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Como hace 3000 años

Bonito modo de celebrar, si es celebrable, el día de la poesía: Como hace 3000 años…, recitación de Héctor Alterio y José Luis Merlín a la guitarra. [Gracias Ana]

Marcos Taracido | 21/03/2007 | En la red | Poesía

Comentarios

  1. Candi
    2007-03-26 13:52

    La poesía siempre es una bocanada de oxígeno, que merece una nota de agradecimiento. Ha sido un placer escuchar a Hector Alterio y José Luis Merlín. Me encantó, Ana.

    Aquí Sylvia Plath recita ‘Dady’ —vídeo tomado de ‘Apostillas literarias’— de mejor comprensión con el texto en inglés. Me he permitido incluir mi traducción preferida y unas complementarias notas del trujamán, extraídas de «Ariel», el mejor libro de poemas de la extraordinaria Sylvia Plath.

    http://www.youtube.com/watch?v=6hHjctqSBwM&eurl=

    DADDY

    You do not do, you do not do
    Any more, black shoe
    In which I have lived like a foot
    For thirty years, poor and white,
    Barely daring to breathe or Achoo.

    Daddy, I have had to kill you.
    You died before I had time—
    Marble-heavy, a bag full of God,
    Ghastly statue with one gray toe
    Big as a Frisco seal

    And a head in the freakish Atlantic
    Where it pours bean green over blue
    In the waters off the beautiful Nauset.
    I used to pray to recover you.
    Ach, du.

    In the German tongue, in the Polish town
    Scraped flat by the roller
    Of wars, wars, wars.
    But the name of the town is common.
    My Polack friend

    Says there are a dozen or two.
    So I never could tell where you
    Put your foot, your root,
    I never could talk to you.
    The tongue stuck in my jaw.

    It stuck in a barb wire snare.
    Ich, ich, ich, ich,
    I could hardly speak.
    I thought every German was you.
    And the language obscene

    An engine, an engine,
    Chuffing me off like a Jew.
    A Jew to Dachau, Auschwitz, Belsen.
    I began to talk like a Jew.
    I think I may well be a Jew.

    The snows of the Tyrol, the clear beer of Vienna
    Are not very pure or true.
    With my gypsy ancestress and my weird luck
    And my Taroc pack and my Taroc pack
    I may be a bit of a Jew.

    I have always been sacred of you,
    With your Luftwaffe, your gobbledygoo.
    And your neat mustache
    And your Aryan eye, bright blue.
    Panzer-man, panzer-man, O You——

    Not God but a swastika
    So black no sky could squeak through.
    Every woman adores a Fascist,
    The boot in the face, the brute
    Brute heart of a brute like you.

    You stand at the blackboard, daddy,
    In the picture I have of you,
    A cleft in your chin instead of your foot
    But no less a devil for that, no not
    Any less the black man who

    Bit my pretty red heart in two.
    I was ten when they buried you.
    At twenty I tried to die
    And get back, back, back to you.
    I thought even the bones would do.

    But they pulled me out of the sack,
    And they stuck me together with glue.
    And then I knew what to do.
    I made a model of you,
    A man in black with a Meinkampf look

    And a love of the rack and the screw.
    And I said I do, I do.
    So daddy, I’m finally through.
    The black telephone’s off at the root,
    The voices just can’t worm through.

    If I’ve killed one man, I’ve killed two—
    The vampire who said he was you
    And drank my blood for a year,
    Seven years, if you want to know.
    Daddy, you can lie back now.

    There’s a stake in your fat black heart
    And the villagers never liked you.
    They are dancing and stamping on you.
    They always knew it was you.
    Daddy, daddy, you bastard, I’m through.

    PAPAÍTO

    Ya no me sirves, ya no me sirves,
    ya no me sirves, zapato negro,
    en el cual he vivido como un pie
    durante treinta años, pobre y blanca,
    sin atreverme apenas a respirar o a hacer achís.

    Papaíto: he tenido que matarte.
    Te moriste antes de que me diera tiempo…
    Pesado como el mármol, bolsa llena de Dios,
    lívida estatua con un dedo del pie gris,
    del tamaño de una foca de San Francisco

    y una cabeza en el Atlántico extravagante
    donde el verde habichuela se vierte sobre el azul
    en aguas de la hermosa playa de Nauset.
    Rezaba para recuperarte.
    Ach, du.

    En la lengua alemana, en la localidad polaca
    apisonada por el rodillo
    de guerras y más guerras.
    Pero el nombre del pueblo es corriente.
    Mi amigo el polaco

    dice que hay una o dos docenas.
    De modo que nunca supe distinguir dónde
    pusiste el pie, pusiste tus raíces:
    nunca me pude dirigir a ti.
    La lengua se me pegaba a la mandíbula.

    Se me pegaba a un cepo de alambre de púas.
    Ich, ich, ich, ich,
    apenas lograba hablar.
    Creía verte en todos los alemanes.
    Y el lenguaje grosero,

    una locomotora, una locomotora
    que me apartaba con su silbato, como a un judío.
    Judío que va hacia Dachau, Auschwitz, Belsen.
    Empecé a hablar como los judíos.
    Creo que bien podría ser judía yo misma.

    Las nieves del Tirol, la clara cerveza de Viena,
    no son ni muy puras ni muy auténticas.
    Con mi abuela gitana y mi suerte rara
    y mis naipes de Tarot, y mis naipes de Tarot,
    podría ser algo judía.

    Siempre te tuve miedo,
    con tu Luftwaffe, tu jerigonza
    y tu bigote recortado
    y tus ojos arios, azul brillante.
    Hombre-panzer, hombre-panzer: oh Tú…

    No Dios, sino una esvástica
    tan negra, que por ella no hay cielo que se cuele.
    Toda mujer adora a un fascista,
    con la bota en la cara, el bruto,
    el bruto corazón de un bruto como tú.

    Estás de pie junto a la pizarra, papaíto,
    en el retrato tuyo que tengo,
    un hoyo en la barbilla en lugar del pie,
    pero no por ello menos diablo, no,
    no menos el hombre negro que

    me partió de un mordisco el bonito corazón en dos.
    Tenía yo diez años cuando te enterraron.
    A los veinte traté de morir
    para volver, volver, volver a ti.
    Supuse que con los huesos bastaría.

    Pero me sacaron de la tumba
    y me recompusieron con pegamento.
    Y entonces supe lo que había que hacer.
    Saqué de ti un modelo,
    un hombre de negro con aire de Meinkampf,

    e inclinación al potro y al garrote.
    Y dije sí quiero, sí quiero.
    De modo, papaíto, que por fin he terminado.
    El teléfono negro está desconectado de raíz,
    las voces no logran meterse como gusanos.

    Si ya he matado a un hombre, que sean dos:
    el vampiro que dijo ser tú
    y se me estuvo bebiendo la sangre durante un año,
    siete años, si quieres saberlo.
    Ya puedes descansar, papaíto.

    Hay una estaca en tu negro y grasiento corazón,
    y a la gente del pueblo nunca le gustaste.
    Bailan y patalean encima de ti.
    Siempre supieron que eras tú.
    Papaíto, papaíto, hijoputa, ya he terminado.

    PAPAÍTO
    12 de octubre de 1962.
    Presentación en la BBC : «Este poema lo dice una muchacha con complejo de Electra. Su padre murió cuando ella lo creía Dios. Su caso viene complicado por el hecho de que su padre era nazi y la madre, muy posiblemente, algo judía. En la hija, las dos tendencias se unen y se paralizan: para liberarse, tiene que interpretar la pequeña alegoría de una vez por todas». La última frase abona la generalizada interpretación de que, para Sylvia Plath, la muerte (el rito e la muerte, el suicidio, con todos sus elementos) era un paso imprescindible para acceder a la vida. En su presentación de la BBC Sylvia omite toda referencia a su marido. Pero es evidente el papel de sustituto del padre que atribuye a éste en la segunda mitad del poema. Aunque, cuidado: hay algunas referencias autobiográficas manipuladas. Está muy claro que quien habla no es Sylvia Plath, sino un personaje. Por ejemplo: ella no tenía diez años cuando murió su padre, sino ocho. Tampoco se le conocen antecedentes judíos de ninguna clase, y, además, Otto murió al año de empezar la segunda guerra mundial, sin haber participado para nada en el movimiento nazi. ‘Nauset’ es en realidad el nombre de una tribu de indios norteamericanos que ocupaba la mayor parte de lo que hoy en día se llama Cape Cod, Massachussets —lugar en que Ted y Sylvia poseyeron una casa—. «Tarot». Sylvia Plath escribe «taroc», lo cual, en inglés, es tan correcto como «tarot». La palabra viene del italiano «tarocco», que dio «tarock» en alemán y «tarot» (antes «tarau») en francés. En la vigésima primera edición del diccionario de la Academia se incorpora por primera vez «tarot» al acervo oficial de la lengua castellana, dándosele origen italiano.

    Traductor: Ramón Buenaventura.

  2. Ana Lorenzo
    2007-03-26 15:42

    Gracias, Candi, es precioso. Tu traducción favorita, de Ramón Buenaventura; te alabo el gusto.
    Lástima de derechos de autor (que sí, que claro que tendrán que recuperar al menos lo invertido y ganar algo) porque si no, subía el Fulgor y muerte de Joaquín Murieta de Neruda, teatro en verso, pero la versión cantada y recitada: qué gozada de poesía y música.
    Un saludo


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