Reflexionando desde una cierta actualidad músico-discográfica, Mon Falcón nos lleva el 24 de cada mes a crear a modo de prosopografía una ilimitada red de influencias, multicopismo y ‘revival’ en la que ensaya sobre la falsa filosofía de la música POPular, sobre qué queda del ‘hazlo tu mismo’, quién engaña a los puristas, y sobre todo ¿qué ocurre a nuestro alrededor y por qué? Los falsos predicadores del rock’n‘roll pueden deteriorar la banda sonora de nuestras vidas… así que ustedes verán hasta dónde quieren saber…
Noviembre de 1969, o del 79 o del 89… un mes que en todas las décadas produce cambios significativos en la historia, y la música como vía de expresión incluso a veces se adelanta a la masa social y a su propio tiempo. Hoy hablaremos de una banda que creó el mejor álbum de la década de los 90, aún en 1989. Son The Stone Roses, así que nos vamos a Manchester.
La que fuera mayor centro industrial del universo, se convirtió avanzada la posguerra (segunda mitad del s. XX) en la alternativa cultural de la capital británica, tímidamente en la década de los 60 (The Hollies, Freddie and the Dreamers, Herman’s Hermits, o el histórico programa Top of the Pops luego trasladado a Londres para la BBC), y de un modo más plausible a finales de la década y comienzos de los 70 con la explosión del Northern Soul. Así fue como comenzaron a proliferar los nuevos salones de baile que rápidamente se transformaron en modernos clubes, en los que la clase trabajadora sudaba el fin de semana el estrés laboral acumulado a ritmo de sonidos negroides reinterpretados y con ayuda de drogas baratas. En esa década el Reino Unido tocó fondo en lo económico y en lo social, el paro y las huelgas se sucedían por toda la isla, especialmente en Manchester, una ciudad gris y espantosa con las tasas más altas de desempleo de todo el pais. Un entorno perfecto para una revolución inminente. Primero fueron The Buzzcocks y luego todo lo demás. En esa primera escena estaban bandas fundamentales como The Fall o Joy Division, y también Durriti Column o A Certain Ratio, y entre todos fueron conformando una escena irrepetible. Su unieron fanzines y revistas, programas de televisión, artistas plásticos y diseñadores gráficos, y por supuesto clubes de referencia y discográficas. Toda esta historia aparece perfectamente relatada en la cinta de Michael Winterbottom 24 Hour Party People (título tomado de un tema y álbum de Happy Mondays), una comedia de ficción documental, aunque solamente se centra en el ascenso y caída del imperio de Tony Wilson y compañía, esto es Factory Records y su club The Hacienda, el más importante de todos los tiempos. Pero en Manchester hubo mucho más. La segunda oleada con New Order a la cabeza, y James) y The Smiths al margen del control de Wilson confirmaban que a aquella efervescencia todavía le quedaba mucho recorrido.
New Order es una banda clave, puesto que continuando desde las cenizas de Joy Division transformaron su discurso claustrofóbico y existencialista en un mundo de color sin límites. Lo que muchas veces no se cuenta es que el punto de inflexión fue Ibiza. Allí los djs británicos asimilaron los nuevos sonidos minoritarios que llegaban desde Detroit y Chicago. Por resumir, en Ibiza el house se convirtió en acid house para difundirse por toda Europa vía Manchester.
Una de las claves del éxito de aquellas primeras oleadas era la facilidad para fusionar estilos, los ritmos maquinarios de Kraftwerk ya habían sido una de las claves del sonido de Joy Division y The Fall, y ahora el acid house, con sus ritmos repetitivos y sus texturas hizo explotar Manchester. Comenzó la cultura rave, y la ciudad se convirtió en el centro de la fiesta mundial, todas las bandas querían ser de Manchester, y Manchester quería invadir el mundo.
En ese 1989 todo se precipitó aún más. New Order publican “Technique” (Factory, 1989) que supuso la cumbre de la música electrónica hasta aquel momento, pero Manchester era mucho más que eso, la nueva hornada venía mezclando en sus singles la música de baile con el rock psicodélico de los 60, y la respuesta no tardó en llegar. The Happy Mondays praticaban un funk alucinado y perezoso, con una velocidad que parecía no despegar del todo pero que había funcionado a las mil maravillas con sus anteriores trabajos, hasta que en 1989 se convirtió en hipnótico: lanzan el ep “Madchester Rave On” y se convirtieron en el auténtico alma de la fiesta. Una banda de sinvergüenzas politoxicómanos, que hipnotizaba con sus ritmos pausados pero contundentes a toda la clase media, primero del reprimido Reino Unido del final del thatcherismo, luego de todo el mundo. Eran el emblema de la escena, Madchester dio nombre al movimiento y a la ciudad, mientras que rave on se convirtió en la llamada a la fiesta. Pero las cosas en Manchester ocurrían muy rápido, tanto, que en un par de meses una nueva banda se situó desde la nada a la cabeza del movimiento que dominaba el mundo: The Stone Roses.
Tras publicar un par de singles en los años previos, The Stone Roses publican su álbum de debut homónimo en septiembre de1989 (Silverston Recs), y resultó que quienes hacían un pop de factura más clásica se llevaron el gato al agua. El disco sonaba a The Byrds, a Beatles, a Rolling Stones, sus melodías eran perfectas. Era un cuarteto de chavales sin complejos, cuatro músicos excelentes que explotaban en cada tema todas sus posiblidades. Y sus mensajes hedonistas e individualistas se hicieron con el favor de crítica y público de la noche a la mañana. En plena explosión de la cultura dance ellos reivindicaron las guitarras y el pop luminoso de los años 60, y por encima de todo llevaron a cabo un tratado de historia musical, en donde todos los elementos se ensamblaban de un modo natural. Lo acústico con lo electrónico, la psychodelia más ácida con ritmos de baile, las guitarras afiladas con el pop más melódico, y otros aspectos tan contradictorios como frustración generacional y el hedonismo del baile, el culto a la personalidad y el reconocerse miembro de un colectivo. En el álbum había hueco para la tragedia y la nostalgia (‘Bye Bye Badman’ o ‘Made of Stone’), ritmos de precalentamiento (‘Don’t Stop’), predicciónes de la música del futuro (‘She bangs the Drum’ o ‘Elephant Stone’) y un tema mastodóntico que compilaba en 8 minutos todos sus registros posibles (‘I am the Rusurrection’). Pero por si esto fuese poco contenía un himno, ‘I Wanna be Adored’ que era hedonismo puro y reflejaba el sentir de todos y cada uno de aquellos jóvenes mancunianos que cada noche buscaban nuevas aventuras; y para terminar ‘Fools Gold’ (que se publicó como single independiente en noviembre del mismo año) el hit que en aquel momento cambió la historia una vez más. Ya hemos dicho que aquí las cosas iban muy rápido, tanto como a la velocidad que sus neuronas se ahogaban en extasis. Como he leído —lo siento, no recuerdo dónde— el tema era químicamente perfecto, de ahí su éxito imparable. Nadie podía mantenerse quieto, hasta los más intransigentes con los nuevos ritmos sucumbieron a este tema, que era puro ritmo electrónico sin serlo, era un metrónomo hipnótico, una percusión y un bajo inolvidables, una guitarra wah wah totalmente libre y una voz que susurraba una historia sobre una experiencia extracorpórea inspirada en el Marqués de Sade.Inmediatamente The Stone Roses se convirtieron en cabeza de cartel de los mejores festivales, fueron agasajados por la crítica en todos los certámenes de premios posibles, y ‘Fools Gold’ se convirtió en el mejor single de 1989. Además muchos medios proclamaron este disco como el mejor de la década de los 90, que aún no había comenzado.
Bajo su cuerda, bandas como Inspiral Carpets, Northside) y sobre todo The Charlatans, además de las ya citadas y otras muchas, daban cuerpo a un movimiento que invadió el mundo con su apología de las drogas. Los Smiles que en nuestra infancia nos regalaban hasta con los Phoskitos y los chicles no eran más que uno de los iconos del éxtasis que se había manufacturado en Madchester, incluso el posterior himno de la selección inglesa de fútbol para el mundia de Italia 90 fue World in Motion de New Order, una horterada de canción donde los coros finales decían E is for England donde la E representaba una vez más al Éxtasis. 1990 fue un año de gloria para todas esas bandas. Pero en realidad en 1991 la fiesta ya se había terminado, sin que sus protagonistas se hubiesen enterado. En 1992 Factory Records y su club emblemático The Hacienda habían dado en quiebra, y las bandas comenzaron a perder fuelle. El siguiente disco de Happy Mondays fue un rotundo fracaso, y tras la caída de uno de los emblemas se evidenció que tanta fiesta y tanta droga había pasado una factura muy alta a todos los protagonistas de aquella escena. The Stone Roses además estaban inmersos en una tremenda lucha de egos entre Ian Brown, John Squire y “Mani” (Gari Mounfield), que provocó que se siguiente disco se demorase demasiado en el tiempo. Para su edición habían firmado con Geffen, que en aquel momento era una de las compañías más fuertes del planeta, y tras un largo pleito con su anterior discográfica “Second Coming” (Geffen Records) vió la luz en 1994, demasiado tarde. Como habitualmente se relata, la fiesta de Madchester había terminado y el grunge de Seattle era la banda sonora de la resaca. El álbum es habitualmente muy infravalorado, contiene los mismos elementos del debut pero sin un rompe-pistas claro, con muchos más elementos rock, más piezas acústicas y una tendencia al baile más decidida, pero fue un rotundo fracaso, su momento había pasado, y tras la gira de presentación se disolvieron.
Una historia breve, éxito relámpago y final inesperado. Su debut aparece siempre en cualquier lista de los mejores álbumes de la historia, y por supuesto ha sido reeditado en varias ocasiones, sobre todo una vez que la pelota volvió de los USA al Reino Unido para que el Brit Pop esta vez dominara el mundo. Se publicaron numerosas recopilaciones de caras-b, rarezas, remixes, etc… evidentemente ahora tenemos una edición especial 20º aniversario que incluye demos nunca publicadas y la filmación varios conciertos de los años 1989 y 1990.
La de Stone Roses es una historia que resume a la perfección lo ocurrido en Manchester desde hace casi de 30 años, una creatividad desbordante, saberse el centro del mundo, controlar las tendencias del planeta sin salir de tu propio barrio, y desaparecer del mapa sin tan siquiera darse cuenta de que los djs se habían marchado y el batallón de limpieza había entrado en sala de fiestas. Normalmente se habla de que las drogas fueron las auténticas protagonistas de aquella revolución, y que los excesos tuvieron sus consecuencias, y es cierto, pero sea cual sea el motivo, quizás nunca podremos disfrutar de una generación con tanto talento como esta.
Discografía:
- The Stone Roses. (Silvertone 1989)
- Turns Into Stone, (recopilación demos y rarezas). (Silvertone 1992)
- Second Coming. Geffen (Diciembre 1994) – POP #47; UK #4
- The Complete Stone Roses (recopilación sesiones). (Silvertone 1995)
- Garage Flower (grabaciones de 1985-89). (Silvertone 1996)
- Remixes (Silvertone Noviembre 2000)
- The Very Best Of The Stone Roses (recopilación). (Silvertone 2002)
- The Stone Roses 20th Anniversary (2CD/1 DVD Deluxe Edition) (Sony 2009)
2009-11-24 18:26
Qué recuerdos. Viví en Manchester un año, cuando estaban en su apogeo y sonaban en las discotecas. Me vine de allí con un casset suyo.
Saludos
2009-11-24 19:54
Cualquier momento es bueno para traer a esta gente a colación y escribir un post a cuenta. Y después de leerlo, sin desmerecer este buen trabajo, me sigue pareciendo que el mejor artículo (reciente) sobre ellos lo he leído aquí, cortesía del maestro C.
http://www.blogin-in-the-wind.es/2009/03/31/flores-de-piedra-marchitas/
2009-11-24 20:02
Uy uy uy, ¿el primero de los Stone Roses el mejor disco de los noventaaa? ¡Pero qué dice usted, hombre de dios! Estuvieron muy bien, pero no exagere, oiga. Debe haber decenas de discos mejores que ese.