemento clave para pensar que seguramente tengan una personalidad que sea modificable (¡no hay más que ver un capítulo de Cesar Milán, el encantador de perros para darse cuenta del cambio de personalidad que experimentan sus pacientes!).
Quizás lo genuinamente humano sea justamente nuestra mayor flexibilidad en el patrón de comportamientos, expresado claramente en nuestros diversos rasgos de personalidad y los cambios que ésta puede experimentar a lo largo de toda una vida. Esto nos otorgaría mayores ventajas en el proceso de la selección natural (ya que en todo parece buscarse una ventaja evolutiva, ¿será ésta la ventaja del síndrome de personalidad múltiple?). Quizá aquí reside la gran diferencia con los animales, al menos con algunos.
Siguiendo esta reflexión no me cuesta imaginar en un futuro cada vez más próximo robots con personalidad. Si un robot tuviera una personalidad “convincente”, la gente estaría más dispuesta a interactuar y establecer algún tipo de relación con él, de la misma manera en que lo está hacia los animales que claramente la poseen. De hecho, científicos coreanos ya han diseñado genomas codificados informáticamente que, aplicados a criaturas artificiales, generan en éstas personalidades específicas. Curiosa, ¿casual? y paradójicamente, la primera criatura artificial, como un robot o un agente software que recibe un genoma con personalidad es un programa informático con forma de perro, llamado Rity, el cual vive en un mundo virtual tridimensional, dentro de un ordenador.
Así que si ya cuesta lidiar con las personalidades de los humanos y animales que nos rodean, preparémonos para buscar “electrodomésticos” compatibles con nuestro carácter.
2009-10-02 12:45
Muchas veces la cuestión es dónde pones el foco, a cierta distancia cierto parecido, si te vas acercando más, vas viendo diferencias que antes no había, un poco como los fractales.
Por cierto, espero que el frigorífico siga siendo frío y distante.
2009-10-02 12:52
Es verdad, todo depende del foco, ¡imagínate un frigorífico susceptible al que le den pataletas y decida no abrirse por capricho o se le “calienten” frecuentemente los ánimos!