Los días 3 de cada mes repasaremos lo que ha sido y es la ciencia ficción en España y española: los autores, las mejores novelas y los hechos significativos de la literatura de ciencia ficción patria. Alfonso Merelo Solá es ensayista y conferenciante, ha publicado dos libros en colaboración (La ciencia Ficción Española y Franco: una historia alternativa) y uno en solitario (Fantástica Televisión en 2007). Mantiene dos bitácoras: memorando y Desde Tartessos.
Advierto que esta va a ser una entrada atípica para esta columna. Es una entrada entre nostálgica e histórica en la que pretendo mostrar una visión muy personal de otros tiempos y de otras maneras de concebir el tiempo y la diversión. Ni mejor ni peor, diferente.
¿Saben ustedes lo que es un cine de verano? Imagino que sí, porque a todo lo largo de la geografía española he encontrado esas pantallas en muchísimas ciudades y pueblos desde Andalucía hasta Galicia. De hecho se siguen proyectando, aprovechando el verano, en muchos lugares películas al amparo de la noche y de las estrellas –cuando había luna llena aquello era un “sinvivir”, por cierto–. Porque el cine de verano no se ha perdido del todo, aunque, me temo, va camino de desaparecer.
Yo nací en Cádiz y viví mucho tiempo en esa ciudad. Ciudad playera y veraniega con una tasa de calor en verano más que notable. Esa circunstancia, “la caló” extrema, provocaba, y provoca, que la gente saliera de sus casas ya con la tarde trocándose a noche. En los años 60 y 70 no existían tantos medios económicos ni medios de diversión como hay ahora. Evidentemente el paseo, las terrazas de los bares y el cine eran moneda común para todos. Y cuando llegaba mediados de junio los cines de verano abrían sus puertas para los espectadores noctámbulos. Los locales, que permanecían cerrados normalmente todo el invierno, encalaban sus paredes y la pantalla, preparaban las sillas, las barras de bar y empezaban a proyectar películas en dos sesiones a las 10 y a las 12 de la noche. El espectador más noctámbulo salía a las dos de la mañana de la proyección y derechito para la cama con el cuerpo fresquito del relente.
En esos locales se podía fumar, entonces se fumaba, beber e incluso cenar en algunos de ellos, aunque lo habitual era comer pipas cuyas cáscaras se tiraban al suelo directamente. Los asistentes a la segunda función podían encontrarse con verdaderas alfombras de cáscaras que producían un curioso ruidito al ser pisadas, casi de película de terror al uso.
Más adelante los cines de verano empezaron a proyectar películas de temporada que eran mucho más recientes y grandes éxitos de todos los géneros. El público cambió y exigió películas más interesantes. Rafael María siempre cuenta que tuvo la oportunidad de ver La Guerra de las Galaxias en un cine de verano en el que se confundían las estrellas de la pantalla con las del firmamento. Bonito lugar para ver una película de ese tenor.
Se acabaron los cines de verano o casi. Con este ritmo de vida es imposible que se mantuviera. Ya no compensa el acudir a ellos todas las noches si puedes ver cualquier película en tu ordenador con el aire acondicionado puesto.
Son otros tiempos, pero yo los echo mucho de menos.
2013-09-03 15:44
Por Valencia tenemos las proyecciones de la filmoteca en el río pero cualquiera peregrina a la capital, y menos a esas horas. Otro clásico que resiste con sus programas dobles es el autocine Star en la playa del Saler, y eso que la última vez que fui había más gente viendo las películas fuera que dentro. Cosas de la picaresca.
Con la cosa de seguir haciendo algo por fiestas pero que salgan baratas aparte de contar con bandas locales para la música lo del cine al aire libre también está siendo muy socorrido, dos o tres veces me han puesto Lo Imposible y la de Tadeo Jones por los pueblos de por aquí.
2013-09-03 16:58
Ya digo que casi se han perdido. Este año en Cádiz, en el patio de mi antiguo colegio
San Felipeha habido un ciclo de cine de verano, y el ayuntamiento de Dña. Teo proyecta en agosto todos los sábados en la playa una película si el levante no lo impide2013-09-04 01:53
De mis primeros recuerdos es una escena de Tarzan en el cine Brunete. De esto hace 50 años. Recuerdo estar mas atento a las salamanquesas que a la película.
Cada tiempoo tiene sus alegrias y sus penas.