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la Catilinorra; el diablo sois, que no zorra. Orilla del río, al salir el sol, vide un caracol temblando de frío; tomó luego brío y entró en la mazmorra de la Catilinorra. Las mozuelas tiernas se huelgan con él, porque es como miel cuajada en almendras; y en medio las piernas le hacen que corra a la Catilinorra. Y cuando ha corrido, queda desmayado, el color quebrado, fuera de sentido; mas si torna al nido, se le alza la porra con la Catilinorra. Tiene dos soldados que sirven de fuerte; líbranle de muerte si están enojados; son muy bien criados de palabra y gorra con la Catilinorra.
Autor
desconocido. Hacia 1590. |