Libro de Notas

Colgar las botas

Javi Martín - El último partido de George Best

Hace un par de días anunciaba su retirada del baloncesto Amaya Valdemoro, una de las mejores deportistas españolas de la historia. Amaya superó una lesión gravísima hace dos años (fractura en ambas muñecas), pero regresó para ayudar a la selección el pasado verano a ganar el oro en el Europeo de Francia. En la rueda de prensa del adiós a duras penas pudo contener la emoción. No debe de ser fácil para un deportista de élite el momento de colgar las botas, el momento de dejar todo aquello que fue su vida durante años, todo aquello que vivió tan intensamente.

La misma emoción que embargó a Amaya hizo presa en su día de Ronaldo Nazario, otro deportista con el que las lesiones se cebaron más de lo razonable. Los que seguimos su trayectoria con admiración y cariño asistimos con el corazón encogido a las lágrimas en el momento de su adiós. Su cabeza deseaba seguir jugando, pero su cuerpo no podía más. Es curioso lo que les cuesta colgar las botas a los futbolistas más grandes. Recordemos a Maradona, que regresó a Argentina y estuvo en activo más allá de lo que el recuerdo de su leyenda quizás merecía. Recordemos a Pelé, que acabó en el Cosmos estadounidense, tratando de relanzar eso que allí llaman soccer. Recordemos a George Best, que se cansó pronto del fútbol de élite pero terminó dando tumbos por Estados Unidos y equipos de tercera y cuarta fila de Gran Bretaña antes de poner el punto final a los 37 años.

Hay retiradas dulces, que dejan un gran sabor de boca, como la de Alberto Herreros. El alero madrileño colgó las botas justo después de meter la canasta más importante de su vida. “La primera que tengas, la tiras”, le había dicho su entrenador, Bozidar Maljkovic, justo antes de saltar a la cancha a 2:44 del final. Madrid y Tau disputaban el quinto partido de la final ACB de 2005 y la retirada de Herreros al término de aquel partido, aunque no era oficial, se daba por hecha. Después de un minuto de locura, en el que el Tau dejó escapar una renta de ocho puntos, Alberto recibió el balón en la esquina, más allá de la línea de 6,25, a 8 segundos del final, con su equipo dos puntos abajo. “La primera que tengas, la tiras”, probablemente volvió a escuchar el jugador en su cabeza en ese momento. Pocos minutos después, un Herreros con una sonrisa de oreja a oreja recibía la Copa de campeón de la Liga ACB.

Pero para sonrisa la de Yelena Isinbayeva cuando el pasado verano logró superar el listón de 4,89 metros para colgarse el oro mundial ante sus compatriotas moscovitas, superando a sus jóvenes rivales en el día de su adiós. Después de unos años difíciles, en los que la antaño invencible pertiguista rusa tuvo que acostumbrarse a perder, no pudo contener la euforia y acabó abrazada a Sparrow, la mascota del campeonato, celebrando un final de ensueño.

casa

Estaba previsto que el adiós de Zinedine Zidane siguiera un camino similar al de Herreros o Isinbayeva. Había liderado a su selección hasta la final del Mundial y, una vez allí, su penalti a lo Panenka en la prórroga parecía el colofón perfecto a una carrera espléndida. La película iba según lo previsto hasta que al travieso guionista se le ocurrió que la cabeza de Zidane impacatara con el pecho de Materazzi. Se nos fastidió el happy end.

El último partido de George Best cuelga hoy las botas. Nos gustaría hacerlo a lo grande, como Herreros, pero no somos tan ambiciosos. Por un momento nos asaltará la emoción, como a Ronaldo y Amaya, pero fuera de los focos, en la intimidad. Intentaremos contenerla, no obstante. Nos vamos cargados de buenos recuerdos y con una enorme sonrisa en la boca, como Yelena. Ella, tras ganar el oro en Moscú, dejó abierta la puerta de un posible regreso para los Juegos de Río. Quién sabe. La vida da tantas vueltas.

Fue un placer. Gracias a todos.

20/12/2013

Sin comentarios