Libro de notas

Edición LdN
Cartas desde Inglaterra por V.V.A.A.

Cartas desde… es un intento por recuperar el espíritu de las corresponsalías epistolares de la prensa decimonónica, más subjetiva, más literaria, y que muestre una visión distinta y alternativa a la oficial de Agencias.

Londres y el miedo

María José Barrios
Editora de Merece la pena


Es difícil comenzar una carta como esta sin caer en la repetición o en la frivolidad. Como prefiero lo primero, empiezo citando las palabras de un buen amigo que expresan perfectamente lo que sentimos muchos: “Londres me duele”. Añadiría además que la posibilidad de que “lo que es Londres” esté en peligro, me aterra.
No quiero extenderme en ello. Diré simplemente que en Londres he visto a un señor cantando con un cono de tráfico, a una pareja disfrazada de momias tomando un batido en una cafetería, a un hombre con un megáfono atado al pecho proclamando que Cristo vive, y a cientos y cientos de personas de todos los colores que pasaban por allí sin inmutarse, todo en la misma mañana. En este país uno puede hacer lo que quiera o vestir como le dé la gana siempre y cuando dé los buenos días y sostenga la puerta para el que viene detrás.
Me he preguntado a menudo si esta actitud abierta de los ingleses procede realmente del respeto, de la frialdad, de la timidez o de un individualismo extremo. Sea como sea, el resultado es un “vive y deja vivir” como no he visto en ningún otro sitio. Ahora bien: ¿cómo va a afectar el Miedo (así, con mayúscula) a todo esto?
Hace poco menos de un año Tony Blair pasó tres o cuatro días en Brighton, en un hotel que está a unos diez minutos de mi casa. Además de cortar el tráfico en unas pocas de calles, distribuyeron una propaganda por todos los buzones de la zona que decía “Por favor, avísanos si observas algo sospechoso en tu vecino”. Parecía de risa, de película, pero desgraciadamente no se trataba de ninguna broma. Y os aseguro que asustaba. Pero no hace falta poner un ejemplo tan puntual. En Londres hace mucho que eliminaron todas las papeleras (sí, estáis leyendo bien: los cubos de basura) de estaciones tan enormes como la de Victoria para evitar que se ocultaran dentro artefactos explosivos.
No quiero ni pensar en lo que puede suponer una actitud de “alerta” como esa en una ciudad de siete millones y medio de personas que, de repente, una mañana toman conciencia de que no saben absolutamente nada las unas de las otras. En lo fácil que puede ser pasar de ese individualismo extremo al desconfiar de todo y de todos. Creo haber leído que en los últimos cuatro días ha habido más de cien avisos de bomba que, aunque falsos, no ayudan precisamente a calmar los nervios.
Hasta ahora, tanto los medios de comunicación como los heridos que han declarado ante las cámaras se han comportado de forma ejemplar. Se respira incomprensión, pero no odio. Serán los políticos los que entren en juego para convertir la situación en lo que ellos quieran. De momento ya se está considerando la puesta en práctica de medidas para controlar todas las llamadas y mensajes producidos. Me encantaría ser lo suficientemente ingenua para poder pensar que “es por el bien y la seguridad de todos”, pero nunca está claro quién y cómo van a marcar los límites sobre este tipo de controles. Al fin y al cabo es algo que lleva oyéndose desde hace ya mucho. Sólo faltaba una excusa para apoyar la iniciativa, y los atentados del jueves nos la han dado.
No revelo nada nuevo cuando digo que el miedo es el enemigo más peligroso de la libertad. Una libertad que hace posible que a día de hoy muchos miles de musulmanes, al igual que otros tantos chinos, japoneses o españoles sin ir más lejos, convivan perfectamente integrados con el resto de la población.
Fue un musulmán, compañero de trabajo, el que se refirió hace unos meses a los culpables del atentado en Madrid de este modo: “Si los tuviera aquí delante los mataría con mis propias manos”. Ojalá nunca hubiera oído un comentario tan terrible.

María José Barrios | 12 de julio de 2005

Comentarios

  1. Luis Amézaga
    2005-07-12 13:54 Debe ser difícil para un musulmán ver cómo utilizan su religión para cometer actos terroristas. También para los vascos nos resulta muy duro ver cómo una banda se apropia del pueblo para en su nombre secuestrar, matar y extorsionar. Los terroristas no representan a nadie, excepto al fanatismo de una idea que les domina.
  2. saba
    2005-07-16 20:24 hay millones de personas en este mundo que viven cotidianamente en estado de excepción, de hecho parece que la excepción sea la regla. No creo que vivir en estado de excepción nos ayude demasiado, en Brighton o Kandahar… tal vez el problema sea que nuestras libertades se han construido sobre las esclavitudes de los otros y ello nos afecta a todos porque quienes aterrorizan y matan intentan acabar con la posibilidad de que esa esclavitud acabe colocándonos en la excepción que ellos viven diariamente y de la que tal vez deberíamos comenzar a sentirnos responsables desenmascarando a quienes la permiten.

Textos anteriores

-
Londres y el miedo [12/07/05]

Ver todos

Librería LdN


LdN en Twiter

Publicidad

Publicidad

Libro de Notas no se responsabiliza de las opiniones vertidas por sus colaboradores.
Esta obra está bajo una licencia de Creative Commons
Desarrollado con TextPattern | Suscripción XML: RSS - Atom | ISSN: 1699-8766
Diseño: Óscar Villán || Programación: Juanjo Navarro
Otros proyectos de LdN: Pequeño LdN || Artes poéticas || Retórica || Librería
Aviso legal