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Cartas desde Turquía por V.V.A.A.

Cartas desde… es un intento por recuperar el espíritu de las corresponsalías epistolares de la prensa decimonónica, más subjetiva, más literaria, y que muestre una visión distinta y alternativa a la oficial de Agencias.

Hrant Dink: Intentaron matar a la convivencia, pero esta vez no pudieron

Andrés Mourenza
Periodista en Turquía y creador Noticias desde Turquía

Hrant Dink murió asesinado y con los zapatos rotos. Nalan Sakin, una periodista de Malatya, su ciudad natal, se pregunta: “¿Ustedes han visto alguna vez a un traidor con los zapatos rotos?”. Es cierto, los traidores siempre tienen mecenas, un traidor no muere con los zapatos rotos.
Y sin embargo, algunos consideraban a Dink un traidor, algunos entre esos círculos que se dedican a envenenar la convivencia en Turquía. Ahora no, ahora, tras su muerte, todos se apresuran a alabarle: “era un patriota, un pacifista…”. “Pero, ¿dónde estabais antes?” grita con rabia uno de los compañeros de Dink en el diario Bir Gün. Selahattin, mi amigo y comentarista político, se queja de que en Turquía siempre se hable bien de las personas, pero sólo después de muertas. Me temo que en todos los lugares es igual. Cuando los valientes ya no pueden molestar más, son los cobardes los que hablan.
Hrant Dink, periodista turco de origen armenio, intelectual, izquierdista, pacifista. Asesinado.

Hrant Dink: Turco de origen armenio
Empecemos por el principio. Hrant Dink pertenecía a la comunidad armenia que desde hace cientos de años viven en el territorio que ahora es la República de Turquía. Los armenios han vivido desde siempre en el territorio que va del Caúcaso a Oriente Medio y Anatolia y sus relaciones con el resto de habitantes de esas zonas: turcos, circasianos, kurdos, árabes, siríacos… han sido buenas durante la mayor parte de la historia. Las relaciones de la gente normal, me refiero. Los problemas siempre se han relacionado con la intervención de los grandes poderes: cruzadas, guerras santas, conquistas, reconquistas, capitulaciones, nacionalismos… Hasta llegar al drama del “genocidio armenio”: la matanza de cientos de miles de armenios a manos de tropas otomanas durante la Primera Guerra Mundial. Se puede discutir largo y tendido sobre si fue un genocidio (posición sostenida por los armenios) o si no hubo una intención expresa de acabar con la población armenia y se limitaron a eliminar la insurgencia nacionalista (posición sostenida pro los turcos).
Es más SE DEBE discutir este tema, ya que ambas posturas poseen argumentos de peso.

Hrant Dink: Intelectual
Hrant Dink contribuyó a ese debate —un tabú aún en Turquía, pero también entre los armenios (véase la historia del profesor Stanford J. Shaw, quien tuvo que refugiarse en Turquía después de que un grupo radical nacionalista armenio colocase una bomba en su casa de EEUU)— y lamentablemente eso contribuyó a su muerte. Y lo peor de todo es que todo fue por una macabra malinterpretación, fruto de la ceguera nacionalista.
El artículo que le llevó ante los tribunales turcos, y que provocaría un clima de linchamiento mediático que llevaría a su asesinato, iba precisamente dirigido contra la Diáspora Armenia y decía lo siguiente: “Los armenios, especialmente los de la diáspora, tienden a tener problemas con el rol del ‘otro’ que han jugado los turcos en la formación de la identidad armenia”. La referencia que incluía a “la sangre envenenada asociada con los turcos” provocó —como en otros célebres casos estos últimos años&mdahs; que uno de esos fiscales tremendamente conservadores y nacionalistas le acusase de “insulto a la identidad turca” bajo el polémico artículo 301 del Código Penal Turco.
Fue el único de todos esos intelectuales juzgados que fue definitivamente condenado. Seis meses de cárcel que no serían ejecutados a menos que Dink repitiese el presunto delito. ¡¡¿Qué delito?!! Resultan estremecedoras las imágenes de un Dink al borde de las lágrimas intentando defenderse ante las cámaras. No porque un juez imbécil le hubiese condenado por algo que no había hecho, sino porque se pusiese en duda su integridad: “Yo soy un ciudadano turco —decía— siempre he vivido con los turcos y nunca he insultado a ninguno”.

Hrant Dink: Izquierdista
De hecho, Hrant Dink era tan crítico con el nacionalismo armenio tanto como con el turco. Recriminaba a la diáspora y al gobierno de Armenia que se dedicasen sólo a criticar a Turquía, cuando el principal problema de los armenios es la pobreza. Era un tipo de izquierdas. Así lo reconoció también el patriarca armenio de Estambul, Mesrob II Mutafyan, el día de su muerte: “Teníamos puntos de vista diferentes, pero no se merecía ser asesinado”.
Y por eso Hrant Dink tenía los zapatos rotos. Él no dejó Turquía, Estambul era su ciudad. Al contrario que otros escritores —Orhan Pamuk o Elif Safak, que prefieren vivir largas temporadas en EEUU— Dink nunca abandonó su país ni aceptó moldes a su personalidad libre. En un emotivo mensaje, su mujer y viuda, Rakel Dink dijo: “Nadie olvidará lo que has hecho o lo que has dicho. ¿Cómo se puede olvidar el miedo, la muerte, la vida? Te han separado de tus hijos, de tus amigos, de mi abrazo. Pero no han conseguido separarte de tu país”.

Hrant Dink: Pacifista
En la Turquía de hoy la mayoría de los armenios vive integrada en la sociedad, como cualquier otra persona. En la oficina en la que trabajo, una de las secretarias es armenia, uno de los contables judíos, hay musulmanes alevíes (chiís heterodoxos) y suníes, turcos y kurdos. No hay más rencillas que las que provoca el trabajo en común.
Esa era la Turquía de Hrant Dink. La Turquía de la convivencia, la Turquía del semanario Agos —que dirigía Dink— y que se publica en turco y armenio.
Por eso la bala que mató a Dink no sólo iba dirigida a él, sino a millones de personas. Al frágil cemento que une a todos los habitantes de Turquía por encima de culturas, lenguas y religiones. Hrant Dink ya se lo temía: “Intentarán ponerme en medio antes de las elecciones presidenciales”, le confesó a su abogado Erdal Dogan.

Hrant Dink: Asesinado
Este crimen es fruto del clima de crispación que ha alcanzado la política turca en los últimos 20 meses. Con una oposición que, a pesar de ser de centroizquierda, ha asimilado las posturas más nacionalistas de la ultraderecha a fin de derribar al gobierno conservador de Recep Tayyip Erdogan e impedir que éste acceda a la presidencia. Como respuesta, el gobierno de Erdogan también ha virado hacia posiciones más nacionalistas para no quedarse fuera de la captura de votos. Las alusiones a la ruptura de la unidad de la patria, a los enemigos exteriores e interiores… no han hecho sino crear el caldo de cultivo para que los ultras nacionalistas se desarrollasen. Quizás en España alguien debiera comenzar a tomar nota de ello.
El gatillo lo apretó un adolescente, ahora detenido y confeso. Pero hay alguien más detrás del crimen. Unas “negras manos” que están empeñadas en que Turquía no prospere. Los turcos —es decir los habitantes de Turquía— lo dicen así: “Cuando parece que todo va bien en Turquía, siempre sucede algo que acaba con esa estabilidad”. Se sospecha que es el “derin devlet” (estado profundo), esas conexiones entre mafia, ultraderecha y parte de las fuerzas de seguridad. Ya se sabe que hay quien pesca mejor en aguas revueltas.
Sabahattin Ali, Abdullah Ipekçi, Ugur Mumcu, Hrant Dink… son demasiados los periodistas e intelectuales muertos por esas manos oscuras. Pero esta vez la sociedad turca ha dicho “basta”. La respuesta masiva a la movilización en el entierro de Hrant Dink demuestra el hartazgo de los turcos ante las amenazas a la convivencia. “Todos somos Hrant Dink, todos somos armenios”, gritaron doscientas mil personas de todos los pueblos y culturas de Turquía. Esta vez no podrán.

Andrés Mourenza | 26 de enero de 2007

Comentarios

  1. ashlid
    2010-01-20 12:00

    España es un pais muy pro turqista i nunca va a reconoser el GENOCIDIO DE LOS ARMENIOS EN 1915 . ….No hay mas commentarios…..i no falta mas espectaculos…..que dejen tranquila mi jente, para ganar por comer busca otra lugar,otra jente, otra pais….


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