Se levanta el telón con un ruido estridente de zanfoñas y chirimías. El escenario está ocupado en su centro por una mesa rectangular, grande, desnuda. Cuatro hombres la ocupan, dos en los extremos y dos en el frente, dejándo el lado más cercano al público vacío. La escena se enmarca con cortinones de terciopelo rojo que caen desde el techo hasta el suelo. Los cuatro hombres carecen de ropa, de bigote, barba o pendientes. A los cuellos de todos ellos se ciñe un collar del que cuelga un crucifijo. Además, el llamado Monseñor, luce una cofia sobre su cabeza. El hombre situado en el lateral derecho mantiene una erección permanente¹.¹Para todos los aspectos relativos a esto mdash;mantener el pene trempado durante toda la función, isn decaimientos ni vacilaciones— remito al director de la obrilla a las explicaciones dadas en la nota 1 a la Jácara del Reino de todavía, adaptándolas como conviniere. El que está en el otro extremo luce un tatuaje en el hombro visible a los espectadores: la leyenda Amor de madre subraya un corazón cruzado por una flecha.
Monseñor: Hermanos, ¿han hecho sus deberes? Es una ofensa a Dios y como tal se alza contra él en una desobediencia contraria a la obediencia debida a Cristo.
Hombretatuado: Claro, Monseñor, cómo si no. Aquí tiene una copia de todas mis pesquisas [Pone sobre la mesa un dossier de folios del grosor de cuatro biblias].
Monseñor: Gracias, hombre, pero agradecería que, para que esto resulte operativo, resumamos de palabra las conclusiones.
Hombreconerecciónperpetua:[Siempre angustiado, torturado] La conclusión es la esperada, excelencia: el maligno persiste y no ceja en su empeño de horadar la fe y los terrenos del Señor. La tentación diabólica seduce los impulsos de las pasiones, y corroe la sensibilidad y el deseo de gloria.
Hombresinatributosespeciales:: Y de qué modo... parece que la modernidad y el progreso son el aliento y la sangre que necesita la vid del mal para crecer. Incluso diría más: parecen ser en sí mismos obras del diablo para expandir la tentación, el vicio y la malignidad.
Monseñor: Bueno, bueno, no adelantemos conclusiones... Veamos, ¿hay nuevos pecados que tengamos que sancionar?
Hombretatuado: Incontables, infinitos... asaltan a cada paso que damos hacia el futuro...
Monseñor: Pues hay que contarlos, hay que contarlos... veamos... háganme una relación de los más importantes, los más graves.
Hombresinatributosespeciales:: Los teléfonos móbiles. Consumen el tiempo de nuestros jóvenes, los distraen, les alejan de sus padres, de la Iglesia, degradan el lenguaje, permiten utilizarlos para el engaño...
Hombreconerecciónperpetua:Y su forma invita a la lujuria: cuántos no lo utilizarán como intrumento del diablo para el placer más perverso...
Monseñor: Prosigan.
Hombresinatributosespeciales:: Internet, Monseñor. Todo ese sucio entramado no es más que fuente de pecado constante e imperecedero.
Monseñor: No ayuda usted en nada; ya sabemos que es así, pero hemos de ser específicos. Por el amor de Dios, ¿no ve usted que hasta la Santa Sede tiene página web? Específicos, señores, seamos específicos.
Hombresinatributosespeciales:: El robo, Monseñor. Los LADRONES han encontrado en esta tecnología una vía perfecta para pecar sin ser descubiertos... consiguen programas informáticos y música sin pagar nada por ellos... ¡si incluso se descargan el último Cd del Papa!
Hombretatuado: Qué ignominia
Monseñor: Ya lo anoto... sigan, sigan...
Hombresinatributosespeciales:: La familia se destruye... los niños se conectan y no abandonan sus habitaciones para compartir y hacer crecer el núcleo familiar, con el agravante de que en su adicción se nutren de contenidos perniciosos, pecaminosos en esencia...
Hombretatuado: Y los padres de familia que abandonan sus deberes conyugales para dialogar a través de la pantalla (chatear le llaman) durante horas y horas, en un bucle vicioso horrendo... enganchados permanentemente a una verborrea absurda y lujuriosa, llegando, bien lo sabe Dios, a estableceer relaciones virtuales con todo tipo de excesos verbales.
Monseñor: ¡Qué barbaridad! ¿Hacia dónde vamos? ¡Con lo que nos había costado conseguir erradicar el vicio de la lectura!
Hombreconerecciónperpetua:Sí, el sexo. El sexo lo inunda todo... pervertidos, libertinos, cosas monstruosas, desviados... todo, todo, todo puede verse desde la pantalla, miles de pecadores acceden a esas páginas firmadas por el mismísimo diablo... La tentación, la tentación inmensa, sucia, perversa... y es tan fácil llegar, tan fácil ver esos cuerpos manchados por la lujuria, tan, tan...
Hombretatuado: Y tengo entendido, Dios Santísimo [hace la señal de la cruz sobre su rostro], que al pecado de la contemplación de la lujuria se une el del onanismo...
Hombreconerecciónperpetua:¡Oh, sí! La masturbación, la autocomplacencia, pecado mortal... y es tan fácil, está la tentación tan en carne viva, tan cercana, con esas resoluciones de pantalla...
Monseñor: La moral se descompone. Tenemos que acudir en ayuda de nuestros fieles; hay que salvar al mundo de este contraataque diabólico...
Hombresinatributosespeciales:: Modestamente, Monseñor, se me ha ocurrido algo... Podemos encargar a algún virtuoso la elaboración de un programa que, instalado en los ordenadores, vigile por el bienestar del alma de sus usuarios...
Hombretatuado: ¡Gran idea! Que bloquee la pantalla ante la contemplación del vicio, ante el tiempo excesivo, ante la descarga de programas ilegales, ante las palabras soeces....
Hombreconerecciónperpetua:y ante el sexo, sobre todo ante el sexo...
Monseñor: [Entusiasmándose] podría, con el debido permiso de la Santa Sede, aparecerse el rostro de nuestro amado Papa invitando a sustituir la actividad censurada por el rezo piadoso...
Hombreconerecciónperpetua:...o el flagelo, Monseñor, el flagelo apaciguador del vicio...
Monseñor: [Entuasiasmado] Profundicen, profundicen en el tema, que yo me voy de inmediato a escribir al Obispo con estas nuevas ideas... que toda prisa es poca para frenar al maligno. Y penitencia, mucha penitencia.
El Hombreconerecciónperpetua angustiado, el Hombresinatributosespeciales indiferente, el Hombretatuado se acerca a Monseñor y le interrumpe en su retirada.
Hombretatuado: [en un aparte] Monseñor, qué hay de lo de mi tatuaje, ¿ha consultado ya si puedo añadir al corazón el rostro de la Virgen Nuestra Señora? Ya sabe, para endulzar en lo posible los pecados del pasado.
Cae el telón.