Cartas desde… es un intento por recuperar el espíritu de las corresponsalías epistolares de la prensa decimonónica, más subjetiva, más literaria, y que muestre una visión distinta y alternativa a la oficial de Agencias.
José Eburi Palé
Cátedra de diplomacia
Nuestro primer embajador en la estrenada nación, Juan Durán Lóriga, era un absoluto desconocedor de la idiosincrasia guineana, como el resto de su séquito diplomático. Personaje simplón y muy en la órbita mental de Castiella, paradigma de una diplomacia anclada en el siglo XIX, inoperante y estéril, que hacía bandera de la prepotencia y el protocolo para ocultar su profunda ignorancia acerca de África.
Me resulta imposible entender en base a qué extrañísimo resorte intelectual —propio o inducido— nuestro avezado embajador recién llegado a Guinea presiona a Ondó diplomáticamente para que regrese a Santa Isabel. Desgraciadamente su intermediación tiene éxito y Ondó, confiando en él, regresa ingenuamente a Guinea a finales de octubre. Nada más pisar suelo guineano es hecho prisionero por Macías y morirá asesinado y torturado por este el 5 de marzo de 1969, cuando finalmente se desencadena el caos.
Tamaña barbaridad es la primera gloriosa gesta que engrosaría el currículo personal del inepto embajador de nuestro equivalente gobierno. Los hechos supusieron un fuerte mazazo en la sociedad guineana, alterada ya por las tensiones entre Macías, nuestro kafkiano cuerpo diplomático y el esquivo gobierno español. A nadie en su sano juicio —salvo a nuestros iluminados diplomáticos— se le hubiera ocurrido semejante despropósito, desoyendo para más INRI la opinión de toda persona cabal a quien concedieron la gracia de consultar.
Como es obvio, Macías interroga a Ondó y este le desvela los detalles de la operación. Desde ese momento su ira se centra en la figura de nuestro embajador como primer actor del desaguisado. Macías acusa a este y a España de conspiración, y ya desde esa fecha comienza una espiral de crispación que resultó imparable. Nuestros servicios de inteligencia haciendo historia y honor a su nombre, ya desde entonces.
Las luces de Macías
A título de anécdotas, jocosas si no fuera por el trasfondo dramático que se desprende de su lectura, merece la pena relatar un par de episodios que retratan el status emocional e intelectual del hombre en cuyas manos quedó el destino de Guinea y sus moradores.
El TESORO PÚBLICO:
Las juventudes de Macías armadas hasta los dientes, intimidan a los funcionarios y comienzan un registro de las dependencias de hacienda, en busca del susodicho “tesoro público”.
La cosa termina, excavando en los suelos del sótano del edificio, en la firme creencia de que ese era el lugar adecuado y allí estaría sin duda el famoso “tesoro” que se quería ocultar.
No es ficción, es pura realidad histórica y explica nítidamente el nivel de formación cultural, técnica e intelectual de Macías, que creía literalmente en la existencia de ese “tesoro público”, como “su propio nombre indica” claramente.
LA TELEVISION NO FUNCIONA
Una buena mañana, el “Delegado de RTVE” en Guinea, recibe el aviso de que se presente urgentemente en el palacio del gobierno a requerimiento del presidente.
Macías le recibe y con todo el rigor del protocolo, le comunica que el aparato de televisión de su despacho —como puede observar— no funciona.
Tras un momento de desconcierto por parte del Delegado, este comienza a chequear el televisor, mientras Macias se ausenta del despacho momentáneamente.
El delegado de RTVE se marcha y envía a un técnico a palacio al cabo de un rato, para que se haga cargo de la reparación.
A medio día, un Land Rover atestado de miembros armados de las juventudes de Macias, apresa al Delegado de RTVE y le conducen a palacio.
Un Macias colérico le vocifera y recrimina. Macias razona que él es suficientemente importante como para que sea el Delegado de RTVE en persona, quien repare su televisor sin recurrir en un subalterno.
Tampoco es ficción ni anécdota, achacable a la prepotencia o soberbia de Macias, él pensaba realmente que delegar en un simple técnico para el arreglo de su televisor, era un desaire más que España le hacía.
Tenemos pues un panorama desolador. De una parte, un presidente cautivo de su incapacidad para resolver los problemas de un nuevo país y virtualmente analfabeto. De otra, un cuerpo diplomático español, prepotente y con experiencia cero en lo referente a Guinea y África en general. Y un gobierno español deseoso de liquidar a Guinea definitivamente a la espera de ser recompensado con la aceptación internacional y la devolución de Gibraltar. Y un enjambre de mercenarios de guante blanco que ven en este río revuelto el perfecto teatro de operaciones para sus fines.
El enjambre y la miel del Banco de Guinea
A partir del 12 de octubre de 1968, gracias a la impecable gestión y al sentido moral del gobierno español, Guinea se convierte en una tierra de nadie. Con una constitución que nadie tuvo nunca la intención de respetar por su absurdo contenido y sin leyes que la desarrollen en lo más mínimo. Una tierra sin código penal, sin código civil y sin ninguna otra ley básica que al azar se desee mencionar. Una tierra sin una estructura administrativa, financiera, y sin un Banco Nacional ni una moneda homologable, al menos en la zona.
Es así como se pergeña otra impresentable aventura, la del Banco Nacional de Guinea S.A.
Intervienen en este rocambolesco asunto: Francisco Paesa (sinvergüenza donde los haya y que veinte años después será bien conocido en España por su implicación en asuntos del calibre del GAL, fondos reservados, Roldan y un largo etcétera), Antonio García Trevijano, José Antonio Novais (corresponsal de “Le Monde” en España), Armijo y el abogado Robles. Paesa por ejemplo, llegó a vender acciones de este “Banco” guineano, en Suiza y Londres.
Antonio García Trevijano se jactará más adelante de haber deshecho la operación, porque los promotores “eran unos gansters”.
El embaucamiento y la pérdida de lucidez de un Macías acorralado por la dura realidad llega a tal extremo que en diciembre expulsa a Fernando Rodríguez López-Lammes —secretario del antiguo gobierno civil de Fernando Poo— por expresar lo que era obvio a todas luces e informar negativamente acerca de este proyecto de Banco de Guinea Ecuatorial S. A.Imaginarse al frente de la nueva nación a un personaje técnicamente analfabeto como Macías y asesorado en estas y otras cuestiones por individuos del calibre de Francisco Paesa, es un revulsivo para las convicciones morales de cualquier persona de bien y desde luego Guinea se merecía otra cosa por parte de los representantes del pueblo y el Estado español.
A todo esto y ya en 1969, la FNMT emite sellos de Guinea, con valores en una hipotética “peseta guineana”, moneda virtual sin el más mínimo respaldo legal ni institucional.
Todo esto ocurre, pocas semanas después de que D. Manuel Fraga Iribarne aterrizara en un territorio próspero, flamante, con una administración en marcha, una agricultura produciendo y con unas infraestructuras envidiadas en toda África.
*Francisco Macías Nguema – El camino de la locura
El pánico y la ira de Macías van consolidándose, y paulatinamente se materializa manteniendo pulsos diarios con nuestro embajador, amenazando con la expulsión de nuestro cuerpo diplomático y haciendo discursos progresivamente violentos en radio y prensa. Son un ejercicio y una exhibición de poder a la desesperada, ante la carencia de otros recursos intelectuales y el vacío absoluto de España.
Mantiene conversaciones privadas con amigos blancos “de toda la vida” en las cuales se lamenta de la pasividad de España y de la mediocridad de su cuerpo diplomático.
Muestra a estos amigos ciertos documentos como una carta de Franco garantizándole su apoyo moral y económico, pero han pasado ya dos meses desde entonces sin resultados. Lamentablemente y dejando a un lado la calidad moral del sujeto, Macías tenía suficientes razones objetivas para el recelo y el rencor, que unidas a su psicopatía, ofrecían un cóctel potencial y real de alto riesgo.
En un intento por enderezar la situación y ante su aversión por nuestros inoperantes diplomáticos, Macías recurre a la amistad con guineanos blancos de su confianza para encomendarles una labor de intermediación en España; la navidad se acercaba y algunos de ellos pasarían unos días en la península. Su ingenuidad llegaba al extremo de pensar que unos simples ciudadanos de a pie y por el hecho de ser amigos suyos, iban a tener suficientes credenciales en España como para ser oídos por nuestro gobierno y servirle de intermediación ante “su colega Franco”.
Su pretensión es llamar la atención de los medios de comunicación en España y Europa acerca de la situación en Guinea, para forzar una invitación a España y decide jugar su última carta ante la apatía del gobierno de Franco; sus medios son escasos pero confía una vez más en sus amigos blancos, no le quedan más recursos en su imaginación.
Algunos de esos amigos, comprenden desde ese momento que la suerte está echada, aún sin renunciar estoicamente a la utopía de conseguir cambiarla en Madrid con todas sus fuerzas.
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La mayoría de las fotos aportadas, provienen del fondo fotográfico de: http://www.raimonland.net
2007-02-28 22:14
Verdaderamente, y hablando de la tan cacareada memoria histórica, parece que esta solo se circunscribe una vez más, a determinados temas cuya difusión interesa circunstancialmente a unos u otros. Mientras, asuntos de difícil digestión como este de Guinea, siguen en el “olvido histórico”, como debe ser.
Gracias a LDN, algunos podemos tener una visión más amplia (léase verdadera), de muchas cosas.
Esto me recuerda algunas moralinas, es decir, si España hubiera actuado con honestidad y firmeza en este asunto de Guinea, la recompensa histórica tal vez hubiera cambiado el destino de los dos paises y por decirlo ironicamente, las farolas del Paseo de la Castellana de Madrid, podrian ser ahora mismo de oro macizo.
La violencia engendra más violencia.
La debilidad, más debilidad.
Y el ejercicio de la honestidad, más honestidad.
El tiempo nos enseña esa lección , que algunos no están dispuestos a repasar.
2007-03-21 15:37
Hola, José Eburi,
Me llamo Xavier Lacosta, veo que me citáis en esta página sobre el exilio guinenao. He dejado en los últimos años de escfribir e investyigar sobre Guinea. Pero os prometo retomar el tema pronto. Intentaré, una vez más pasar unos días en Guinea este verano.
2007-03-30 12:57
No sabía que España hubiera concedido la independencia a dos “provincias” españolas en 1968.
Tampoco sabía apenas nada de este asunto de Guinea.
Verdaderamente, y hablando de la tan traída y llevada “memoria histórica”, hay muchos mas temas a incluir en ese concepto, que los que aparentemente alguien ha decidido.
Tal vez la cuestión sea que, respecto a este tema, si hay consenso político en el sentido de no destapar la caja de los truenos.
La cuestión es, si podemos o debemos tirar por la borda esa parte de nuestra historia y renunciar a ella alegremente.
Que se hable español en un remoto lugar de África y que esté impregnado de nuestra tradición y nuestra cultura, me parece algo extremadamente singular, lo suficiente como para promocionarlo y divulgarlo en la forma que sea conveniente.
2007-03-30 13:04
Hola Xavier.
Por supuesto que es usted mencionado.
Sus cronologías acerca de Guinea, son una excepción en la sequía editorial acerca de esa tierra y para mi han servido de referencia y como documento de consulta a la hora de contrastar fechas, nombres etc.
Es un honor para mi.
Saludos