Mireia Pérez es dibujante y librera y por eso le interesa el mundo del tebeo. Trata de analizarlo y comprenderlo por todos sus lados y aprender cosas nuevas cada día. En esta columna irá compartiendo con los lectores de Libro de Notas algunos de sus descubrimientos artísticos y editoriales relacionados con los cómics y la ilustración.
Sammy Harkham (Los Ángeles, 1980) suele llevar barba y sombrero y dibuja tebeos en los que aparecen golems o desiertos. Supongo que puede permitirse hacer este tipo de cosas porque es judío, ha crecido en Australia y además puede presumir de ser un grandísimo historietista.
Esta última conclusión la saco después de haber leído Todo y Nada, el cómic que acaba de publicar (en una edición llena de detalles y las cuidadísimas calidades a las que nos tiene acostumbrados) Fulgencio Pimentel (El título original es Everything Together, Picture Box) y que recopila veintiún historias cortas dibujadas por Harkham. Algunas ya vieron la luz en su día en diferentes publicaciones. Un ejemplo es la historia ganadora de un Best American Nonrequired Reading en 2004, Pobre Marinero, que fue publicada por Apa-Apa también en nuestro país en una bonita edición chiquita que todavía puede encontrarse en algunas librerías. Otras muchas de las historias han aparecido antes en Krames Ergot, la antología que el propio Harkham creó en el año 2000 y que probablemente sea la publicación colectiva más importante de la última década en lo que a cómic se refiere. En ella han publicado artistas como Anders Nilsen, Ron Regé, Jr, Marc Bell, Gabrielle Bell, Gary Panter, Dash Shaw, Adrian Tomine y un largo etcétera de grandes narradores contemporáneos. La existencia del Kramers Ergot junto a su labor como ilustrador y su presencia como organizador de saraos convierte también a Harkham en una de las figuras más relevantes de la cultura hoy.
Me gusta mucho lo que cuenta Sammy Harkham pero especialmente me gusta cómo lo cuenta. En sus historias convergen la belleza (paisajes desérticos, exhuberancia, personas hermosas), lo siniestro (apariciones y asesinatos) y lo sublime (bosques, mares y lugares lejanos en la distancia y en el tiempo) con lo cotidiano y el humor. ¡Y nada de esto sobra! Todo encaja perfectamente en una armonía narrativa que te pasea entre los temas clásicos (recurre en muchas ocasiones a la tradición judía) hacia la autobiografía (los dibujantes protagonizan muchas de sus historias, algunas basadas en hechos reales) o al terror. Me gusta que te meta directamente en el meollo de la historia con un dominio magistral de la elipsis. Me gusta que sus personajes sean héroes embriagados de pochez abismal y que no dejes de quererles aunque les hayas visto vivir solamente durante dos páginas. Me gusta que la muerte y la vida fluyan a través de unas viñetas construidas con una línea suelta, dominio de las figuras y una personalidad única.
¡Ay!, me gusta Sammy Harkham. ¡Y encima tiene una librería!