Visto el recorrido de Doctor Who durante estos cincuenta años y la fuerza con la que regresó en 2005, a nadie debería sorprender que la influencia en la cultura, fundamentalmente en la popular, sea extensa.
No solo desde una base general fan que ha facilitado la aparición del Doctor, sus acompañantes y enemigos en todo tipo de trabajos, desde los inevitables fanfics hasta canciones dedicadas. No solo durante la eclosión de la Dalekmanía; un nombre que debería dejar claro como fue ese momento que, aun centrado en Reino Unido, convertiría la figura del Dalek en un icono pop digno de ser rememorado y utilizado durante años solo en imagen o acompañado de su característica forma de habla, especialmente su célebre Exterminate; sino a lo largo de toda su historia, incluyendo el lógico renacer reciente.
Junto a las derivaciones oficiales en los distintos medios o la mercadotecnia asociada, de los que ya hemos hablado, y además de los diferentes niveles de ficción fan que fueron pasando por el medio escrito y también en ese formato de vídeo del que igualmente hablamos, su influencia ha sido mayor.
Por un lado, logrando convertirse en tema tanto para diversos libros de ensayo como para otras manifestaciones culturales, como canciones. Podríamos discutir hasta qué punto esto entraría como parte de las manifestaciones del fenómeno fan, pero tanto las canciones dedicadas a la serie o que incluyen algunas influencias —y aquí podríamos incluir a grupos tan conocidos como Pink Floyd, en cuyo One of These Days se puede escuchar incluso parte de la sintonía original de la serie— como el llamado trock o timelord rock, que puede rastrearse desde la época clásica y que cobró mayor fuerza con el regreso de la serie, contando incluso con una banda destacada, Chameleon Circuit, cuyo segundo disco, Still got legs —una exclamación del Undécimo Doctor — logró llegar al puesto 23 de la lista de ventas estadounidenses US Heat.
Si hablamos de cine, lo más inmediato que nos vendrá a la mente es Bill & Ted’s Excellent Adventure en la que los protagonistas viajan por el tiempo dentro de una cabina telefónica y usan terminología propia de la serie como el Time Vortex. Detrás vendrían las discusiones sobre su influencia en otras películas temporales, en lograr que la mezcla de diversión y terror fuera habitual o en dispersarlo con parte de humor, pero ahí nos podemos enredar en un quién hizo qué antes o en especulaciones sobre su impacto concreto en la televisión británica y mundial.
O en el vocabulario, pues el prefijo cyber, que ya se usaba a finales de los años ’40, se popularizó gracias al éxito de los Cybermen. Es posible que incluso sin ellos se hubiera introducido de alguna manera en la cultura popular, pero el fantástico efecto de los villanos ayudó a convertirlo en un concepto rápidamente reconocible.
Pero si preferimos centrarnos en lo innegable, en la televisión estadounidense tenemos algunas referencias directas que van desde el nombre de Leela en Futurama al Dr. Hooves de My Little Pony: Friendship Is Magic pasando, obviamente, por la serie Inspector SpaceTime que ha aparecido recurrentemente en Community. No son las únicas, pero quizá sí las más interesantes.
Dentro de la televisión, pero en otro tipo de programas, el escocés Craig Ferguson dedicó un programa entero de su The Late Late Show al Doctor, incluyendo una pieza inicial que debió ser eliminada por problemas de derechos pero que, por fortuna, acabó apareciendo en internet, a saber cómo.
E, incluso, el género pornográfico —por llamarlo algo— supo incluirse con el regreso en 2005 entre los influidos con dos producciones dispares, Dr. Loo and the Filthy Phaleks es una producción pornográfica inglesa con la actriz Alicia Rhodes a la cabeza y que aún siendo cutre e incompetente logra situarse por delante del producto del Adult Channel Doctor Screw y, sobre todo, del auténtico desastre generalizado que fue Abducted by the Daleks, creación más nudista que pornográfica de una incompetencia tan extrema que ni en que Daleks pudiera estar registrado cayeron, obligándoles a cambiar el nombre por Abducted by the Daloids, que tampoco es que mejore mucho el interior, pero porque parece complicado lograr que la extrema desgana con la que las actrices acometen el guión —en un idioma que muy obviamente no es el suyo—, así como la mezcla de tópicos e ideas peregrinas, tuvieran alguna salvación posible. Pero, en fin, sirvan como muestra de la popularidad e influencia del personaje.
Son inabarcables las referencias a la serie, sus personajes y situaciones, a través de la cultura popular, en todos los medios posibles; también son muy amplias sus versiones paródicas, o su inclusión en historias cómicas. No solo en la ya vetusta saga de los Carry on, con el Carry on screaming! que en 1966 se convirtió en la primera referencia paródica cinematográfica hasta la aparición de Daleks en Looney Tunes: Back in Action —a petición de Steve Martin*—, mientras que en televisión iría apareciendo en el *_SNL_ o Los Simpsons, fundamentalmente en su versión del Cuarto Doctor.
Incluso si nos centráramos en España podríamos sacar un buen puñado de referencias, desde fanzines como Doctor Wharg o Tractor Who —ganador este último del Premio al Mejor Fanzine de Expocomic 2013, y actualmente en búsqueda de financiación para el siguiente— hasta la inclusión de ese universo en una aventura del Superlópez de JAN, El ladrón del tiempo, historia poco trabajada pero que va sacando tópicos de la saga centrándose en el Décimo Doctor.
Aunque, sin duda, lo más destacable que ha pasado últimamente han sido las declaraciones de Javier Olivares, creador de Isabel, de que está preparando El ministerio del tiempo, una serie al estilo de Doctor Who. Aunque las múltiples caras de la creación británica a lo largo de tantas encarnaciones hacen difícil de saber cuales tratará de reflejar, da una idea de la popularidad lograda.
Más allá de la TARDIS, el bigger inside, el destornillador sónico y la galería de personajes, héroes y villanos, la misma serie como elemento común y como un todo parece claramente establecida tras estos primeros 50 años en la cultura popular y el imaginario colectivo.
2 comentarios. Leer comentarios.