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Porque me quité del vicio por Elia Martínez-Rodarte

Vicio es todo en exceso y desmesura hasta que lo abandonamos por un nuevo vicio, o nos convertimos en coleccionistas de ellos. Nunca es tarde para desechar uno y encontrar otro nuevo. De los vicios y pasiones que exponen nuestra humanidad hablaremos aquí, en este espacio comandado por Elia Martínez-Rodarte, mexicana, viciosa y escritora, autora de ivaginaria, el día 6 de cada mes.

Plantones

No tolero que me dejen plantada. Algunas personas tontas que no valoran su tiempo pueden capotearlo, porque finalmente en su casa no tienen nada por hacer.

Ayer desde la ventana de mi oficina estuve viendo a una mujer que esperó cerca de una hora bajo el mediodía regiomontano, a un tipo que llegó una hora y media después de que la mujer inicialmente arribó al lugar de la cita. Es decir, si ella hubiera soportado media hora más generando sus propios jugos bajo el sol, de seguro habría encontrado al tipo. Me dí cuenta de todo el numerito gracias a que cuando salí a comer ella estaba esperando. Volví y seguía esperando y cuando salí a despedir a unas personas iba llegando el señor a la cita, con la fresca, mientras la pobre tontozuela se retiró del sitio escurriendo sudor y maquillaje.

Razonemos el por qué no debemos dejar plantadas a las personas. Fuera de la falta de respeto al tiempo ajeno, de la ostentación de la informalidad, de la peladez y mala crianza de quien ejecuta los plantones, creo que lo peor es la irresponsabilidad colectiva y asumida de vivir en un país en donde nadie valora el tiempo del otr@.

El tiempo ni siquiera puede ser tasado en oro, como reza el dicho: nuestro tiempo es un bien que debe ser administrado de una forma sabia para que ningún tonto lo menosprecie dejándote colgada de la lona.

Afortunadamente no me han dejado ni he plantado a mi vez a nadie, creo que desde los noventas. Es sólo una cuestión de un poco de karma equilibrado. Hasta el momento.

En la primaria, en cuarto, obligamos a nuestro profesor a que nos invitara a una nevería. Diez niños y niñas. Llegado el día de la reunión lo dejamos plantado. Sólo por hijos e hijas de puta.

Recuerdo la cara de horror de mis padres cuando se enteraron y la certeza que en ese mismo instante tuve de que algo terrible estaba sucediendo y me marcaría para siempre. La mamá de una de las niñas cómplices rajó a todos los padres de los idiotas infantoides que participamos. Mis padres me castigaron y no olvidé nunca la cara del profesor N., quien con una sangre livianísima de santo zen nos perdonó.
Valga este episodio extracto del cajón de las culpas y las falsas expiaciones, para también decir que pese a esa falta moral, he dejado plantados, me han plantado, y quizás siga sucediendo. Sólo puedo garantizar que nunca será a propósito.

Elia Martínez-Rodarte | 06 de febrero de 2009

Comentarios

  1. karlex
    2009-02-06 10:29

    mmm que intedezante…

  2. Miguel A. Román
    2009-02-06 11:29

    Desgraciada o afortunadamente, el plantón es una especie en peligro de extinción en la era de los teléfonos móviles/celulares. Pasados cuatro minutos y doce segundos de la hora fijada, el presunto plantado agarra su telefonillo y lanza la peliaguda cuestión: “¿Dónde coño estás? (bien sea en forma verbal o como texto cifrado: Dnd c+ sts?).

    Hace cinco años ese periodo de “cortesía” era de unos quince minutos, pero se viene reduciendo en vertiginosa parábola sin asíntotas. El resultado es que no pocas veces el/la plantador/a responde: “Enfrente de tí, esperando a que cambie el semáforo”, mientras saluda ondeando con el brazo desde la otra orilla de la avenida.

    No me acostumbro a esa sensación de hablar por un adminículo electrónico con la persona que veo unos metros más allá. Ese “Ah, sí, ya te veo” es el summum de la ridiculez tecnológica.

  3. Francisco
    2009-02-06 19:16

    El Planton, el Retraso, la Informalidad, el Llegar tarde o el No llegar tienen su encanto y su utilidad.

    Si te hace esperar una chica, la anioras, aunque sea efimeramente, como la mas preciosa mujer de la que quieres ser el jarro donde bebes y besar su boca azucarada y, cuando por fin arriba, quieres ser chofer de su automovil y agarrar las curvas de bajada. Que asi dice la cancion.

    Linda Elia, no arrumbes el aspecto romantico de los retrasos y plantones en el cajon del pragmatismo insulso y perjudicial.

    Saludos.


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