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De ventrílocuos impostores por Mon Falcón

Reflexionando desde una cierta actualidad músico-discográfica, Mon Falcón nos lleva el 24 de cada mes a crear a modo de prosopografía una ilimitada red de influencias, multicopismo y ‘revival’ en la que ensaya sobre la falsa filosofía de la música POPular, sobre qué queda del ‘hazlo tu mismo’, quién engaña a los puristas, y sobre todo ¿qué ocurre a nuestro alrededor y por qué? Los falsos predicadores del rock’n‘roll pueden deteriorar la banda sonora de nuestras vidas… así que ustedes verán hasta dónde quieren saber…

The Monks. De la blasfemia trasatlántica

Una vez más no es una edición discográfica la que me ha hecho escoger a los protagonistas de este mes, sino un documental, que tras varios años de trabajo por fin ve la luz para poner un poco más de justicia a cerca de una de las bandas más rompedoras de la historia de la música, y por supuesto, desconocidas para el gran público. Hablamos de The Monks, otra de esas anomalías temporales que tanto me gustan, tan breve e intensa como determinante para todo lo que ocurrió después.

Tras su estreno en diversos festivales, se publica en dvd este Monks: The Transatlantic Feedback (“Play Loud! Productions”: http://www.playloud.org/, 2009), un documental de Dietmar Post y Lucía Palacios elaborado durante más de cinco años, hasta su estreno en 2006 (cuando la misma productora publicó un álbum doble de homenaje a la banda: Silver Monk Time. A tribute to The Monks, que contaba con The Fall, The 5-6-7-8’s, Jon Spencer, Faust o Chicks on Speed) pero que no se ha visto publicado hasta el pasado mes de marzo, y por supuesto unos meses después llega a nuestro país.

La de The Monks es sin duda alguna una de las más delirantes aventuras de la historia de la música. Podría comenzar como la introducción de El Equipo A, casi. Cinco soldados estadounidenses, destinados a principios de los años 60 en bases militares de Alemania Occidental, y que montan una banda de rock para poder escaquearse de las tediosas guardias y tocar en las celebraciones del ejército.

En un comienzo, fueron Gary Burger y Eddie Shaw quienes comenzaron como The Torquays, para casi inmediatamente ampliarse a cinco miembros, cambiando su nombre por el obvio The Five Torquays, con repertorio compuesto por los grandes éxitos del rock de momento: Elvis Presley, Chuck Berry, The Beatles, Rolling Stones o The Kinks… En 1964 los cinco Torquays se licencian. Pero aquí todo comienza a torcerse para nuestra suerte. Los miembros de la banda están, por entonces profundamente concienciados en contra de la política militar de su país, de la permanencia de las bases europeas, y por supuesto se manifiestan abiertamente en contra de la intervención en la Guerra de Vietnam… con el poco apego que sentían en aquel momento por su país, unido al paraíso que era Alemania en aquel momento, donde todos los excesos eran posibles , en lugar de regresar con sus familias, todos permanecieron en el viejo continente.

Es entonces cuando entran en escena Walter Niemann y Kart H. Remy, dos ávidos aprendices de publicistas que se convirtieron en los mánagers de la banda. Tenemos así a siete cabezas pensantes dedicadas exclusivamente a crear un producto nuevo, innovador, provocador y radical, con el que dar difusión a sus mensajes antibelicistas y a favor de los derechos civiles, y eso en la Alemania de entonces no era tarea fácil. El nombre del engendro está claro: The Monks, que aompañaban con una imagen impecable y provocadora. Vestían sotanas negras, alzacuellos incluido, y se tonsuraban la coronilla del pelo cual monjes medievales. Desde su primer concierto el objetivo comenzó a cumplirse, puesto que se escribieron multitud de páginas sobre esa banda blasfema y anticristiana y por supuesto fueron vetados de numerosas emisoras de radio y televisión.

Pero The Monks no solo planteaban la ruptura en lo estético y formal, sino también en lo artístico. En este plano su propuesta se adelantó más de 10 años a todo lo que vino después. Sus composiciones son totalmente básicas, repetitivas y minimalistas, con guitarras distorsionadas, saturando al conjunto con feedback y acoples, el bajo a un volumen muy por encima de los demás instrumentos, una mínima batería metro-nómica, un banjo eléctrico y primitivos sintetizadores atonales. En palabras del propio Gary Burger: …eliminabamos aquello que sobraba, hasta que nos quedábamos con una sola nota… Pero todo esto en ocasiones se acompañaba de la solemnidad que aportaban coros y teclados de tipo eclesiástico. Una contradicción pura en la que lo tribal y lo básico se mezcla con el barroco flamígero.

Todo eso es “Black Monk Time” (Polydor 1965) su único album, que concentra todo su discurso ideológico y artístico, una joya que adelanta dos movimientos posteriores: uno, el fenómeno germano por excelencia de la siguiente década, la amalgama del kraut-rock; y por otro lado como una de tantas bandas pioneras del punk que asoló el planeta desde aquel momento (y que desde 1976 se convirtió en otra cosa). Pero en todas sus vertientes estuvieron por delante de otros muchos, antes de que Silver Apples descubriesen la electrónica, y —como se dice habitualmente— antes de que The Velvet Underground comenzasen a ensayar.

La historia de The Monks fue tan intensa que no dejó indiferente a nadie. Sus letras escandalizaron a la Alemania de posguerra, con su ideología política radical, el sexo explícito y la violencia. Todos los estamentos sociales renegaban de ellos, la iglesia, el ejército, la prensa y la TV, los muchos compatriotas estadounidenses que por aquel entonces permanecían en Alemania, y por supuesto las fuerzas del orden público que tenían que intervenir en cada uno de sus conciertos, aunque también fueron utilizados por la vanguardia cultural germana como respuesta al boom británico, bautizándoles como los Anti-Beatles.

Un escándalo que duró hasta 1967, cuando tuvieron que cancelar una gira de conciertos por Laos, Camboya e Vietnam; estaban en el ojo del huracán. Nadie había llegado más lejos que ellos. La solución de esta historia no la desvelaré aquí, puesto que hay bastante literatura sobre la banda, a la que se suma ahora el documental Monks: The Transatlantic Feedback, y que será mejor que lo descubráis por vosotros mismos. Aunque por supuesto, ya os adelanto que hubo un segundo capítulo treinta años más tarde, donde todo fue mucho más fácil, en el que su disco por fin pudo ser publicado en los USA en 1995, en el que se reúnen muy de vez en cuando para tocar en directo (estuvieron en el ‘Wild Weekend’ de Benidorm de 2004), y en el que se han grabado álbumes de homenaje y, ahora, junto al dvd documental se publica Monks: The Early Years 1964-1965 (Light in the Attic, 2009) con todas sus primeras grabaciones desde la época de The Five Torquays. Y es que algunas veces se hace un poco de justicia.

Para saber más de The Monks:

Su fantástica página web: The Monks
Un libro: “Black Monk Time: Coming of the Anti-Beatle” (de Thomas Edward Shaw y Anita Klemke, 1995)
Documental: Monks: The Transatlantic Feedback (Play Loud! Productions, 2009), de Dietmar Post y Lucía Palacios.

Discografía: – Black Monk Time (1966) – Let’s Start a Beat: Live from Cavestomp! (2000) – VA . Silver Monk Time (a tribute to The Monks) (2006) – Monks: The Early Years 1964-1965 (2009)

Monk Chant:

Boys are Boys:

I Can’t Get Over You:

Mon Falcón | 24 de mayo de 2009

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