Reflexionando desde una cierta actualidad músico-discográfica, Mon Falcón nos lleva el 24 de cada mes a crear a modo de prosopografía una ilimitada red de influencias, multicopismo y ‘revival’ en la que ensaya sobre la falsa filosofía de la música POPular, sobre qué queda del ‘hazlo tu mismo’, quién engaña a los puristas, y sobre todo ¿qué ocurre a nuestro alrededor y por qué? Los falsos predicadores del rock’n‘roll pueden deteriorar la banda sonora de nuestras vidas… así que ustedes verán hasta dónde quieren saber…
Dia 24, resacón electoral, y todo un papelón para buscar una cierta actualidad que nos vincule a la realidad de estos días extraños, o logre evadirnos por completo. Nada mejor que una inocente búsqueda de ’24 de mayo’ en google para encontrarse con un fantástico titular: 24 de mayo de 1937, nace Vernon “Archie” Shepp. Y listo.
Así que este mes toca Archie Shepp, uno de los más heterodoxos jazzman de todos los tiempos en lo musical, y sin duda el más comprometido en lo político e social. Cuando una vez le preguntaron por su música, se limitó a contestar estamos trabajando en buscar una nueva definición… Su historia y su obra se alejan tanto de todo lo que habitualmente relacionamos con el jazz, que le convierte en uno de esos fenómenos que tanto gustan al ventrílocuo. A sus 74 años continúa sorprendiendo con el compromiso de su discurso y de su versatilidad a la hora de encarar cualquier tipo de crossover jazzistico, abanderado eterno del freejazz, y posiblemente el mejor saxo tenor da historia, aunque desde ya muchos años con mucha menos actividad. Para acercarse a Shepp, ya podéis olvidaros del concepto de freejazz como música abstracta o incomprensible para profanos, y mucho menos que su propia historia sea la de los clásicos jazzmen afroamericanos. No podemos destripar su ilimitada discografía, pero sí presentaros un puñado de discos muy sorprendentes, y unas cuantas pinceladas sobre su vida.
Archie Shepp nació en Florida pero muy joven se mudó a Philadelphia, allí estudió piano, clarinete e saxo, además de licenciarse en literatura dramática. Sus inicios en la música fueron muy titubeantes, simpre puestos en una balanza que enfrentaba la música con el teatro. En 1960 forma parte de diversas bandas de rock y rhythm’n‘blues, que resultaron un fracaso total, se inclina nuevamente por el teatro y viaja a New York con un contrato en una pequeña compañía, pero tras conseguir tocar junto con Bill Dixon en una jam session, retoma la música y forma en 1963 The New York Comtemporary Five. Casi de inmediato consiguen una gira por Europa, y en tan solo un año graban cuatro álbumes, pero se disuelven por non conseguir contratos en los USA. Shepp regresa a New York, donde consigue un contrato como músico de estudio para Impulse! Records, del ilustre John Coltrane, con quien aparece en las sesiones de “New Thing at Newport”, “A Love Supreme” y “Ascenssion”. Tras conocer su trabajo de cerca Coltrane apuesta por Shepp y se encarga de la grabación y producción de su álbum de debut “Four for Trane”, cuatro temas de Coltrane interpretadas por Shepp.
Como todos los temas de su álbum de debut eran composiciones de Coltrane, mejor lo introducimos colaborando directamente con su maestro, aquí tenéis al saxo de Shepp en el ‘Acknowledgement’ de Coltrane en las sesiones para “A Love Supreme” de 1964:
Comenzaba así su carrera como auténtica estrella y con el padrino perfecto. Pero sin embargo, no actuó como la mayoría de músicos bohemios y a finales de los 60 consigue la hibilitación como profesor en la Universidad de Buffalo (NY), y luego en la mítica U-Mass (la University of Massachussets Amherst, donde permaneció hasta su jubilación en 2002). Además, cuando su actividad se vuelve más prolífica continúa grabando habitualmente en Francia… todo un inconformista que ya desde su segundo álbum quiso trascender los standards más clásicos del jazz moderno para acercarse al soul, al funk y al rhythm’n‘blues como vía mucho más directa con la que trasmitir su mensaje al pueblo afroamericano. Álbumes como “Fire Music“ de 1965, “The Magic of Ju-Ju” (1967), “For Losers“ de 1971, e los tremendos “Attica Blues“ e “The Cry of my People“ ambos de 1972, son seguramente las más duras denuncias contra a represión hacia los afroamericanos, y los mejores alegatos musicales por la igualdad de derechos en un momento clave. En la segunda mitad de la década de 1970 vuelve musicalmente a la tradición, pero conservando su peculiar intensidad y su particular sonido.
Desde su jubilación, como docente y como frontman, continúa como instrumentista acompañante de sus colegas, y con nuevos talentos a quién produce desde su sello Archieball Records. Todo un personaje atípico en el sacrosanto universo del jazz, que supo trascenderlo mientras se mantenía como una de sus figuras más respetadas. Aquí van cinco álbumes que no os deberíais perder:
En 1965 comienza a alejarse musicalmente de Coltrane, e inicia su período más reivindicativo social e políticamente. “Fire Music” está compuesto tras el asesinato de Malcolm X, y dedicado por completo al mensaje del líder pan-africanista:
Tras grabar 7 discos en año y medio, Shepp se lanza ál vacío en 1967 abrazando la magia negra. Un disco que se entrega aparentemente al caos, pero que resulta hipnótico y nos traslada a ritmos más puros de otras latitudes. Además nos regala una de las portadas más fantásticas de la historia a cargo de Robert e Barbara Flynn:
Saltamos nuevamente un par de años y un montón de discos que componen una de sus etapas más luminosas y positivas, con álbumes como el brillante “Kwanza” (1969) y entramos de lleno en la década de 1970. “For Losers” es un mensaje de esperanza y unidad… unas sensaciones que resultan evidentes en ‘Stick ‘em up’ ou en ‘Abstract’, pero que con la misma velociadad se convierte en otra cosa cuando llega al final del álbum con ‘Un Croque Monsieur’…
El año 1972 es seguramente su gran año, será además su último con Impulse! Records, pero publicará los que seguramente sean sus discos más comprometidos. A coimienzos de año el furioso “Attica Blues” y en septiembre el desgarrador “The Cry of my People”.
“Attica Blues” está inspirado por el motín de la prisión de Attica (NY) de finales de 1971, que comezó con una oleada de motines carcelarios iniciados en la prisión de San Quintín (California) donde fue tiroteado el lider de los Black Panthers George Jackson, pero que en el caso de Attica terminó por convertirse en una de las mayores vergüenzas de la política interior estadounidense, una masacre de presos e rehenes, y finalmente en una victoria moral de los Black Panthers. Shepp escribió este furioso álbum en memoria de los presos de Attica e del propio G. Jackson, no todo iba a ser jazz, si no probad esto…
Por último “The Cry of My People” está considerado por muchos como su obra más equilibrada, para algunos incluso su obra maestra, pero este punto ya es mucho más controvertido, y quizás algunos se dejen llevan por carácter más religioso de su mensaje. Esta vez Shepp se acompaña de coros gospel (con la dircción del famoso Joe Lee Wilson), y distintas formaciones para sus ocho cortes: dos orquestas de cámara, un sexteto, un quinteto y una big bang al estilo popular, que acaban por hacer un repaso de tódo-los géneros afro americanos hasta la época, incluido el retorno a las raíces de ‘Africa Drum Suite’ o el swing de corte latino en ‘A Prayer’. Yo me quedo con el anterior aunque los académicos prefieren este.
Desde aquí, y “The Cry of my People” ya lo presagiaba, se produce un retorno a la tradición, aunque hablando de jazz eso siempre nos lleva a poco tiempo atrás, pero es cierto que tanto en los escenarios como en los estudios de grabación Shepp dio un paso atrás y cedió para siempre el protagonismo a otros acompañantes, provocando una cierta desidia a la hora de acercarse a sus obras de los últimos 40 años y relegándolo a un segundo lugar en la historia de la música para el cual la figura de Shepp es demasiado grande. Pero es que los creadores de mitos y la memoria de nuestro tiempo aborrecen a los tipos que siguen cumpliendo años.