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En peligro de extinción por Carmen Castro

Carmen Castro edita singenerodedudas.com, bitácora feminista pionera en la blogsfera hispana. Escribe para LdN con la intención de compartir su [des]enfoque sobre alternativas a la crisis actual; el 30 de cada mes irán desfilando algunas ideas [ausentes y presentes] de la clase politica y agorera en general. Con la que está cayendo, parece que habrá columna para rato.

Lectura entre líneas del 'Pacto del Euro': y la igualdad, ¿dónde está?

La volatilidad es una característica de los mercados financieros, también de la manipulación mediática e informacional.

El ‘pacto del euro’, que viene a ser la nueva versión del ‘pacto de competitividad europeo ‘ propuesto por Alemania y Francia, parece haber sido asumido con ¿resignación? aún cuando representa la definición de la nueva etapa hacia un modelo de gobierno económico común en la UE, el de la politica neoliberal impuesta.
La semana pasada era uno de los temas de conversación preeminente, hoy ya casi ni se menciona.

Alguien podría decir que ya era hora que en Europa se pusieran de acuerdo con una política económica y monetaria común para intentar contrarrestar los efectos devastadores de la crisis económica, enviar un mensaje claro a los mercados de que la UE saldrá al rescate de sus paises que lo necesiten, etc. Claro que eso no se corresponde con la realidad. Vayamos por partes:

1.- No todos lo países están dentro de este acuerdo, son 17 de la zona euro quienes lo han asumido (Inglaterra y Suecia, por ejemplo, fuera de las limitaciones de la moneda común, no están afectadas por este pacto).
2.- No todos los países están de acuerdo con la contraprestación a exigir en caso de tener que rescatar a otro país (tras Grecia e Irlanda, la voracidad financiera está poniendo la atención nuevamente en Portugal).
3.- La ampliación del fondo de rescate se aplaza hasta 2013.
4.- Los acuerdos significan la interferencia en el ámbito de política nacional imponiendo reformas sobre temas que en teoría deberían quedar fuera de la competencia de la UE: las pensiones, la política laboral o salarial.
5.- La estabilidad presupuestaria que dicen querer conseguir (incluso incluyendo un techo para el déficit público en la Constitución) se pretende realizar vía reducción del gasto público, (una vez realizado el desembolso monetario que han supuesto los ‘rescates a la banca’). No aparece entre los acuerdos de estabilidad presupuestaria mención a la creación del impuesto sobre transacciones financieras (algo imprescindible para la reforma del sistema financiero) ni mucho menos una posición común respecto a los paraísos fiscales, dos vías de recaudación, inexploradas, que siguen ausentes del interés de la política fiscal común europea. Tampoco se han puesto de acuerdo en un criterio común sobre el impuesto del patrimonio (eliminado en España) o sobre el impuesto de sociedades.

En España, tras el tijeretazo social , la reforma laboral y el acuerdo económico y social para la reforma del sistema público de pensiones , le toca el turno ahora a la reforma salarial. Hasta ahora, la negociación colectiva y la actualización del salario nominal al IPC, eran los mecanismos de revisión para intentar ajustar los salarios reales y evitar pérdidas de poder adquisitivo. Ahora, pretenden hacernos creer que si la economía no crece es porque hay un problema de productividad y que en parte, la evolución de los salarios es un factor explicativo de ello.
Las evidencias estadísticas nos permiten rechazar alto y claro este nuevo intento de manipulación. Vicenç Navarro contraargumenta sobre la productividad y renta salarial :

El salario medio (medido en euros constantes) era prácticamente el mismo en 2008 que en 1995. El aumento de la riqueza, resultado del crecimiento de la productividad, se ha ido concentrando en los superricos y ricos de manera que España es, según el Luxembourg Income Study (el centro de datos sobre distribución de renta más creíble), uno de los países desarrollados con mayores desigualdades de renta.

Es decir, que el incremento de la productividad, que explica el gran crecimiento económico de los años previos a la crisis, no repercutió en la renta salarial de las personas empleadas, ni mucho menos en la mejora de quienes están en los tramos inferiores de renta del trabajo (fundamentalmente mujeres); en lo que sí repercutió fue en la renta y riqueza de quienes eran propietarios de los medios de producción, del capital y en los centros financieros que manipulan, especulan y gestionan tal dinero”.

En principio, podria resultar que es algo ventajoso vincular la evolución de los salarios al nivel de la productividad; pero no levantemos campanas al vuelo, que hay algunas sombras que tomar en consideración. La primera es respecto a lo que aparentemente se pretende: vincular la evolución exclusivamente del salario nominal, y no la del salario real. La segunda sombra hace practicamente inviable la propuesta, ya que para que esa vinculación sea efectiva, sería necesario dotar de una gran transparencia a las empresas. Y es que la productividad depende además de las condiciones laborales, de la política de calidad, de la gestión de recursos humanos, de la mejora tecnológica, del clima laboral, en definitiva, del modelo de organización del trabajo y de la eficiencia de la gestión empresarial.
Basta decir que aunque está ampliamente contrastado que la igualdad es rentable para la empresas, sigue siendo la gran ausente de la gestión empresarial. ¿Es creíble una reforma en el tejido empresarial que vaya acorde con los criterios de responsabilidad social e igualdad? francamente, me parece que va a ser que no; más bien me inclino a pensar que la ‘flexibilidad’ de los salarios y de los despidos serán los objetos a los que se limite dicha reforma y vinculación salarios/productividad.

Otra consecuencia en la que detenerse es en lo que econométricamente representa esta ‘nueva gobernanza económica europea’: la vuelta hacia la consideración exclusiva del PIB como ‘gran indicador’ del crecimiento y desarrollo; y esto, por mucho que lo ‘adornen’ nos estanca una vez más en la ceguera de género del análisis económico y en la ceguera de la sostenibilidad.

Hoy en día sabemos que el PIB no tiene en cuenta el valor de la aportación que representa la economía informal, ni el valor económico de la aportación que realizan fundamentalmente las mujeres a la “producción doméstica” (en España son cerca de 4 millones de mujeres quienes se dedican exclusivamente a estas tareas sin recibir ninguna remuneración). Tampoco tiene en cuenta la ‘huella ecológica’ o ‘daños colaterales’ que provoca el actual modelo productivo. Ambas carencias deberían ser suficientes para replantearse lo que estamos midiendo realmente y qué modelo de desarrollo se está propiciando.

Dicen que el Pacto del Euro pretende propiciar las bases de la recuperación … y sabemos que la recuperación comenzará cuando empecemos a crear empleo.

Las mujeres están preparadas para incorporarse al mercado de trabajo y el cambio productivo es una buena oportunidad para ello: ecoindustria, energías alternativas, aplicaciones tecnológicas a la calidad de vida, infraestructuras sociales … hacia ahí deberían apuntar las prioridades para la estimulación económica en vez de seguir bonificando a las empresas de sectores convencionales para que realicen nuevas contrataciones desde la precariedad laboral.

Las políticas de igualdad deberían considerarse como parte de la solución a la actual crisis y como una inversión a largo plazo, para el cambio de modelo productivo y social. Sin embargo siguen estando fuera de la agenda política de reformas, a pesar de que existen estimaciones de su rentabilidad medidas en lo que significarían en cuanto a una mayor contribución de las mujeres al PIB y a los ingresos fiscales. Un nuevo informe sobre mujeres y economía sostenible cuantifica estas aportaciones para el caso de España, que podrían llegar hasta un 44% de incremento del PIB. Sin embargo, como dice María Pazos , la igualdad es absolutamente necesaria para la economía, pero supuestas razones económicas impiden avanzar en igualdad. ¿No es esta una gran paradoja?

En definitiva, que la reformas auspiciadas desde el Consejo de Europa adolecen de los mismos defectos que las políticas económicas anteriores, agravando el distanciamiento de la europa social y del avance hacia un modelo de economía sostenible basado en la igualdad.

Carmen Castro | 31 de marzo de 2011

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